Risco Caído enciende su linterna mágica, nueva entrada en Viajeros Urbanos de EL PAÍS.


Estos días pasados publiqué en Viajeros Urbanos de EL PAÍS una entrada tras la cual llevaba más de un año. Todo empezó cuando una mañana me encontré con la noticia del descubrimiento en la portada de la prensa local, acompañada de una espléndida fotografía de José Carlos Guerra. El responsable del hallazgo, el arqueólogo Julio Cuenca, compara su importancia con la del descubrimiento de la Cueva Pintada de Gáldar. Risco Caído quizás sea más.

El cine´troglodita´de Gran Canaria lo titularon finalmente en EL PAÍS. Yo, de manera más poética, propuse Risco Caído enciende su linterna mágica, aunque si lo que hubiéramos querido sería aumentar el número de visitas podría haberse titulado también El primer porno de la historia se rodó en Artenara. La entrada estuvo cuatro días entre las más leídos de la sección. Llegó a subir hasta el puesto número 2.

Aquí acompaño el texto original, tal y como lo envié a la redacción del periódico, y con la colección de fotos que tomé la mañana de la visita. Gracias a Julio Cuenca y a Juana Hernández (ambos trabajadores de Patrimonio Histórico del Cabildo de Gran Canaria) por la información y los apoyos brindados. También al trabajador de Turismo de Artenara, Octavio, que nos guió esa mañana mágica.

«RISCO CAÍDO ENCIENDE SU LINTERNA MÁGICA»

El sol pone en marcha el proyector cada mañana cuando emerge sobre las montañas de Barranco Hondo, en el centro de Gran Canaria. Ocurre durante la primavera y el verano, entre nueve y diez media, en un viejo pajero del conjunto arqueológico de Risco Caído. Un rayo de luz, nítido para el espectador por las bailarinas motas de polvo que lo atraviesan, entra en la cueva número 6 a través de un agujero en la roca e ilumina una pared donde aborígenes canarios dibujaron triángulos que representan el sexo femenino.

La sala es circular. 4,34 metros de diámetro y 4,43 de altura. Los hoyos en el suelo son cazoletas para almacenar cereales. Levantamos la vista y descubrimos una cúpula cilíndrica, labrada en el techo, decorada con círculos concéntricos que enfatizan su carácter mágico. No solo es un templo. Es un cine. El primer cine. Las muescas talladas en los bordes del iris de roca por donde entra la luz confieren distintas formas al rayo. Hay quien ve semilla, hoja, vaina, una mujer embarazada, un monje. Yo descubrí un fantasma de dibujos animados. Pero lo cierto es que, a medida que el sol se eleva en el cielo, el haz, transformado en un gran falo luminoso, desciende por el triángulo púbico principal dirigiendo su punta hacia la protuberante vulva. Después desaparece en segundos, como si se rindiera exhausto, en el fondo de una oquedad circular excavada debajo de la raja. Esta película de los antiguos canarios es erótica, sin lugar a dudas.

Se llama arqueoastronomía. En Chankillo (Perú) es un observatorio solar de 2.000 años. En Stonehenge (Inglaterra), un monumento megalítico de 4.000. Aquí la excursión empieza a las siete de la mañana en Artenara, territorio 100 % Reserva de la Biosfera. 1.200 habitantes a 1.200 metros de altura en mitad de la isla. Es uno de septiembre. Todavía es de noche. Ojalá no amanezca nublado.

Hay gran expectación por ver el fenómeno, aunque nada comparable al boom de la aureola de fuego que hace millones de años dejó el paraje como ahora lo vemos. Cuando los dinosaurios dominaban la Tierra, Barranco Hondo era un lago junto a una selva en una isla que entonces tenía mayor altura. La tierra se abrió y una nube piroclástica arrasó en segundos con todo. Hasta ahora, las excursiones han sido durante el verano con  grupos de quince para evitar dañar el lugar. En 2014 quieren organizarlas de marzo a septiembre. El efecto se repite con la luna llena en el solsticio de invierno. La luz entonces es pálida y anaranjada. Próximamente se activará la web específica, almogarenriscocaido.com. En Artenara se finaliza un centro de interpretación. Obtendrás más información si envías un email a: phistorico@grancanaria.com.

Amanece. La guagua nos conduce por la GC-215 a La Atalaya. Cuando se desvía hacia Lomo de Bajalobo la vía se estrecha tanto que provoca vértigo a algunos pasajeros. Paramos junto a la presa de Los Pérez. Hemos bajado 900 metros. El mar de nubes sobre el norte de la isla reposa debajo nuestra. Mientras caminamos los veinte minutos del sendero que nos separa de Risco Caído pisamos las rústicas canaletas para conducir el agua talladas por los agricultores. A nuestra derecha, los cortes en la montaña han dejado al descubierto capas de sedimentos antiquísimos. Podemos tocarlos. La de cantos rodados, dos metros por encima, señala el fondo del lago antediluviano. En la época de los antiguos canarios Barranco Hondo era un poblado troglodita donde convivían más de 1.000 humanos. Artevigua era el nombre aborigen, hoy está olvidado.

En el interior de la cueva número 7, otra del conjunto de Risco Caído, las oquedades en las paredes son fósiles de árboles tras la colosal explosión volcánica, el negativo de raíces, troncos y ramas. La brea en las paredes son restos del humo de antorchas. Aquí, la distribución de las cazoletas en el suelo es similar a la de las Pléyades. Son las estrellas que veremos si miramos de noche el cielo en dirección al mismo lugar por donde el sol enciende cada mañana la linterna mágica.

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La entrada estuvo cuatro días entre las diez más leídas de la sección online de El Viajero. Esta captura de pantalla es del 10 de octubre a las 20 horas.

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