Aprovecho que próximamente se proyectará la película documental «Edificio España» en el espacio cultural La Casa Encendida de Madrid (Ronda de Valencia, 2) para subir al blog esta entrevista que le hice a su director, Víctor Moreno, durante el 60 Festival Internacional de Cine de San Sebastián, donde participó en la sección Made in Spain. Fue publicada por el periódico La Provincia.
Chocante, pero signo de los tiempos, que una obra de un minuto sea la cima de toda una carrera.
Antes de la entrevista añado un comentario crítico sobre el film. Las dos fotos que lo acompañan son propias, tomadas durante la proyección de Edificio España en los cines Antiguo Berri de Donostia y frente al auditorio Kursaal de Moneo durante el Zinemaldia.
EL COMENTARIO CRÍTICO
Edificio España, del canario Víctor Moreno, es el registro de un vaciado. El de un edificio emblemático de Madrid, la mole que preside la plaza de España. La cámara la lleva siempre el propio Moreno, quien interpela en algunos momentos a los personajes que aparecen. El ritmo es pausado. El montaje preciso y eficiente. Mérito seguramente de Nayra Sanz Fuentes. Edificio España, como todos los filmes de Moreno, invita a meditar. Y por su tempo a hacerlo durante el mismo tiempo que dura la proyección. «…Y en polvo te convertirás» parecen querer decir los planos al final del filme con los camiones descargando escombros a las afueras de Madrid. Las películas de Moreno son así. Filmadas sin ostentación. Tampoco de sus significados. Moreno deja el manos del espectador el trabajo de interpretarlos.
De pronto surge el hallazgo, que es como una epifanía. ¿Y si la película pudiera leerse como una metáfora de España en los dramáticos tiempos que corren?
En Edificio España echo en falta, sin embargo, algo que está en los mejores trabajos del tinerfeño. La ironía. La distancia. Lo recuerdo de los microcortos Fauna humana (2007) y, sobre todo, El extraño (2009), documental de apenas un minuto que nace de un descarte de su primer largometraje Holidays (2010). Chocante, pero signo de los tiempos, que una obra de un minuto sea la cima de toda una carrera.
Entrevisto a Víctor tras ver la película. El trabajo se publica en La Provincia. Lo comento con él y de pronto surge el hallazgo como una epifanía. ¿Y si resultara que la película pudiera interpretarse como una metáfora de España en los dramáticos tiempos que corren? Lo hablo con él. Ríe. Moreno asimila el filme a su corto Fajas y corsés (2007). Aquel también era un mero registro. Pero aquí la revelación está en un título que no tiene nada de anormal. Es igual de casual que el plano general fijo del rebaño de cabras acercándose a cámara de El extraño que ante la presencia desconocida (y fuera de campo) del operador se frenan y amontonan estorbándose. Unos pensarán que están desorientadas. Otros que asustadas. Otros que simplemente esperan una indicación. Otros que la imagen es una metáfora de la reacción del hombre ante la inesperada irrupción de lo diferente. Edificio España es el registro de un vaciado. El vaciado de un país que se llama España.
El filme es el registro de un vaciado. El de un país que se llama España.
Casualmente, Edificio España se empezó a rodar en 2007, dos años antes de que Elena Salgado anunciara la aparición de los primeros brotes verdes. Entonces la crisis no hacía señales ni de humo. Éramos idiotas, descuidados, despreocupados, felices. Ahora España, como en el filme, son trabajadores de muchas nacionalidades embarcados en una tarea de desmontaje. Como en el filme, sus celadores han pasado a ser cicerones de un tour por lo que fuimos. El país son viejos inquilinos que ven como las paredes de sus casas se derrumban. Y España es, en fin, un equipo de arquitectos elegido para su remodelación. Que nadie lo dude: actuarán al dictado de los nuevos propietarios, el Banco de Santander, para dar carpetazo a una manera de entender un país derrotado por el imperio del mercado. Seguimos siendo idiotas y descuidados, pero ahora estamos más preocupados. Eso no quiere decir necesariamente que seamos menos felices.
LA ENTREVISTA
Víctor Moreno:“Que la gente deje de ir a los multicines de los grandes centros comerciales es una gran noticia.”
Luis Roca Arencibia
Víctor Moreno (Santa Cruz de Tenerife, 1981) fue la única representación de Canarias en el 60 Zinemaldia. Su documental Edificio España, que ya había sido seleccionado en Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires (Bafici), en Argentina, participó en Made in Spain, sección no competitiva que reúne el mejor cine español del año.
Es un cineasta joven que parece tener, como pocos, las ideas claras. ¿Cómo definiría su cine?
Me gusta acercarme a una realidad determinada, siempre relacionada con temas que me interesan, y esperar a que durante el proceso de grabación la película se vaya conformando estilísticamente. Es un proceso muy intuitivo que parte de un libro en blanco y que confunde mi experiencia personal con el proceso creativo. Pero sobretodo que confía (y esto lo tengo cada vez más presente) en esos momentos ordinarios que tenemos a nuestro alrededor. Para hacerse una idea, yo considero más emocionante a un hombre recogiendo la basura que a un superhéroe salvando la humanidad.
¿Qué valores considera que aporta hacer ese tipo de películas, más difíciles de digerir por un público amplio, respecto al cine que suele verse en las pantallas comerciales?
La mayoría de pantallas comerciales responden a un criterio empresarial cuyo único fin es el de ganar dinero. Para ello utilizan una serie de películas, casi siempre muy parecidas, que a base de años de insistencia han considerado llamar “el cine”. Al margen de esa realidad limitada, existe una amplísima variedad de películas de diferentes partes del mundo que está esperando ser descubierta por el gran público.
¿Es un cine rentable a pesar de no contar con ingresos de taquilla?
La única opción que tiene este cine para generar algún ingreso son los premios en festivales y las muestras por museos y centros de arte. Y evidentemente concurrir a algún tipo de ayuda pública y/o privada, que siempre es un proceso largo y complicado. La mayoría de cineastas como yo sobrevive con otros trabajos o directamente está en el paro. En nada se parece a esa imagen idílica y glamurosa que muestran por televisión las entregas de premios.
Háblenos del proceso de Edificio España. 150 horas de grabación es mucho para 95 minutos de metraje final. ¿Es para usted tan importante el proceso como el resultado final?
Empecé a grabar más bien con la idea de generar un documento audiovisual del proceso de reforma. A medida que pasaba tiempo dentro del edificio, la película se fue conformando en mi cabeza a partir de una serie de ideas claras; el edificio como protagonista de la historia, como un almacenador de momentos. Una estructura caleidoscópica, creciendo en múltiples direcciones pero con el edificio siempre como núcleo. No revisé nunca el material que grababa y así no condicioné mis siguientes días de grabación.
¿Qué ha sido lo más difícil de este trabajo?
Ha sido un trabajo que me ha llenado de satisfacción en cada una de las fases. Incluso el proceso de montaje que a priori era el más complicado, fue un gran aprendizaje y lo disfruté tanto como la primera vez que monté. Además fue bastante rápido para lo que estaba acostumbrado gracias al trabajo de Nayra Sanz Fuentes, Guillermo Carnero, Rodrigo Rodríguez o Martin Eller, mis colaboradores más cercanos.
Como otros suyos es un trabajo con sentido abierto. El espectador observa su registro y extrae sus propias conclusiones. ¿Se siente más cómodo lanzando preguntas al aire que dando usted las respuestas?
En realidad no creo que lance muchas preguntas al aire. Edificio España creo que es una película bastante clara en lo que quiere contar y pienso que cualquier persona puede entender perfectamente las ideas que hay en ella. Cada uno de los elementos que aparecen en la pantalla tiene una intención. Quizás lo que me diferencia de otros cineastas es el hecho de que yo grabo esos momentos ordinarios que a otros les resultan insignificantes. Y lo hago porque creo que están cargados de sentido político y, por supuesto, cinematográfico.
¿Qué significa para usted ese edificio?
El edificio fue mi refugio durante un largo periodo de tiempo. Allí conviví con su memoria y, sobretodo, con más de 200 trabajadores de diferentes nacionalidades. Ellos me dieron una gran lección de humanidad y por eso la película está dedicada a ellos.
“Lo que me diferencia de otros cineastas es el hecho de que grabo esos momentos ordinarios que a otros les resultan insignificantes.”
Hábleme de sus próximos proyectos.
En relación a lo que te contaba antes, estamos trabajando en otra historia grabada en esas 150 horas. De nuevo el edificio es el protagonista pero esta vez en relación con un guarda que lo recorre de noche. Además, estoy terminando un documental, El reboso, junto a la directora Nayra Sanz Fuentes.
Se siente cercano a otros movimientos cinematográficos o cineastas actuales?
Siento que a lo largo de mi vida han sido muchos los cineastas que me han interesado. Andy Warhol, Zhao Liang, Dziga Vertov, Robert Kramer, Joaquín Jordá, Martín Patino… Viendo sus películas encuentro inspiración para nuevos proyectos aunque una vez me pongo a trabajar me olvido completamente de ellos y mi única inspiración es lo que tengo frente a mí. Dejo de ser espectador y me convierto en cineasta ya que no tengo ningún interés en imitarlos.
¿Hay algún tipo de cine con el que no comulgue?
No soporto el cine que me remite a otro cine. No me gustan aquellos cineastas presos de su cinefilia que pretenden plasmar en pantalla sus gustos y terminan no siendo sinceros con su creatividad. En la mayoría de los casos, son películas hechas para el aplauso, no son sinceras. Es muy curioso porque este fenómeno se da tanto en el cine comercial como en el aparente cine de autor (¡y sorprendentemente en el género documental!). Y me irrita tanto que muchas veces disfruto más viendo vídeos de Youtube.
¿Está el cine actual en una encrucijada?
No creo que la sala desaparezca. Aún existen muchos espacios periféricos con espectadores inquietos que los sustentan y a los que le gusta ir a ver una película y después debatir sobre lo que han visto. Yo no paro de encontrármelo allí donde voy (un ejemplo de ello es Fisuras Fílmicas del Cendeac), incluso en casas particulares. Que la gente deje de ir a los multicines de los grandes centros comerciales creo que es una gran noticia. Para el cine más oculto, Internet es una gran opción y creo que se está empezando a demostrar. Yo participé con mi primera película, Holidays, en el festival online Márgenes que mostraba cine de difícil acceso y solo en España tuvo 75.000 visitas. Esto demuestra que hay una gran cantidad de gente que busca otras propuestas y que está harta de las palomitas, los tacos prefabricados y el dolby surround.
¿Y el cine español? ¿Dejará de estar en crisis algún día?
Es una pregunta de larga respuesta pero que se puede resumir en que el cine español depende de los organismos públicos que a su vez dependen de los cambios políticos. Desgraciadamente no es como en Francia o Argentina donde hay una cultura cinematográfica en la que todos están de acuerdo y que se considera independiente de los vaivenes políticos. Aquí cada partido cambia cada cuatro años las políticas culturales. Y de educación y de sanidad y del territorio… O sea que podemos afirmar que no solo es una crisis en el cine español.
“Un hombre recogiendo basura me emociona más que un superhéroe salvando la humanidad.”
Finalmente, una mayoría abrumadora de los éxitos del cine en relación con Canarias lo protagonizan cineastas que llevan a cabo sus carreras fuera de las islas. ¿Es preciso salir de Canarias para desarrollarse en el mundo del cine?
No lo creo. Casi la mitad de mi obra tiene que ver directamente con Canarias, con su sociedad y sus problemáticas y, al contrario de lo que se pueda pensar, ha viajado por muchos países. Creo que para desarrollarse en el mundo del cine lo más importante es que seas sincero contigo mismo y con lo que haces. Eso lo puedes hacer desde Canarias o Groenlandia.
Pingback: Magnum saca a la luz nuevas fotografías del rodaje en Canarias de Moby Dick (John Huston, 1956) | Cine, comunicación y viajes desde Canarias
Pingback: Anónimo
Pingback: Memorias del Zinemaldia: 60 Festival Internacional de Cine de San Sebastián « Cine, comunicación y viajes desde Canarias