Más fondo de armario: Entrevista a Mateo Gil


La primera entrevista que se le hacía al cineasta Mateo Gil en un medio de Canarias la firmé mientras colaboraba con la desaparecida revista Anarda. La publicación -financiada por el empresario Jaime Cortezo- la dirigía entonces José Antonio Alemán, de la sección de Cultura se encargaba Pedro Schluetter y yo compartía la sección de cine con Gregorio Martín Gutiérrez. Desde septiembre de 1999 hasta mayo de 2000 colaboré de esta forma en nueve números hasta que un cambio en la dirección empujó al leonés Sergio Cao a la dirección y a mí a la coordinación y edición de las páginas de Cultura, que llevé a cabo durante 9 números entre julio de 2000 y abril de 2001. La etapa concluyó unos números después de la llegada de Laly Sánchez al frente de la dirección de la publicación. La revista se siguió editando, al menos, hasta agosto de 2003.

Mientras Martín Gutiérrez se ocupaba más de asuntos teóricos sin vínculo con las islas, mi compromiso con el sector en el archipiélago me hacía interesarme principalmente por temas relacionados con los cineastas canarios. Promoverlos a través de la prensa se había hecho de manera muy precaria. Y era esencial hacerlo con solvencia y contundencia para dar visibilidad a una actividad que carecía de espacio frente a otras disciplinas culturales que contaban con el favor de la prensa. Después de haber dirigido el área Audiovisual del Gobierno de Canarias, el área de Cine del Cabildo de Gran Canaria, trabajado en largometrajes y cortometrajes y colaborado en diversos medios de comunicación de prensa escrita y televisión, tenía muy madura esta idea de promoción del cine favoreciendo el desarrollo de un tejido profesional que al poco tiempo inspiró mi trabajo al frente del Foro Canario del festival de cine de Las Palmas, en la segunda edición.

Volviendo a Mateo Gil y al año 2000, ahora ocurría que un director canario residente en Madrid sin vínculo con las islas más que el propio de haber nacido y crecido aquí se enfrentaba a su primer largometraje, un thriller de jugadores de rol ambientado en la Semana Santa sevillana. Una gran oportunidad. Hoy, la segunda película de Mateo Gil “Blackthorn. Sin destino” está nominada a 11 premios Goya, mérito que la sitúa en cuarta posición de las preferencias de los académicos, tras «La piel que habito» (Pedro Almodóvar), «No hay paz para los malvados» (Enrique Urbizu) y «Eva» (Kike Maíllo). Un enorme éxito que contrasta con la muy pobre acogida del filme en salas comerciales. De hacer un cine de calidad que no necesariamente esté al servicio de la taquilla habla Mateo Gil en esta entrevista. Pero también de otras muchas cosas. Se publicó en enero de 2000 en el número 14 de la revista Anarda. Espero que la disfruten.

Mateo Gil, director de cine: “Me daba vergüenza admitir que quería ser cineasta”

He visto Esposados [Juan Carlos Fresnadillo, 1996] y La Raya [Andrés Koppel, 1997] y me parecen dos cortos magníficos. Pienso que es inevitable que la industria esté centrada en un sitio, pero también estoy convencido de que se puede hacer cine en cualquier lado.” La pregunta es inevitable. Mateo Gil (Las Palmas de Gran Canaria, 1972) es, hoy por hoy, el director canario que mejor posición ocupa en la industria cinematográfica española. “Veo más difícil que se cree un industria en las islas. Lo que se puede hacer es apostar por la formación actoral y técnica. Potenciar el que se conviertan en un gran centro de formación y también en un gran decorado para producciones. También hay que generar iniciativas culturales que fomenten y expandan el aprecio hacia este oficio. En este sentido, la idea de poner en marcha un festival de cine en Las Palmas de Gran Canaria me parece excelente.”

Íntimo amigo de Alejandro Amenábar y estrecho colaborador suyo en dos de los grandes éxitos del cine español de los noventa, Tesis (1996) y Abre los ojos (1997), dibujó trazos de gran cineasta en Allanamiento de morada (1998), su primer cortometraje. A finales del pasado mes de noviembre estrenó Nadie conoce a nadie, un largo que él define como “un thriller psicológico que habla, sobre todo, de la desorientación en la que vive la gente hoy en día. Sin creencias religiosas y sin referentes claros ni políticos ni sociales. O, como escribió Juan Bonilla en la novela en que está basada, “sin una guerra en la que caerse muerto.”

Le leo una cita. Mankiewicz dijo que los críticos son «tan esenciales para la obra de arte como las hormigas en un almuerzo en el campo.” Suelta una carcajada. “Las críticas son necesarias. No sólo es importante que se vea cine, sino también que se hable de él. Claro que con el volumen actual de películas muchos críticos tienden a la generalización. Pero eso es inevitable. La crítica es necesaria y no hay que tomársela muy en serio. Yo, por Nadie conoce a nadie he recibido malas, y duelen en el alma. Pero también buenas. Esas te ponen las cosas en su sitio.”

“Hay que reivindicar el cine sin taquilla. Si no creyera que el cine es, fundamentalmente, arte, no me dedicaría a esto.”

¿Qué fue lo que más te preocupó al escribir el guión? En sus orígenes se me encargó para que lo rodara un director consagrado. Por ello me preocupé muchísimo de crear una trama potente, con mucho suspense y mucha acción. Después, cuando acepté dirigirlo, me lo fui llevando más a mi terreno, incorporando elementos propios. Allanamiento de morada la escribí a la inversa. Partí de una idea y unos personajes y lo tuve escrito en un fin de semana. Quizás esta sea la manera más acertada. En todo caso, son las historias las que te van marcando el proceso. Eso es prácticamente incontrolable.

¿Y el mayor obstáculo al que te enfrentaste en el momento del rodaje? Un rodaje es una constante carrera de obstáculos con un denominador común: la lucha contra el tiempo. En Allanamiento de morada me preocupé sobre todo de la interpretación de los actores. En Nadie conoce a nadie mi prioridad fue, en medio de esa lucha, que ningún elemento de la película (cámara, interpretación, decorados, vestuario, música, sonido…) estuviera desequilibrado con respecto a los demás.

Mateo Gil no es de los que afirman que lo del cine lo tuvo claro desde siempre. “No hubo un momento que yo recuerde en concreto, una chispa. Ocurrió a lo largo del bachillerato. Lo curioso, en mi caso, es que no se lo decía a nadie. Cuando estaba en Madrid estudiando Imagen y me preguntaban, decía que estudiaba periodismo. Me daba vergüenza admitirlo. Me sentía como una persona de pueblo –viví hasta entonces en el barrio de El Calero, en Telde- y lo del cine lo veía como algo inalcanzable.” En abril, le comento, Víctor Erice (El espíritu de la colmena, El sur, El sol del membrillo) levantó acta oficial de la muerte del cine como arte: “Ahora se hace industria pura y dura y su máxima expresión, la taquilla como punto de referencia.” Frente a la ingenuidad del cine de antes el director vizcaíno opuso la inmersión del séptimo arte en el “gran monstruo audiovisual de los tiempos actuales, una magma trufado de publicidad y susceptible de caer bajo los efectos nocivos de la televisión.” “Tiene razón, pero es una valoración demasiado peyorativa. Es cierto que el cine de hoy ha perdido la ingenuidad, y eso es malo. Hay que reivindicar el cine sin taquilla. Si no creyera que el cine es, fundamentalmente, arte, no me dedicaría a esto.”

¿Imitar al cine norteamericano es la salvación del cine español y europeo? Es que pienso que el concepto de “norteamericano” es muy difuso. Mi película es profundamente española, al igual que las de Amenábar, y a ambos se nos ha tachado de hacer un cine ‘a la americana’. Creo que esto no tiene mucho sentido. Lo realmente importante es que sea un cine de calidad.

Se expresa con la claridad de quien sabe de cine desde dentro, pero también con sensatez para reconocer que su maratón particular no ha hecho más que empezar. “Claro que tengo proyectos para rodar en Canarias, pero mi primer objetivo es asentarme en Madrid. Es la única manera de poder elegir. Ahora no tengo nada sobre la mesa. Por lo pronto, me gustaría cambiar de registro. Una historia de amor tal vez. Una comedia seguro que no. Me parece el género más complicado y todavía no me siento capaz de afrontarlo.” Por lo pronto, con solo veitisiete años, Mateo Gil ya ha conseguido entrar en el estadio. Muchos otros atletas se siguen empujando para entrar. Muchos más lo dejaron en el camino.

Índice de imágenes:

1) La entrevista, tal y como salió publicada, ocupó una página y una columna de la revista.

2) Eduardo Noriega y Natalia Verbeke en una imagen promocional de «Nadie conoce a nadie». En la película actuaban también Jordi Mollá y Paz Vega.

3) Portada de la revista Anarda donde fue publicada la entrevista.

Andrés Santana: El vuelo de la cometa (capítulo 1)


Congratulándome por la excelente noticia que se hizo pública esta semana, las 11 nominaciones para los Premios Goya 2012 recibidas por «Blackthorn, sin destino», dirigida por Mateo Gil y producida por Andrés Santana (ambos canarios nacidos en Gran Canaria), comparto el primer capítulo de mi primer libro, la biografía del productor cinematográfico Andrés Santana, publicada en 2003 como complemento al homenaje que le organicé cuando dirigía la sección Foro Canario del festival de Las Palmas en la cuarta edición, y que también incluyó la proyección de un ciclo de películas del productor y la entrega de la Lady Harimaguada de Honor. La entrega de esta distinción, con la presencia en el Auditorio Alfredo Kraus de una amplia representación de su numerosa familia, amigos y colegas de profesión y la interpretación por su amigo el músico Joan Valent de la pieza «Santana», compuesta ex profeso para ese momento, constituyó, lo digo sin pestañear, el momento más emotivo, honesto y sincero de cuantos se han vivido en este certamen, al menos durante los nueve años que duró mi participación.

El reconocimiento a Andrés Santana como lo que es, el cineasta canario más importante de la historia del cine -entre sus muchos reconocimientos, sus 20 películas como productor han logrado 72 candidaturas a los Premios Goya; a título individual ha obtenido dos estatuillas de 14 nominaciones; ha estado nominado a los Oscar de Hollywood; ganado la Concha de Oro del festival de San Sebastián y el premio Ángel Azul del festival de Berlin -, tuvo su continuidad seis años más tarde con el homenaje -y libro, «El sueño del Monopol»- a Francisco Melo Sansó como principal distribuidor y exhibidor independiente de las islas.

Espero ir subiendo uno a uno los capítulos en entregas sucesivas. Por supuesto que si hay peticiones los puedo adelantar. Solo pondré en estas entradas el texto principal del libro. Me he permitido hacerle pequeñas correcciones que mejoran el original publicado en 2003, así como añadirle algunas imágenes y enlaces que pueden favorecer la comprensión del texto, y ampliar los límites naturales de una publicación en papel.

No incluiré en estas entradas -al menos por ahora- ni el prólogo de Imanol Uribe, el anexo con la filmografía completa, dedicatoria y agradecimientos, fotografías, ni los testimonios que para el libro firmaron Pablo del Amo; Montxo Armendáriz; María Barranco; César Benítez; Gonzalo F. Berridi; Antonio José Betancor; Fernando Bovaira; Mario Camus; José Manuel Cervino; Fernando Colomo; Fernando Fernán-Gómez; José Luis García Arrojo; Carmelo Gómez; Enrique González Macho; Pedro Guerra; Félix Murcia; Gilles Ortion; José María Otero; Juan Potau; José Antonio Rebolledo; Aitana Sánchez-Gijón; José Salcedo; Goya Toledo; Fernando Trueba; Joan Valent y Víctor Manuel. Para eso hay que buscarlo y comprarlo, que aún se puede.

Sí añado la cita del escritor canario Agustín Espinosa que encabezó el volumen. Como suele decirse, una vez publicado, el texto solo pertenece a los lectores. Espero que lo disfruten tanto como yo al escribirlo.

No hay mar tampoco aquí. Que el mar es trama de héroes, selva de perdidos y no jaramago de invernadero.

Agustín Espinosa (Crimen)

Capítulo 1: ¿Un mundo maravilloso?

Le pregunto por la primera imagen cinematográfica que guarda en su memoria y Andrés Santana no lo duda un segundo: se recuerda muy chico, diez años quizás, mucho antes de partir a los diecinueve recién cumplidos en su viaje sin retorno a Madrid, viendo a Joselito cantar en una película aquello de “¡Ay, Campaneeera!” en el cine de Las Lagunetas, el pequeño pago situado en el barranco grancanario de La Mina donde nació.

Las islas Canarias están formadas por siete islas y seis islotes. Situadas en el océano Atlántico, muy cerca de la costa norteafricana, su conquista por parte de la Corona de Castilla fue inmediatamente previa a la expansión del Imperio español por América, tras su descubrimiento en 1492. Son, por ello, geográficamente africanas, política y culturalmente europeas y mantienen fuertes lazos de unión con América, especialmente con los países de Venezuela y Cuba. El desarrollo moderno de Gran Canaria -isla más poblada y desarrollada de la provincia de Las Palmas- comenzó con fuerza a finales del siglo XIX por la construcción del Puerto de La Luz y de Las Palmas, que se convirtió pronto en una escala comercial transatlántica ineludible. El lento declinar del puerto, a partir de los años sesenta del siglo XX, se compensó con el importante desarrollo en las mismas fechas de la industria turística. La isla, que hoy habitan setecientas cincuenta mil personas y recibe casi tres millones de visitantes al año, tiene forma redonda -como una pelota de playa partida por la mitad de cincuenta y seis kilómetros de diámetro- y se caracteriza por un clima excepcionalmente benigno, con temperaturas suaves a lo largo de todo el año.

Andrés Santana nació un 31 de enero de 1949 en Las Lagunetas en el interior de la isla, a mil ochocientos metros de altura, en una de sus zonas más altas y frondosas, pero no en el núcleo principal de casas. Él vio la luz en la “enorme casa” de su abuela materna, en un lugar aislado conocido como El Trigo Diego, situado a un kilómetro de distancia barranco abajo. Las Lagunetas, alrededor de cuya parroquia se había concentrado la población de la zona, no debía de superar en aquellos años las seiscientas personas. San Mateo -el municipio al que pertenece este barrio- tenía un total de ocho mil quinientos habitantes en 1950. Es la cifra más alta de su historia: precisamente a partir de la segunda mitad del siglo pasado, muchas familias -agricultores y ganaderos en su mayoría- se trasladaron a la capital de la isla buscando mejorar su calidad de vida.

Así lo decidieron también los padres de Andrés al poco tiempo de nacer él. Hoy, más de cincuenta años después, Carlos Santana y Sofía Quintana aún viven en la misma casa del barrio de San José de Las Palmas de Gran Canaria donde se instalaron en aquellos años. Andrés es el tercero de siete hermanos y el único de la familia que buscó su destino lejos de las islas.

¿Cuáles son los primeros recuerdos que guardas en tu memoria?

Uno de mis primeros recuerdos fue la muerte de mi abuela paterna, a la que adoraba. Vivía en el cercano barrio de San Nicolás, donde mi abuelo trabajaba como encargado de unas plataneras. Yo acostumbraba visitarlos a menudo y acompaña a mi abuelo a coger plátanos, ordeñar vacas, etc. Cuando regresábamos a la casa, mi abuela se encontraba sentada en su mecedora y yo me sentaba a su lado. Entonces ella me acariciaba la cabeza con su mano derecha mientras se mecía, proporcionándome una serenidad y un placer que, creo, nunca he vuelto a sentir. Cuando murió, mis padres no querían que la viera, porque era muy pequeño; pero conseguí asomarme sin ser visto: la figura de mi abuela transmitía una gran serenidad. Fue la primera pérdida importante de un ser querido y me dejó un recuerdo imborrable.

El barrio de San José se extiende como un brazo de un kilómetro y medio de largo paralelo a la costa en el cono sur de la ciudad. Habitado por familias humildes, remonta sus calles estrechas y empinadas al siglo XVII. Sus casas terreras de no más de una planta de altura se agolpaban, tal y como Andrés lo conoció, en una ladera directamente enfrentada al sol del Atlántico al amanecer. Abajo, entre el sol y el barrio, el verde encendido de extensas plantaciones de plataneras; más allá, solamente el mar, como una sábana añil erizándose al viento, de apariencia infinita.

Escucho a lo lejos un pasacalles risquero que interpreta, a estas horas de la mañana, una melodía popular y pienso en el jolgorio del barrio en fiestas, en cada uno de sus rincones invadidos del calor que solo las personas humildes desprenden. Los nombres de las calles de San José despiertan un mundo de evocaciones que parece extraído del cofre de un tesoro: Amanecer, Ancla, Anillo, Arena, Arpa, Asia, Aurora, Balandro, Bolero, Califa, Centella, Coral, Corsario, Creta, Dragón, Eco, Esfera, Espejo, Estela. Son un laberinto de callejones y callejuelas que Andrés correteó, arriba y abajo, mil veces en su infancia. Para él, que cursó la enseñanza primaria en el colegio del barrio, la vida durante esa primera década de vida consistía en “ir a clase, jugar a fútbol, trastear con los amigos, lanzar las cometas al aire.”

Pero fue la casualidad, o tal vez “la suerte que siempre me ha acompañado”, lo que lo llevaría, acompañado por su madre, de nuevo al pago campesino de Las Lagunetas para vivir con un tío que estaba soltero. Tenía Andrés sólo diez años. Y fue en aquel retorno a su barranco natal donde hizo dos descubrimientos fundamentales para su vida: el del cine, domingo a domingo en las proyecciones vespertinas que se celebraban en la trasera de la casa parroquial; y el más deslumbrante de todos, el de la naturaleza.

Me tocó volver a la casa de El Trigo Diego para ayudar a mi tío, que estaba solo, cultivando la tierra y cuidando vacas. Sobre todo, para hacerle compañía por si pasaba algo. Ese valle fue para mí el descubrimiento de la vida, las plantas, los animales; en él aprendí a amar la naturaleza. Si una cabra paría un cabritillo, era yo quien le daba el biberón, así es que después lo tenías pegado todo el día entre las piernas, como un perrillo. Lo malo es que después había que matarlo. Tengo también una imagen muy cinematográfica: cuando iba a echar la cometa en una era cercana, donde el viento bajaba muy fuerte entre los huecos de la montaña. Solo, en medio de aquel paisaje, con los hilos enlazados entre los dedos y siguiendo con la mirada la cometa en el inmenso cielo azul. A veces sentía deseos de volar, de convertirme en cometa. Con el tiempo, empecé a soñar que volaba como un pájaro y veía, desde el cielo, todo aquél paraje.

El barranco de La Mina constituye el nacimiento de una de las cuatro cuencas que, desde la cordillera central de Gran Canaria, avanzan hacia el este de la isla. Tiene su cabecera a mil ochocientos metros de altura y debe su nombre a una galería horadada en la montaña, que proviene de la vertiente oeste de la isla y por la cual recibe el agua que lo recorre. Muchos habitantes de Las Lagunetas participaron en la construcción de las estrechas conducciones de agua, talladas en la piedra, que recorren su ladera de umbría desde el siglo XVIII. En su tramo inicial, la estrecha garganta de agua es un mundo –hoy único en la isla- de líquenes y musgos, veroles, zarzas y sauces. Las cascadas bajan imparables, especialmente intensas en primavera, golpeando las piedras y dilatando su hendidura hasta formar las dos imponentes laderas del barranco, que cubren su desnudez de roca rojiza y cañahejas amarillas con un denso tapiz de escobonales, codesales y retamares, entre higueras, nogales, castaños, tuneras, pitas y pitones. En las laderas del barranco -especialmente en la zona más cercana a Las Lagunetas-, son numerosas las terrazas o bancales construidos a partir de muros de piedras preparados para el cultivo, principalmente, de papas y maíz.

Los domingos los pasaba enteros en el pueblo, en casa de mi tía Josefa. El día acababa siempre con una película en el cine de Las Lagunetas. Cuando finalizaba la sesión, tenía que volver a la casa de mi tío por aquel barranco. Era un trayecto largo, valle abajo, solo y de noche. Iba con una linterna y me sobresaltaba con cualquier ruido. ¡Era tremendo el miedo que pasaba! Luego oía las historias que contaba mi madre: que si se aparecían leones, que si ballenas… ¡Me aterrorizaba! Afrontar eso en aquella niñez era muy duro; aunque también es verdad que me fue fortaleciendo. Recuerdo también que con once años me peleé con un chico en la fiesta del pueblo. A los dos nos gustaba la misma chica y decidimos pegarnos: el que ganara se quedaba con la chica. Le gané yo, pero al día siguiente alguien me dijo: “¿Cómo has podido pegar a un chico enfermo?” Lloré de rabia, le pedí perdón y nunca más he vuelto a pelearme con nadie. Son recuerdos memorables. Como cuando a mi abuela materna, ya enferma terminal, la trajeron a El Trigo Diego portándola cuatro personas en una silla de mimbre, con su cabello blanco al viento. Yo era muy pequeño y es una imagen que tengo grabada como un sueño. O cuando una noche -en casa con mi tío- de pronto oímos muchos ruidos de voces y griterío por el barranco. No sabíamos qué pasaba. Salimos fuera y estaban buscando a un hombre, un poco retrasado, al que veía y saludaba todos los días. Se había caído por una ladera y se había matado.

La corta edad de Andrés, la abrumadora soledad de la vida en el campo y algunos amigos a los que sólo veía los fines de semana, le procuraron recuerdos intensos e imborrables.

Esos dos años con mi tío fueron los que más han marcado mi forma de ser. Cuando descubrí los pájaros, aprendí a coger los nidos, a alimentar canarios con leche y gofio… Algunas veces los soltaba, aunque no estaban preparados para vivir en libertad. También recuerdo unos lagartos grandes ¡enormes! que había en aquellas montañas. Nunca más los he vuelto a ver. En verano volaba las cometas o me iba a bañar con un vecino a los charcos del barranco. ¡Me encantaba eso de ir a soltar el agua a los estanques, trabajar en el campo, regar el maíz, las papas, el colegio del pueblo! Era un mundo muy diferente al de la ciudad; un mundo maravilloso, que me viene continuamente a la memoria. Siempre que viajo a Las Palmas voy, inevitablemente, a ese lugar y siento que una parte importante de mí se quedó allí. Espero que cuando me muera mis cenizas se esparzan por el agua de ese barranco.

Y esa etapa finaliza cuando tu tío se casa y retornas a Las Palmas.

Sí. Mi madre trabajaba en una pensión por las mañanas y yo empecé a ayudarle; por las tardes iba al colegio de don Andrés, en San José. De los quince a los dieciocho años trabajé en la oficina de una lavandería, en la calle Secretario Artiles, en la otra punta de la ciudad. Por la noche, a la salida, me iba a estudiar intentando sacar el bachillerato. Pero al final no lo acabé. A los dieciocho años me dije: “Tengo que conocer otro mundo.”

Situada en el noreste de la isla, Las Palmas de Gran Canaria se fundó en 1478 y es la ciudad más poblada del Archipiélago canario. Entre 1960 y 1970 -años de pubertad y adolescencia de Andrés-, pasa de ciento noventa mil a casi trescientos mil habitantes, el índice de crecimiento demográfico mayor de su historia. San José linda al noreste con el barrio aristocrático de Vegueta. Al noroeste con el popular de San Juan, apelmazado de casas de colores en uno de los riscos que caracterizan la zona histórica de la ciudad. San José, Vegueta y San Juan: ese fue el triángulo de correrías de Andrés durante su adolescencia, aunque también hacía constantes incursiones al cercano barrio comercial de Triana. Si la magia del cine le había tocado con su varita en las sesiones dominicales de Las Lagunetas, la afición se fue haciendo más intensa tras su vuelta a la capital.

En Las Palmas, en la época en que estudiaba el bachillerato, compraba todos los meses el “Fotogramas” y devoraba todo tipo de películas en los cines de la zona: el Torrecine, el Cairasco, el Cuyás, el Pabellón Recreativo y el Vegueta. Los programas dobles del Torrecine me los tragaba todos. Con los amigos jugaba al fútbol, íbamos a la playa de La Laja, a las discotecas… Estábamos muy unidos aunque respecto al cine había diferencias: yo no sólo iba los domingos con ellos, iba también entre semana. Y las películas que a mí me gustaban, a ellos empezaron a no gustarles. Me decían (risas): “Oye, pero esa película que acabamos de ver, era un poco paquete, ¿no?”

Y ahí comienzas a querer dedicarte a este oficio…

Sí, desde entonces. Yo pensaba diferente; pero no porque tuviera una educación distinta o nuestras familias no dispusieran de los mismos medios, no; quizás es que tenía otras inquietudes. No sé por qué, pero lo cierto es que me llamaban la atención otras cosas. Me gustaba mucho leer historias de aventuras de Jack London, libros de Conrad, los tebeos del Capitán Trueno, El Jabato, El guerrero del antifaz, El príncipe encadenado… Sin quererlo, todas esas lecturas me abrieron otros horizontes; hacían que investigara, que aprendiera. Pero eso sólo se debe a la curiosidad de cada uno, porque, y entonces todavía no era muy consciente, creo que yo quise hacer cine porque lo que me apetecía era contar historias.

Andrés no lo recuerda, pero alguien muy cercano conserva todavía en la memoria su imagen devorando tebeos solo, de noche, en la penumbra del patio de la casa familiar, mientras los demás hermanos dormían en sus habitaciones.

¿Cuáles eran tus películas preferidas?

A todos nos gustaban las películas de vaqueros y de romanos. Esas eran las películas “buenas” de la época. Pero a mí me empezaron a gustar también las películas “raras” que ponían en el cine Vegueta: “El manantial de la doncella”, de Ingmar Bergman, y “Los siete samurais”, de Akira Kurosawa; una que vi en el Torrecine y me impresionó mucho fue “Los Nibelungos”, de Fritz Lang. O las películas francesas de la Nouvelle Vague. Otra que me influyó mucho en aquel momento fue “La busca”, de Angelino Fons, con Jacques Perrin y Emma Penella. Precisamente, esta película la vi en Tenerife el día antes de coger el barco que me traería a la Península.

¿Tus amigos supieron que te ibas?

Yo les decía que quería hacer cine, pero era como decirles que quería ser astronauta. “Ah, sí, sí… vale… ¿y haciendo qué?”, me preguntaban. Y les respondía: “¡Yo, de actor!” Hace ocho o diez años contacté, a través de mi hermana Paula, con uno de ellos, Manolín, quien, a su vez, quedó con Chano y Millares. Habían pasado veinticinco años y, cuando nos vimos, fue un choque enorme, muy duro para todos. Los años transcurridos habían borrado las huellas del tiempo pasado.

Andrés decidió marcharse de la isla para hacer cine un día de febrero de 1968, con 19 años recién cumplidos. No supo cómo fue acogida su decisión en su familia. No pudo saberlo, porque se fue con la excusa de ir a visitar a un amigo que hacía el servicio militar en Tenerife y tardó mas de una semana en entrar en contacto directo con ellos. Esa ausencia le ha marcado durante todos estos años.

Soy el tercero de siete hermanos y todos nos seguimos llevando muy bien, gracias a la relación con mi madre. Ella es una matriarca, dedicada totalmente a sus hijos y preocupada porque todos salgan adelante. Muy pendiente de todos y procurando que el vínculo no se pierda. Hace dos o tres años reunió a más de treinta personas en torno a una comida en el caserón de El Trigo Diego. Ese día vi a familiares que no conocía. Mi madre tiene una personalidad muy fuerte y una gran generosidad. Una tía mía dice que tiene un don especial, que ejerce una atracción intensa sobre los demás. Me recuerda al personaje de la madre en “Las uvas de la ira”: una mujer de una cultura baja -propia de la época-, pero con una sabiduría natural. En situaciones adversas y negativas, ella consigue imprimirles un carácter positivo, esperanzador.

Su casa siempre fue un matriarcado. Las mujeres de la familia, su abuela y su madre, han ejercido en él una fuerza especial: han representado el amor, la protección y también las certezas de una fuga hacia adelante. En contraposición, el silencio presencial de los hombres en el hogar.

Supongo que tu marcha -así, sin avisar- tuvo que resultar dura para todos, tanto para ti como para ellos, y especialmente para tu madre.

Muy dura. Cuando llamé a casa después de mi marcha, ya en Madrid, mi madre me dijo que no podía creerse la información que le estaba dando. Y me dijo: “Hijo, vale, ahora ya estás ahí y está bien, si eso es lo que quieres. Pero trata de ser siempre lo más educado y lo más honrado posible. Y come bien, aunque comas poco, porque eso es la salud.” Yo, que me había ido sin decir nada, hablaba con ella con un miedo terrorífico. Y sé que ella lo llevó muy mal: el hijo que se le va a escondidas y no tiene la valentía de decírselo a la cara. Por ella acepté que se hiciera este libro.

¿Y qué opinaba de que te quisieras dedicar al cine?

Al principio no le gustaba mucho la idea. Pero creo que porque no sabía exactamente en que consistía este mundo y, lógicamente, no se fiaba. Yo tampoco me he molestado mucho en explicarle demasiado. He querido que me vea como un hijo más; que mi actividad no afecte a las costumbres de la convivencia familiar. La última vez que vino a Madrid, cuando vio que estaba bien y que mi casa era “bonita” se quedó más tranquila. Y yo también.

Índice de imágenes:

1) fragmento de la portada de «El vuelo de la cometa», diseño de Iñaki Cabodevilla. La foto que la preside muestra a Andrés con una lechera al hombro en la casa familiar de El Trigo Diego (Las Lagunetas, San Mateo).

2) Cartel de carretera de Las Lagunetas. Foto de Luis Roca Arencibia realizada durante la preparación del libro.

3) Las Palmas de Gran Canaria en los años 60. En primer término de distingue el castillo de San Cristóbal; en segundo término, las fincas de platanera que ocupaban lo que hoy es el polígono de San Cristóbal. A la izquierda de las plantaciones se distingue el barrio de San José; perpendicular a él, de mayor dimensión y con la catedral asomando, el barrio de Vegueta (fondo fotográfico de la Fedac/Cabildo de Gran Canaria).

4) Cascada de agua en el Barranco de la Mina, realizada durante la preparación del libro en 2002 (foto de Luis Roca Arencibia).

5) De izquierda a derecha y de arriba abajo, afiches de las películas «La busca», «Las uvas de la ira», «Los siete samurais», «El manantial de la doncella» y «Los Nibelungos».

6) Vista de la plaza de Cairasco con la catedral de Las Palmas en la década de los sesenta del siglo pasado. Está tomada desde el Gabinete Literario (fondo fotográfico de la Fedac/Cabildo de Gran Canaria).

7) De izquierda a derecha y de arriba abajo, distintos momentos de tenderetes organizados en El Trigo Diego en 2003, tras la presentación del libro en Las Palmas; y en 2008: Andrés Santana con su madre, Sofía Quintana, en 2008; parte de la familia Santana Quintana, en 2008; detalle de tenderete en 2003; el alpendre sobre la casa familiar de El Trigo Diego, en 2003; Andrés Santana (2d), junto a un hermano (1d), Antonio Betancor (2i), y mis padres, Daniel Roca (1i) y Yolanda Arencibia(espaldas), en 2003. Andrés Santana es dado a creer en la fuerza del destino. La misma semana de marzo de 2003 que se presentó el libro, y durante su estancia en Las Palmas por el festival, moría el tío con el que había pasado parte de su infancia en El Trigo Diego (Las Lagunetas, San Mateo).

Recuperar, divulgar, salvar (1): Tirma (Paolo Moffa, 1956) y Moby Dick (John Huston, 1956)


(Al final de este texto se ofrece información de las 18 imágenes que lo acompañan)

En los últimos 6 años he dirigido dos proyectos de recuperación de materiales históricos. Entre 2005 y 2007, “Salvar la Memoria: 50 años de Tirma y Moby Dick”, sobre las películas dirigipos por Paolo Moffa y John Huston, respectivamente, dos de los rodajes más importantes de la historia de Canarias, ambos en Gran Canaria y en 1954. En 2010 y 2011, “La Memoria Encendida”, proyecto de recuperación de materiales históricos de la eléctrica Endesa (antes Unelco) en las islas. La razón para ambos es la misma: necesidad de conocer en primera persona datos veraces sobre ambos acontecimientos. En ambos casos, también el mismo origen del problema: quien debía llevar a cabo estos trabajos desde la administración o la empresa pública no lo hacía por falta de cualificación. Y nadie ejercía sobre ellos la debida función de control.

Pero aquí toda esa responsabilidad la tiene quien la gestionó mal cuando Filmoteca Canaria era el principal referente del cine de las islas. Vació sus arcas, la despojó de prestigio, hipotecó su futuro.

En el caso del cine, al que voy a dedicarme hoy en esta entrada aprovechando la proyección de “Tirma” ayer en el Teatro Guiniguada, Filmoteca Canaria nadó desde su nacimiento en 1984 y durante casi veinte años en aguas estancadas. La decisión desde sus inicios de compartir la responsabilidad de la misma entre Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria benefició de forma justa a la primera ciudad, pues mientras en Gran Canaria todo el trabajo se orientaba a perpetuar la lógica del trepa -la vanidad del vividor-, Tenerife -que contaba en cambio con un coordinador con estudios y conocimientos del cine como actividad profesional y no solo como mero cinéfilo- se hizo cargo de la misión fundamental: velar por los fondos fílmicos históricos, buscarlos, catalogarlos, archivarlos.

Así ocurrió que con el paso del tiempo la dirección de la empresa pública SOCAEM (hoy Canarias Cultura en Red), dependiente de Cultura del Gobierno de Canarias, consiguió desprenderse del coordinador de Las Palmas y la dirección total de Filmoteca Canaria acabó en la isla donde se rodó el primer filme canario de la historia, “El ladrón de los guantes blancos” (José González Rivero, 1926). Isla donde también los estudios de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna dirigidos por el catedrático Fernando Gabriel Martín imprimieron el hasta hoy principal haz de rigor histórico al cine isleño. Hoy dirige los destinos de Filmoteca Canaria una mujer nombraba en diciembre de 2004 extraída del propio personal de la institución en esta isla, María González-Calimano, con el foco puesto principalmente en la recuperación y archivo de fondos históricos. Obvio que esa debe ser la prioridad.

A nadie se le escapa que Filmoteca Canaria no cuenta hoy con los medios mínimos necesarios. Fue de las primeras regionales en nacer, pero la impresión es que hoy las demás le han tomado la delantera. Por desgracia, no es la única cosa en que Canarias ha acabado estando en el vagón de cola. Pero aquí toda esa responsabilidad la tiene quien no estuvo a la altura cuando era el principal referente del cine de las islas. Y los políticos que lo pusieron. Vació buena parte de sus arcas, la despojó de buena parte de su prestigio, hipotecó buena parte de su futuro. Su puesta al día sigue siendo una deuda pendiente fundamental del Gobierno de Canarias.

Un proyecto en varios frentes

Precisamente fue María González-Calimano la que en primavera de 2005 me comunicó (en los postres de un almuerzo tras una reunión de los Comités de Valoración de Ayudas del Gobierno de Canarias) que se había encontrado una copia de la película “Tirma” en un viejo búnker de los estudios Cinecittá de Roma (Italia). Al parecer una copia de la versión española en buen estado de conservación. Hasta ese momento, la única que circulaba en Canarias era una de calidad defectuosa, en italiano, con múltiples cortes y sin el color original. Dirigir el Foro Canario del festival de Las Palmas –oportunidad que tuve gracias a la cineasta María Miró- me facilitó la tarea de emprender al año siguiente el proyecto “Salvar la Memoria: 50 años de Tirma y Moby Dick”, una de las experiencias más emocionantes de mi vida. La edición reciente del DVD de “Tirma” por la distribuidora canaria Impulso con participación de Filmoteca Canaria según el máster de la copia encontrada en 2005 es hoy una feliz realidad. Y uno de los hitos principales de su historia de 27 años. Aquí se puede comprar online. Pero no olvidemos nunca por qué llegó con tan lamentable retraso.

El proyecto se abordó desde varios frentes: por un lado se hicieron entrevistas en vídeo digital con una selección de participantes que se habían sumado a una convocatoria pública –la mayoría realizada por un equipo de estudiantes del IES Politécnico Las Palmas encabezados por José Antonio Benítez y Carlos de la Peña-. Por otro se localizaron y recopilaron fotografías, recortes de prensa y otros materiales relacionados con los filmes aportados en su mayoría por los propios participantes. Por último, se transcribieron los testimonios de todos los participantes, según las conversaciones mantenidas telefónica o personalmente. También se incluyó el listado completo con los datos de contacto de todos para facilitar el acceso a los materiales originales.

El proyecto fue recibido con gran interés. Quedó demostrado con el alto índice de respuesta durante los primeros días después hacer la convocatoria pública. En la edicion de papel de El Mundo fue noticia a nivel nacional. Obtuvo resonancia en revistas internacionales de viaje. Lo apoyaron con entusiasmo los medios de comunicación locales.

El primer logro del proyecto fue la proyección de la copia de “Tirma” en color y en versión española, lo que se logró en el marco del séptimo festival de cine de Las Palmas en la Sala Sinfónica del Auditorio Alfredo Kraus, con el aforo completo y la presencia del actor protagonista Gustavo Rojo como invitado especial. Falló la estrella italiana Silvana Pampanini en el último momento por enfermedad, aunque ella insistió en entrar en directo por teléfono durante la presentación. Se trató de una proyección única, posible gracias a la tenacidad de Filmoteca Canaria, que constituyó el reestreno mundial absoluto en salas del filme cincuenta años después. El ayuntamiento de Tejeda, en el centro de la isla y pueblo principal de rodaje, desplazó a varios cientos vecinos en guaguas. Se da la circunstancia, además, de que muchos participantes en el rodaje –entre ellos el actor Gustavo Rojo- no habían tenido ocasión de verla hasta ese momento. Entre ellas, el actor aficionado canario Albino Graziani, quien fue acompañado por enfermeras desde la residencia de ancianos donde vivía. Graziani, aquejado de alzheimer, había sido actor en varias películas del director de cine español Jesús Franco, conocedor de «Tirma» por su amistad con lo actores Elvira Quintillá y José María Rodero y a cuyo rodaje dedicó varias páginas en su libro de memorias. Franco Manera, tres años después Goya de Honor de la Academia del Cine de España, estuvo presente también en la sala.

“Salvar la Memoria: 50 años de Tirma y Moby Dick”, realizado con el apoyo del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo de Gran Canaria, Gobierno de Canarias, IES Politécnico Las Palmas y Gabinete Literario de Las Palmas de Gran Canaria localizó más de 400 documentos entre fotografías, recortes de prensa y otros materiales (como documentos acreditativos de participación). Destacado y generoso fue el esfuerzo de Filmoteca Canaria de recopilación y puesta al día de los materiales que guardan en sus fondos de las dos películas.

Detalle de lo recuperado

El proyecto estaba abierto a personas que habían participado en los rodajes de las películas y también a personas que los vivieron o guardaban recuerdos de los mismos. Se hicieron entrevistas a un total de 140 personas, 94 (67%) de “Tirma” y 46 (33%) de “Moby Dick”. Del total, un 43% habían trabajado en las películas (60). De éstos el 82% trabajaron en “Tirma”, y el 18% en “Moby Dick”. El 48% de participantes fue obtenido durante los 15 días siguientes a la presentación pública del proyecto. En vídeo se entrevistaron un total de 54 personas, el 86% habían trabajado en “Tirma” y el 14% en “Moby Dick”.

A continuación se ofrecen extractos de algunas entrevistas:

Gustavo Rojo – ACTOR. INTERPRETÓ EL PAPEL DE  BENTEJUÍ EN TIRMA – “A raíz de “Tirma” retomé mi carrera cinematográfica en España” – “Nunca vi la película. Ni siquiera proyecciones durante el rodaje” – “La película marcó una época en mi vida personal, porque mi madre [la escritora Mercedes Pinto] era canaria y me permitió conocer un lugar del que ella hablaba en Méjico con mucha nostalgia.” – “En ”Tirma” hice una amistad muy profunda y duradera con Marcello Mastroianni” – “Tirma empezó con mucha ambición y terminó con muchas dificultades ”

Jesús Franco (‘Jess’ Franco)  – DIRECTOR DE CINE. TRABAJABA EN EL CINE ESPAÑOL DE LA ÉPOCA. CONOCIÓ EN MADRID DATOS DE LA PREPARACIÓN Y RODAJE DE TIRMA  –  “Paolo Moffa era un ambicioso y un trepa de espanto, y consiguió hacerse con la dirección de la película de forma cruel e injusta, arrebatándosela a Carlos Serrano de Osma. La película ahí perdió toda grandeza poética, porque Carlos era un loco insensato con un sentido plástico bastante interesante y el otro era un vendedor de gallinas.”

Sergio Calvo  – DIRECTOR DE ESCENOGRAFÍA DE TIRMA – “Carlos Serrano de Osma llevaba una dirección de la película perfecta, pero negoció mal con los italianos y con el dinero de la subvención. Por eso tenía que viajar cada semana a Madrid a buscar más dinero.”

María Victoria Carballo –  ACTUÓ COMO DOBLE DE SILVANA PAMPANINI EN TIRMA DURANTE LOS MESES DE RODAJE – “La noche que me eligieron no pude dormir, yo tenía quince años. Trabajé desde el primer hasta el último día. Tras el rodaje mi padre no me dejó irme a otros rodajes fuera de Canarias con los italianos.”

Francisco Correa – TRABAJÓ EN MOBY DICK COMO TRADUCTOR DEL DIRECTOR DE LA CONSTRUCCIÓN DE LA BALLENA –– “El trabajo de construcción lo iban a hacer especialistas ingleses venidos de fuera, pero aquí se dieron cuenta de que lo podían hacer los carpinteros canarios y mandaron a los ingleses de vuelta a Inglaterra.” – “Gregory Peck felicitó a un operario que se llamaba Sindo por sus maniobras en la escena en que estaba con el pie metido en la ballena. Le dijo que su vida había estado en sus manos.”

Juan Socorro  – EMPLEADO DE LA CASA MILLER, TRABAJÓ EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA BALLENA –– “La ballena se hizo sobre una chata o aljibe, que era como le decíamos a las barcas que suministraban agua a los barcos fondeados. Se tardó un mes en hacerla.”

Juan Antonio Carvallo – SU ABUELO, JOSÉ CARVALLO, FUE EL PATRÓN DEL REMOLCADOR DE LA BALLENA EN MOBY DICK – “Mi abuelo era el patrón del Fortunate, el barco que arrastraba a Moby Dick. La ballena subía o hundía la cabeza en el mar según la potencia con que la arrastrara el remolcador. John Huston daba orden de dar mucha potencia, para que la ballena levantara el morro. Después le hacían señas a mi abuelo para que parara y de esta forma la ballena hundía su cabeza en el mar.”

Manuel Márquez  – CON TRECE AÑOS FIGURANTE EN MOBY DICK, EN EL PAPEL DE GRUMETE DEL BARCO –  “Rodábamos fuera del Muelle Grande. A las ocho de la mañana nos venían a buscar y salíamos en una lancha a motor desde el muelle Santa Catalina hasta la gabarra donde se suponía que estaba la ballena”

Alfredo Martín  “El Palmero” – LUCHADOR. HIZO EL PAPEL DE BENAFRE EN TIRMA (FIGURANTE CON DIÁLOGO), RODÓ EN GRAN CANARIA Y EN MADRID – “Semanalmente cobraba 800 pesetas, pero había 200.000 que eran para el final, y esas no las cobré. Denuncié a la productora, pero el abogado que dijo defenderme resultó estar a favor de ellos. Cuando me enteré lo perseguí y se escondió en el Hotel Madrid hasta las tres de la madrugada. Después no lo vi más.”

Carmelo Ortega – SU PADRE, JOSÉ ORTEGA ESTUPIÑÁN, MAESTRO CARPINTERO DE RIBERA, CONSTRUYÓ LA CARABELA QUE APARECE EN TIRMA – “Asistí a la botadura de la carabela en el Muelle de Santa Catalina. Cuando pasó por la Comandancia de Marina le lanzaron una salva por lo bien que quedó todo. No llegó a dos meses lo que mi padre tardó en construirla.”

Manuel Pérez González –  HIJO DEL BOXEADOR “CARRETA”, FIGURANTE EN TIRMA. ÉL TAMBIÉN FUE FIGURANTE CON SIETE AÑOS – “En “Moby Dick” tenía unos amigos a los que encargaban comprar la carne que debían echar para atraer a las gaviotas, pero ellos se quedaban con la carne y lo que echaban al mar eran sobras de pescado. Entonces los precios de la carne eran prohibitivos para los pobres. Gracias a “Moby Dick” se pudo comer mucha.”

José Aurelio Rosas  – PARTICIPÓ DE NIÑO EN EL RODAJE DE TIRMA EN GÁLDAR – “En junio nos habían dado vacaciones en el colegio cuando nos enteramos de que se iba a rodar una película en El Agujero. Los niños y niñas participamos en el cortejo del entierro. A los niños nos pusieron unos taparrabillos y nos dieron unos palmitos, y a las niñas unos tamarcos de una piel muy fina. Ellas iban tirando pétalos de flores al paso del féretro.”

Flavio Velázquez  – AYUDANTE DE DECORADOS EN TIRMA – “En Gáldar íbamos a rodar en el túmulo verdadero, pero me pidieron colocar un tronco seco para dar un efecto más impresionante y cuando me puse a excavar la tierra arenosa me encontré restos humanos, por eso rodamos un poquito más allá. – A la batalla en Tejeda fueron invitados autoridades de Las Palmas. Creo que al final tuvo que intervenir la policía. ¡Aquello fue tremendo!”

Ilse Court – TRABAJÓ COMO TRADUCTORA PARA UN PERIODISTA ALEMÁN EN TIRMA – “¡No veas el follón que se armó, porque los canarios luchaban contra los castellanos y no se dejaban vencer! ¡Y el pobre director estaba que echaba chispas…!”

Antonio Rivero  – FIGURANTE EN TIRMA Y EN MOBY DICK – “Una vez casi mato a un tío de tan fuerte que le di con el hacha de goma en el casco. El director nos decía a [el boxeador] Carreta y a mí: “¡ustedes no ganan, ustedes pierden!”. Y nos mandaba a repetir la toma.”

Salvador Mujica –  FIGURANTE COMO SOLDADO CASTELLANO EN TIRMA – “El trabajo que yo hacía en la película era, según decían, de “pajullo”. Los guanches eran los que pelaron haciendo una cresta. Y nosotros en cambio nos vestimos de soldados “de antes”. Y los que trabajan en la película, menos siendo “el muchacho y la muchacha”, a los demás le llaman de “pajullo”. Es el nombre que ellos le dan.”

Claudio Díaz – FIGURANTE EN TIRMA, PARTICIPÓ DE TONSURADO DURANTE TODO EL RODAJE – “Por las noches, la Pampanini se acercaba al fuego de campamento que hacíamos en Tejeda a escuchar cantar canciones sudamericanas y mejicanas, que le gustaban mucho”

María Felisa del Valle  –  HIJA DEL MÉDICO DE TEJEDA EN 1954, FUE FIGURANTE EN EL PAPEL DE UNA DE LAS SEIS MAGUADAS DE LA PRINCESA GUAYARMINA – Eso de subir a los caballos, salir huyendo, ir a pasear con la princesa, fue tremendo, precioso. Una vivencia que no se nos ha olvidado nunca”

Porfirio Suárez  – VECINO DE TEJEDA. TRABAJÓ DURANTE TODO EL RODAJE DE TIRMA, EN LA CONSTRUCCIÓN DE DECORADOS Y COMO FIGURANTE “En el desembarco en Maspalomas se produjo una vía de agua en la barca que traía al franciscano que bendeciría la tierra. Los actores tuvieron que achicar agua con los cascos que llevaban, porque la barca se hundía. “¡Que se nos ahoga el padrito, que se nos ahoga el padrito” , gritaban”

 Juan Perera  – VECINO DE TEJEDA. TRABAJÓ DURANTE TODO EL RODAJE DE TIRMA, DE FIGURANTE Y CONDUCIENDO UN CAMIÓN – “Trabajaba con un señor que tenía un camión aquí en Tejeda. Empecé trayendo piedras para las casetas que se estaban haciendo, después trayendo del monte las retamas para techarlas y luego me quedé en la película hasta que se terminó” – “Don Juan del Río Ayala llegó a Tejeda unos días antes de empezar el rodaje, pero nosotros en aquella época no teníamos ni idea de lo que era una película, ni idea de cómo se iba a rodar, ni idea de lo que iban a hacer” – “Mi impresión era que aquello no tenía ni pies ni cabeza. Desde luego se gastó pero mucho, mucho, mucho dinero, ¡pero mucho!”

Fotografías

“Salvar la Memoria: 50 años de Tirma y Moby Dick” localizadó 285 fotografías aportadas por un total de 39 participantes. Además, hay que añadir el desglose exhaustivo que proporcionó Filmoteca Canaria de las fotografías de su archivo, con la incorporación al proyecto de algunos ejemplos.

De TIRMA se obtuvieron por primera vez los 30 cromos de la colección especial que editó la fábrica de chocolatinas del mismo nombre a partir de las aportaciones de tres participantes. Por el rango temático de las fotos, destacan sobre todo las aportaciones de Juana Teresa del Río, hija de Juan del Río Ayala, y Sergio Calvo, director artístico del filme, fallecido en octubre del pasado año. Ofrecen fotos en muchos imágenes desconocidas o inéditas como, en el caso de Juana Teresa del Río, las pruebas de cámara de Pastora Martín (quien inicialmente iba a interpretar el papel de Guayarmina), una fiesta en la casa del autor de la obra teatral con presencia de los actores del filme, fotos del rodaje o de visitas a las localizaciones. En el caso de Sergio Calvo, destacan las fotos de la construcción de los decorados del fortín de los conquistadores en Maspalomas o de la carabela en el Puerto de la Luz. Por la calidad de las fotografías destacan las aportaciones de Ilse Court, quien ejerció de traductora durante el rodaje para un periodista alemán. Estas fotografías fueron tomadas por el reportero que cubría la información. Por su cantidad destacan también las aportaciones de Fernando Morales –entonces concejal del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria- y Ricardo Reyes –entonces concejal del Ayuntamiento de Gáldar-. En ambos casos la imágenes se centran en el rodaje de la película en Gáldar. Igualmente destacan las 13 copias aportadas por Consuelo Rodríguez del Valle, quien participó junto a sus hermanas María Felisa y María del Pilar. Se trata de hijas del médico de Tejeda en el momento del rodaje, y las instantáneas se refieren a distintos momentos del rodaje en este pueblo de la cumbre de Gran Canaria. En lo que se refiere al resto de imágenes, la mayoría son fotos de extras en distintos emplazamientos de Gran Canaria, aportados por ellos mismos o por familiares, bien sean retratos individuales o en grupo. Por su calidad destaca la aportada por Juan Melián. También destaca la foto de casting de Narciso Peñate, quien finalmente sería doble de luces de Marcelo Mastroianni durante el rodaje.

De MOBY DICK, la foto aportada por Pedro González y en la cual vemos a Gregory Peck rodeado de isleños en algún lugar del Puerto de la Luz destaca sobre el resto. En la parte inferior de la foto destacan dos niños de piel negra. Ambos participaron como extras en el rodaje y se da la circunstancia de que uno de ellos es Manuel Márquez, propietario en la actualidad de una agencia de viajes, que también participó en el proyecto. Márquez no había visto nunca esa foto, en la que además aparece junto a su hermano, fallecido hace unos años. La mayor parte de las imágenes aportadas pertenecen a recepciones y fiestas a los actores y director de la película. En este sentido destacan las aportadas por Juana Bravo de Laguna Blandy, quien realizó el esfuerzo de enviar desde Madrid copias por correo de unas fotografías en las que aparece junto a un grupo de amigas en una fiesta organizada para los cineastas por la alta sociedad isleña de la época y en un acto organizado en el antiguo Estadio Insular de Las Palmas de Gran Canaria en el que participó Gregory Peck.

También destaca la imagen de los padres de Elena Jorge Padrón, propietarios del varadero donde se construyó la ballena, en la recepción del cónsul británico Gerardo Miller a John Huston y Gregory Peck y que en el reverso incluye la fecha de realización: 20 de enero de 1955. Aportada por Alejandro Ramos, una fotografía de Totoyo Millares junto a Gregory Peck coincide, según el timplista, con la llegada a Canarias del armador Aristóteles Onasis y su mujer, la cantante de ópera María Callas, a bordo del yate que fondeaba en el Puerto de la Luz. Entre las fotos de Moby Dick me he incluido como “participante” con unas fotos realizadas por mí cuando, coincidiendo con el fallecimiento en 2003 de Gregory Peck, me dirigí a una empresa consignataria canaria para fotografiar la maqueta (de unos 80 centímetros de largo, expuesta en una vitrina de cristal) de la ballena blanca, realizada durante su construcción en 1954. Esta maqueta es uno de los materiales originales más preciados que quedan del rodaje y su localización es incierta. Algunas fuentes apuntan a un conocido coleccionista (que sin embargo participó en el proyecto sin mencionar nada del asunto) y las de la propia consignataria ponen la pista en un marino mercante residente en Tenerife. Lamentablemente, la película más importante rodada nunca en Canarias ofrece menos cantidad de material. Esto coincide con lo que la Filmoteca Canaria posee en sus fondos y puede deberse a la menor participación de extras locales en el filme, además de su menor tiempo de rodaje en la isla (diciembre 1954-enero 1955). En lo que se refiere a la aportación de Filmoteca Canaria, hay que añadir el desglose exhaustivo que ha proporcionado de las fotografías de su archivo, con la incorporación al proyecto de algunos ejemplos.

 Recortes de prensa

El total de materiales de prensa recopilados y digitalizados fue 67, el 46% correspondiente a “Tirma” y el 54% correspondiente a “Moby Dick”.

De TIRMA destaca la aportación del coleccionista Luis Serrano, quien aportó entre otros recortes de la revista española Radiocinema con información sobre la presencia del filme en el segundo Festival Internacional de Cine de San Sebastián. “Tirma” fue la película elegida para clausurar el Festival. Una página publicitaria aparecida en la misma publicación marca el estreno en salas de la película en España en 1956. Los recortes también incluyen una entrevista con Paolo Moffa y otra con Carlos Serrano de Osma. Asimismo, destacan los recortes de prensa obtenidos de Delmira Fuentes sobre la visita que Silvana Pampanini realizó a Gran Canaria, en junio de 1988 y 1991, con visitas al municipio de Gáldar. En lo que se refiere a la aportación de Filmoteca Canaria, hay que añadir el desglose exhaustivo que ha proporcionado de los materiales de obtenidos de la prensa de sus archivos y la recopilación de todos los artículos aparecidos en la prensa de las provincias de Las Palmas y Tenerife, en total 127 inserciones, 99 inserciones en la prensa de Las Palmas y 28 inserciones en la prensa de Santa Cruz de Tenerife.

 De MOBY DICK destaca nuevamente la generosidad de Luis Serrano, quien aportó recortes que se hacían eco del paso por Madrid de Gregory Peck, previo al rodaje en Canarias. Destaca asimismo el coleccionable “Ídolos del Cine”, dedicado de forma monográfica a Gregory Peck y que incluye tanto fotos como textos de su recorrido vital y artístico, incluyendo imágenes de “Moby Dick”. De Francisco Correa destaca el recorte aparecido en marzo de 1989 sobre el proceso de construcción de la ballena, escrito por Felipe del Rosario Betancor, en el que aparece mencionado de manera destacada el nombre de Leonardo Cabrera como el constructor principal de la ballena. Del artículo publicado en 1996 en La Provincia por Mariano de Santa Ana pudieron escanearse las fotos de la construcción de la ballena cedidas en aquel caso por Leonardo Cabrera y que esta vez no pudieron localizarse. En lo que se refiere a la aportación de Filmoteca Canaria, hay que añadir el desglose exhaustivo que ha proporcionado de los materiales de obtenidos de la prensa de sus archivos y la recopilación de todos los artículos aparecidos en la prensa de las provincias de Las Palmas y Tenerife, un total de 87 inserciones, 60 en la prensa de Las Palmas y 27 inserciones en la prensa de Santa Cruz de Tenerife.

Otros materiales, otras películas

Destacan copias de los autógrafos aportados por Juana Bravo de Laguna Blandy con los nombres de John Huston y todos los actores de “Moby Dick” desplazados a Gran Canaria, Gregory Peck, Richard Basehart, Leo Genn, Harry Andrews, Bernard Milles, Edric Connor y Seamus Kelly. Asimismo destaca -también del rodaje de Moby Dick- la carta de recomendación realizada por la productora Elstree para Manuel Márquez, quien participó de extra como grumete en la misma. Finalmente, destaca el hecho de referencias de participantes a otras películas que no fueron “Tirma” y “Moby Dick”.

En este sentido, Amparo Santana aportó siete fotos de su marido Roque Castellano, ya fallecido, durante el rodaje de la película alemana “La Estrella de África” (Alfred Weidenmann, 1957) en el sur de Gran Canaria. Destacan también las referencias a rodajes de películas alemanas e inglesas en Gran Canaria por parte de Juana Teresa Roque y Anita Wernicke, incluido la referencia al rodaje en Gran Canaria de la película “One Million Years, B.C.” (Don Chaffey, 1966), hasta ahora desconocida. O el rodaje de este mismo filme en Lanzarote, por parte de Agustín García, quien asimismo participó en las películas “Ulises contra Hércules” (Mario Caiano, 1961), “Cuando los dinosaurios dominaban la Tierra” (Val Guest, 1970) y “También los enanos nacieron pequeños” (Werner Herzog, 1971). De “One Million Years, B.C.” (Don Chaffey, 1966) habló también Violeta Sánchez por la participación de su marido, y el ex luchador Pepín Ruano, quien habló del papel de los luchadores como figurantes de los rodajes de muchas películas de los años 60 y 70 del siglo pasado.

 USO DE LOS MATERIALES DEL PROYECTO

El material de “Salvar la Memoria: 50 años de Tirma y Moby Dick” será cedido de forma gratuita para visionado a terceros sin solicitud de ninguna contrapartida económica. Para el uso de materiales expuestos en el proyecto los interesados deberán gestionar las autorizaciones con sus legítimos propietarios. Cada entidad colaboradora se compromete a comunicar la cesión de uso al director del proyecto y demás entidades. Las iniciativas que utilicen de forma directa o indirecta documentación obtenida del proyecto deberán mencionar de forma destacada en los títulos de crédito el proyecto, según la siguiente fórmula: “Con la ayuda del Proyecto “Salvar la Memoria: 50 años de Tirma y Moby Dick”, incluyendo asimismo el logotipo y créditos completos de los participantes del proyecto.

Descripción de las fotografías, de arriba a abajo:

1) detalle de la foto de grupo del personal de la casa Miller que trabajó en la construcción de la ballena, tomada una vez finalizados los trabajos;

2) En el centro de la imagen, Gustavo Rojo en una fiesta en casa de Juan del Río Ayala en Santa Brígida. A la derecha de la imagen, Marcelo Mastroianni (1d) y José María Lado (2d). Aportada por Juan Teresa del Río, hija del autor del poema  «Tirma» y coguionista del filme, Juan del Río Ayala; 

3) en 2006, año de proyección de «Tirma» en el Auditorio Alfredo Kraus, el premio del Foro Canario que dirigía lo quiso entregar el presidente del Gobierno canario, Adán Martín. Eran otros tiempos. Ganaron ex aequo David Cánovas (i) y Carlos Miranda, con los cortometrajes «El intruso» y «A mano»;

4) recorte de prensa de la edición nacional del diario El Mundo, con el artículo firmado por Teresa Cruz sobre el proyecto;

5) Ilse Court, traductora durante el rodaje de «Tirma» aportó las más bellas fotografías. Aquí, Mastroianni y Pampanini caracterizados del capitán Diego y la princesa Guayarmina;

6) Gustavo Rojo, en el centro de la imagen, momentos antes de la proyección de «Tirma» en el Auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas de Gran Canaria, que constituyó el reestreno absoluto en salas del filme 52 años después de su rodaje. Rojo no había visto nunca la película. A su derecha, su hija; al fondo, la actriz cubana Mirtha Ibarra conversa con el artisita local Pepe Dámaso;

7) imagen aportada por Juana Teresa del Río, que muestra al director y productor Carlos Serrano de Osma (2i), al director de arte Sergio Calvo (tumbado), y a su ayudante Flavio Velázquez (1i, que también participó en el proyecto), junto a otras dos personas durante un descanso en una cueva;

8) documento aportado por Manuel Márquez que acredita su participación en el filme «Moby Dick»;

9) fotografía aportada por Fernando Morales que muestra las guaguas del rodaje de «Tirma» aparcadas en la zona de El Agujero de Gáldar; el figurante Juan Melián caracterizado de «tonsurado» en una fotografía aportada por el mismo;

10) Gustavo Rojo (4i) en el Lomo de las Moradas (Tejeda) entre vecinos y figurantes, a su derecha María Felisa del Valle, hija del médico de Tejeda, primera persona en ser entrevistada. La foto la aportó su hermana Consuelo;

11) prueba de cámara de Pastora Martín-Fernández, hija del arquitecto Miguel Martín-Fernández de la Torre, y sobrina del pintor Néstor, cuando ella iba a ser quien interpretara a la princesa Guayarmina en el filme antes de la entrega de los italianos en la producción. La foto fue aportada por Juana Teresa del Río; 

12) ficha de rodaje de Narciso Peñate, figurante que también trabajaría como doble de luces de Marcelo Mastroianni. Aportada por el propio Peñate;

13) aportada por Teresa Lleó, invitación personal impresa a nombre de Gregory Peck para una recepción en el hotel Santa Catalina de Las Palmas de Gran Canaria; fotografía aportada por Elena Jorge Padrón, que muestra a John Huston (2i) y Gregory Peck (1d) en la recepción del cónsul británico Gerardo Miller (2d) en el hotel Santa Catalina. Con ellos, los padres de Elena Jorge (1i y 3i), propietarios del varadero donde se construyó la ballena. En el reverso la foto incluye la fecha de realización: 20 de enero de 1955;

14) aportados por Luis Serrano, páginas publicitarias de los estrenos de «Moby Dick» y «Tirma» en el cine Lope de Vega de Madrid, publicadas en la revista Radiocinema en 1956;

15) autógrafos de John Huston y Gregory Peck firmados a Juana Bravo de Laguna Blandy, aportados por ella misma;

16) el figurante Roque Castellano delante de uno de los aviones utilizados para el rodaje de «La Estrella de África» en Maspalomas. Fotografía aportada por su viuda Amparo Santana;

17) collage con 29 de los 30 cromos coleccionable de «Tirma», que venían en los envoltorios de caramelos de la fábrica de chocolates «Tirma» de Las Palmas de Gran Canaria;

18) créditos del proyecto «Salvar la Memoria: 50 años de «Tirma» y «Moby Dick»

Juan Carlos Fresnadillo: Entrevista Intacta


Lo que sigue es una entrevista que publiqué en el periódico La Provincia en 2002. Juan Carlos Fresnadillo visitaba Las Palmas de Gran Canaria con motivo de la programación de su primer largometraje, ‘Intacto’, en el Foro Canario que dirigí desde 2001 hasta 2009. Fue el año también la proyección especial de ‘Cuando los dinosaurios dominaban la Tierra’ (‘When Dinosaurs Ruled The Earth’, Val Guest, 1970) y de la llegada de la familia Izaguirre – Rodolfo, Boris y Belén Lobo- por el ciclo de cine venezolano que también incluyó la sección, cuando se había ideado dedicar cada año un ciclo a países que tuvieran vínculos especiales con Canarias (iniciativa seccionada de cuajo al año siguiente por su buena acogida). 20 cineastas y actrices de las islas y venezolanos participaron en los cuatro coloquios organizados. Estos éxitos, de forma que puede parecer paradójica para quien no conozca los entresijos, fueron minando las posibilidades de mi trabajo al frente de la sección de Canarias del Festival de Las Palmas donde aún así resistí nueve años sorteando las zancadillas del director. Una de las muchas se produjo ese mismo año, con la supuesta concesión de un premio de honor del Festival al joven director tinerfeño objeto de esta entrevista que resultó después ser una despreciable burla a su persona. Y también a la mía.
“Intacto” fue una película irregular en su guión, aunque su idea de partida era brillante: el hombre con más suerte del mundo. Su destacadísima personalidad visual ya anticipaba el desarrollo, lento pero firme, del cineasta tinerfeño en el ámbito internacional, consolidado con el gran éxito de ‘28 semanas después’ (‘28 Weeks Later’, 2007). Y también es el filme donde el paraje natural de Las Cañadas del Teide ha quedado mejor retratado. Juan Carlos Fresnadillo-que está a punto de inaugurar el 59 Festival Internacional de Cine de San Sebastián con ‘Intruders’ y que tiene previsto comenzar el octubre el rodaje de “El cuervo”- había logrado en 1996 un éxito descomunal: llegar a Hollywood desde Canarias sin escalas. Una conquista sin parangón hasta hoy no solo en el cine insular, sino en el de la cultura de Canarias en su totalidad. Nunca fue debidamente reconocido este mérito. La cultura oficial de Canarias siempre estuvo más orientada a destacar los méritos (nunca llegaron a este nivel) de músicos, teatreros o artistas plásticos. Y esto ocurría, fundamentalmente, por la dificultad de desarrollar un tejido industrial mínimo debido a su superior coste de producción y a la presencia en la gestión pública de vividores de largo recorrido y enchufados sin estudios ni preparación como el antes referido. Este es el único histórico que a día de hoy sigue, con el visto bueno lo mismo de supuestos prohombres de la cultura como Jerónimo Saavedra (sus actos estos últimos cuatro años lo han delatado para la historia) como de políticos de los restantes partidos, que confunden lo barato con lo ridículo y lo pernicioso con lo bueno y útil para la comunidad a la que sirven.
El titular de la entrevista se eligió de forma especialmente intencionada para un territorio como el canario, donde el desarrollo del sector audiovisual es aún precario a pesar de los muchos millones de euros invertidos en los últimos siete años. La suerte –tema de los dos trabajos del tinerfeño hasta ese momento- es talento, sí, y también formación y determinación. Los retratos los realicé en la azotea de mi casa. Las demás fotos son de promoción del filme. Y al final del texto se reproduce la entrevista tal y como fue publicada, sin la portada del suplemento. Espero que la disfruten.

Juan Carlos Fresnadillo: “La suerte no existe”

“‘Intacto’ es un thriller que esconde un drama romántico sobre el corazón como un lugar desde el cual podemos dominar al destino”

“Es cierto que mi inconsciente me lleva a Canarias. Y esto tiene que ver con que sé de la capacidad de contar historias que tiene el paisaje canario. Eso me ha condicionado y me seguirá condicionando”

“Me gustaría tener siempre la oportunidad de lograr que cada plano de mis películas tenga realmente sentido, que es la mejor manera de que la gente sienta que eso está contado para emocionarla, que te has dejado el corazón”

Acaba de regresar a Madrid de uno de los festivales de cine independiente más prestigiosos, Sundance (Utah, EEUU), donde Intacto, su primer largometraje, fue una de los dos únicas obras españolas seleccionadas. Este próximo sábado competirá en ocho categorías, entre ellas la de Mejor Director Novel, en la XVI edición de los Premios Goya, que se celebrará en el Palacio Municipal de Congresos del parque ferial Juan Carlos I de Madrid, en una ceremonia presentada y dirigida por Rosa María Sardà. “Fue curioso, porque me llamaron por teléfono y me dijeron: -Tienes seis nominaciones. A la media hora, me volvieron a llamar: -¡No, tienes siete! Y luego por la noche, me volvieron a llamar: -¡¡No, son ocho!!” Pero Juan Carlos Fresnadillo (Santa Cruz de Tenerife, 1967) no quiere hacerse ilusiones. Compite, entre otras, con películas como Los otros (Alejandro Aménabar); Lucía y el sexo (Julio Medem), con la que participó en Sundance; Juana la Loca (Vicente Aranda) o Sin noticias de Dios (Agustín Díaz Llanes). Para él, «haber sido ocho veces finalista entre películas de tanta altura ya es un privilegio”. Y no le falta razón. Ser propuesto para ocho Goyas en una opera prima es un dato que sitúa su película, en las estadísticas de la Academia española del Cine, muy cerca de films como Solas (Benito Zambrano, 1999) y‘Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto (Agustín Díaz Yanes, 1995), que sumaron en su día once y diez nominaciones, respectivamente, y a la misma altura de Tesis (Alejandro Aménabar, 1996), con también ocho candidaturas.

‘El niño’, como le llaman aún algunos de los que trabajaron con él en su cortometraje Esposados (1996), marchó a Madrid en 1985 para estudiar Sociología. “No me admitieron en Imagen y Sonido por dos décimas, y la sociología fue casi una excusa ante mi familia para quedarme allí.” En Madrid, se inscribe en la escuela Taller de Artes Imaginarias, donde finaliza sus estudios de cine con el trabajo El extraño pacto. Regresa a Canarias en 1991 y ese año produce el cortometraje Por los viejos tiempos, dirigido por Miguel Ángel Toledo. “Ahora tengo la sensación de que necesito contar historias y la manera que he encontrado para contarlas es a través del cine. Mi objetivo es, en primer lugar, seguir haciendo películas. En segundo lugar, me gustaría tener siempre la oportunidad de lograr que cada plano de mis películas tenga realmente sentido, que es la mejor manera de respetar al público, de que la gente, cuando lo vea, sienta que está contado para emocionarla, que te has dejado el corazón.»

¿Cuándo le nace la vocación de dirigir cine? Surgió de una noche que fue fundamental en mi vida: en la tele pasaban una película que se llamaba Encadenados (Notorious, 1946), de Alfred Hitchcock y, no sé por qué, sentí en ese momento que aquello era lo que yo quería hacer. Esa noche no pensaba salir, pero me sentía tan emocionado que al final lo hice. Pues bien, esa misma noche conocí a Eduardo García Rojas, guionista del primer cortometraje que produje, que a su vez me condujo a Miguel Ángel Toledo, productor de ‘Esposados’. Curiosamente, ‘Encadenados’ es también un thriller que esconde un drama romántico, como ‘Intacto’.

Después de ‘Esposados’, Vd. barajaba dos proyectos, ‘Un día de estos’ y ‘Hándicap’. Finalmente, se decidió por ‘Intacto’. ¿Por qué? Mi forma de trabajar es indagar e investigar en las historias, construirlas, sacarles los personajes, hacer prácticamente el guión y, cuando he acabado, si no siento al cien por cien que esa película es realmente la que quiero hacer, entonces empiezo a mirar para otro lado. Yo creo que la primera película tenía que ser algo muy personal, que fuera una película casi ‘de tripas’. Finalmente llegué a ‘Intacto’, que yo creo que insiste en las mismas claves que venía investigando desde hacía tiempo, no solamente con las dos citadas, sino también con ‘Esposados’: la suerte, la pérdida, el desamor… A partir de ahí surge un universo que me atrapa desde el principio, prácticamente me vampiriza, y que finaliza con un guión del que me siento satisfecho, animado y convencido para convertirlo en mi primera película.

¿Qué fue lo que le resultó más complicado de este primer largometraje? Sin duda, lo más complicado fue el rodaje propiamente dicho. No hubo absolutamente ningún momento donde poder bajar la guardia. Ha sido una gran lección y yo me siento casi como un superviviente de él. Pero la confección de la escritura fue también ardua y muy compleja, y creo el tratamiento final que se le dio no tiene precedentes en otras películas. Esto hace la historia apetecible y atractiva, pero a la vez muy complicado lograr que eso realmente tenga interés y sea entretenido, que creo que es uno de los mandamientos que hay que cumplir al hacer una historia para un público. Siempre digo que ‘Intacto’ es un thriller disfrazado porque, en el fondo, esconde un drama romántico que establece una conexión entre la suerte y el amor (o el desamor). O sobre cómo el corazón es, quizás, un lugar desde el cual se puede dominar al destino. En la película los personajes creen que pueden, como dioses, dominar la suerte, y la roban a las personas. Finalmente, se descubre que todos son víctimas de una pérdida anterior no asumida o redimida.

En ‘Esposados’, la suerte (o la desgracia), también era un elemento muy importante de la historia. Parece que es un tema que ejerce sobre usted una fascinación especial. La suerte es aquello contra lo que, aparentemente, no podemos luchar, el destino al que estamos sometidos, pero aplicado a una forma más cotidiana, más cercana. Todos nos hemos planteado alguna vez por qué la buena suerte nos sonríe, o bien todo lo contrario. ‘Intacto’ es una indagación sobre eso, y me apetecía sacarla de una manera más sugerida que explicativa.

Juan Carlos Fresnadillo ya pasó por los premios Goya en 1996 con ‘Esposados’, su primer cortometraje, producido y rodado íntegramente en Canarias. No lo ganó, pero apenas dos meses más tarde, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas norteamericana lo nominaba a los Oscar. Era la primera vez –única hasta hoy- que un cortometraje español recibía tal distinción. ‘El niño’, en compañía del productor Miguel Ángel Toledo y de su novia y directora de arte del corto, Tatiana Hernández, viajaban de Santa Cruz de Tenerife a la alfombra roja del Shrine Auditorium de Hollywood prácticamente sin pisar la Península Ibérica, y la prestigiosa compañía americana Miramax volvió los ojos hacia Tenerife, ofreciéndole un preacuerdo de distribución y producción entonces inédito en el cine español. Más de una cincuentena de premios y distinciones en los más prestigiosos foros nacionales e internacionales avalan un trabajo en el que se fusionaron los dos factores que él considera fundamentales para salir adelante como cineasta: el talento y la paciencia. Tan sólo dos trabajos y ya ha obtenido reconocimiento nacional e internacional.

¿La (buena) suerte es también un factor clave en la vida de Juan Carlos Fresnadillo? Yo me siento un hombre profundamente afortunado, pero la he buscado. Pienso que hay que saber interpretar y asumir los acontecimientos que, aparentemente, se nos presentan como de mala suerte. Realmente, la suerte es algo que no existe. Lo que existe es cómo colocarnos delante de lo que nos sucede día a día, sea bueno o malo.

En ‘Intacto’, la interpretación de los actores, la fotografía, el montaje y la dirección han sido elementos altamente valorados por los críticos. Sin embargo, ha sido en el guión donde se han encontrado las opiniones más reticentes. Se le ha achacado una excesiva frialdad a los personajes y que la historia, a medida que avanza, se enmaraña en sus propias trampas. La frialdad la asumo, pero la sentía como una apuesta que la película necesitaba para que la historia llegara al espectador de una manera más contundente. ‘Intacto’ es una película donde los personajes no se tocan, y es fría también en su atmósfera. Creo que había que ser frío y calculador para que en el último acto, cuando estalla la emoción, éste estallido tuviera la mayor fuerza posible, como un volcán que permanecía apagado.

El retorno a Canarias para su primer largometraje, en la utilización de los paisajes de Tenerife, en la participación de los canarios Andrés Koppel, como co-guionista, o Mónica López, como actriz protagonista, ¿quiso ser una reivindicación de las posiblidades del cine en Canarias? Fue algo inconsciente. Yo no sabía que Mónica era canaria hasta que traté con ella en la fase previa al rodaje. Como tampoco sabía que la cicatriz que tiene en la cara era producto de un accidente de tráfico, igual que su personaje en la película. Pero sí sentí que esa historia había que rodarla allí, y que esos lugares y esas personas eran los perfectos para la película. No sé si seguirá siendo así, pero es cierto que mi inconsciente me lleva a Canarias. Y esto tiene que ver con que, al haber nacido y crecido allí, he descubierto la capacidad de contar historias que tiene el paisaje canario. Eso creo que me ha condicionado y me seguirá condicionando.

“Madrid es la capital financiera del cine español, pero no la capital del talento”

¿Cómo valora el cine español actual, con la proliferación de nuevos realizadores y la creciente internacionalización de las obras? Este año ha sido magnífico para el cine español, pero fundamentalmente por el carro que han supuesto dos películas muy comerciales, Torrente 2 y Los otros, ambas, además, en extremos absolutamente opuestos. Esto muestra un abanico muy amplio y extremo que, se ha visto, conecta además con todo tipo de gente y está haciendo que el público español sienta la necesidad de ver su cine. Creo que esta globalización general en que vivimos, también en el ámbito de la cultura, es positiva. Y el mejor ejemplo lo ofrece ‘Los otros’, película que dibuja una jugada muy habilidosa: tiene el aparataje de una película norteamericana, pero propone una mirada que tiene mucho que ver con una película española y, de hecho, se ha rodado en España. Y yo creo que el cine español está abocado a eso.

Y, en este contexto, ¿qué papel juega o, en fin, puede jugar Canarias? He visto una noticia sobre que el Parlamento canario le ha pedido al Gobierno una ley que organice el sector audiovisual. Creo que Canarias tiene ahí una asignatura pendiente. Ya se ha dado muestra de que hay talento: ahora hay que apoyarlo para convertirlo en una industria que dé a conocer nuestra cultura, lugares e idiosincrasia. También opino que el canario no tiene interés por las películas o el audiovisual que se hace en Canarias, y eso tiene que ver con una mala promoción y un mal aprovechamiento de nuestros recursos mediáticos. Canarias puede convertirse en una plataforma de descubrimiento de talentos y de lanzamiento de películas, con una producción que evidentemente tendrá que ser acorde con sus recursos y límites, fundamentalmente los que se derivan de factores geográficos. Pero es una producción que podría competir a nivel mundial. Madrid es la capital financiera del cine español, pero no la capital del talento, ni mucho menos. Creo que es urgente, además de necesario, que haya una regularización de nuestra práctica audiovisual de cine, televisión y publicidad. La Televisión Autonómica es, lógicamente, algo más que podría ayudar, pero no veo aún que esté haciendo grandes cosas para conseguir la regularización y estabilidad necesarias en el sector. Evidentemente, está empezando y queda mucho por hacer. Hace dos años declaró: «Soy optimista respecto a la gente que hace cine en Canarias, pero muy pesimista respecto a la sensibilidad de las instituciones». ¿Hoy diría lo mismo? Exactamente lo mismo. No he visto hasta ahora ningún resultado. El desarrollo en los últimos años ha sido absolutamente individualizado y por iniciativa privada, producto de francotiradores. Las instituciones públicas han ayudado sólo esporádicamente. Y lo digo desde la perspectiva de alguien que ha rodado parte de su película en Canarias y que ha tenido el apoyo por parte del Cabildo de Tenerife, a través de su Film Commission. Yo tengo que agradecer en mi película ese apoyo, pero poco más.

Víctor Moreno y el Long Tail


Dos buenas noticias convergen estos días. Por un lado la creación en Filmin del Atlántida Film Fest, autodenominado “primer festival online de películas hispanas”, que se desarrolla hasta el 5 de marzo. Filmin es por ahora la más interesante ventana de cine de autor de pago en español. Y un ejemplo de lo que se ha venido en llamar economía del Long Tail (“larga cola” en español). A saber, a través de un catálogo tan ilimitado como se pueda que despierte el interés entre el mayor número posible de usuarios (la principal virtud de lo virtual es no saber de fronteras) obtener el mayor número posible de clicks, en este caso a través de un coste mínimo por visionado. Larga vida a la larga cola también en el cine. No sólo hace visible lo invisible; en territorios como Canarias nos salva además de la fatal inexistencia de salas comerciales en V.O.

La segunda noticia es que el cineasta canario Víctor Moreno participa en la sección oficial de Atlántida con Holidays (2010), su largo documental sobre turismo rodado en Lanzarote. Es una buena noticia para un cineasta cuyo cine documental es de lo más interesante de los producidos por canarios en los últimos tiempos. No por lo que descubre, que ahí han tenido más que decir trabajos más virtuosos técnicamente o necesarios (Pedro Felipe Acosta, Miguel G. Morales, David Baute, José Ángel Alayón), por hablar sólo de cineastas de la última década. Pero sí por estilo, algo que le ha bastado para alzar su voz también en foros internacionales. Con sus minicortos Fauna humana (2007), Fajas y corsés (2007), de apenas tres minutos, el tinerfeño ha retratado situaciones cotidianas con la cámara como un mueble invisible que asiste a los hechos dejando que sea la propia realidad la que se dé sentido en las mentes de cada espectador. Bajo una apariencia de neutralidad y distancia alimenta, pues, la participación del espectador como en ninguno de los casos de cineastas antes mencionados. Es el caso de su corto más laureado, El extraño (2009), apenas dos minutos cuya capacidad para tejer sentido a partir de la más absoluta simplicidad ha fascinado a muchos. Felices fiestas (2008, 6 min) es la excepción que confirma la regla, su trabajo más cerrado desde el punto de vista del sentido. Quizás por eso, el menos valorado.

De Holidays ya he hablado públicamente. Es la -primera- transposición a largometraje de sus experiencias anteriores. No es ofensivo decir que aburre hasta a las lapas, porque pienso que Moreno -fiel a su estilo- es plenamente consciente de ello. Tampoco el filme aporta vanguardia al tema que trata. Pero ambas cosas no son sinónimo de fracaso en el Long Tail, modelo permeable a todo tipo de exploraciones fílmicas por la enorme masa potencial de usuarios a la que se accede. Por lo pronto ha sabido posicionar a Moreno como documentalista de prestigio mejor que ningún otro cineasta de Canarias. Y es un claro indicio de que dotar de imágenes al espectador para que él mismo diseñe su reflexión sobre lo que enseñan es un valor en alza en el cine actual e Internet.

La foto superior corresponde a la  III edición del festival de Las Palmas de Gran Canaria, en marzo de 2002, segunda mía como director del Foro Canario. Muestra a una parte de los cortometrajistas durante su presentación pública. De izquierda a derecha, Nayra Bethencourt, Luis Adern, yo mismo, Víctor Moreno, Luna Escribano y Aarón Melián.