Las Rosas en El Risco de Agaete (Gran Canaria): Una casa rural en el Olimpo


El lunes pasado Viajeros Urbanos de EL PAÍS, la extensión online del suplemento El Viajero, me publicó esta entrada sobre una casa rural muy especial. Se llama Las Rosas y está en El Risco, barrio de Agaete que se encuentra a mitad de camino entre este pueblo del noroeste de Gran Canaria y La Aldea de San Nicolás (en el este de la isla). La carretera de mil curvas que conduce al Risco es hermosa. Pero lo es más si la conduces con boleros de fondo. Sigue leyendo

El Bed & Breaksfast La Casa de Vegueta y una visita al barrio de San Lorenzo, nuevas entradas en Viajeros Urbanos de El País


El primer Bed & Breakfast de Vegueta, casco histórico de Las Palmas de Gran Canaria, y un paseo por el barrio de San Lorenzo de esta ciudad, que fue municipio independiente hasta 1937, han sido las dos últimos entradas publicadas en Viajeros Urbanos de El País, la ventana online del suplemento El Viajero. A Ana Lola Betancor y Miguelo Arencibia (por el tema del B&B) y Manuel Santana, Antonio Alvarado, Manolo Cardona y Alexis González (por el de San Lorenzo) corresponden en esta ocasión los agradecimientos por la información y ayuda aportadas para la realización de los mismos.

CapturaPantallaRanking1SanLorenzoCollage

Subrayo que el tema del Bed & Breakfast surgió tras un llamamiento que hice en Facebook para que personas interesadas se pusieran en contacto conmigo en el caso de que tuvieran información de establecimientos, lugares, erc, que ofrecer. El llamamiento sigue por supuesto abierto. Debo decir que ambos textos estuvieron en lo más alto de los más leído de El Viajero en los momentos de la publicación. El B&B ocupó el primer lugar durante todo un día. El tema de San Lorenzo llegó a ocupar la segunda plaza y, a fecha de hoy, ha sido compartido más de 600 veces en Facebook. El récord hasta la fecha, no obstante, lo ostenta aquel paseo por las casas de colores de San Juan de diciembre de 2012, que ha sido compartido en Facebook hasta hoy 1.984 veces.

Sigue leyendo

Andreas Dresen y Andrés Santana, colaboraciones de cine en El Asombrario de Manuel Cuéllar


AltoEnElCamino

Fotografía tomada durante la proyección de «Alto en el camino», de Andreas Dresen, en Gran Canaria Espacio Digital. LUIS ROCA ARENCIBIA

Dos han sido mis nuevas colaboraciones en El Asombrario, la revista online del periodista Manuel Cuéllar, donde he decidido compartir textos sobre cine. La primera sobre el director alemán Andreas Dresen, a quien pude entrevistar en noviembre gracias a las gestiones del Consulado de Alemania en Canarias, que organizaba una muestra sobre cine alemán reciente en Las Palmas de Gran Canaria con tres películas del director nacido en Gera (entonces República Democrática de Alemania) en 1963. Sigue leyendo

La Memoria Encendida, los testimonios más queridos


Este texto publicado hace un año en Actualidad Endesa, revista de carácter interno que se difunde en los domicilios de los 25.000 empleados de esta empresa tanto en España como en Latinoamérica, es fruto del proyecto La Memoria Encendida que creé en 2009 desde la dirección de Comunicación de Canarias para recuperar documentos históricos que hasta entonces estaban dispersos en manos de empleados, en sus puestos de trabajo o casas. 

Es un texto muy querido por mí. Me permitió entrar en contacto con Sigue leyendo

Andrés Santana. El vuelo de la cometa. Capítulo 3: «¿Y éste? ¿De dónde ha salido?»


El tercer capítulo de la biografía del productor de cine Andrés Santana es para mí el más divertido del libro. Por lo menos, aquel en el que se cuentan más cosas divertidas. Habla de sus primeros pasos en Madrid. Y de los primeros pinitos en el cine. De cómo se olvidó de querer ser actor y comprendió que su mundo en el cine era el de la producción. Jesús Franco, José María Zabalza, José Luis García Arrojo y Enrique González Macho son algunos de los muchos nombres que se mencionan. Esta entrada la quiero dedicar a la memoria de Rosa Almirall, más conocida por Lina Romay, fallecida en febrero de este año. Espero que el tío Jess esté bien sin ella. Y si llega a leer esto, que sepa que esa película pendiente la podemos hacer todavía.

Subo el tercer peldaño de «El vuelo de la cometa» el 7 de agosto intencionadamente. Hoy se cumple un mes del homenaje que por iniciativa de la Asociación de Vecinos Barranco de la Mina de Las Lagunetas le organizamos a Andrés Santana en el barrio de San Mateo. Fue la noche más hermosa. Sigue leyendo

Historia de una barriada


1. La realidad

Cierra los ojos. Imagina una barriada en el extremo de una gran ciudad. La componen siete edificios. De éstos, dos torres centrales reúnen al 80% de los habitantes. Son auténticos rascacielos. Cada una cuenta con 100 plantas para viviendas y zonas comunes de servicio, comerciales y de ocio. Los principales órganos administrativos, deportivos, religiosos, los medios de comunicación, las principales zonas de esparcimiento de la barriada están aquí. En ellas viven los principales agentes económicos y sociales.

Cinco edificios más completan la barriada. Entre ellos suman el 20% de la población restante. Sus alturas tienen relación con la cantidad de personas que viven en ellos, que es diferente en cada uno. Así, estos edificios tienen el siguiente número de plantas: el mayor 16; 11 plantas el siguiente; 10 el siguiente; y 3 y 1 los más pequeños. Estos edificios cuentan como las torres con zonas comunes en la medida del número de vecinos y los recursos y necesidades del conjunto de la barriada. Pero hay quejas frecuentes de los que residen en ellos por tener que desplazarse a las torres para tener acceso a algunas prestaciones y comercios. En el otro lado, la densidad de población en las torres produce con frecuencia episodios de accidentes, inseguridad y violencia de los que los edificios están a salvo.

Hay que explicar que las torres no fueron siempre así de grandes ni estuvieron tan pobladas. Ni los edificios eran del tamaño que hoy ocupan. Quizás fuera por su posición central o por sus condiciones naturales. Quizás porque es lo que ocurre en cualquier barriada, que los vecinos tienden a establecerse allí donde ven mayores oportunidades de relaciones, de crecimiento, de negocio. El caso es que el paso del tiempo a lo largo de los siglos ha ido aumentando el tamaño de las dos torres por la llegada de pobladores desde otros edificios de la misma barriada. O desde otros barrios de ésta y otras ciudades de éste u otros países.

2. El error

Ocurre ahora que la barriada va a dotarse por primera vez de un órgano de gobierno autónomo que saldrá elegido de las votaciones que cada cuatro años harán sus habitantes. Debido a que cada torre y edificio tiene un presidente de Comunidad -y que están decididos a empezar esta nueva forma de gobernarse de la forma más respetuosa posible- deciden que todos puedan hacer sus propuestas por igual sin tener en cuenta el número de vecinos que representa.

Pero no es fácil encontrar un consenso. Mientras las demás barriadas de la ciudad ya han decidido sus sistemas, aquí los edificios pequeños hablan unidos y entre las dos torres hay una rivalidad histórica tan enconada que les impide llegar a acuerdos. Y en la negociación las torres ceden. Aceptan el argumento de que los edificios deben ser compensados como víctimas históricas de su poder.

Y cometen el error fatal: gratifican a los edificios con una representación en el gobierno muy superior a la de ellos. Deciden que la suma de representantes de los cinco edificios debe ser igual al de las dos torres. Deciden que la cámara tendrá 60 parlamentarios distribuidos de la la siguiente forma: las dos torres tendrán 15 representantes cada una; los edificios 8, 8, 7, 4 y 3. Hay que añadir que una propuesta similar, ni tan siquiera lejanamente parecida, no se da en los sistemas de elección de las demás barriadas de la ciudad.

3. El futuro

Los artífices de la propuesta nunca advirtieron a sus convecinos sobra lo desproporcional del sistema. Más bien esquivaban la respuesta si alguien llamaba la atención sobre el asunto. Y la barriada estaba tan lejos del centro de la ciudad que ésta la consideraba un enclave estratégico por su carácter fronterizo. Por eso, se preocupaba mucho de no meterse en asuntos que consideraba domésticos.

Así, pasaron treinta años y algunos habitantes de las torres empezaron a descubrir con una mezcla de estupefacción, indignación y extrañeza que una vez tras otra la voluntad que desprendían los votos de los ciudadanos después de cada cita electoral no se reflejaba en la distribución de los representantes que integraban el Parlamento. Especialmente hiriente les parecía porque la vida en la barriada registraba los más bajos índices de calidad de toda la ciudad. El mayor desempleo, los peores servicios en sanidad y educación, el menor desarrollo. Claro que también los edificios habían hecho extraordinarios progresos en esas décadas. Pero esos beneficios los disfrutaban, según el edificio en que se hubieran producido, el 16%, 11%, 10%, 3% ó el 1% de los habitantes. O menos. Porque que hay que añadir que en estos treinta años la diferencia de población entre torres y edificios se acentuó aún más en beneficio –o perjuicio, según se mire- de las torres. Ahora éstas tienen el 83% de los habitantes, y los edificios el 17%. Darles durante 30 años mayor poder no significó que los ciudadanos de los edificios no siguieran marchándose de ellos en busca de un futuro mejor.

Y así ocurrió que un grupo de vecinos se unió para cambiar las cosas. Investigaron sobre el sistema electoral y certificaron que la gravedad del error era extrema por una razón que cualquier ciudadano podría comprender fácilmente: daba legitimidad a que el voto de los habitantes tuviera un valor muy diferente según donde se viviera. Dicho de otra forma, los votos de muchos de los habitantes de las torres iban directamente a la papelera, sin ellos saberlo. Nadie advirtió que lo que se había concebido como una compensación a los habitantes de los edificios se convertía al mismo tiempo en un castigo a los habitantes de las torres. En consecuencia, a la capacidad de desarrollo de la barriada, pues en las dos torres viven los principales agentes empresariales, culturales y sociales. Y los más destacados emprendedores. No es fantasía, prepotencia, ni falta de respeto. Así es la realidad. La barriada tiene en su columna vertebral un defecto de origen. Un defecto muy grave, pero superable.

De más cosas se dio cuenta el grupo de conocidos. Por ejemplo, que vencer por mayoría absoluta era un objetivo inalcanzable para cualquier contendiente debido al poder de los presidentes de Comunidad  de edificios  y torres. O lo que es lo mismo, las tres asociaciones vecinales que en estas tres décadas se habían consolidado en la barriada sabían que los gobiernos que se formaran dependerían siempre de negociaciones entre ellos. Nunca los vecinos decidían con su preferencia de voto el color del Gobierno.

Siguieron investigando y descubrieron cosas más feas: que diez años antes se había hecho una reforma para hacer aún más restrictivo el sistema. Y ya les indignó descubrir que los que se autodenominaban «padres de la barriada» habían puesto a los vecinos unos obstáculos prácticamente insalvables para cambiarlo. Habían protegido de tal manera el sistema que solo una rebelión de vecinos concienciados podría devolver la justicia a la barriada. Traerles algo que pudieran denominar por fin una Democracia.

Y en eso está ahora este grupo de conocidos. Y con ellos cada vez más vecinos airados. Contándoles la verdad a las víctimas reales del sistema, que son la barriada y, especialmente, los habitantes de las dos torres. Apelando a su sensatez, su cordura, su esfuerzo, su ánimo. Organizando un Manifiesto que esperan poder presentar la primera quincena de mayo de 2012 con el mayor número de firmas posible. Sólo piden una cosa. Reformar ya, de una vez por todas, ese sistema electoral que desde hace treinta años lastra sus oportunidades de crecimiento. Que lastra injustamente sus vidas, las de sus hijos y de todos los habitantes de la barriada. Abre los ojos.  Firma.

 

En la ilustración superior, representación gráfica de las siete torres con sus tamaños relativos adecuados a su número de habitantes.

Destacada en la imagen inferior, el área que ocupa la barriada en la gran ciudad. En puntos de color amarillo, el lugar aproximado que ocupan las dos torres.