‘Mzungu’ significa “hombre blanco” en Ruanda, el país centroafricano donde el cineasta Ayoze O´Shanahan vive desde hace tres años. Hoy, el documentalista canario es uno de los principales referentes en producción audiovisual de esta zona del continente negro con su empresa Looking for Livingstone. Está entrevista reportajeada es la versión ampliada de la que publiqué el viernes pasado en el suplemento de Cultura de La Provincia, el «director’s cut» en términos cinematográficos. «Dirige una serie sobre ciclismo al tiempo que desarrolla relatos de reconciliación sobre el Genocidio ruandés», «Asentado en Kigali, recibe continuos encargos de medios que le piden historias en formato audiovisual» y «El espíritu te agradece que proporciones herramientas para contar a los que no las tienen» son algunas de las frases destacadas del texto.

Ayoze o’Shanahan en Nyamagabe (Ruanda) tratando de subir a un tshukudu, mezcla de bicicleta y patineta originarios del Este del Congo y populares en Ruanda. / ALBERTO ROJAS
El 21 de agosto pasado, coincidiendo con la clausura de las Olimpiadas de Río de Janeiro, se iniciaron las emisiones en fase de pruebas de un nuevo canal de televisión dedicado a los Juegos Olímpicos. Por ahora, se accede de forma gratuita a través de Internet, pero el objetivo de sus responsables es integrarlo en una de las plataformas televisivas como canal temático deportivo, “algo así como un Teledeporte”, aclara Ayoze O´Shanahan Correas (Las Palmas de Gran Canaria, 1978) desde su casa en Kigali (Ruanda), al otro lado de la línea. O´Shanahan es el director de una serie sobre ciclismo en África para este canal que estrenará en otoño próximo.
El productor, documentalista y periodista audiovisual –su primer trabajo como periodista fue en prácticas en el periódico de Las Palmas LA PROVINCIA- se recupera de un grave accidente que sufrió hace dos meses cuando iba en jeep a un rodaje en el Congo. “Las carreteras aquí son todas como la del Centro en Gran Canaria, un carril sube, un carril baja. El camión con el que chocamos iba por el medio de la carretera en una curva muy cerrada, nos lo comimos”. Un fémur roto a la altura de la rodilla y 1.200 dólares en el bolsillo. “Necesitaba el dinero para que me intervinieran en el hospital, aquí eso se paga por adelantado, así que no podía permitirme el lujo ni de perder del conocimiento, para que no me lo robaran. Mi umbral del dolor está muy alto”. Ahora ya anda con una muleta. “Si todo sigue su curso, en un mes y medio espero estar bailando salsa”.
En la imagen de perfil en Skype de este licenciado en Periodismo por la Universidad de Gales con estudios de cine en la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños (Cuba), especialista en Comunicación y Conflictos Armados por la Universidad Complutense de Madrid y diplomado en Documental de Creación por la Universidad del Valle en Cali (Colombia), se le ve rodeado de niños en el pueblo ruandés de Nyamagabe tratando de subir a un tshukudu, un cacharro a mitad de camino entre bicicleta y patineta construido íntegramente en madera -también las ruedas- originario del Este del Congo y popular en Ruanda, utilizado para transportar carga en algunas zonas del país.
Esa foto se la tomó el periodista de El Mundo Alberto Rojas en 2013 al poco de llegar a Ruanda, país en el que había aterrizado procedente de Kenia en mayo de ese año de casualidad, después de intentar una incursión frustrada en Sudán para grabar contenidos audiovisuales para la ONG Aldeas Infantiles. “Iba a filmar unos vídeos en Sudán del Sur, pero mientras estaba de escala en Nairobi estalló una nueva guerra. Desde Aldeas Infantiles en Nairobi me propusieron venirme a Ruanda dos meses a grabar vídeos sobre la actividad de la ONG”.

Imagen del proyecto «Loving the Enemy», sobre el Genocidio ruandés, en Nyamabage. / AYOZE O’SHANAHAN
El cambio de país condujo a Ayoze O´Shanahan a un destino inesperado: el Genocidio de Ruanda, del que se iban a cumplir veinte años el año siguiente (2014). El intento de exterminio de la población tutsi por parte de fanáticos del gobierno hutu ruandés eliminó más de 800.000 tutsis (el 75% de la población) y lanzó al exilio a dos millones y medio de ruandeses. Casi todas las mujeres tutsis en el país fueron violadas. “Ruanda tiene un enorme potencial por las historias ocultas en sus sustratos. El aniversario del Genocidio hizo explotar el interés mediático, empezó a salir más trabajo. Así prolongué mi estancia. En octubre de 2013 creé la productora Looking for Livingstone con una socia alemana y financiación de un ruandés. En Ruanda puedes crear una empresa de la noche a la mañana sin dificultad. Desde marzo pasado es enteramente mía. Hoy en día es una productora de referencia en el este de África y los Grandes Lagos (Uganda, Kenia y Ruanda), pero también cubrimos Burundi, Tanzania y el este del Congo”.

Grupo de mujeres en una Imagen del proyecto «Loving the Enemy», sobre el Genocidio ruandés. / AYOZE O´SHANAHAN
Con las historias “más locas e increíbles de reconciliación y supervivencia durante el Genocidio” Ayoze O’Shanahan ideó el proyecto documental “Loving The Enemy”, inspirado en la convivencia entre víctimas y victimarios hoy en día en Ruanda. “Su nombre le viene de una historia de amor entre la hija un asesino con el hijo de la persona a la que el padre de la novia mató, pero hay mucho más.” Por ejemplo, la de una señora que sobrevivió en un lugar donde se produjo una matanza de 50.000 personas. Con el argumento de protegerlos, fueron amontonando a ella y muchos de su zona, a ella le tocó en una escuela. “Era una estrategia para matarlos más fácilmente, porque una vez allí empezaron a asediarlos. Ellos se defendían con palos y piedras. Pero se les acabaron los palos, las piedras y el agua”. Aguantaron dos semanas. Y el enemigo entró a machete. En nueve horas mataron entre 35.000 y 40.000 personas. “Esta señora se había refugiado en las aulas de la escuela con quinientas personas y, después de cinco horas de asedio, entre todos deciden que esa no es forma de morir, que lo mejor era dejar entrar al enemigo para que los asesinaran de la forma más rápida posible. Alguien debe abrir la puerta del aula y la señora es la elegida. La puerta abre hacia dentro, con la fortuna de que un golpe brusco la hace caer hacia atrás. Se queda inconsciente. Cuando despierta todos están muertos alrededor, también a toda su familia. La elegida para abrirle el paso a los asesinos fue la única superviviente”.
Pero O’Shanahan trabaja también temas menos terribles. Su nueva serie trata sobre cómo el ciclismo ha evolucionado en el continente negro durante los últimos 20 años. Da detalles de ella mientras, ironías de la vida, se recupera de su accidente rehabilitándose sobre una bicicleta estática. “Los expertos prevén que, al igual que ocurre con los atletas africanos de carreras de media y larga distancia, deportistas africanos sean la referencia en el ciclismo en un futuro cercano”, apunta. Un hito sería, por ejemplo, “lograr un campeón africano en el Tour de Francia. Ya hay academias con entrenadores de prestigio instaladas en los pueblos de referencia del atletismo en el Gran Valle del Rift de Kenia”.
Hasta hoy, O’Shanahan ha terminado dos de los seis capítulos previstos. Uno está centrado en bicicleta en ruta en Ruanda y el otro en la modalidad BMX en Sudáfrica. “Dos de los principales problemas para el desarrollo de este deporte son, por un lado, las carreteras no acondicionadas y, por otro, los conductores que no respetan al ciclista. El tercero es la falta de competiciones. Pero hay países que están en la punta de lanza, como Sudáfrica, meca del ciclismo en el continente, con el primer equipo profesional africano del mundo, Dimension Data, que este año corre la Vuelta a España con un corredor africano de raza negra. Eritrea es otro país de referencia, con 80 años de tradición ciclista”. En la pieza grabada en Sudáfrica destaca el caso de Anita Zenani, una joven de Khayelitsha, barrio marginal de Ciudad del Cabo, que se subió por primera a una bicicleta en 2009 y en 2011 viajó a Dinamarca a los campeonatos del mundo como la sexta corredora del mundo.
Le pregunto a O’Shanahan por la joven Jeanne D’Arc Girubuntu, que “corre tan rápido que ningún novio puede seguirla”, como se dice en la serie, y protagoniza el capítulo de Ruanda. “Es el gran descubrimiento del ciclismo femenino en los últimos años. En su segundo año de competición ya era la mejor corredora africana y es la primera mujer que forma parte del equipo ruandés de ciclismo. Ahora están intentando crear un equipo africano de ciclismo femenino que gire en torno a ella y otros talentos en Eritrea y Etiopía”.
Es interesante saber que la importante tradición ciclista de estos dos países del Cuerno de África les viene de la afición por las bicis de los italianos. “Lo mismo que al otro país de referencia, Sudáfrica, llegaron las bicicletas por los holandeses. Durante las guerras de los Bóers a finales del siglo XIX había incluso regimientos armados de ciclistas”. Ruanda es uno de los países con más densidad de bicicletas de África, “pero nunca las habían usado para competir”, explica O’Shanahan, “solo medio de transporte de personas, sacos de papas, plátanos, pienso…, como una carretilla. De hecho, Jeanne D’Arc Girubuntu empezó en el ciclismo cargando agua y niños para el colegio en su bici”. Además de los seis capítulos previstos, el trabajo finalizará con la entrega de un documental de 50 minutos.
Cazador de historias
“Es la historia, estúpido”. Parafraseo la célebre frase de James Carville pronunciada por Bill Clinton para descabalgar de la carrera presidencial de 1992 a George W. Bush para reflexionar sobre la decisión más importante que todo cineasta toma al enfrentarse a un proyecto: cuál es su historia. Esta elección condicionará su futuro a corto y quizás largo plazo irremediablemente, así que mejor será decidirse en base a buenas razones. Por su condición de continente pobre, saqueado, olvidado, desconocido, subdesarrollado, África quizás sea el mejor lugar del planeta donde encontrar historias. Parafraseando la inspiradora canción de Burning para el filme homónimo de Fernando Colomo de 1978, ¿qué hace un ‘blanco’ como Ayoze O’Shanahan en un sitio como Ruanda? Vivir de las historias que caza.
Mientras O’Shanahan reside en Kigali, comienza a recibir encargos de medios de comunicación que le piden narraciones en formato audiovisual. “He atendido, entre otros, llamadas del canal National Geographic, NHK Japan Broadcasting Corporation, Arte Francia, Al Jazzira, AFP y NBC-Universal. Era tanta la demanda que no daba tiempo a hacer producción propia, así que, en un momento dado, me volqué en lo que más me interesa, la producción de contenidos. Tengo una base de datos de historias posibles como creo que nadie tiene en la zona. Hay una muy potente de canibalismo, otra relacionada con el clima (muy cerca, en el Congo, está la aldea donde más rayos caen en el mundo)… A final de este mes, en Ruanda empiezan a circular, por primera vez en el mundo, drones para distribuir medicina y sangre a los centros de salud en los lugares de difícil acceso. Lo que por carretera llevaría tres horas, con un dron se resuelve en quince minutos. Habrá una autopista de drones y Norman Foster está diseñando el Drone Port».
O’Shanahan también piensa en los dobladores de la películas. Kigali es una ciudad de más de un millón de habitantes, «pero su vida social es la que una ciudad pequeña, como Telde. Apenas hay sitios para escuchar música en directo, no hay cines, construyeron uno grande, pero cerró, porque las películas se ponen en inglés y ese es un idioma que aún no habla la mayoría. Lo curioso respecto al cine es que en la copias piratas hay tipos que las doblan en kiñaruanda, el idioma local. Son dos o tres muy famosos y simpáticos por la forma de narrarlas, porque si sabes inglés te das cuenta de que se inventan muchos trozos”.
El cineasta ha encontrado oro picando la roca de la crisis actual. “Los medios de comunicación han dejado de tener corresponsales en el mundo. Así, de pronto, me he visto que en los últimos quince años me he estado preparando, sin saberlo, para la única manera que habrá de mantenerse en el periodismo en el futuro. Ahora mismo hay páginas web que te permiten proponer informaciones a los medios de comunicación desde cualquier lugar del mundo. Tan pronto como tengas los medios de producción (y yo los tengo), tan pronto como sepas detectar historias que contar, hoy en día te puedes manejar de forma independiente dedicándote a este oficio viajando a cualquier lugar del mundo. Estamos en un momento interesante”.
Amor y humor
Hablamos durante hora y media por Skype sin incidencias. “Nunca me hubiera imaginado vivir en un país africano como aquí, con una tranquilidad absoluta. No me esperaba esta África y si me he quedado es porque la he visto. Ruanda es uno de los países que más se ha esforzado para acabar con la corrupción. Es un país muy estable que debió reconstruirse hace 22 años. Se renovó desde la bandera hasta los nombres de las provincias y sus capitales. El objetivo era lograr que eso tan terrible que ocurrió en los 90 no se vuelva a repetir”.
En lo geográfico, el “país de las mil colinas” es una fortaleza natural, un país sin salida al mar, algo más pequeño en extensión que Galicia. “En el humor Ruanda también se parece a Galicia, te responden con una pregunta. Los ruandeses tienen un carácter especial, no son de mostrar las emociones en público, y muy apegados a las tradiciones. Me choca cómo te reciben ellos aquí y cómo los tratamos nosotros en Europa. Otra cosa es la cantidad de gente que conoces aquí, de todo el mundo. ¿Quién se viene a pasar una temporada a Ruanda? Gente muy interesante, con inquietudes en la vida. Conoces gente nueva cada vez que sales, es muy estimulante”.
Le pregunto por el potencial de desarrollo de África. “Es el continente del futuro, demográficamente y por los muchos recursos que aún no han explotado. La revolución tecnológica favorece a los países que no han desarrollo infraestructuras. En Ruanda no hay que instalar (y desmontar) líneas telefónicas o de electricidad como ocurrió en España en los 60 y 70. Aquí se ha pasado de cultivar con el sacho o utilizar aplicaciones en el IPhone. Hoy en día no tienes que conectar a todo el país a la energía eléctrica, lo más económico es la energía solar off grid. Eso lo que se está promoviendo para tener un acceso por 15 dólares al mes e inmediato a unos puntos de luz con los que puedes desenvolverte en lo básico, luz para iluminar tu casa y para conectar equipos tecnológicos. Los africanos están desarrollando aplicaciones propias y customizando otras existentes que les solucionan sus problemas del día a día, por ejemplo, el tráfico en la ciudad de Nairobi. Ruanda está pujando por convertirse en un hub tecnológico en el continente, se vende como el Singapur de África”.
Hablamos de las posibilidades de Canarias como plataforma para el continente africano. “No sé si es por falta de diplomáticos que puedan hacer de enlace con los países, pero estamos perdiendo una oportunidad de oro para aprovechar ese crecimiento económico que está teniendo África, sobre todo en la costa oeste, con Nigeria como el gran coloso económico. La Islas podrían ser un gran supermercado para todos estos países. O un gran centro de conocimiento donde poder incorporar y devolver talento africano, creando vínculos sociales, culturales y afectivos. Aquí está el futuro. El términos audiovisuales imagino en Canarias una gran escuela para África como la de San Antonio de los Baños en Cuba ha sido para América Latina. Sería interesantísimo”.
Con el contratiempo del grave accidente cercano en el tiempo, Ayoze O’Shanahan tiene claro que las oportunidades de trabajo le obligan a seguir prorrogando su estancia. “La gente aquí suele estar poco tiempo, así que haber pasado tres años te convierte en la referencia. Looking for Livingstone es una empresa local con técnicos de Alemania, Francia, Irlanda, Ruanda, Uganda, Sudán…. La idea es dejar un equipo entrenado para trabajar en el país con las mismas garantías. Nunca vine definitivamente. Pero estamos en un momento dulce, en la exploración de personajes y locaciones. Siempre me hago la pregunta del tiempo que duraré aquí. Echo de menos el mar. Estoy lejos de mi familia. En los últimos dos años he estado cinco días en Canarias. Estoy a un mínimo de tres escalas, a un día de trayecto. Pero las perspectivas profesionales de desarrollo, las historias que me he encontrado, es un nivel que no he visto en otros lugares. Y el espíritu te agradece saber que estás proporcionando herramientas para contar a los que no las tienen, eso no lo sientes en España. Pero nunca he tenido en mi mente quedarme. Ahora hay trabajo y eso prorrogará la estancia. En todo caso, volveré a Canarias sobre el 10 de noviembre durante tres meses para editar el documental “Estelas a la deriva”, basado en el proyecto artístico La Puente de Pedro Déniz, que dejé pendiente por la crisis. La idea de futuro es poder vivir compartiendo el año entre Ruanda y otras partes del mundo”.

Fosa común en la Macarena (Colombia), donde fueron descubiertos más de 2.000 cadáveres. / AYOZE O’SHANAHAN
REGRESO AL FUTURO (DE COLOMBIA)
El imán de la aventura le viene de lejos y por familia paterna. Diez hermanos varones O’Shanahan procedentes de Irlanda recalaron en el siglo XVIII en Tenerife huyendo de las guerras de religión en su país natal. Dice que el espíritu viajero lo lleva en vena por su abuelo Jaime, “perito agrícola, fotógrafo amateur, quien sin hablar idiomas se recorrió medio mundo”, y su padre, José Joaquín, “médico y comprometido en asuntos de cooperación desde muy joven”. La realidad de ser viajero en destinos lejanos la conoció de niño. Por eso no es raro hiciera las maletas para abrirse camino en Latinoamérica. Ha pasado allí 12 años. De Cuba regresó en 2003 y a Colombia viajó en 2006. “Desafortunadamente, en Canarias no tenemos una industria audiovisual que permita desarrollar proyectos internacionales. En mis viajes en Colombia, Méjico, Bolivia y Cuba hacía lo mismo que ahora en África, pero nunca me establecí como aquí. La base de mi empresa, Siroco Factory, estaba en Canarias. He aprendido que hay dos clases de canarios, los que no necesitan salir de las Islas y los que necesitan salir para ver un poco de mundo y saber la fortuna que tienen los que viven allá”.
En Latinoamérica, Ayoze O’Shanahan aprendió a fajarse para sacar adelante historias con recursos exiguos. “Allí me desarrollé cinematográficamente, pero en África es donde estoy poniendo en práctica los conocimientos”. El documental “La historia que no contaron” (2008), realizado con Erika Antequera, arrancaba con el asesinato del político de Unión Patriótica José Antequera en el aeropuerto de Bogotá en 1989. Fue la puntilla a la esperanza del proceso de paz que se había abierto en el país los años 80. “Ese asesinato, entre tantos otros de miembros de Unión Patriótica, cometidos por fuerzas paramilitares, condenó Colombia a otros treinta años de guerra”. Precisamente, el jueves pasado se anunció el fin de las negociaciones de paz entre el Gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC, en La Habana después de cuatro años. O’Shanahan dirigió también en Colombia “La maldición, el milagro y el burro” (2012), sobre la reconstrucción del pueblo de Gramalote, “en el norte de Santander, zona muy macondiana, con mucho fervor religioso, tras un extraño corrimiento de tierras en 2010. Ganó el premio Doc Latinoamérica y se emitió en televisiones públicas de 18 países del continente”.
Después de seis años, la reconstrucción del nuevo Gramalote que reivindicaba el documental es una promesa incumplida del presidente Santos, “aunque ya se está construyendo”. Desde Ruanda, O’Shanahan piensa en Colombia. “Mi idea es volver para un proyecto que comencé en 2006 sobre la Macarena, la zona del país donde más se sufrió la contienda entre gobierno y guerrilla. En época del presidente Uribe, en La Macarena estaba el cuartel general de las FARC, con el Mono Jojoy como comandante en jefe”. El lugar fue bombardeado en 2010 en la Operación Sodoma, que acabó con la vida del líder guerrillero. “Bajo la llamada “política de seguridad democrática” de Uribe, continua el cineasta, “murieron miles de inocentes en la zona. A muchos los vestían de guerrilleros para que aparentaran que habían muerto en combate, pero en realidad era gente normal. Hay una fosa común que cuando se encontró se decía que era la mayor descubierta en el mundo desde Camboya, más de 2.000 personas. La Macarena era también el granero de la droga en Colombia en los 80 y 90. Todo lo que pasó ahí es terrible. Ahora que hay empresas que quieren invertir en la zona para convertirla en destino turístico, el documental recuperará su memoria reciente”, apostilla.
Mucho mas que interesante!!!!!! Que genial y necesaria entrevista para todos! sobre todo en esta tierra de la eterna siesta!!!!!. Enhorabuena Ayoze.
Gracias Elena, en mi nombre y creo que en el del mzungu!!! :))