Si por algo merece que se siga difundiendo la carta del distribuidor Adolfo Blanco al ministro José Ignacio Wert sobre la difícil coyuntura del cine español en los tiempos que corren es por la disección que hace del fútbol como uno de sus principales enemigos externos. Del negocio del fútbol habría que precisar. Deporte solamente para el forofo y el ingenuo que retrata a España como un país vendido al improductivo encanto de lo irracional que tampoco en esto ha superado la fatal herencia de 40 años de franquismo, dictadura aquella que entronizó no solo el funesto doblaje al español de películas sino tambien al mal llamado deporte rey para, ayer como hoy, mantener distraída a la plebe de lo importante, las cosas que de verdad hacen grande a una comunidad.
Esta diatriba no tiene que ver con el grupo de chiquillos que juega a darle a una pelota de plástico en una plaza soñando con ser futbolistas de mayores. Pero no puede ser que medio país del faro de Orchilla al cabo de Creus Sigue leyendo