La serie “Autodefensa” y el largometraje “Pacifiction” son las obras audiovisuales más feroces de 2022 en España. Sin embargo, se fueron de vacío en la décima edición de los Premios Feroz de los informadores de cine de España, entregados en Zaragoza el sábado 29 de enero. Este texto se publicó en el periódico La Provincia el domingo 30 de enero. Aquí lo comparto con algunos extras (with some extras).

Toda la ferocidad que en el largometraje “As bestas” a mí me sabe a impostada, en la serie “Autodefensa” no lo es. Todo el feminismo que en “Cinco lobitos” dispara al corazón (de las mujeres y los hombres sensibles), en “Autodefensa” dispara a las rodillas (del machismo inmovilista). Las aventuras y desventuras de las dos amigas veinteañeras en Barcelona, interpretadas por Belén Barenys y Berta Prieto, están más cerca de la estética del cómic que de las series al uso, pongamos por caso “Intimidad”, que igualmente aborda una problemática (el acoso) que afecta muy mayormente a las mujeres.
¡Pero qué acartonada parece en comparación “Intimidad” y qué inmerecido que la insuperable ferocidad de “Autodefensa”, con toda la rabia y goce de libertad que exhuma, no haya ganado el Premio Feroz a mejor serie de comedia este año! Se lo llevó la inteligente “No me gusta conducir”. Además, los informadores españoles de cine asociados en AICE premiaron de esta serie sobre un cuarentón que decide sacarse el carnet de conducir a los actores Juan Diego Botto y David Lorente.
Viendo las interpretaciones de Botto y Lorente en el último capítulo de la serie el otro día, en el momento en que se persiguen cuando salen del “taxis”, descubrí que una de las mejores cosas que tienen los Premios Feroz es que motivan a actores y actrices en papeles de platino a superarse hasta sus límites no vaya a ser que una casualidad haga que les den a ellos el cada vez más prestigioso premio.
Porque si algo tienen estos premios es que son imprevisibles. Dicho lo anterior, una vez vistos los seis capítulos de la serie “No me gusta conducir”, puedo afirmar y afirmo que, si bien los dos premios a las interpretaciones son muy merecidos, “Autodefensa”’ como serie merece más, mucho más, el premio, dónde va a parar.
Puedo afirmar y afirmo que, si bien los dos premios a las interpretaciones de «No me gusta conducir» son muy merecidos, “Autodefensa”’ como serie merece más, mucho más, el premio, dónde va a parar.
En lo impredecible, “Autodefensa” está mas cerca de la americana “The Leftovers”, salvando los millones de dólares de distancia. “Autodefensa” es una modestísima serie del audiovisual español aún indie. Pero las dos tratan de la desolación. Su formato, tanto capítulos auto conclusivos como (si les da la gana) con continuidad, con duraciones breves y dispares, forma parte de su descaro y radicalidad.
Las dos protagonistas, creadoras también de la serie, terminan meando en la calle a la vista de todos y ese exhibicionismo impúdico, que equivale a sacarle la lengua al espectador, es uno de sus aciertos. El desconcierto de Belén ante los fetiches del escritor de cuentos infantiles, otro. Otro, el momento del colega actor aterrorizado ante la posibilidad de que la furia feminista se desate contra él en redes sociales y termine con su carrera a golpe de cancelaciones (pensando además que había hecho algo que no había hecho). El fundamental, el retrato palpitante de sus experiencias en la ciudad moderna.

No hay obra audiovisual más feminista que esta en la producción española de 2022, dirigida por un hombre, Miguel Ángel Blanca -recomendable su documental “Magaluf Ghost Town” de 2021-, que, por lo que cuenta, ha dejado a las dos jóvenes la batuta de sus auto ficciones. Ni Carla Simón con su premiada “Alcarràs”, película que no soporta un segundo visionado, ni Alauda Ruiz de Azúa, cuyo sensibilísimo retrato de la maternidad tiene el lunar de pintar a los hombres, todos los hombres, como completos inútiles. Eso es lo que parece el personaje interpretado por Ramón Barea, ay.

Carla Simón ganó el Premio Feroz a mejor dirección y Alauda Ruiz de Azúa el de mejor guion. “Cinco lobitos”, con “As bestas”, de Rodrigo Sorogoyen, fueron más reconocidas que “Alcarràs” en los premios de los informadores españoles de cine, con tres premios cada una. Es posible que la división de votos entre las dos películas favoritas dirigidas por mujeres haya dejado el camino expedito a “As bestas”. No auguro que ocurra en los Premios Goya. Ahí Ruiz de Azúa debería ganar la mejor dirección novel, dejando así el camino libre a que Simón se haga con la mejor dirección y película. Aunque sea como el reconocimiento por haber logrado ganar un Oso de Oro en Berlín para España después de 41 años.
“Autodefensa” es tan descarnada que confunde a los lobbies. Pero peor parada salió este año el mejor filme de ficción español de 2022, el musical “Voy a pasármelo bien”, de David Serrano. Los lobbies leyeron Hombres G, pues la película está basada en sus canciones, e interpretaron pijerío rancio, facherío insoportable. Y la mandaron al ostracismo. Sin embargo, lograr terminar con matrícula de honor una propuesta tan a contra corriente (esta sí de verdad), con una notabilísima pegada en el público, tiene un valor superior. Tampoco “Voy a pasármelo bien” ganó el Premio Feroz a la mejor película de comedia del año, fue a parar a la hispano argentina “Competencia oficial”.
Escribo de películas que quieren que el espectador vaya a pasárselo bien, se ría y emocione. Como yo mismo en los quince últimos minutos de la película de Serrano, que los pasé llorando a moco tendido, como un bebé con perreta. Porque en las películas que se hacen para que el espectador se aburra como una ostra, la mejor del año es, sin duda, “Pacifiction”, del catalán Albert Serra, que tampoco ganó el Feroz el sábado 18 de enero en Zaragoza.
Que “Pacifiction” no haya sido merecedora de nominaciones en los Premios Goya en categorías tan evidentes como la mejor fotografía o la mejor interpretación protagonista va en perjuicio del prestigio de los académicos españoles de cine.
Heidegger
Se ha escrito mucho sobre la falta de nominaciones de la película de Serra en los Premios Goya. Por decirlo de forma lo más abreviada posible, la impresión es que Serra y el cine español académico se miran mutuamente por encima del hombro. Ahora también pasa con los informadores de cine, aunque hay que matizar que los Premios Arrebato Ficción y No Ficción, los destinados a las películas (para entendernos) “raras”, las “marcianadas”, los “truños”, los otorga un reducido comité de socios y no los casi 250 periodistas de la asociación AICE que lo organiza.
Aún así, que “Pacifiction” no haya sido merecedora de nominaciones en los Premios Goya en categorías tan evidentes como la mejor fotografía (Artur Tort) o la mejor interpretación protagonista (Benoît Megimel) va en perjuicio del prestigio de los académicos españoles de cine. Porque ambos son de los mejores trabajos del año del cine español en ambas especialidades. La escena en el mar con surfistas entre grandes olas es la imagen cinematográfica más poderosa (y sobrecogedora) del cine español del año. Del actor protagonista Megimel no hay comentarios para demostrar su excelencia.

Merece conocerse el cine de Albert Serra, aunque él no lo ponga fácil. En expresión cubana, te lo pone de pingaaaa, caballero. De los autores españoles de cine de los últimos quince años es, con diferencia, el más destacado. Sus películas sobre Don Quijote, Casanova, el mito de los Reyes Magos de Oriente (filmado en Fuerteventura), la aristocracia francesa en desbandada y Luis XIV, son las mejores películas del cine de autor español de los últimos años.
Un autor a la altura de nombres como Víctor Erice, aunque con la diferencia de que el banyolés hace cine en una época en que ya no es determinante llenar salas (sí, por eso los teóricos se nos han subido a todas y todos a la chepa). Para los escritores cinematográficos, Serra tiene una virtud adicional. Dado carácter eminentemente contemplativo de sus películas, su exasperante, irritante lentitud, te permite escribir la crítica al mismo tiempo que ves la película, un auténtico lujo hoy que el tiempo corre que se las pela.

Tampoco eso lo han sabido valorar los informadores españoles de cine, pues el premio Feroz Arrebato de Ficción se lo arrebató, valga la redundancia, la grotesca “La piedad”, de Eduardo Casanova, que lógicamente estaba en la gala que no se lo creía. Fue a recoger el premio dando saltitos de alegría y cuando tenía que hablar, dijo dos boberías y se fue entre bambalinas agarrando bien el arrebatado reconocimiento.
Almodóvar
Pero el momento más feliz de la décima edición de los Premios Feroz fue la presencia de Pedro Almodóvar por su premio de honor. El viernes anterior a la gala en el Auditorio de Zaragoza fue objeto de una entrevista en directo. El acto fue una lección de lo que significa, de verdad, crear cultura. No en vano, las 2.000 personas presentes, la mayoría jóvenes, desafiando el cierzo que castigaba la ciudad con temperaturas gélidas esos días, tuvieron la oportunidad de escuchar a quien es el más importante director español desde la Transición, representante de una gran cultura española que tiene sus precedentes en nombres principales como Cervantes, Quevedo (el dramaturgo), Velázquez, Goya, Galdós y Buñuel, entre otros.

Pedro Almodóvar se mostró frágil como una pluma de paloma, especialmente cuando recordó a su madre. En la gala del sábado rompió a llorar desconsoladamente cuando se refirió a ella. En la clase magistral del viernes uno de los momentazos llegó cuando contó que, cuando era ya conocido internacionalmente, después del éxito de “Mujeres al borde de un ataque de nervios” (1988), ella le dijo: “A mí me darías una satisfacción si volvieras a trabajar en Telefónica”. El público rio, yo igual, sin pararse a pensar en lo terrible que es la lectura profunda de la frase, pura expresión de ese miedo paralizante que nos ha corroído como sociedad, más agudo mientras más de cerca hayamos conocido el franquismo y más subordinados como territorios hayamos estado. Lo tenemos tan interiorizado como sociedad que para exorcizarlo reímos.
Sobre la falta de referencias al franquismo en los primeros quince años de su cine, cuestión por lo que la crítica le reprochaba a Pedro Almodóvar falta de compromiso político, el director del lugar de La Mancha de cuyo nombre no puedo acordarme zanjó con la mejor linterna de la entrevista: “Mi venganza contra el franquismo en mis primeras películas fue negarle la presencia en ellas”. Y sobre la España de hoy concluyó: “Nuestra democracia es mucho más imperfecta que cuando comenzó, necesita una revisión, refrescarla de forma urgente. Es tristísimo para los que vivimos en este país. La espontaneidad ha fallecido y la maldita corrección política se ha transformado en auto censura.”
