Este texto publicado hace un año en Actualidad Endesa, revista de carácter interno que se difunde en los domicilios de los 25.000 empleados de esta empresa tanto en España como en Latinoamérica, es fruto del proyecto La Memoria Encendida que creé en 2009 desde la dirección de Comunicación de Canarias para recuperar documentos históricos que hasta entonces estaban dispersos en manos de empleados, en sus puestos de trabajo o casas.
Es un texto muy querido por mí. Me permitió entrar en contacto con ex trabajadores de la antigua Unelco, la mayoría jubilados, que desempeñaron su labor en el desarrollo de la electricidad en Canarias entre 1965 y 1985, los veinte años en los que la expansión fue la mayor de la historia de las islas. Fueron realizadas en las islas de Fuerteventura, Gran Canaria, Lanzarote, La Palma, La Gomera y Tenerife en julio de 2011. Estos son los nombres de los entrevistados: Manuel Cabrera, Rafael Cabrera, Isidro Callero, José Luis Cartaya, Severiano Díaz, Mauro Fernández, Eloy García, Alejandro González, José Gonzalo, Manuel Hernández, Miguel Hernández, Juan Herrera, Rubén López, Manuel Medina, Ignacio Montelongo, Antonio Perdomo, Pedro Pérez, León Rodríguez, Ramón Rodríguez, Victorino Santana, Antonio Trujillo y Felipe Viera.
Las fotos que acompañan los textos fueron rescatadas también en el proyecto. He aprovechado esta publicación en el blog para añadir fragmentos de texto que fueron descartados para la publicación en papel. Espero que los disfruten.
Molienda de gofio (Fuerteventura)
Antonio Perdomo, 87 años, trabajaba en 1966 en la central de Puerto del Rosario, capital de Fuerteventura. También vivía en ella. “Aparte de las máquinas, la central tenía dos habitaciones, cocina, baño y un molino de gofio.” Moler el millo [maíz] para obtener la harina que en Canarias se conoce como gofio lo compaginaba Perdomo con “dar la luz desde por la tarde, cuando había que dejar la molienda. Y cuando se ponía el sol no había luz para todos, así que había que pegar a cortar, primero a este, luego al otro. Eso sí, respetando siempre los avisos del hospital.” En aquellos años el suministro se paraba a las 12 de la noche. “Cuando había luz toda la noche la gente me preguntaba al día siguiente el motivo, porque significaba que algo grave había ocurrido.” Más al sur, en Gran Tarajal, Alberto, el alemán propietario del grupo que daba electricidad al pueblo era también el dueño del cine. Por eso, si la función terminaba de noche alargaba media hora el tiempo de funcionamiento de los motores, para que los espectadores llegaran a sus casas con luz en las calles.
Conejos en la central (La Gomera)
En La Gomera celebraban el uno de junio como en ninguna otra isla la festividad de Nuestra Señora de la Luz, el Día de la Patrona. Ramón Rodríguez y Juan Herrera lo recuerdan bien. Ambos ingresaron en la empresa eléctrica en 1968. El primero, 59 años, lleva 43 años y sigue en activo. Herrera cuenta 77 años. “Venían de todas las islas”, rememora. “¡Y había que ver el tenderete que se formaba en La Laguna Grande o Las Nieves! Venía el médico de San Sebastián, autoridades….” ¿Mujeres? “¡Mujeres ninguna! Comprábamos un becerro y medio cochino. Y el cochino entero si venía gente de fuera.» Rodríguez recuerda que en esos años “criábamos conejos en la central. Y nos los comíamos ese día. Aunque la jornada empezaba con la misa que nos daba el cura de la iglesia de La Concepción.” “El jefe todavía estaba soltero, claro,” añade Herrera. “Poníamos los braseros y venga a asar, comer, beber y cantar. Hasta que se nos oscurecía.”
Luz con voladores (Gran Canaria)
Manuel Medina, capataz del norte de Gran Canaria durante un cuarto de siglo, ingresó en Unelco como peón especialista en 1967 con 23 años. “Yo quería ser mecánico, pero con 14 años estaban poniendo la luz en mi casa y no te puedo explicar lo que sentí. Pegué los cables y aquello me gustó más que la mecánica. Mi padre era jornalero de la tierra. Sin estudios, pero sabio. Un consejo de ese hombre iba a misa. Cuando el ‘boom’ turístico de los setenta me disuadió para que me quedara en la empresa en vez de ir a ganar las fortunas que se pagaban por trabajar en el sur.” Medina tiene hoy 67 años. “Antes lo mismo ponías un contador que abrías un hoyo o ponías un poste. Lo primero que me tocó electrificar fue el puerto marinero de Las Nieves, en Agaete. Llevamos la línea por el barranco de Gáldar por encima de las plataneras y con postes de hormigón que levantábamos nosotros mismos. Recuerdo que había un señor que no nos dejaba pasar por su terreno, donde tenía una vaca amarrada, flaquísima, que hasta que no se comía toda la hierba que tenía alrededor no la mudaba un poquito más allá. La inauguración en Agaete fue un acontecimiento, con voladores y todo. Tan contentos estaban los pescadores con nosotros que contado era día que los visitábamos y no nos regalaban pescado.”
Un rayo sobre El Fugitivo (La Palma)
En La Palma hay un interés especial por preservar la memoria de la historia de la electricidad. No en vano fue la primera isla que recibió el invento, en 1893. 143 trabajadores han pasado en total por Los Guinchos, la central eléctrica de la isla, según el minucioso listado elaborado en Excel por Rubén López que alerta de los cumpleaños de los trabajadores, muchos ya fallecidos. Llaman la atención los seis guineanos que en los ochenta del siglo pasado estuvieron durante seis meses en la isla aprendiendo el funcionamiento de la planta para aplicarlo en su país de origen. López ingresó en 1968 con 14 años en Riegos y Fuerzas de La Palma (Rifu), la eléctrica anterior a Unelco. Sigue en activo tras 43 años. Mientras las islas orientales iban recibiendo la energía eléctrica a cuentagotas por sus limitados recursos naturales, la frondosidad de las occidentales les permitía obtenerlo gracias a pequeños ingenios hidroeléctricos. Mauro Fernández ingresó en Rifu en 1955 con 17 años. Hoy tiene 73. “Desde que en 1949 se pusieron los 4 nuevos motores Pasman en la central de Bajamar teníamos luz en la isla las 24 horas del día.” En octubre de 1955 se inauguró la central hidroeléctrica de El Mulato. “Recuerdo en 1965, yo recién casado, a las dos de la mañana en casa y la isla de repente sin luz. Un rayo había caído sobre El Mulato. Nos fuimos allá y con los dos cables de la batería de 6 voltios del Volkswagen “cucaracha” que tenía entonces [se refiere al popular “escarabajo”] logramos arrancarlo a las 4 de la mañana.” Tampoco olvida nadie en la isla el cero energético a finales de los sesenta justo durante la emisión del último capítulo de la serie El Fugitivo. «Televisión Española se vio obligada a reponerlo.»
Hombres de mar en una central flotante (Lanzarote)
En Lanzarote muchos trabajadores de la eléctrica provenían de la mar. Como Alejandro González, 67 años, mecánico naval y en la eléctrica Termolansa (anterior a Unelco) desde 1970, e Ignacio Montelongo, misma edad, que ingresó en 1976 en Unelco como fogonero de la central flotante Nuestra Señora de la Luz, el barco de la luz. Este barco de guerra alemán torpedeado durante la Segunda Guerra Mundial y reconvertido en central eléctrica ya había permanecido entre 1962 y 1969 en el puerto de Santa Cruz de Tenerife. “En la mar estuve casi 20 años”, recuerda Montelongo. “El mes que entré en el barco de la luz pasé de ganar 100.000 pesetas a ganar 10.000. Pero valió la pena.” González coincide. “El cambio fue duro al principio, pero a partir de los ochenta fuimos mejorando las condiciones en la empresa. Entramos en el momento adecuado, porque desde que España abandonó el Sáhara no hay fábricas de pescado, ni sardinales, ahora todo es turismo en Lanzarote. Tuvimos la gran suerte de cambiar en el momento adecuado. Y la verdad es que hoy estamos mejor que cualquier jubilado.”
Un santuario (Gran Canaria)
Kung Fu, Curro Jiménez, El Flaco, El Loco, El Tirilla, El Boxeador, Ojos Lindos, El Cháchara, El Cachimba, Macario, La Madre, El Maravillas, Pañuelito, El Bicicleta, El Negro, Niño Jesús, El Capitán, El Cabrero, El Presidente, El Mandanga, El Firgas, Maldito, El Venezolano, El Cochinero, Tres En Uno, Pelao, El Boliche, El Escachao, El Churrero, El Enano, El Paliza, El Guapito, El Cura, El Perreta, El niño, Lola Flores, El Panchona, El Peninsular, Perro Bobo… En la central grancanaria de Jinámar hubo un tiempo no muy lejano en que todos los de talleres tenían su apodo. “Para distinguir a dos pacos o dos juanes es más fácil eso que llamarlos por el apellido”, explica José Gonzalo, calorifugador durante veinte años de la instalación, además de coleccionista y poseedor de una valiosa serie de fotos de la central de Guanarteme en la década de los treinta. También los cuatro turnos tenían sus nombres: los arañas, los tragedia, los perfectos y los ingleses. «Los ingleses porque venían con estudios. Los demás éramos gente sin estudios, pero con oficio”, explica Gonzalo. “Antes, durante muchos años, en el mes de octubre se empezaba a recoger toda la chatarrilla que había en los talleres. Pedazos de cobre, tuberías de metal, hierros y cositas así. Se reunían y se vendían al chatarrero. A lo mejor podíamos sacar doscientas o trescientas mil pesetas en chatarra. Con ese dinero antes del día de Navidad se hacía en el taller mecánico la fiesta del Pulpo. ¡Siempre hubo buenos cocineros en los talleres de Jinámar! Pulpos, gambas, calamares, ropa vieja, papas arrugadas, pata de cerdo… Nos reuníamos unas doscientas personas.” Y sentencia: «Esta gran empresa es como la tengo calificada en mis álbumes de fotos. Fue lo que echó adelante a mis hijos. A mi mujer. A mí mismo. Para mí es como un santuario.”
Días de militarización (Tenerife, Fuerteventura, Lanzarote)
Marcelino Rodríguez, 62 años y en Unelco entre 1980 y 2009, narra en su libro Fábrica de Gas de Santa Cruz de Tenerife. Un recinto para el recuerdo (2011) los conflictos laborales que con la efervescencia del movimiento obrero durante la Segunda República tuvieron lugar en la década de los treinta del siglo pasado en esta instalación emblemática de Santa Cruz de Tenerife, demolida en 1993 para dejar paso a la expansión hacia el sur de la ciudad. También aporta jugosos detalles de la militarización de la eléctrica canaria Unelco en 1979 con Rodolfo Martín Villa como Ministro del Interior (al político de la entonces Unión de Centro Democrático aún le faltaban 18 años para convertirse en presidente de Endesa y, por extensión, de su filial canaria). Felipe Viera -70 años, 23 en la empresa- trabajaba entonces como operario de servicios auxiliares de la central de Las Salinas (Fuerteventura): “Tenía a un soldado detrás con una metralleta. Un sargento con el operario y otro con el maquinista. Y otro más en la puerta. Donde quiera que fueras estaban preguntándote por lo que ibas a hacer. ¡Hasta para ir al baño! A mi me tenían como soldado raso, pero en Unelco hubo sargentos, tenientes y hasta capitanes.” En Tenerife, Antonio Trujillo, 60 años y 25 en la empresa, recuerda al compañero que atendía los cobros por ventanilla. “Había sido brigada del ejército y estaba empeñado en que los clientes mantuvieran una fila estricta, como si estuvieran en el cuartel. Cuando nos militarizaron lo nombraron sargento y protestó diciendo que lo habían degradado.” José Luis Cartaya, prejubilado de Tesorería, 60 años y 29 en la empresa, recuerda en Tenerife “al coronel Tapia, la persona que tomó el mando durante la militarización, arengando a los empleados subido a una tarima mientras un compañero que bebía más de la cuenta le espetaba: “¿Ya vamos a empezar otra vez con el mismo rollo? ¡Vaya al grano, coronel!” Tapia era un personaje. Cuando el intento de golpe de estado del 23-F estuvo un mes de arresto domiciliario a raíz de unos artículos en favor del golpe que publicó.” “Lo curioso”, acaba el fogonero lanzaroteño Ignacio Montelongo, “es que todo comenzó con una avería real. Lo sé porque yo estaba de turno ese día en la central flotante. De pronto la máquina paró de forma accidental. Pero los compañeros de las demás islas empezaron a provocar cortes pensando que había sido intencionado, que esa era la señal.”
EPÍLOGO:
La Memoria Encendida ha seguido recuperando documentos aprovechando las exposiciones públicas que empezó a realizar este año. Gran Canaria y Lanzarote han sido las dos primeras escalas. Organizando cada una de ellas han aparecido nuevas personas deseosas de aportar. Hasta hoy, ha recuperado un total de 2.453 materiales.
En 2013, si la crisis económica lo permite, esperamos estar en La Gomera, La Palma y Fuerteventura. Mi intención es cerrar la ronda en Tenerife con una gran exposición que sea un compendio de las anteriores. Las exposiciones han sido grandes éxitos de público. El Club la Provincia, en Gran Canaria, recibió el quíntuple de visitantes de los que habitualmente recibe en sus exposiciones, según su director Ángel Tristán Pimienta. 5.000 personas y, por primera vez en esta sala, solicitudes de colegios. En Lanzarote, la Sociedad Torrelavega recibió más de 1.000 personas. Aquella exposición se pudo cerrar con un bonito concierto del conjunto conejero El Pavón, una cortesía de esta histórica entidad de la calle Triana de Arrecife.
Índice de fotos:
1) Antonio Perdomo en la central de Puerto del Rosario en 1966. Allí vivía y en ella molía gofio por las mañanas.
2) Trabajadores de Unelco en La Gomera el 1 de junio de 1969, en La Laguna Grande. Día de celebración del «día de la Patrona».
3) Manuel Medina con su esposa Fefa en su casa de Arucas, en 2011. (foto: Luis Roca Arencibia)
4) Trabajadores durante la construcción de la central hidroeléctrica de El Mulato, puesta en funcionamiento en octubre de 1955.
5) La central flotante Nuestra Señora de la Luz, atracada en el puerto de Arrecife de Lanzarote, donde permaneció entre 1973 y 1981.
6) José Gonzalo en su casa del barrio de La Isleta, en Las Palmas de Gran Canaria (foto: Luis Roca Arencibia)
7) Fotografía de trabajadores de Unelco tomada en 1979 en Las Palmas de Gran Canaria, durante la convocatoria de una huelga general.
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Gracias por tus palabras y por seguir el blog. Y por compartir tus recuerdos. Mi familia materna mantienen comercio en la calle Triana, junto a Guirlache. Creo que es de las pocas que siguen quedando de las de «toda la vida». Un abrazo!
Muchas gracias Luis por este magnífico artículo.
Transmisiones orales muy interesantes, nos aviva el recuerdo y nos ayuda a mantener nuestra memoria histórica.
Mi abuelo, Juan Miranda Márquez, fue de los pionero en tener una Instaladora (Instaladora Miranda, calle de Triana).
En mis tardes libres de colegio «rellenaba» boletines para los solicitantes de la instalación eléctrica en sus viviendas. Era una labor de paciencia y de algún dolor que otro de muñeca, pero me divertía…. ¡que recuerdos!!, además que estrenaba los primeros bolígrafos «Bic».
Por los fechas de Navidad nos poníamos todos los «enan@s» en la azotea con cubos de «pintura de bombillos», a mojarlos de colores: encarnados, azules y verdes para que se pudieran disfrutar de las Guirnaldas en la calle de Triana, auténticos «trabajos manuales».
Los mantenimientos de luces, telón y otros del Teatro Pérez Galdós los tenía el asignados en su Instaladora.
Para mi fue todo un lujo acompañar cada fin de semana al «Maestro Juan Jorge» (uno de sus electricistas) a los ensayos que se hacían de Opera, Zarzuelas, Conciertos…y detrás de las «bambalinas» yo disfrutaba en primicia de los espectáculos.
Una mención especial para todos los trabajadores pioneros que gracias a sus esfuerzos tenemos el LUJO de ver y mantener esa LUZ.
Gracias de nuevo.