“Slimane en el erial del tiempo», crítica con entrevista de la película de José Ángel Alayón


Ahora que ya se estrenó mundialmente en la sección Arabian Nights del Festival Internacional de Cine de Dubai, y, en España, en el Festival Márgenes; que ha empezado a recibir reseñas en medios generalistas y especializados, es buen momento para recuperar este primer texto sobre «Slimane», el primer largometraje de José Ángel Alayón. Lo publiqué en julio de 2013 en los periódicos LA PROVINCIA y LA OPINIÓN DE TENERIFE.
Alayón es uno de los más destacados cineastas canarios de la generación surgida en la década pasada. Con él he colaborado en los cursos de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de Cuba que organizó en Canarias y a él dediqué uno de los ciclos de Cine+Cine, el área de cine del Gabinete Literario, su primera retrospectiva. Espero que el texto guste:

La deuda de los hermanos Dardenne –“El niño” (“L’enfant”, 2005) y “Rosetta” (1999), ambas Palma de Oro en Cannes- está presenté ya desde los títulos de crédito que abren “Slimane”, el primer largometraje de ficción de José Ángel Alayón (Santa Cruz de Tenerife, 1980), uno de los más destacados cineastas canarios surgidos con el cambio de siglo. La película arranca con el ruido de vehículos que pasan y golpes de viento contra el micrófono. A pie de asfalto. El espectador lo recibe como signo de verdad y precariedad. El filme, de 70 minutos de duración,  sigue las peripecias de un grupo de jóvenes inmigrantes marroquíes por el sur de Tenerife. Es cine hermético en la forma que también sirve de metáfora para la falta de conexión con la sociedad que rodea a estos “outsiders”. Solo el paso esporádico de unos camiones cruzando la acción por el fondo de la imagen sugiere la existencia de otros caminos. Como en los filmes de los Dardenne, se intuye una tragedia, imprevisible y explosiva, durante todo el metraje.

“Me atraía la idea de hacer una película donde los actores se filman por la espalda y la cámara siempre llega tarde”

Alayón tantea desde hace varios meses la inclusión de su primer largometraje en festivales de máximo nivel. “Me siento cómodo como productor, pero mi mayor aspiración es seguir dirigiendo películas,” confiesa al otro lado de la línea telefónica una mañana calurosa de domingo desde su productora en el barrio de La Camella, en Arona. El director pertenece al exiguo grupo de cineastas canarios que no han puesto tierra de por medio ante los escollos que dibujan la geografía del cine isleño. Graduado por la Escuela Internacional de Cine y Televisión de Cuba (EICTV), la más prestigiosa en español del mundo, probablemente es el mejor formado de todos los de su generación. En noviembre de 2007, Cine+Cine, área de Cine del Gabinete Literario de Las Palmas, acogió la primera muestra de su obra. Durante la sesión denominada “Especial José Ángel Alayón” se proyectaron su primer trabajo, el corto de ficción “Niño con lluvia” (2003), y los mediometrajes de 2007 “La vida según era”, “1926… en el viento” y “Viento de ciudad”. Esta última película es una joya del cine de Canarias de la década pasada. “Slimane” es una nueva gema. Entre una y otra, el orfebre Alayón ha dirigido los cortometrajes “En el insomnio” (animación, 2010) y “Un día en el paraíso” (ficción, 2012). También es productor del corto de ficción “Malpaís” (Samuel Martín, 2013). Su empresa El Viaje produce hoy cuatro largometrajes, “La mar de los hombres”, “Gente de sal”, “Fair Lady” y “Hotel Nueva Isla”. Alayón es también responsable de la principal iniciativa formativa de las islas en los últimos quince años, la organización de cursos avalados por la EICTV. También se organizaron en la capital grancanaria en el Gabinete Literario.

 “La naturalidad de Slimane en el casting donde lo conocí hacía que la cámara pareciera invisible”

“Slimane” se inicio como proyecto hace seis años bajo el título “La cama caliente”, pero su director se despojó de la historia inicial cuando conoció al joven Slimane Larhroti en un casting. “El chico acababa de salir del centro de Cáritas en Granadilla. Tenía un DNI que le habilitaba para trabajar, algo que paradójicamente era imposible que lograra, ya que para poder hacerlo le exigían ser contratado por un período mínimo de un año. La naturalidad de Slimane en la prueba hacía que la cámara pareciera invisible. Empecé a escribir una nueva película con él.” Muchas versiones de guión después, la filmación se concretó durante 5 semanas de 2012 entre parajes del sur de Tenerife (principalmente) y el bosque de La Esperanza del norte de la isla. Costó 300.000 euros. La dirección de fotografía del catalán Mauro Herce y el montaje del andaluz Manolo Muñoz son determinantes para su excelente acabado. Ambos fueron compañeros de Alayón en la EICTV. Por momentos, la fotografía naturalista recuerda a la de Javier Aguirresarobe y Ángel Luis Fernández en “El sol del membrillo” (Víctor Erice, 1992) .

El filme se rodó durante cinco semanas de 2012 en Tenerife con 300.000 euros de presupuesto

“Slimane” es cine pegado a la nuca de los personajes, sin interés por lo que queda fuera del alcance de sus cuerpos. Como mayor fuente de inspiración para el filme Alayón declara la de Frederick Wiseman, documentalista considerado el padre del ‘cine directo’.  “Me atraía la idea de hacer una película donde los actores se filman por la espalda. Donde la cámara siempre llega tarde,” continúa el director. En el filme las cosas se ven como si hubieran sucedido al tiempo que se rodaron. “Slimane” simula una suerte de cine observacional. “Todo lo que ocurre en la película es más llevadero porque ellos son jóvenes, tienen edad para seguir adelante,” continúa Alayón.

¿Por qué el título “Slimane” y no “Moha”, el nombre del otro personaje principal, interpretado por Moha Kezza? ¿O por qué no “Slimane y Moha”?

“Slimane es el personaje que se queda. Quizás el más complejo. Me gustó dejarlo solo, como en el limbo. Moha es como un ángel. Me gusta que su ausencia en el título refuerza su importancia en el relato.”

“Slimane” es el primer largometraje canario de la historia que narra una historia que transcurre en las islas sin contar con un solo personaje caracterizado como canario. Aquí todos son marroquíes y un rumano. “Maté a Moha,” dice Slimane a otro de la pandilla en uno de los momentos culminantes. Que la confesión sea verdad o una broma de mal gusto no importa a su interlocutor. El espectador no llega a saberlo nunca. “Nosotros los árabes solo sabemos hacer una cosa: engañar. Somos unos tramposos. Si no sabes mentir te arrastra el río y te suelta en el mar,» le replica el otro sin dejar de mirar vídeos en el móvil. El filme narra una vida de mera supervivencia, de chicos tratando de sacar dinero construyendo palés en una piconera o ayudando con los carros de la compra a la salida del supermercado. Dejando pasar el tiempo hasta que ocurra algo que les cambie la situación.

La película huye del paisaje como virtud. En los pocos momentos que lo enseña es un secarral que recuerda, muy significativamente, al que retrató Ramón Saldías en el primer largometraje del cine canario reciente, “El camino dorado” (1980). En aquel filme, quien lo transitaba era un canario del barrio de Las Alcaravaneras hundido en el alcoholismo; treinta y tres años después, habitan similar desierto unos jóvenes inmigrantes. En realidad, “Slimane” es un filme que no se preocupa del espacio que rodea a sus personajes porque su tema es, también, el retrato de un tiempo yermo como un erial.

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