Crítica / “Cerrar los ojos” (Víctor Erice, 2023): “Entonces, ¿qué hacemos?”


Eso mismo me pregunto yo: “entonces, ¿qué hacemos ahora?”

Ana Torrent como Ana Arenas en “Cerrar los ojos”

Pido disculpas por no haber considerado la plomiza (por densa, no pesada) “Cerrar los ojos”, de Víctor Erice, como lo que es, la mejor película española de ficción de 2023 de aquí a Lima, una obra con la que el tiempo será generosa, de hecho ya le está construyendo su altar.

Auguré aquí de cero a dos estatuillas para la película en la 38 edición de los Premios Goya, celebrada el 10 de febrero pasado en Valladolid. Ganó uno. Acerté en el cuánto, pero no en el quién. No le premió la Academia el mejor guion original de Miguel Gaztambide y Víctor Erice, se lo dieron a Estibaliz Urresola por “20.000 especies de abejas”, un trabajo menos redondo, complejo y ambicioso.

Tampoco le dieron el Goya como mejor actriz de reparto a Ana Torrent, que hace de la hija Ana Arenas y hubiera significado un reconocimiento no ya a todas las hijas vacías de padre como ella, sino, también, a “El espíritu de la colmena” (Víctor Erice, 1973), donde deslumbraba la mirada de Torrent niña. ¡Reconocer ese gran arco dramático hubiera significado premiar a todo el cine español, a ustedes mismos!

José Coronado como Julio Arenas en “Cerrar los ojos”

¿Y qué decir de que “Cerrar los ojos” no ganara el Goya a la mejor película? El discurso principal de la gala de Valladolid se refería al potencial del cine español para exportar una cultura e industria propias. Mira tú por dónde, los académicos decidieron dar esa noche un alud de premios, entre ellos también el de mejor película, a “La sociedad de la nieve”, propiedad de una productora estadounidense (Netflix), con una historia ajena a España protagonizada por un elenco íntegramente extranjero.

Mientras redacto esto caminando en la cinta de correr, escucho “Mi Buenos Aires querido” por el Carlos Gardel verdadero que inspiró al actor desaparecido del filme, Julio Arenas, interpretado por José Coronado. A lo que vamos. Fui muy melindroso por no prever que el premio a mejor actor de reparto era de José Coronado, no por su interpretación, que bueno, sí, también, sino por lo que esa actuación significa, interpretar la extinción del cine como lo conocimos en el siglo XX, cuando era el rey de la selva.

Petra Martínez en “Cerrar los ojos”.

Más que eso. Está la interpretación de Manolo Solo como Miguel Garay, toda ella un amoroso beso, un bikiño. Y está Petra Martínez, que cuando aparece ilumina la pantalla con esa presencia que es la dulzura personificada. ¿Ya dije que adoro el personaje de Max Roca, montador y conservador de películas, tocayo mío de apellido, el único que, por cierto, aporta algo de ritmo interpretativo al filme? Me pregunto si su nombre será un homenaje al personaje de Maxi Rubín que hace el mismo actor, Mario Pardo, en la recordada adaptación de “Fortunata y Jacinta” de Galdós para Televisión Española dirigida por Mario Camus en 1980.

Ah, y está otra vez Ana Torrent, que simboliza la memoria colectiva de los baby boomers, lo que fuimos, creímos que íbamos a ser y en dónde, por ahora, nos hemos quedado, haciendo tours rutinarios para turistas en el Museo del Prado, eso ella que ha tenido suerte.

Mario Pardo como Max Roca en “Cerrar los ojos”

Hay tanta hipérbole de ternura, sensibilidad, bien entendida nostalgia (la que se reivindica con los ojos como puños cerrados), hay tanta reflexión pertinente sobre tantos temas apuntados, la televisión, la arqueología del cine, la belleza, el norte y el sur, los buenos perros, las buenas monjitas, los amores perdidos, los padres perdidos, las canciones guardadas en los desvanes de la memoria, los que son torpes y los que son tangos, Gardel abriendo ojos y, en general, los humanos por marcharse, por estar y por venir. Hay tanto diálogo precioso, tanto encuadre preciso, tan estilizada fotografía, un Caravaggio y detrás de otro Sorolla, óleos radiantes y humildes como el del pesquero flotando sobre el mar especular del Cabo de Gata.

Víctor Erice podría parecer que alardea de ser un genio, y eso se le reprocha con razón, cierta distancia presuntuosa. Pero lo que ocurre es que es un autor cinematográfico inspirador, sensible y coherente consigo mismo, un explorador con tuneladora de la belleza y profundidades humanas. Y la realidad es que él no hace alarde de nada. Si no puedes con “Cerrar los ojos”, como Carlos Boyero, es que no estás preparado para verla. El problema lo tienes tú (y es legítimo que lo tengas), no la película.

Finalmente, la nueva obra maestra de Víctor Erice es elegíaca, testamentaria y está excesivamente llena de fundidos a negro. Yo pienso que es como si su director supiera ya que para la próxima tardará otros 40 años, los mismos que desde la última suya de ficción, “El sur” (1983). Pues eso, que él ya va fundiendo mucho a negro, por si acaso no llega.

Manolo Solo como Miguel Garay en “Cerrar los ojos”

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