El mejor cine de autor que viene / 65 Festival Internacional de Cine de San Sebastián (2)


En esta segunda y última entrega sobre el 65 Festival Internacional de Cine de San Sebastián me centro en las algunos nuevas propuestas de cine de autor. 14 en total de, entre otros, Darren Aronofsky, Michael Haneke, Wim Wenders, Hirokazu Kore-eda, Martin McDonagh, Paolo Virzì, Andrey Zvyagintsev y Xavier Legrand. “Mother!”, “Tres anuncios a las afueras de Ebbing, Misuri”, “Lumière!”, “Call Me by Yor Name”, “The Leissure Seeker”, “Inmersión”, “Princesita”, “Sin amor”, “Custodia compartida” y “The Florida Project” son algunas de ellas. Durante la celebración del festival, estos textos -ampliados- fueron publicados a diario en la revista online El Asombrario, asociada con Público, ocupando la portada de este diario online durante los días de celebración del festival, y en cuatro ocasiones, en el ránking de lo más leído del día. Entre estas reseñas y las de Manuel Cuéllar, con quien compartí las entradas, sumamos referencias a mas de treinta películas.

Jennifer Lawrence y Javier Bardem, protagonistas de «Mother!», de Darren Aronofsky. / OAC

Si «El autor» de Manuel Martín Cuenca es siniestra, pero te ríes, “Mother!”, lo nuevo de Darren Anorofsky, ya en salas, también es una alegoría sobre la creación, el autor y sus víctimas. Y no te ríes. La desconcertante película protagonizada por Javier Bardem y Jennifer Lawrence polarizó al público. “¡Y te digo más!”, me dijo un colega iraquí mientras pateábamos las callejuelas llenas de turistas norteamericanos del casco viejo de San Sebastián, “los que estamos calados hasta el tuétano de Jennifer Lawrence desde su aparición en “Los juegos del hambre” (2012) con aquel traje de fuego disfrutamos como enanos con su interpretación”. “Y aquí, sobre todo, con su voz. ¡Qué voz!”, añadí. «Mother!» es original, provocativa, nerviosa y cautivadora, la vida de un acto creativo narrado desde el punto de vista de su musa.

Cartel de «Happy End», nuevo filme de Michael Haneke. / OAC

La nueva de Michael Haneke, «Happy End», presenta como principal novedad formal tener partes filmadas en formato vertical, como con un smartphone. Enfrentarse a una película del director de tal serie de obras culminantes desde «Caché» (2005) hasta «Amor» (2012) es ir al cine como quien entra a una cueva sagrada.

«Happy End» es el retrato de una familia de la alta burguesía parisina que vive repartida en las distintas alas de una mansión. El título es una afilada ironía. El reparto está encabezado por la siempre inapelable Isabelle Huppert, pero aquí quien se lleva el gato al agua es Jean-Louis Trintignant. El actor francés de 88 años que no olvidamos desde “Un hombre y una mujer” (1966) nos vuelve a conmover como pasó en “Amor”, aunque esta vez de la mano de una nieta de 12 años con tendencias psicópatas.

Jean-Louis Trintignant, actor de «Happy End» a sus 88 años. / OAC

En un festival de cine eres un ahogado, solo que en San Sebastián apareces flotando todas las madrugadas en la orilla de la playa de La Concha hinchado de luz en vez de agua. También eres diferente del ahogado típico porque no tienes espuma alrededor de la boca y cuando te recogen para llevarte a la morgue tu piel es de color blanco pantalla en vez de azul.

La película que ganó el premio del Público en el 65 festival de San Sebastián es «Tres anuncios a las afueras de Ebbing, Misuri» (Martin McDonagh). El filme venía avalado con un premio del público en Toronto y el mejor guión en el festival de Venecia. Película imperdible. Trata de una mujer que lucha por que se resuelva el caso de la violación y asesinato -quemada viva- de su hija adolescente en un pueblillo del interior estadounidense. Frances McDormand está magistral en el rol de madre coraje y Woddy Harrelson sublime como el shérif Bill Willoughby.

Frances McDormand en «Tres anuncios a las afueras de Ebbing, Misuri». / OAC

Enamora ver cómo los personajes de la película van transformándose en personas de carne y hueso a medida que crece la historia. La película es capaz de pasar de la tragedia más terrible a la comedia más hilarante en un diálogo. Mezcla de géneros, es un potente ejemplo de cómo el cine actual se esfuerza por romper corsés para mostrar la vida tal y como es.

Donald Sutherland y Helen Mirren, en «The Leisure Seeker». / OAC

El día que Mónica Bellucci llegó a San Sebastián para recibir su premio Donostia proyectaron, quizás en su honor, la película más bonita de las vistas este 65 Zinemaldia, «The Leisure Seeker» (Paolo Virzì). A sus 53 años, la esplendorosa italiana dijo en rueda de prensa que la belleza física dura 5 minutos.

«The Leisure Seeker» narra el viaje de una pareja de ancianos por el este de Estados Unidos en caravana. La encantadora Ella (Helen Mirren) quiere regalarle a John (Donald Sutherland), profesor de literatura jubilado, lo que siempre pospusieron: visitar en Cayo Hueso, Florida, la casa de Ernest Hemingway, su escritor preferido. La película es una divertidísima comedia sobre lo que los humanos llamamos amor, búsqueda obsesiva que siempre es un viaje que nos moldea, condiciona, transforma. Una de las grandes beneficios de ver películas a las que no les han arrebatado el alma, es decir, cine en versión original, es poder disfrutar, aquí, de las bellísimas interpretaciones de Sutherland y Mirren en toda su verdad.

Joaquin Phoenix (i) es protagonista absoluto de «En realidad, nunca estuviste ahi». / OAC

El día en que Arnold Schwarzenegger anunció en Donostia que quiere volver a salvar el mundo, esta vez no en modo Terminator sino en la vida real, coproduciendo el documental «Wonders of the Sea 3D» con el hijo del mítico Jacques Cousteau, una de las 20 pantallas del festival de cine más grande de España exhibió «En realidad, nunca estuviste aquí» (Lynne Ramsay), retrato descarnado de un sicario interpretado de forma imponente por Joaquin Phoenix. La película mereció los premios al mejor actor y mejor guión en el pasado festival de Cannes. Cuando la película va a terminar y un disparo en la cabeza te deja sin habla, ocurre que todo lo visto puede volver a reinterpretarse. ¿Y si el sicario en realidad fuera un pedófilo? La película es un vibrante ejercicio de cine contemporáneo. En medio del naufragio al que parece abocado su protagonista, la música aparece y desaparece de forma constante como si un enorme martillo picador hidráulico acompañara al espectador en lo que pasa.

Fotograma de «Sin amor», la nueva película del director de «Leviathan». / OAC

Lo dijo el argentino Ricardo Darín al recoger su Premio Donostia: “¡Cómo se siente el cine en esta ciudad fantástica!” Se refería a los 170.000 espectadores que vienen llenando las salas de media cada año (la ciudad tiene 180.000). Gracias a tan generosa programación, no hay un público tan entendido en cine en España. El actor argentino que recibió la Concha de Plata al mejor actor por «Truman» (Cesc Gay) en 2015 es el último premio de honor del festival de una larga lista que empezó en 1986 con un viejo conocido de Las Palmas, Gregory Peck.

«Sin amor», de Andrey Zvyagintsev, último Premio del Jurado en Cannes es una sobresaliente película rusa que son dos contundentes retratos a la vez, el de una vida sin lugar para el amor y el de la sociedad rusa actual. Una pareja está en trámites de divorcio y el hijo, de 12 años, desaparece. El director de «Leviathan» (2014) dirige de forma soberbia. Esos planos de acercamiento o desplazamiento a elementos del escenario en apariencia inocuos que repite en varios momentos son motores de generar turbación. “Sin amor” es el horror de quien sabe que esa losa sobre la conciencia será perpetua.

Un momento de la secuencia inicial de «Custodia compartida», de Xavier Legrand. / OAC

Durísima también la francesa «Custodia compartida» (Xavier Legrand) que se llevó de Donostia el premio del Público a la mejor película europea. Quince días antes, en el festival de Venecia, había sido mejor dirección y mejor ópera prima. El filme es un intenso retrato de un padre maltratador que tiene los mejores arranque y final posibles. Visto desde las lágrimas y carreras del niño de once años Julien, la evolución degenerativa que sufre su padre es aún más violenta. En el final de la película Legrand nos hace sentir casi el mismo terror que los personajes. El público abandonó la sala aturdido y liberado.

Brooklynn Prince y Bria Vinaite protagonizan «The Florida Project». / OAC

El personaje de la pequeña de seis años Moanna (Brooklynn Prince) en «The Florida Project» (Sean Baker) es tan entrañable que nos devuelve a la memoria aquella imagen de la niña Scout en «Matar a un ruiseñor» (Robert Mulligan, 1962). Moanna es la niña más malcriada del cine actual. Escupe, insulta, quema casas abandonadas. La película que se presentó en la Quincena de Realizadores del pasado festival de Cannes transcurre en los moteles de mala muerte de Florida que acogen a los trabajadores de la mayor zona de parques temáticos del planeta. Son el reverso de Disneylandia. La madre de Moanna, Hally (Bria Vinaite), ha sido despedida de uno de ellos y malvive con ella mientras aparece algo mejor. La muy recomendable película cuenta con un apoyo estelar, el de Willem Dafoe en el rol del desbordado gerente del motel donde transcurre la historia.

Timothée Chalamet y Armie Hammer,

protagonistas de «Call Me by Your Name». / OAC»Call Me by Your Name», dirigida por el italiano Luca Guadagnino, con guión de James Ivory, empieza pareciendo una inocua película sobre el despertar sexual de un joven de 17 años en algún lugar del norte de Italia en verano de 1983 y termina siendo una desgarradora historia de amor homosexual entre Elio y Oliver en los tiempos, muy cercanos, en los que no se veían a dos hombres cogidos de la mano por la calle en Europa. La secuencia del padre de Elio con su hijo aún impactado por el dolor de la pérdida constituye un momento climático superior, no en esta película, sino del cine en general.

Thierry Frémaux durante la presentación de «Lumière!» en Tabakalera. / LUIS ROCA ARENCIBIA

«Lumière!» es una yuxtaposición de 108 películas restauradas de entre 40 y 50 segundos producidas por los Hermanos Lumière entre 1895 y 1905 divididas en diez capítulos y un epílogo que las agrupa por temas. La selección es de Thierry Frémaux, director del festival de Cannes y uno de los principales defensores del legado de los de Lyon. El Cinematógrafo Lumière nació como un invento científico, pero en seguida se hizo cine: industria nada más arrancar, después arte, arrebato, entretenimiento para las masas ávidas.

Como padre del pecado original, Louis Lumière fue, además, el primer cineasta, pues suyos son el primer drama, la primera comedia, el primer movimiento de cámara, el primer efecto especial, el primer remake, el primer llanto, la primera ola, el primer terror aunque fuera involuntario. Todo está contenido en esas peliculillas suyas de menos de un minuto que filmó o produjo. Es falso, subrayó Frémaux, la leyenda de que pensaran que su invento estaba abocado al fracaso, porque, ¿cómo se explica entonces que produjeran 1.422 películas y que mandaran a operadores a filmar por todo el mundo? Todo nació con ellos. Su legado es el más importante, y el deber de los cineastas por conocerlo el más imprescindible.

Los Lumière aportaron, además, algo decisivo, nos alumbraron a todos nosotros, a los espectadores, ya que el invento suyo, a diferencia de los demás, fue ideado para exhibirse en una sala oscura con público. En la proyección, ante una sala abarrotada, Frémaux ofició de comentarista en vivo. Al final anunció la buena nueva: la película «Lumière!» también se estrenará en salas de cine. Prohibido perderse este viaje a los orígenes del cine que también es un tour por el mundo en el cambio del siglo XIX al XX.

Alicia Vikander y James McAvoy en un momento de «Inmersión». / OAC

«Inmersión», la película de Wim Wenders que inauguró el 65 festival, se mueve entre extremos. Del cielo al infierno, de lo más avanzado a lo más primitivo. El cimentado prestigio del alemán se fundamenta en su condición de cineasta comprometido. En “Inmersión”, protagonizada por Alicia Vikander y James McAvoy, aborda un tema mayúsculo, el de la crisis del mundo en guerra actual, el terrorismo en Europa y el modo de responderlo. La bajada a lo más profundo del océano de la científica para encontrar certezas de vida también en lo negro se narra en paralelo con el infierno al que es sometido el espía cuando es descubierto a su llegada a Somalia. La película cojea cuando el alemán se empeña en hacer predominar el discurso sobre los elementos narrativos. Y vista desde la perspectiva de un humano subtropical, a esa historia de amor entre los personajes de Danielle Flinders y James More le falta pasión.

Un fotograma de «El tercer asesinato». / OAC

«El tercer asesinato», del japonés Hirokazu Kore-eda, trata el dilema moral de un abogado que debe defender a un asesino reincidente que se enfrenta a una más que probable pena de muerte. Una película con más preguntas que respuestas es una película inteligente. En El tercer asesinato un personaje se inmola delante de nuestros ojos para salvar la intimidad de una joven gravemente herida. Kore-eda es de los más apreciados en San Sebastián. Aquí ha ganado el premio del Público en dos ocasiones. “Un tribunal de justicia es el lugar menos indicado para conocer la verdad, allí se dirimen otras cosas”, le dijo un abogado al director preparando el filme. Y añadió Kore-eda: “Es inútil obsesionarse con buscar la verdad, más que nada porque las cosas no son de una sola manera. Pero eso equivaldría a reconocer nuestros limites, nuestras incapacidades, y eso no es fácil”.

Fotograma de «En cuerpo y alma», Oso de Oro en el pasado festival de Berlín. / OAC

La ganadora del último Oso de Oro del festival de Berlín es húngara y se titula «En cuerpo y alma» (Ildiko Entedi). Cuenta la insólita relación de amor entre el tullido director económico de un matadero y la nueva encargada del departamento de calidad, una mujer fría hasta la frigidez y maniática hasta el bloqueo total en la relación con otros. Ocurre además que ambos solitarios descubren que cada noche sueñan lo mismo, como ciervo y cierva acompañándose en un bosque nevado, y eso los impulsa a buscarse. “En cuerpo y alma” contiene chispazos de humor y erotismo y su fotografía, encuadres y actores con solventes. Nos quedamos sin saber de dónde arrastran los protagonistas esas ausencias. ¿Nos toca a nosotros rellenarlo como espectadores inteligentes? Tal vez todo quiera ser la descripción de un estado existencial depresivo que afecta a la sociedad actual en general o a la húngara en particular. A la directora Entedi o al jurado berlinés deberá preguntarles quien esté interesado en saber la respuesta. O buscarlo en Google.

Fotograma de «Una mujer fantástica», lo nuevo de Sebastián Leilo tras «Gloria» (2013). / OAC

El emergente cine chileno estuvo bien representado por «Una mujer fantástica» (Sebastián Leilo), esperadísima desde que fue aclamada en la pasada Berlinale. También destacó «Princesita» (Marialy Rivas), una de las películas que más gustó a los jóvenes en la sección Nuev@s Director@s. Describe el horror de las sectas en el país sudamericano contado desde los pensamientos y sentimientos de una niña a punto de convertirse en mujer. «Princesita” es una producción de Fábula, la empresa de los hermanos Larraín -los Almodóvar chilenos-. Estos, responsables de títulos como «Tony Manero» (2008), “No” (2012), “Gloria” (2013), “Jackie” (2016) y “Una mujer fantástica” (2017), han anunciado en San Sebastián el establecimiento de su productora en Los Ángeles para apoyar proyectos de cineastas no estadounidense en Hollywood. La colombiana «Matar a Jesús», de Laura Mora, y la chilena «Los perros», de Marcela Said, fueron otras películas latinoamericanas destacadas, premio del Público la primera y premio Horizontes Latinos la segunda.

Fotograma de «Princesita». / OAC

 

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