Esta entrevista es un recorrido amplio por la trayectoria vital y profesional del productor de cine Adrián Guerra. Desvela detalles de sus ocho películas hasta hoy, tres de ellas estrenadas en 2015, «Buried» (Rodrigo Cortés), «Guest» (José Luis Guerín), «Emergo» (Carles Torrens), «Luces rojas» (Rodrigo Cortés), «Grand Piano» (Eugenio Mira), «Cómo sobrevivir a una despedida» (Manuela Moreno), «The Gunman» (Pierre Morel) y «Palmeras en la nieve», y habla de su idea de la producción, incentivos fiscales, el cine en España y el ‘boom’ de rodajes en las Islas Canarias.
La entrevista en directo que le hice a Adrián Guerra en el Club La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria se produjo el 23 de abril de 2015 y fue histórica porque era la primera vez que el productor se subía a una tribuna pública de su ciudad. El recinto llenó su aforo. 31 años, 8 largometrajes estrenados desde los 25; una más en postproducción, “Contratiempo” de Oriol Paulo, con un casting encabezado por Mario Casas, Bárbara Lennie, José Coronado y Ana Wagener; y otra cuyo rodaje en Canarias se anunció el jueves pasado: “The Titan”, de Lennart Ruff, superproducción de ciencia-ficción ambientada en las islas con un casting encabezado por Sam Worthington («Avatar»). Como productor, Adrián Guerra ha trabajado ya, entre otros, con Robert de Niro, Sean Penn, Sigourney Weaver, Ryan Reynolds, Joel Silver, Cillian Murphy, Elizabeth Olsen, Terry Gilliam, Idris Elba y Javier Bardem.
La entrevista se publicó en el periódico La Provincia el viernes 11 de diciembre. El 14 se preestraba en Las Palmas «Palmeras en la nieve«, dirigida por Fernando González Molina. En 2015, es el tercer estreno de Adrián Guerra tras «Cómo sobrevivir a una despedida» (Manuela Moreno) y «The Gunman» (Pierre Morel). El estreno comercial de «Palmeras en la nieve» será el 25 de diciembre. Basada en el best seller homónimo de Luz Gabás, la película nos transporta a unos acontecimientos históricos durante la época colonial española en Guinea Ecuatorial que nunca habían sido contados en el cine. Las fotos que acompañan esta entrevista son de «Palmeras en la nieve».

El amor de Bisila y Kilian en Sampaka dicen que nació más o menos al tiempo que el de Berta Vázquez y Mario Casas en Gran Canaria. / OAC
¿Cuáles son sus sensaciones antes de un estreno?
Una película puede fracasar y funcionar y ambas cosas tienen la misma justificación. Ante un estreno estoy lógicamente nervioso. Empujando con prensa y redes sociales para que la película exista y todo el mundo vaya al cine. La prensa en España no suele apoyar las películas que tienen un ánimo industrial. Y aquellas que obtienen un respaldo crítico no suelen recibirlo del público. Hay desconexión. La prensa en Estados Unidos respeta eso mejor. Entienden que hay películas de autor, que van dirigidas a un público más minoritario, y películas “palomiteras”, y no usan el mismo patrón para medir los dos tipos.
¿Qué nos puede decir de “Palmeras en la nieve”?
La película es un esfuerzo por reconstruir una parte olvidada de nuestra historia. Como productor español me interesa destacar la historia de mi país, igual que hacen los ingleses y americanos con sus grandes historias. Descubrir al gran público la historia de Guinea Ecuatorial me apetecía mucho. Mis abuelos vivieron esa realidad y mi madre nació allí, así que en casa es una realidad que he tenido cercana. Desde que leí el libro de Luz Gabás no solo quise hacerlo, sino mi propósito fue rodarla en Gran Canaria, algo que al principio chocaba, pero ahora, una vez terminaba, se ve que los espacios de la Isla encajan perfectamente, ya nadie imagina un lugar mejor para filmarla.

Panorámica del decorado de la finca de cacao Sampaka, construido en la finca de Osorio de Teror. / OAC
Este año también estrenó en salas comerciales “Cómo sobrevivir a una despedida”, rodada mayoritariamente en Gran Canaria.
Teníamos una alianza con el Grupo Planeta y Antena 3 para desarrollar proyectos multiplataforma y decidimos dedicar una parte de nuestro dinero a contratar guionistas para que le dieran forma a ideas. Así desarrollamos el concepto “Generación By ”, en la que yo mismo me incluyo, como respuesta al concepto de los “Ni-nis”, que entonces estaba –y sigue estando- muy en boga. La “Generación By” habla de una gente joven hecha a sí misma, que ha utilizado los medios a su alcance para salir adelante. Del rodaje recuerdo que fue una locura absoluta, seis semanas y cuarenta localizaciones. A mí de la película lo que más me gusta es el concierto que montamos en el Holyday World. 550 figurantes, la Spice Girl Emma Bunton y toda una noche rodando. Había extras que no se querían ir. La anécdota fue que por horarios solo pudimos traer a Emma Bunton en un vuelo Ryan Air y, como eran las fechas de celebración del Orgullo Gay, se encontró en un avión lleno de británicos de fiesta que la reconocieron. Y se pasó las cuatro horas oyéndoles cantar el “Wannabe”.
¿Cómo se hace Adrián Guerra cineasta?
Siempre fui un friki. Pasaba horas en el videoclub. El cine, junto a la lectura, era mi gran escape. De hecho, de pequeño me castigaban quitándome el carnet del videoclub. Mis habituales eran el Videoclub Vega, en Escaleritas, y el Daily Price de la calle Galicia. El cine siempre me gustó, pero como hobby, nunca imaginé que iba a acabar trabajando en este sector. Era un mundo tan difícil y me veía tan alejado en Las Palmas que lo tenía descartado, mi bachillerato fue en la especialidad de Ciencias de la Salud. A los 18 años tuve la suerte de que me becaran para estudiar Comunicación Audiovisual en la Universidad de Nebrija, fue un regalo.
¿La afición por ver cine no ha pasado?
Sigo viendo películas por placer, mínimo una diaria. Intento estar al día de todo lo que se hace. Como productor una parte de mi trabajo es estar conectado a la realidad de lo que está sucediendo en la industria.

Berta Vázquez, en el papel de Bisila, una gran sorpresa del casting de «Palmeras en la nieve». / OAC
Logró acceder a la universidad, pero se dio de bruces con una verdad que no esperaba.
Descubrí pronto que todos no compartíamos las mismas inquietudes. El profesor preguntó el primer día quién había visto la película “El padrino” (Francis Ford Coppola, 1972) y de treinta levantamos la mano tres. Yo me había introducido en el mundillo gracias a ver cine y a ojear revistas de cine, algunas de cine amateur te explicaban como hacer las cosas. Había hecho mis pinitos por mi cuenta. Pero me encontré con que en la universidad era todo muy rígido, no había pasión. Eso me frustró mucho.
Y empezó a moverse por su cuenta.
Iba a mesas redondas, masterclass, empecé a colaborar con revistas y así encontré a un grupo de gente que, de repente, me propuso intentar organizar un festival de cine fantástico. Con el director del festival de Sitges aprendí lo básico de cómo se montaba este tipo de evento, me hice un presupuesto pequeño, los que me habían apoyado hasta ese momento se rajaron y, buscando patrocinadores, di con el canal Calle13. Les encantó la idea, me dieron el dinero para hacerlo. Se llamó la Muestra de Cine Fantástico Calle 13.
Acababa de cumplir 21 años.
Eso es, y a partir de ahí coincidió que unos americanos que estaban en Europa me avisaron que venían a Madrid a presentar su película al festival. Eso me hizo ponerme las pilas con el inglés. Nos hicimos amigos y fue la llave para entrar en el mundillo en Los Ángeles.

Mario Casas caracterizado de Kilian en «Palmeras en la nieve», su personaje abarca un rango de fechas desde 1953 hasta la actualidad. / OAC
¿Cómo se hizo productor?
Tras la experiencia con el canal Calle13 me salió la oportunidad de seguir colaborando con los Estudios Universal, pero ese no era tampoco mi mundo. Por una razón similar a la universidad, todo muy encorsetado y rígido. Soy demasiado inquieto. En ese proceso mi antiguo socio, trabajador de Calle13 y anteriormente de Paramount, me ofreció dar salida en vídeo a unas películas que entonces no la tenían en España. La suerte fue encontrar disponibles los derechos de “Tape”, de Richard Linklater, y una serie de Lars von Triers, también inédita en España. Pedimos un crédito, negocié los derechos. Así nació Versus Entertainment. En paralelo, empecé a conocer a directores, Luiso Berdejo, Eugenio Mira, Rodrigo Cortés, Miguel Ángel Vivas. Todos preparando entonces su primera o segunda película y todos con muy mala experiencia con sus productores. El montador de los cortos de uno de ellos me dijo en un momento dado: “Oye, ¿y por qué no produces tú una película?” Así, de manera espontánea, me surgió la posibilidad de producir.
¿Cuál fue la clave para entrar tan joven en la industria?
Por revistas como Variety y otros canales de información conocía el funcionamiento de la industria antes de que me llegara la oportunidad de entrar. Esa fue la clave para que me aceptaran como uno más. La otra parte es arriesgarse. Durante mis años de estudiante nunca di nada por sentado. Era consciente de que posiblemente no me quedaría otra que volverme a Las Palmas tras la carrera, así que tenía que probar todas las oportunidades que se me ofrecieran. Justamente eso me llevó a dejar la carrera, porque entendía que iba a adquirir más experiencia trabajando en el sector. En todos los pasos asumes un riesgo. Pero haciendo los deberes en cada uno de ellos estás preparado también para obtener la recompensa. Ir hacia delante te va abriendo cada vez nuevas puertas que antes no habías contemplado.
Empezó como productor con “Buried” (2010), una película exitosa comercialmente y nominada a diez Premios Goya.
“Buried” tuvo beneficios, pero yo no vi nada, ya que la inexperiencia hizo que estructurásemos mal para nosotros la película. El objetivo de una película comercial industrial desde el punto de vista de sus beneficios está en la televisión. Y “Buried”, por sus características, no es una película que funcione bien en la tele. Los inversores ganaron mucho dinero, pero no los productores. Aunque, eso sí, nos abrió muchas puertas y posicionó a un nivel diferente en la industria.
¿Cuál fue la clave de aquel éxito?
Todas las películas tienen un valor en el mercado y este se lo otorga, en buena medida, los actores con los que se cuenta. Por eso, saber que contábamos con Ryan Reynolds como protagonista nos aseguraba unos ingresos con los que podíamos contar en el plan de financiación de la película. El guión de “Buried” tenía prestigio, a mí me lo pasaron con la idea de que hiciera la versión española de la historia y después vender el remake americano. Cuando lo leí me di cuenta de que podíamos hacer la versión americana directamente en Barcelona. El director Rodrigo Cortés me dijo que hacer una película como esa, de corte hitchcockiano, era un reto de dirección y el sueño de su infancia. Reynolds nos ofreció ser el protagonista si encajábamos el rodaje en 20 días entre dos películas que tenía. Era mayo y me encontré con que tenía a un actor de Hollywood comprometido para rodar una película en julio. Llegamos in extremis. Fue un milagro, un sueño hecho realidad.

Adriana Ugarte sirve con emoción y mucha solvencia el papel de Clarence, la joven que viaja a Guinea en busca de su pasado. / OAC
A partir de ahí comienza a encadenar películas.
“Luces rojas” (2012), con el mismo director, fue desarrollándose en paralelo. Me lo propuso Rodrigo Cortés, sabiendo que me apasiona todo lo que tiene que ver con el mundo de lo paranormal, y la fuimos desarrollando hasta que nos dimos cuenta que necesitaría un presupuesto elevado, así que la dejamos en la recámara y nos dedicamos a “Emergo” (2011), sobre una casa encantada filmada desde el punto de vista de una cámara doméstica. Cuando apareció “Buried”, desplazó a su vez a “Emergo”, que produje al año siguiente con la dirección de Carles Torrens.
Y en esa vorágine sacó tiempo para producir a José Luis Guerín en “Guest” (2010).
Ya desde la época de Versus Entertainment habíamos apostado por redescubrir joyas perdidas del cine español. Entre otros, películas de Víctor Erice y del propio Guerín. Que José Luis se fiase de unos chavales de 23 años ya era bastante flipante. “Guest” estuvo en más de 50 festivales por todo el mundo, entre ellos Toronto, San Sebastián y Venecia. La experiencia fue interesante para conocer cómo se distribuían las películas menos comerciales.
Se ha especializado más en cine comercial que de autor.
Como productor me atrae menos el cine de autor, pero no porque tenga menores posibilidades de desarrollo comercial, sino porque prefiero películas que me permiten intervenir en las estrategias de producción y los procesos creativos. Como productor me gusta estar del principio al final. Conseguir la financiación, preparar y estar en el rodaje, montaje y distribución. Cada película es un salto al vacío, como montar una empresa diferente y te la jugaras con ella. La parte más compleja, y desesperante, es montar la financiación, un proceso que no puedes compartir con nadie y en el que tienes varios planes bes previstos por los imponderables que suelen ocurrir.
“Grand Piano” (2013) fue la primera película que filmó en Gran Canaria.
El guión es de Damien Chazelle, que hoy ya es un guionista nominado al Oscar, por “Whiplash” (2014). Que te decidas por un guión es una decisión muy personal. Además de que lo veas viable, tiene que ser una película que tú quieras ver en el cine y dedicarle dos años de tu vida. Recuerdo que el de “Gran Piano” lo leí en Las Canteras, me encantó. La idea inicial era rodarla en Europa del Este. Pero justo esos años se habían hecho “Furia de titanes” (2010) e “Ira de titanes” (2012) en Tenerife y empecé a oír hablar de los incentivos fiscales canarios. Usamos “Grand Piano” como una experiencia piloto, para testear hasta dónde era posible hacer y lo fiable que podía ser el uso del incentivo.
¿Qué recuerda de aquel primer encuentro con el mecanismo de los incentivos fiscales?
La experiencia fue agónica, de repente supimos que para el incentivo canario solo podían sumarse empresas de las islas. Ese año tuve unas 400 reuniones. Logramos crear un núcleo duro de inversores y con eso pudo traerse a la Isla “REC 4: Apocalipsis” (2014), “El Niño” (2014) y más tarde “Cómo sobrevivir a una despedida” y “Palmeras en la nieve”.
¿Ha mejorado la percepción del incentivo fiscal al cine entre los inversores canarios?
Más del 95 % de las películas que se plantearon venir no lo hicieron por la falta de apoyo del empresariado local a los incentivos fiscales al cine. Por suerte, la nueva ley establece la devolución directa del incentivo para películas extranjeras, saltándose así el cuello de botella que ha impedido el desarrollo de la industria estos años. Esta medida debería ser la gasolina para poner a funcionar el motor de muchísimas producciones en Canarias que pudieran alimentar iniciativas como la de crear unos platós o a empresas que quieran establecerse en Canarias. Espero que al calor de esto las empresas canarias se lancen también a apoyar el incentivo al cine nacional y así podamos desarrollar una industria propia más allá de los ‘services’ extranjeros.
Entre tanto rodó una de acción norteamericana, “The Gunman”, teniendo como socios a Sean Penn y Joel Silver, el productor de “Matrix” (1999).
“The Gunman” fue una película que se iba a rodar en Francia y Portugal y el reto fue demostrar que podía hacerse una película de acción con los ingredientes que se le suponen íntegramente en España. El productor americano se quedó muy contento, con ganas de llevarse a ese mismo equipo a rodar películas en otras partes del mundo.
¿Qué ha cambiado en el cine español en los últimos años?
Cuando le explico a un productor extranjero el funcionamiento del cine en España les tengo que decir que hasta hace poco el negocio era hacer la película. Sin necesidad de que hubiera un interés comercial, estrenar la película era suficiente para que ganara el productor. Hoy se hacen las películas pensando más en su explotación. En los últimos cinco años ha habido un cambio generacional importante y parece que cada vez más, poco a poco, el público español abraza también al cine de su país.
¿Es posible un despegue del audiovisual en Canarias?
El rodaje de “Grand Piano” me lo planteé entonces como un deber con Gran Canaria. Intentar generar un marco estable y un “saber hacer” que permitiese que vinieran otros productores a apostar por la Isla. La clave, desde mi punto de visto, es construir primero la industria, que la gente pueda vivir del cine y la televisión en las Islas, y, después, empezar a construir un cine propio. En Estados Unidos es más fácil rodar películas independientes que en España, y la razón es que allí hay gente que vive del cine. Cuando se plantea una película de autor y corte más minoritario, en general todo el mundo lo apoya porque no trabaja desde una precariedad que te impide ser libre para elegir los proyectos. Que gracias a los incentivos vengan películas y series de televisión con continuidad puede ser la base para crear ese tejido industrial. Está ocurriendo en Sudáfrica en estos momentos. Hace unos años todo eran coproducciones con Inglaterra y se traían a casi todo el equipo de allí. Con el ‘boom’ de rodajes de los últimos años se ha creado un cuerpo de equipo técnico local muy potente, tan bueno que viaja por todo el mundo y que ha permitido que existan películas surafricanas como “Tsotsi” (Gavin Hood, 2005) o “Distrito 9” (Neill Blomkamp, 2009). Es más fácil rodar películas pequeñas en un lugar donde hay tejido industrial que donde no lo hay.
¿Técnicos locales critican que tienen difícil cabida en esos rodajes?
A mí no me gustaría nada más que poder coger para una película al 100 % del equipo local. Traer técnicos de fuera supone un sobrecoste que, si pudiera, evitaría como productor. Obviamente no lo deseamos, pero las películas son muy exigentes y requieren un equipo de mucha experiencia para que todo funcione como un reloj. Cada día de rodaje cuesta mucho dinero, en “Palmeras en la nieve” más de 125.000 euros. Eso implica contar con un equipo de mucha confianza. Nosotros tenemos un equipo que ha ido formándose con el tiempo, empezando desde abajo y creciendo.
¿Debe el Gobierno canario retomar las ayudas directas al audiovisual que suprimió en 2012?
Que existan ayudas directas del Gobierno puede servir para ayudar al cineasta local que haya sobresalido por su trabajo en festivales. Pero hay que saber que las ayudas se han reducido mucho en otras comunidades también, y que no son el soporte idóneo para potenciar un tejido industrial. Lo que ocurrió en la Ciudad de La Luz de Alicante fue precisamente debido a que invirtieron un montón de dinero público sin un plan de viabilidad y, cuando se dieron cuenta de que el lugar no era rentable, inventaron unas ayudas directas a los proyectos que querían rodarse allí. Esas ayudas crearon una ilusión de industria, no estaba sostenida en una base real. Llegó la crisis y las ayudas se cayeron, aquello se hundió. Lo ideal es que el apoyo público vaya siempre por la vía del fomento industrial.