La productora Ana Sánchez-Gijon anunció ayer en Facebook el 22 aniversario de La Mirada, una de las productoras más importantes del cine en Canarias, con títulos como “El largo viaje de rústico” (Rolando Díaz, 1994), “Esposados” (Juan Carlos Fresnadillo, 1996), “La Raya” (Andrés M. Koppel, 1997), “Ruleta” (Roberto Santiago, 1999), “Hombres felices” (Roberto Santiago, 2001), “La isla donde duerme La Edad de Oro” (Isabelle Dierckx, 2005), “La isla interior” (Félix Sabroso y Dunia Ayaso, 2009), “Seis puntos sobre Emma” (Roberto Pérez Toledo, 2010) y “Cubillo. Historia de un crimen de estado» (Eduardo Cubillo, 2012). Ana Sánchez-Gijón, que hoy es directora de éxito con la serie de animación «Cleo», ha celebrado los 22 años poniendo el enlace al cortometraje «Esposados» en abierto. Yo quiero contribuir al cumpleaños compartiendo hoy esta amplia entrevista a Juan Antonio Castaño (Mengue) y Ana Sánchez-Gijón que publiqué en el periódico La Provincia hace dos años, cuando la productora alcanzaba las dos décadas de vida.
Las palabras de Ana y Mengue escriben en mayúsculas la historia del cine de las Islas. “El largo viaje de Rústico’ es emocionalmente el trabajo más importante”, “Hace ya unos meses que venimos fantaseando con mudarnos a Los Ángeles“, “La isla interior” es, seguro, la mejor película de La Mirada y una de las mejores del cine español” y “Como proyecto de vida me parece más interesante tratar de darle a las islas lo que creemos que merecen para crecer en vez de emigrar” son algunas de las frases destacadas que la entrevista que empieza a continuación.

Alfonso Ruiz, Ana Sánchez-Gijón y Juan Antonio Castaño, los tres socios de la productora La Mirada, en un autorretrato de 2014 que se hicieron para la entrevista. / LA MIRADA
La pareja formada por el director de fotografía Juan Antonio Castaño (Almería, 1949) y la productora Ana Sánchez-Gijón (Valencia, 1966) es la más fecunda de la historia del cine en Canarias. Se conocieron trabajando en 1984 y en 1989 se unieron más allá de lo profesional. Siguen unidos y trabajando. El carácter seco y ejecutivo de Ana contrasta con la paciencia y dulzura de Mengue. La sensibilidad es común a ambos. Los tiempos han reconvertido a Mengue a montador y a Ana en directora. Los oficios del cine también emborronan sus fronteras.
Durante la década de los noventa, La Mirada, la más importante productora de cine de Canarias, era también, por sus logros, un de las principales productoras de cortometrajes de España. La “edad de oro” entre 1994 y 1999, expresión que la propia Sánchez-Gijón utiliza, llevó a trabajos suyos a competir en los principales eventos cinematográficos del mundo, entre ellos los Oscar de Hollywood y el festival de Cannes. La Mirada eran cinco. Además de Sánchez-Gijón y Castaño, Alfonso Ruíz, Luis Sánchez-Gijón y Ramón Santos. Los dos últimos se desligaron en los noventa. Cruzaron el siglo siendo los tres de la actualidad. Alfonso Ruiz es actual decano de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de La Laguna.
Cumplen veinte años mañana, el diez de febrero. ¿Cómo lo van a celebrar?
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Trabajando. No lo vamos a celebrar.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: No hemos pensado nada. De momento.
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Estamos promoviendo un ciclo que esperamos que Canarias Cultura en Red haga circular y también ponemos a disposición de otras instituciones que quieran financiarlo. Es añadir los largometrajes al proyecto “La Mirada en corto” que ya produjimos en el pasado con una selección de nuestros cortometrajes. Pero no queremos bombo. Ahora estamos en solventar los problemas que tenemos como cualquier empresa en crisis. Solo tenemos margen para concentrarnos en nuestro trabajo de producción.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: También estamos digitalizando todo el archivo de prensa de la productora. Realizar una exposición en torno a las producciones de las películas sería genial.
¿Cómo eran hace veinte años?
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Jóvenes y audaces. Pretendíamos ser una productora de referencia a nivel internacional. Todavía nos queda mucho camino por recorrer, así que aún podemos serlo (risas).
JUAN ANTONIO CASTAÑO: En 1994 la publicidad en España se pagaba muy bien y nosotros trabajábamos muchísimo. Todo lo que ganábamos lo reinvertíamos en las películas. Eso se acabó. Hoy no sería posible.
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Recuerdo que José Luis Cuerda me dijo en una ocasión que éramos la Metro Goldwyn Mayer del corto español. Porque ese nivel de producción que nosotros ofrecíamos en la pantalla no se veía. Además de las subvenciones que todos teníamos, sumábamos a las producciones el dinero de nuestros ingresos por publicidad. También éramos de los pocos que pagaban por el trabajo a los técnicos que participaban en los cortos. No era mucho, pero eso entonces no era lo habitual.
Ni entonces ni ahora. Incluso se han promovido festivales de películas cuyo mérito era haberse realizado sin coste.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: Nos planteábamos nuestro trabajo de forma muy profesional con el objetivo de crear industria. Distinto al planteamiento habitual. En ese sentido éramos muy avanzados.
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: En el festival de Alcalá, la principal referencia para cortos de España, nos temían los competidores cada vez que nos presentábamos con un nuevo trabajo.
“El largo viaje de rústico” (Rolando Díaz, 1994), “Esposados” (Juan Carlos Fresnadillo, 1996), “La Raya” (Andrés M. Koppel, 1997) y “Ruleta” (Roberto Santiago, 1999). Era un paquete de cortos realmente potente.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: Y antes está “El último latido” (1994) de Javier Fernández-Caldas, que realmente fue el primero, aunque formalmente no estábamos constituidos aún como productora. También obtuvo prestigiosos premios.
“El largo viaje de Rústico” fue el primer cortometraje canario nominado a un Premio Goya.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: Y primera coproducción canario-cubana, en una época en que parecía que eso podía ir a más. Pero el instituto cubano de cine (ICAIC) se vino abajo. Bueno, Cuba se vino abajo. Pero apuntaba muy bien.
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Ese corto es emocionalmente el más importante, Nos permitió vivir una experiencia muy hermosa e interesante. Trabajar con el ICAIC entonces, tener la oportunidad de conocer por ejemplo a Tomás Gutiérrez Alea, era el mundo idealizado. Volvimos tres veces más a Cuba, una de ellas para rodar una película cien por cien cubana, “Melodrama” (1996), también de Rolando Díaz. En ese viaje ya sí que vivimos la Cuba profunda, la de los apagones, de las carencias, como unos cubanos más. Fue una experiencia muy enriquecedora.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: Volviendo a “Rústico”, fue un privilegio conocer a una persona de esa sensibilidad. El viaje que hicimos a Taguasco, a 500 kilómetros de La Habana, metidos en una guagüica del ICAIC, rodando con cineastas de allá…, a mí la felicidad me salía por las orejas. Me marcó muchísimo.
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Y a todos los canarios que compusimos esa expedición. Conocimos a mucha gente con los que después hemos seguido trabajando hasta ahora, como la ayudante de dirección Elisa Rabelo y el foquista Tommixito.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: En los rodajes se suele sufrir mucho, por el estrés, los imprevistos que muchas veces ocurren. En este caso fue como una balsa de aceite. Fácil y feliz.
¿Cómo empezó “El largo viaje de Rústico”?
JUAN ANTONIO CASTAÑO: Rolando Díaz nos propuso el documental y nos dijo que Rústico vendría a La Palma pronto. Rodamos durante una semana. Una entrevista en su casa en Todoque y también en el colegio donde busca al niño que después tendrá que hacer de él en el documental. Tenía una gran vitalidad a sus 82 años. Y no creía que fuera tema para un documental. Hasta que Ana lo convenció. Fue un empate maravilloso con él. Rolando se llevó el material revelado a Cuba y consiguió que el ICAIC coprodujera. Ahí se nos abrió el cielo.
Después se le diagnosticó a Rústico un cáncer de colon.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: Y eso entró en el documental. En un segundo viaje, cuando llegamos a La Habana lo encontramos muy deprimido, pero fue curioso, porque renació cuando nos trasladamos a su pueblo, Taguasco. Volvió a ser el que habíamos conocido en La Palma. Rústico vino al estreno en Canarias. Murió después.
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Tuvo también un estreno en Taguasco, al que no fuimos, pero en el último viaje que hicimos, le llevamos a su mujer un VHS. Mengue se lo dio y ella, que estaba ya ciega, abrazó la cinta como si fuera su marido.
Hablemos de “Esposados”, el primer corto español nominado a un Óscar de Hollywood. Han pasado casi veinte años. ¿Qué recuerdan?
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Fue una pesadilla, durísima. Hice un plan de trabajo pensando en cómo abordar aquel guión, pero había que rodarlo en una semana. Era imposible. Al final tardamos dos años. Era muy complicada, cada día se rodaba prácticamente un solo plano.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: Estábamos en coproducción. La planificación del rodaje no dependía de nosotros. Cada plano era una odisea. Sobre todo porque las cosas se iban consiguiendo a medida que se necesitaban. El proceso fue engorroso. Trabajábamos muchas horas.
¿Cómo llega La Mirada a la película?
JUAN ANTONIO CASTAÑO: Habíamos rodado “Mirando a Laura”, que fotográficamente es un corto muy bello. Se usó un proceso de revelado que ya no se usaba. Una forma que se hacía en los años 40 y 50, que había aprendido de Juan Mariné, restaurador de películas en Filmoteca Española. Juan Carlos Fresnadillo había oído hablar del proceso, había visto también mi trabajo en “El último latido” y me propuso el trabajo.
“Esposados” ganó un premio de fotografía en Madrid Imagen, uno de los más prestigiosos que existen porque lo conceden los profesionales. ¿Con qué momento te quedas de la película?
JUAN ANTONIO CASTAÑO: Creo que fue idea mía introducir la lluvia como elemento que ayudaría a la confusión que se produce al final de la película. La lluvia siempre es muy cinematográfica. Buscamos muchísimos adosados, porque entonces no existían como ahora. A Fresnadillo no le gustaba que estuvieran en cuesta, pero lo cierto es que eran perfectos, porque parecían decorados, recién hechos, con esas verjas. Lo convencimos.
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: El promotor de la urbanización nos la puso a nuestros pies. Gracias a eso se pudo hacer, porque tuvimos que volver varias veces durante años. Los hados fueron poniéndose a favor de la película.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: Me encanta toda esa parte desde que engaña a la mujer y van a celebrarlo a la sala de fiestas hasta el final. Es cuanto coge ese punto de cine negro con unos planos estudiadísimos. También la primera secuencia, muy osada porque cumple al pie de la letra lo que ponía el guión: “un hombre entra en una casa a oscuras con una linterna”. Lo hicimos sin otra luz que la de la interna. Hubo mucha post-producción digital, pero también se hicieron muchos trucos sobre la misma cámara, de manera clásica, en el momento de rodar.
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Otra anécdota interesante es cómo se pudo truncar todo porque el negativo de la película estuvo medio año en la nevera de uno de los productores.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: El laboratorio Riera Madrid cerró durante el rodaje y no sabíamos dónde íbamos a revelar. De ahí sacamos en consecuencia que cuanto peor los pasas, cuántos más desastres ocurren, mejor va a ser la película. Cuando comprendes eso es terrible: “tengo que sufrir para hacer algo bien hecho”. La moraleja que hay que tener es “todo lo que ocurre, conviene.” Al final revelamos en una laboratorio pequeño de Barcelona.

Rodaje de «Esposados» en Fuerteventura. Pedro Mari Sánchez (i) lanza el boomerang. Juan Antonio Castaño, en la silla de cámara. Juan Carlos Fresnadillo, de pie a la derecha. / EMILIO PRIETO-LA MIRADA
¿Cómo recibieron la noticia de la nominación?
JUAN ANTONIO CASTAÑO: La historia empieza antes. Fresnadillo era el único en España que sabía que ganando el festival de Gijón optaría a la selección de los Oscar. “Esposados” arrasó en Alcalá de Henares. Realmente no hubiéramos podido ir a Gijón porque ya se había estrenado, pero como solo había pasado una semana hicieron la excepción. Nada más pasarse la película en Gijón Fresnadillo se marchó a Madrid a tirar otra copia y a subtitularla. El sábado se conoció la noticia del premio. Recuerdo que Jack Cardiff era el jurado y en la comunicación del premio dijo que era “puro cine”. Y Juan Carlos mandó la copia el mismo día porque se acababa el plazo de inscripción.
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Fue una auténtica contrarreloj, buscando al director del festival para que nos firmara el certificado que nos acreditaba como ganadores.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: Al cabo de los meses estaba rodando el carnaval para unos alemanes en la avenida de Anaga, subido en una escalera alta de trípode, y vino Luis Sánchez-Gijón para decirme que Fresnadillo había llamado para decir que estábamos nominados a los Oscar. Me sentí allí arriba como que ya no podía subir más.
¿Fue la película el revulsivo necesario para que se entendiera la importancia de apoyar a las producciones canarias?
JUAN ANTONIO CASTAÑO: Se abrieron los ojos a muchos, pero no se tradujo en ayudas hasta muchos años después, en 2003.
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Fue una lucha de Mengue como presidente de los productores conseguir que hubiera unas ayudas anuales de un millón de euros. Sí coincidió que Adán Martín era presidente del Cabildo en el momento de “Esposados” y presidente del Gobierno de Canarias cuando esas ayudas se fijaron.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: El día que se estrenó en los Palafox de Madrid, cuando ya se sabía que estábamos nominados, Adán Martín nos preguntó cuándo nos iríamos a Los Ángeles. Cuando supo que no había dinero para el viaje, organizó un encuentro en el Cabilod la noche de los Oscar. Reunió a muchos, también a la gente del cine. Creo que ese día se dio cuenta de lo importante que había sido.
¿Qué recuerdos conservan de «La Raya»?
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Ahora producimos el educativo infantil “El club de Archi” para la Televisión Canaria. Tenemos que luchar por apoyos de los Cabildos y la verdad es que el del Hierro tiene fama de no apoyar nunca nada. Pero “La Raya” fue la excepción. Belén Allende era en ese momento la consejera de Turismo y años después me confesó que la ayuda que hicieron al corto fue la mejor inversión de toda su historia. Apostaron y se sentían muy orgullosos. Y apostaron fuerte, porque “La Raya” es la superproducción del corto español. Fue una película cara.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: Entre otros muchos premios, ganó el de la compañía Iberia en su primera edición. Eso hizo que se proyectara en los vuelos internacionales, lo que le dio una gran promoción. Ese premio, además, lo daba un jurado del que formaba parte Gerardo Herrero, a quien conocimos ahí y con quien años más tarde produciríamos nuestro primer largometraje “Hombres felices”.
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Llegar lejos en el mundo del corto era más fácil que en el caso de los largometrajes. No te estabas enfrentado a la industria. Eso lo descubrimos después. En los cortos te dejaban hacer.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: El rodaje se realizó en lugares muy apartado, sin agua corriente ni luz. Tú estabas allí, lo recordarás muy bien. La nevera se encendía con butano. Estar viviendo allí en el Faro de Orchilla fue una experiencia muy intensa. Y la película tuvo un impacto enorme.
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Y la primera experiencia en que incorporamos equipo cubano.
¿Fue este rodaje la edad de oro de La Mirada?
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Desde luego. Y no sé si la volveremos a tener. Con el largo es mucho más complicado. Hemos sufrido pretender entrar en una industria donde están los garbanzos repartidos. La presión en el largo es mayor también por los compromisos económicos que adquieres, las hipotecas, etc. No lo haces con tanta alegría.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: Es una película con una gran producción. Que usa las horas del día, amanecer, atardecer, hora bruja. De todas las localizaciones a esas horas ya habíamos hecho pruebas anteriormente. No se improvisó nada. Yo iba muy tranquilo. Decidimos no iluminar más que con los farolillos que llevamos. Ha sido la película que más premios de fotografía se llevó, tres. Las escenas de noche las hicimos con una película de 200 ASA de Kodak que estuvo muy poco tiempo en el mercado.
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: La presión de Saturnino García por estar a tiempo en la serie de televisión que rodaba al mismo tiempo fue grande. A él no le decíamos nada, pero le teníamos siempre preparada la maleta para salir corriendo al aeropuerto. Gracias a la providencia de que estábamos en El Hierro podíamos llegar a parar un avión en la pista para que pudiera cogerlo. Era una presión bonita. Fue también la primera película en que estrenamos móviles, aquellos Motorola, con un único punto de cobertura en una curva que teníamos perfectamente localizada.
“Ruleta”, último corto de los tiempos de oro, supuso el conocimiento de Roberto Santiago, con quien después harían el primer largometraje.
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Roberto era del mismo grupo del Taller de Artes Imaginarias (TAI) madrileño que Juan Carlos Fresnadillo y el guionista Jesús Olmo. Fue curioso que cuando Olmo nos presenta el guión y decidimos producirlo, esto sirvió de revulsivo para que Andrés Koppel se fuera a Madrid a escribir con Juan Carlos Fresnadillo el guión «Intacto», que sería su primer largometraje.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: Conocimos a Roberto en Madrid en un pase de “La Raya”. Él quería producir con nosotros. Construimos un decorado y teníamos la película no ya solo dibujada en story-board, sino que habíamos ensayado cada movimiento. Roberto solo tenía que concentrarse en el trabajo con las actrices.

Un fotograma de «Ruleta». De izquierda a derecha, Aitana Sánchez-Gijón, Blanca Rodríguez, Mirtha Ibarra y Mapi Sagaseta. / LA MIRADA
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Los cortos que producíamos eran todos primeras películas de los directores. Y aquí hablamos de un plantel de actrices que tenían agendas muy complicadas. En eso la experiencia de la primera ayudante de dirección Elisa Rabelo fue vital. Trabajar con Roberto es muy sencillo. Trabaja mucho y deja trabajar, hace las tareas previas y es ordenado.
Tanto que se convierte en el director del primer largometraje, “Hombres felices” (2001).
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: No fue un gran éxito, pero funcionó. Era una película arriesgada y dura. Una buena opera prima. Pero tardamos mucho tiempo en recibir la ayuda del Ministerio de Cultura y eso nos tuvo años asfixiados.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: Hizo casi 300.000 euros de la época. Fue nuestro bautizo en el largometraje, y maravilloso por poder trabajar con actores como Sergi López y Aitana Sáchez-Gijón, entre otros. Usamos una película tan buena que aunque estábamos buscando una imagen más sucia, la película no nos lo daba.
Lo cierto es que hasta el siguiente largometraje, “La isla interior” (2009), pasa casi una década.
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Entre tanto hicimos “El Barón contra los demonios” (2007), una película de Ricardo Ribelles un poco friki con la que andábamos ya antes de “Esposados” y que se iba haciendo en la medida que se podía.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: Estuvimos años dándole a Ricardo Ribelles restos de latas de películas de nuestras películas para que pudiera seguir rodándola en Barcelona.
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Entramos de lleno con él cuando tuvo que rodar naves espaciales en un plató. Y estuvimos dos años con una postproducción digital con un concepto muy artesanal. La cogió un distribuidor americano, que nos pidió hacer una versión con doblaje en inglés y añadir una secuencia. Las dos cosas las hicimos y las pagamos nosotros. Hemos sabido que se ha vendido en algunos países, entre ellos Japón, pero del distribuidor no hemos vuelto a saber,
JUAN ANTONIO CASTAÑO: Rodamos una secuencia muy bonita en Las Cañadas con integración de muñecos en la imagen real.
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Pasó sin pena ni gloria. Es una película sin concesiones, que choca con el espectador, pero yo le tengo un gran cariño. Para mí es una tragedia griega con mayúsculas. Pero pocos supieron verlo.
¿Cuáles son las dificultades para producir largometrajes?
JUAN ANTONIO CASTAÑO: El coste que tienen por la necesidad de conseguir la financiación cuando los pasteles están repartidos. Por ejemplo, de las compras de televisión.
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Ocurrió que el mundo de la publicidad se venía abajo y no teníamos una fuerza financiera capaz de asumir el coste de un largometraje. Así que nos metimos en películas donde la capacidad de riesgo era mucho menor. Seguimos con publicidad y participamos con El Cielo Digital en el corto “Vuelco” (2005), de Roberto Pérez Toledo y el largometraje documental “La isla donde duerme La Edad de Oro”, de Isabelle Dierckx.
Hasta llegar a “La isla interior”, la película más dura de Félix Sabroso y Dunia Ayaso.
Y que consideramos plenamente nuestra aunque seamos coproductores minoritarios. Nos ofrecimos a llevar el peso de la producción, pero no podíamos arriesgar nuestro dinero. “La isla interior” es, seguro, la mejor película de La Mirada y una de las mejores del cine español.
¿Qué opinión tienen del sistema de subvenciones en España?
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Que después de la trayectoria como cortometrajistas que tenía La Mirada, realizando todos esos trabajos además desde Canarias, no accediéramos jamás a las ayudas del Ministerio de Cultura para largometrajes, eso es grave y denunciable. Muy triste. Si a nivel estatal se replantean las ayudas, en Canarias deben mantenerse las autonómicas. Porque si no hubieran existido, habrían dejado de hacerse muchas películas de directores y productores canarios. No pueden desaparecer.
¿Y las estatales?
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Tampoco. Funcionando de otra manera, eso sí, y no sé cómo. Pero ese argumento de que deben desaparecer porque hacemos competencia desleal a Estados Unidos no es válido, porque a ellos ya le hemos regalado nuestras salas, nuestras distribuidoras, nuestro idioma, se lo hemos regalado todo. El cine europeo debe estar subvencionado. La ventaja competitiva de Estados Unidos con respecto a Europa es muy grande. Creo que debemos preservar nuestra cultura. No debemos dejarnos colonizar cultural y económicamente como está pasando.
¿Se han planteado hacer cine desde otros lugares?
JUAN ANTONIO CASTAÑO: Hace ya unos meses que venimos fantaseando con mudarnos a Los Ángeles, donde creemos que hay una colonia canaria importante. Pensamos a veces que es una pena trabajar con tantas dificultades. Tratamos de hacerlo con rigor y pasión y es verdad que el entorno ayuda muy poco. Pero pensamos que hay talento, que se puede hacer.
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Mejor sería traernos Los Ángeles a Canarias. A mí me gusta mucho vivir aquí. Como proyecto de vida me parece más interesante tratar de darle a las islas lo que merecen para crecer, que emigrar para hacer cine fuera. De lo que sí nos dimos cuenta desde hace ya unos años es que teníamos que diversificar, porque estaba claro que el cine español estaba cambiando. En 2006 montamos un estudio de dibujos animados. Yo soy productora, me da igual película que serie.
¿En qué anda ahora La Mirada?
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Tratando de seguir modelando nuestro camino, haciendo otras cosas pero con la idea clara de volver a hacer cine. Tenemos que esperar a ver qué pasa.
¿Han pensado en la manera de aprovechar los actuales incentivos fiscales al cine?
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Como productora de servicios, no. A Mengue le puede interesar trabajar en producciones como director de fotografía, pero sabemos que eso es algo muy complicado. Pero sí vamos a tratar de explorar esa vía con la animación. Este año el objetivo es sacar adelante la serie de animación “Unos brackets para Cleo”, mi primera experiencia como directora. Hemos producido una temporada de 13 capítulos de cinco minutos y la estamos empezando a mover con una distribuidora internacional. Haremos dos temporadas más para poder salir al mercado. También estamos haciendo el camino financiero para un nuevo largometraje de cine en 2015.
¿Qué valoración hacen de estos incentivos?
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Se está haciendo mucha producción de servicio. Y valoro positivamente el que se esté generando una masa de profesionales canarios cada vez más cualificados. Pero defiendo una política cultural además de la meramente industrial. Los que tienen dinero para desgravar con los incentivos no lo harán con una película canaria. Eso a nosotros no nos ayuda.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: Creo hay que educar al inversor para que lo haga también en producciones de la islas.
¿Es “La isla interior” su película más importante como director de fotografía?
JUAN ANTONIO CASTAÑO: Me quedo con esta y “Hombres felices”. “La isla interior” tiene dos elemento muy importantes, la influencia de Edward Hooper, tratar de que la película reprodujera a través de la fotografía la misma desolación de sus cuadros, y Las Palmas de Gran Canaria, que es una ciudad tan peculiar y diferente. Una gran urbe con un punto africano por un lado, y por otro ese puerto tan enorme. Su propia geografía es única, esa Isleta, el Itsmo.
Una película además que solo pueden hacer con solvencia cineastas que conozcan el significado de vivir en estas islas.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: Ese mar como frontera, que te corta. Me acuerdo del plano en que llega Alberto San Juan desesperado al final de la película, se acerca a la orilla y la grúa sube como diciéndole, “hasta aquí hemos llegado”.
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Es una película durísima, sin ninguna concesión, puro cine, y que gusta muchísimo, aunque no haya ido especialmente bien en taquilla. Pero es que en nuestro país es muy complicado competir en las salas de cine.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: El cine que se hace es para ese tipo de público no curioso, adocenado. Y eso es lamentable.
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Aunque hay otras pantallas. De entrada en Canarias no veo cine porque todas las películas vienen dobladas. Pero hay pantallas de pago en cine e Internet donde puede verse.
“Seis puntos sobre Emma”, de Roberto Pérez Toledo, es una película pequeña que ha funcionado bien en el boca a boca.
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Roberto nos vino con un guión muy complicado para una serie. Nosotros lo fuimos despojando de lo accesorio. Probablemente no hizo hacer la película que quería hacer, pero lo que nos trajo era imposible de financiar. Hubo que hacer muchas concesiones para ir decidiendo con que había que quedarse, cuál era la esencia de la película.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: La clave es saber adónde podíamos llegar, trazar esos límites y movernos dentro de ellos. La película no tiene ningún travelling, ninguna grúa, pero lo cierto es que no lo necesitaba.
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Roberto estaba muy curtido en el corto. Para nosotros era muy importante que él estuviera arropadísimo. Y se preparó como preparamos todas nuestras películas, con mucho tiempo. Trabajó mucho con los actores en Madrid. El rodaje fue muy bonito, casi todo el mundo lo recuerda como el mejor de su vida.
¿Están contentos con el recorrido de la película?
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Hubiéramos preferido que nuestro distribuidor, Enrique González Macho, no quebrara entre tanto. Y que hubiera habido más sensibilidad por parte de Televisión Española. Pero por eso insisto que los largos han sido una batalla muy dura de librar. La película merecía más, Roberto merecía más. Eso es lo frustrante.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: La película tuvo además un apoyo fantástico y decidido de la ciudad de Santa Cruz.
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Fue curioso que conseguimos que adaptaran las calles en torno al hotel Atlántida para Roberto, porque no lo estaban. Era una película sobre el mundo de la discapacidad con un director en silla de ruedas. A los días de quejarme al concejal Plasencia, estaban picando las aceras para ponerle el rebaje para que Roberto pudiera moverse por la zona.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: Si hubiéramos tenido que pagar todo lo que nos proporcionó la Universidad de La Laguna y el Ayuntamiento de Santa Cruz la película habría sido muy cara.
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Los actores cobraron una miseria. Teníamos a Verónica Echegui, que era una actriz ya reconocida. Pero todos decidimos que la hacíamos y que el dinero que había lo íbamos emplear en lo imprescindible.
¿Cómo llegaron a la elección del tema sobre Antonio Cubillo, su última película hasta hoy?
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Nos tocó en la puerta su sobrino, el director Eduardo Cubillo, que con Willy Toledo era también coproductor del documental. Yo tenía todas las reticencias hacia el personaje. Eduardo nos aseguró que en absoluto iba a hacer un panfleto.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: Curiosamente es una película que le gusta a los independentistas del MPAIAC y también a los que no tienen nada que ver con eso.
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Solo no les gusta a quienes la critican sin verla. Es un magnífico documental.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: El documental estuvo una semana en el TEA, cosa no ocurre nunca, con llenos día tras otro. Y hubo que reponerla. Es un filme necesario. Pusimos frente a frente a Cubillo y quien atentó contra él. Está muy bien documentada. El plantel de entrevistas es fantástico. Y tiene fuerza en lo visual.
¿Les cambió la película su idea sobre Antonio Cubillo?
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Tuvimos la ocasión de conocerlo. Yo he estado horas y horas con él. Al final hicimos una amistad.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: Te das cuenta es que era un comunicador excepcional. Porque no tenía nada detrás. Igual que en otros lugares de España había una retaguardia que apoya este tipo de movimientos, en su caso no había nadie más, era prácticamente él solo. Y lo recibían todos los presidentes de Gobierno africanos.
ANA SÁNCHEZ-GIJÓN: Era una mosca cojonera. Yo admito que tenía la historia sesgada, entre otras cosas porque de esto en Canarias no se habla. Estoy muy orgullosa como canaria de haber hecho esta película, aunque sus ideas políticas no me interesan.
JUAN ANTONIO CASTAÑO: Estuvimos en su entierro, nunca pensé que íbamos a ir al entierro de Antonio Cubillo. Le pasó como a Rústico, que antes de morir pudo disfrutar con el reconocimiento a su figura.

.Así salió publicada la entrevista en febrero de 2014 en el suplemento dominical de La Provincia / OAC
Gracias, Ramón. Tu mensaje denota un gran afecto. Es mutuo. Tú también eres un luchador. Brindemos por los viejos tiempos… y por los que están por venir. Si vamos por Donosti prometo localizarte. Un fuerte abrazo, de Ana y mio.Hasta siempre, Mengue.
Me alegra muchísimo que La Mirada sea la productora que ha restido a la incompresión de los políticos canarios demostrando su valía y el buen hacer. Ana, Mengue os felicito. Según mi mujer la serie de animación «Cleo» es muy buena y parece que está teniendo exito. Os deseo lo mejor en otros 22 años, más los que cuelguen. Me entran chirivitas al ver las fotos de Mengue rodar en 35 mm. con una Arri BL. Os deseo grandes EXITOS.
Qué bonito, Erramun!! Eskerrik asko!