Diálogos cinéfagos / “Maus. Relato de un superviviente” (Art Spiegelman, 1980-1991) o cómo vencer al mal con democracia


Richieu, el hermano mayor de Art Spiegelman, asesinado siendo un niño por los nazis en uno de los guetos judíos de Polonia / RESERVOIR BOOKS

– Apúntatelo: “Maus. Relato de un superviviente”, de Art Spiegelman. No hay cómic más angustioso, ni forma en que se haya contado el Holocausto más desoladora.

– ¿Y qué necesidad hay de pasar angustia?

– No solo es entender lo que no puede repetirse, también es sentirlo en tu propio organismo. El Holocausto es la máxima expresión de la maldad de la historia. Una de las virtudes del cómic de Spiegelman es que te hace reflexionar sobre cómo puede ser la vida de un ser humano que ha sobrevivido a aquello. Los supervivientes lo fueron por mera suerte. Ese pensamiento te descoloca, te perturba.

– Pero maldades ha habido muchas, los jemeres rojos, las purgas estalinistas, los desaparecidos de las dictaduras en Latinoamérica, los cárteles de la cocaína, quienes trafican con inmigrantes, la trata de blancas…

– … los abusos de Japón en Corea y China tras la guerra de 1937 entre el imperio nipón y china. Lo documenta otro cómic que ha llegado a compararse con “Maus”. Se llama “Hierba” (2017) y es de la coreana Keum Suk Gendry-Kim.

– Lo he tenido en mis manos. Es muy grueso, parece interesante.

– Es una preciosidad. Y sí, cuenta hechos terribles a través de la desdichada historia de una anciana que terminó engañada en una “estación de consuelo” japonesa, obligada a prostituirse para las tropas japonesas invasoras. Eso solo fue una parte del calvario. La vida de esa mujer protagonista es una sucesión de desgracias.

– Terrible. ¿Cómo podemos sobrevivir como especie a tanto horror, tanto dolor?

– Pero ese exterminio sistemático ocurrido en el Holocausto, como una fabricación industrial, tan alemana, no tiene parangón. Lee aquí. Y cuando los nazis vieron venir a los aliados, desmontáronlo todo para hacer creer que no había pasado nada.

En España, PP y PSOE deberían pactar un gobierno de coalición, con la grandeza de miras suficiente para entender que cabe la posibilidad de invitar a otras fuerzas a estar, ocupando ministerios incluso.

– Eso es cobardía en su máxima expresión.

– Por no decir un locura, que eso sería es como decir enfermedad y los haría parecer menos miserables. Gente con miedo a que las razones de otros se impongan sobre las suyas en elecciones libres. Totalitarios. Qué asco.

– Temerosos de perder el combate de las ideas. La fuerza contra la razón, ¿hay conflicto más antiguo que ese? ¡Los nazis pretendían la vuelta a las cavernas, al aquí se hace lo que yo digo y, si no, te mato!

– La elección de hacerlo en forma de historieta eleva la dimensión de la apuesta. Fue Premio Pulitzer, el único cómic que lo ha logrado.

– Caray.

– Spiegelman cuenta la historia de sus padres, Vladek y Anja, supervivientes de los campos de exterminio de Auschwitz y Birkenau, uno estaba al lado del otro en la actual Polonia, cerca de Cracovia y la frontera con Ucrania. Anja se suicidó en 1968 a los 56 años en Nueva York. Vladek rehizo su vida con Mala, pero es un judío difícil, testarudo y muy agarrado. Y por las noches emite extraños ruidos al dormir, como si estuviera aullando, sollozando.

– Entonces «Maus» es la historia de una familia.

– Sí, abarca el árbol genealógico por parte de padre y madre. Muchos asesinados en la Segunda Guerra Mundial. Otros antes. Algunos con historias terribles que quienes las vieron han preferido no contar para no causar más dolor.

– Vaya.

No olvides que los nazis llegaron al poder en Alemania después de muchas derrotas sucesivas de los partidos demócratas, que fueron fallando, repitiendo elecciones, no poniéndose de acuerdo, la gente hartándose y ellos haciéndose más fuertes.

– Pero la clave del éxito de “Maus” es la forma en que está contada. Usa recursos clásicos y modernos. La misma elección de animales para distinguir las distintas nacionalidades tiene miga.

– ¿Por qué es?

– Spiegelmann dice que le influyeron los dibujos animados clásicos, tipo “Tom y Jerry”. Es una forma de darle una vuelta de tuerca a esos estereotipos cómicos infantiles, humanizándolos con todas las consecuencias.

– Interesante.

– Lo descubrió en una clase de cine en los años 50. Le pusieron dibujos animados y descubrió que, entre todos esos animales antropomórficos, había también negros con rasgos infrahumanos, como si fueran unos animales más. Ese racismo le asqueó…. e iluminó. Los judíos son ratones. Los alemanes gatos, los polacos cerdos, los franceses ranas, los ingleses creo que perros, los suecos ciervos.

– ¿Y los españoles?

– No hay en la historia. ¿Qué seríamos?

– ¿Toros, vacas, gallinas, una paella?

– ¿Quién sabe? El cómic muestra los encuentros del autor con su padre en la zona de Prego Park de Nueva York, donde Vladek vive, en ellos le va contando en detalle todo lo sucedido. La historia se desarrolla en el momento presente y los flashbacks continuos a la época previa a la guerra y todo lo que sucedió. Es terrible. Cuando muestra las cámaras de gas es muy divulgativo, te las explica como un documental de la BBC. Es la cámara de los horrores. Brazos alargados, cráneos reventados de niños y ancianos, cuerpos amontonados en las puertas buscando inútilmente una escapatoria.

– Ay, ay. ¿Qué consecuencias sacas?

– Que hay que ser necesariamente intolerantes con quienes quieren alzarse en el poder valiéndose de la ignorancia, aprovechándose de ella, y que democracia obligada a ser más socialmente responsable de lo que actualmente es.

– ¿Por ejemplo, cómo?

– Pues si estos populistas se valen de las redes sociales para propagar sus mensajes incendiarios, exigir un control de las redes sociales. No puede ser que haga fuertes a seres malvados que usan medios públicos masivos que, además, a quienes más golpean son a los jóvenes y las capas inferiores de la sociedad. Ya hace tiempo que ha debido hacerse con la pornografía, que sigo sin entender cómo es posible que campe a sus anchas.

– ¿Quién es el de la foto?

– ¿Richieu? Es el hijo de Vladek, el protagonista, padre de Art Spiegelman, un hermano mayor de Art. Murió de niño a manos de los nazis, en el gueto. Esa foto es anterior a que empezara la guerra, cuando nadie podía prever lo que iba a ocurrir.

– Pobre niñito, como él cientos de miles, y ancianos, mujeres…

– Los únicos que se salvaban eran los que podían ser útiles trabajando para esa maquinaria perversa. Los nazis mataron a cinco millones de judíos.

La maldad tiene piernas rápidas. Por eso hay que hacer más fuerte a la bondad, construirle puentes, edificios, colegios, hospitales. Hay que hacer proselitismo de la bondad, mucha bondad, más bondad, hacerla más poderosa, premiarla.

Una de las viñetas de “Maus”. / ART SPIEGELMAN- RESERVOIR BOOKS

– ¿Quién podía imaginarse eso?

– La maldad tiene piernas rápidas. Por eso hay que hacer más fuerte a la bondad, construirle puentes, edificios, colegios, hospitales. Hay que hacer proselitismo de la bondad, mucha bondad, más bondad, hacerla más poderosa, premiarla.

– Y no banalizar el mal.

– Combatirlo. Llamaban “Schweine” a los judíos, que quiere decir “cerdos”.

– Ay, se me encoge la tripa.

– Perdóname, pero es que así fue. Y cuando los rusos llegaron, se los llevaron a Alemania hacinados en trenes y ahí los siguieron matando.

– ¿Y todo esto tiene que ver con hoy?

– Naturalmente. Tiene que ver directamente con la política. No olvides que los nazis llegaron al poder en Alemania democráticamente, después de muchas derrotas sucesivas de los partidos tradicionales, que fueron fallando, repitiendo elecciones, no poniéndose de acuerdo, la gente hartándose y ellos haciéndose más fuertes.

– ¿Entonces la enseñanza es…?

– Alcanzar consensos amplios los partidos centrados, aislar a los extremos, a quienes hablan por hablar. Pero no con la fuerza, sino con la razón. Aislar a los sectarios, a quien quiera dinamitar la convivencia apelando a ideologías o frases bonitas, pero gastadas. Hemos aprendido mucho de la historia reciente. El compromiso son hechos.

– Dí que sí.

– No hacer de la política un instrumento del poder económico, sino de las personas. Ahí tienen que poner de su parte los ricos. Pero orientándola al bienestar colectivo. ¿Tan difícil es? Nuestra obligación es comprender el mundo para dejar uno mejor.

– ¿Y eso en España cómo se traduce?

– Obedeciendo al mandato de los electores. ¿Digo más?

– Di más, sí.

– Después de las elecciones del 23 de julio, PP y PSOE deberían pactar un gobierno de coalición, con la grandeza de miras suficiente para entender que cabe la posibilidad de invitar a otras fuerzas a estar, ocupando ministerios incluso.

– ¿Por ejemplo?

– Por ejemplo, si la última ministra de Trabajo lo ha hecho bien, pues volver a contar con ella. O si de la derecha radical hubiera algo digno de tenerse en cuenta, pues lo mismo. Siendo escrupulosos con las proporciones de los votos depositados por las personas. Haciendo ver a la gente que eso se respeta.

– Propones un gobierno de concentración.

– Es lo contrario a un campo de concentración.

– ¿Y los partidos nacionalistas?

– Todo aquel que quiera construir, claro. Pero hay que ser solidarios. ¿Has mirado a tu alrededor? Crisis de inmigración, climática, energética, política, crisis de la comunicación, de la que no se habla. Todas gravísimas.

– ¿Pero y los gobiernos ya creados en comunidades autónomas, ayuntamientos?

– La situación es excepcional. Piensa en Trump, Johnson, Bolsonaro, Putin. Los éxodos de Venezuela y Cuba. Ahora, un argentino que parece un demente puede ser el próximo presidente de ese país. Con altura de miras, claro que será posible. Mira lo que escribió Galdós: “Es muy cómodo decir: la política, ¡qué asco!, como pretexto para no intervenir en ella, es como si una inundación invadiese los sótanos de una casa y los inquilinos del piso principal se hubieran al tejado diciendo: “¡Uf, qué agua tan sucia! yo no quiero mancharme sacándola”. Y entre tanto el agua fuera reblandeciendo el solar y los cimientos… Pues yo no he tenido inconveniente en bajar al barro sin miedo a que me manche. El absentismo político es la muerte de los pueblos.”

– Amén. Quizás en vez banderas en los colegios y centros oficiales debería haber imágenes que recuerden el Holocausto judío. A lo mejor el problema que tenemos es que hay generaciones que no sienten esa amenaza.

– Y, además, pasan más de la mitad de su vida pegados a un móvil.

Viñetas del cómic que Art Spiegelman publicó tres años antes de lanzarse a la creación de “Maus”. / RESERVOIR BOOKS – ART SPIEGELMAN

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