Esta entrada la publiqué en La Provincia en febrero de 2016 bajo el título «Inmensidades en tránsito». La noticia entonces ya constituía uno de los hitos del cine de Canarias en 2016. Nunca una película de las Islas lograba ser finalista de los European Film Awards (EFA), los premios del cine europeo. Un total de 15 cortometrajes fueron seleccionándose en distintos festivales europeos a lo largo del año. “Tout le monde aime le bord de la mer” («A todos nos gusta la orilla del mar»), dirigido por la gallega Keina Espiñeira, es un cortometraje documental sobre inmigrantes en Ceuta producido por El Viaje Films, de José Ángel Alayón, ganó el pasaporte a los premios en el festival de Rotterdam.
[Esta nueva entrada coincide con el anuncio realizado hoy por los Premios Feroz de otorgar a otra película el El Viaje Films el Premio Feroz al Mejor Documental. Se trata de «Dead Slow Ahead», de Mauro Herce, sobre el que escribí tanto en El Asombrario / Público como en La Provincia antes de obtener su primer premio -y el más importante- como ganador de la sección Cineastas del Presente en el Festival de Locarno de 2015].
Quince películas son seleccionadas cada año para competir como los mejores cortometrajes del continente en los Premios del Cine Europeo (EFA). Este año, por primera vez, una producción canaria, “Tout le monde aime le bord de la mer”, está en la final. Para la categoría de cortometrajes, la Academia Europea de Cine, organizadora de los premios, selecciona quince trabajos durante todo el año en festivales europeos. Hasta ahora han sido elegidos cinco en los de Gent (Bélgica), Uppsala (Suecia), Valladolid (España), Cork (Irlanda) y Rotterdam (Holanda). En este último fue seleccionado el corto canario. El mejor cortometraje de la 29 edición de los Premios del Cine Europeo se conocerá el próximo 10 de diciembre en la ceremonia que se celebrará en la ciudad polaca de Wroclaw.
“Tout le monde aime le bord de la mer” (“A todos nos gusta la orilla del mar”) es una película de 16 minutos dirigida por la gallega Keina Espiñeira (1983) y producida por la productora canaria El Viaje Films. El filme, hablado en francés, recrea la estancia de tres inmigrantes africanos, Diakité, Aliou y Boubacar, en Ceuta mientras esperan el momento de ser trasladados al continente europeo. El jurado del 45 festival de cine de Rotterdam, que finalizó el pasado 7 de febrero, defendió así su decisión de seleccionarlo como finalista de los EFA: “Un estado de limbo rodeado por las incertidumbres de las fronteras, la legalidad y el tiempo. Un guion participativo, colaborativo, que viaja entre el mar blanquecino y el bosque dorado, entrecruzando fragmentos míticos, memorias coloniales y realidades migratorias”.
Las fronteras son trazas artificiales en los mapas que separan a los hombres. A veces, se convierten en largas estancias de paso si quienes aspiran a cruzarlas para mejorar sus condiciones de vida son retenidos. Ceuta es un punto caliente fronterizo por su condición de portón de entrada a Europa desde África. En la ciudad española, desde uno de sus miradores y en un bosque, se filmó casi toda la película.
En Ceuta se han vivido momentos dramáticos, hombres abrazados en lo alto de las enormes vallas que separan España de Marruecos hasta que el cansancio y las descargas eléctricas de la policía los obligaban a bajar, otros muertos en el agua al ser tiroteados con pelotas de goma por la Guardia Civil en el momento de pisar la playa… Espiñeira huye de esto. “Buscaba retratar un territorio entre África y Europa que es fronterizo, retratar un tiempo de espera. Para ello necesitaba sumergirme en el lugar, estar y compartir tiempo allí”. La acción clave, ha explicado, “fue montar un cine fórum con los protagonistas que derivó en laboratorio de cine. Nos reuníamos, proyectábamos películas, hablábamos de ellas, nos filmábamos inventando situaciones. En el rodaje sentí como aquella experiencia resonaba en cada paso”. “El planteamiento de la película no era relatar el viaje de unos inmigrantes”, añade al otro lado de la línea el productor José Ángel Alayón, que también dirigió la fotografía, “teníamos la necesidad de ir más allá de los clichés. La estancia en Ceuta es, además, una historia de desesperación, nadie quiere contar su pasado”.
Fueron 12 días de rodaje en diciembre de 2014. El cortometraje ha sido, además, la primera película como director de fotografía de Alayón. “La cercanía con que Kenia había trabajado con los actores debía plasmarse en la fotografía, por ejemplo en retratos cercanos”, explica. “Filmamos con objetivos de cámaras antiguas de 16 milímetros, queríamos huir del brillo que suele dar el digital. Pero todo surgió de manera natural. Fuimos al rodaje con mucha libertad, discutiendo entre todos cómo íbamos a hacer la película. Nos dejamos llevar, lo disfrutamos mucho”. Keina añade: “El punto de partida era un guion abierto que debía estar en relación directa con la realidad filmada, adaptándose a ella, pero también provocando situaciones”.
Dos planos de la película se distinguen del resto, los que abren y cierran la película. Imágenes fijas de mar, con una tonalidad parecida, pero radicalmente diferentes. La primera estrepitosamente erizada, la otra un barco en un mar inmenso en brumas con el horizonte desdibujado. Ambas fantasmagóricas y poéticas. “El mar ocupa un papel central en esta película”, explica Keina, “los protagonistas se encuentran en un limbo espacial claramente marcado por dos paisajes, a un lado el bosque, al otro lado el mar. Los paisajes del horizonte del mar con bruma, con nieblas, con líneas desdibujadas, o de ese mar batido, en el que rompen las olas, son interesantes para preparar un viaje”. El bosque donde los protagonistas cuentan sus relatos es la localización central. “Es el espacio donde las reminiscencias se vuelven africanas, leyendas del pasado, el legado del colonialismo, se convierte en un lugar mítico”, concluye la directora.
“El mundo es inmenso. Aquel que viaja por todo el mundo lo sabe”, afirma uno de los personajes en el corto. La película avanza al tiempo que pone a sus protagonistas en barco rumbo a Algeciras. El tránsito es ruidoso y brusco. Cuando tocan puerto el filme vuelve a ser delicado. La enorme pared blanca de un edificio que parece un centro de retención al que se encamina uno de los personajes lo hace parecer una miniatura.
Con selecciones y premios en festivales como Dubai, Locarno, Sevilla y Rotterdam, El Viaje Films, con sede social en La Camella (Arona), se ha significado como productora de referencia en el ámbito nacional en los últimos años. José Ángel Alayón se trasladó a vivir a Madrid hace año y medio. Enumera los siguientes pasos. “Estamos con el montaje de “La mar de los hombres”, de Manuel Muñoz, nos quedan unos cuatro meses. A la vez, preparando el estreno comercial de “Dead Slow Ahead”, de Mauro Herce, y y el rodaje del largometraje “Blanco en blanco”, de Theo Court, que esperamos filmar entre julio y agosto, una parte en Canarias, entre Fuerteventura y una de las capitales canarias, y otra en Tierra del Fuego. Al tiempo, preparamos la nueva película de Víctor Moreno, que filmaremos en Madrid, aún está en fase de cerrar las localizaciones”.