Not this way, Mr. Lasseter! ¿Así no, Mr. Jobs?


Cars 2 (John Lasseter, Brad Lewis, 2011). SIDE A: Solo un momento de magia en hora y media de película ciertamente no es mucho, pero ¡qué momento en la recta final de este filme con centenas de coches y carreras como centellas! Un segundo sí, pero de los que hinchan el corazón. Esa opresión en el pecho significa vivir, escribía Mario Benedetti en La Tregua a propósito de los sentimientos que el viejo oficinista Martín Santomé experimentaba hacia su joven enamorada. Para los que somos fans declarados de Tom Mater, Mate para los amigos, la vieja grúa aparentemente boba de Radiator Springs, Sancho Panza viejo y paletudo de un secundario Rayo McQueen que por méritos propios no llega a Quijote (la habilidad al volante es casi nada a pesar del circo Ecclestone); para los que disfrutamos como enanos con sus cuentos de torero en España, astronauta en la luna, tuneado en Japón, rockero heavy metal en Las Vegas, bombero en el infierno; para, en fin, sus incondicionales, verlo seducir de verdad a una chica-coche son toneladas más de magia de las que el cuerpo pueda soportar. ¡VAYA TOALLA! Merece toda la película, aunque ésta sea no más que un mero ejercicio de virtuosismo técnico inapelable (debe de ser deslumbrante en 3D), construido sobre un guión lleno de guiños pero poco inspirado por ser el más previsible de todos los filmes de largometraje de la factoría Pixar hasta la fecha (que son 12 si no he contado mal, desde la inaugural Toy Story (1995). Un guión que de principio a fin sigue el ABC de la estructura de las películas de acción de Hollywood. Por ejemplo, el de Star Wars (1977). En eso Cars 2 es una película muy antigua.

SIDE B: Coincido con el crítico de El País, Carlos Boyero, en que del padre de todas las criaturas de Pixar, John Lasseter, se esperaba mucho más teniendo en cuenta que coestampa su prestigiosa firma en esta historia con el productor de Ratatouille (2007). ¿O que su nombre firme el filme es sólo una estrategia comercial para minimizar su previsible impacto negativo conocidos los antecedentes? Coincido también con el sentido común en que ya le vale al señor de las camisas hawaianas ir acercando su otrora espíritu liberal-demócrata cada vez más a la peligrosa linde del republicanismo USA. Así no, Mr. Lasseter. No es el mejor momento para enseñar a niños remedos de principados monegascos y viejas monarquías precisamente ahora que la deriva económica -cuyos culpables estaban precisamente en los codiciosos especuladores de la costa este de su país cada vez menos poderoso- avanza sin contemplaciones por la vieja Europa (Grecia, Portugal, España, Italia). El poder, la referencia de Pixar como herederos del trono de la animación mundial tras la muy conservadora y sin embargo revolucionariamente deliciosa Disney, hace exigible hoy otro acercamiento. ¿O fue precisamente la absorción por Disney en 2006 por 7,4 millones de dólares el punto de inflexión final de todas las esperanzas para una renovación también moral e intelectual en este sector tan influyente para el imaginario colectivo? Steve Jobs, mandamás de Apple y entonces principal accionista de Pixar, quedó entonces como el principal accionista individual de Disney, con el 7% de las acciones. Un hito que el milmillonario gurú del iPhone debería utilizar también para predicar con el ejemplo en estos tiempos de pánico económico.

(En la imagen superior, Mate charla de forma distendida durante un vuelo con la novata Holley Shiftwell en presencia del agente secreto Finn Mc Missile)