Voy a pasármelo bien con esta defensa de “Autodefensa” y “Pacifiction” en los Premios Feroz 2023, con su coda dedicada a Pedro Almodóvar


La serie “Autodefensa” y el largometraje “Pacifiction” son las obras audiovisuales más feroces de 2022 en España. Sin embargo, se fueron de vacío en la décima edición de los Premios Feroz de los informadores de cine de España, entregados en Zaragoza el sábado 29 de enero. Este texto se publicó en el periódico La Provincia el domingo 30 de enero. Aquí lo comparto con algunos extras (with some extras).

Berta Prieto y Belén Barenys, las estrellas de “Autodefensa”. Fotos: Kiku Piñol

Toda la ferocidad que en el largometraje “As bestas” a mí me sabe a impostada, en la serie “Autodefensa” no lo es. Todo el feminismo que en “Cinco lobitos” dispara al corazón (de las mujeres y los hombres sensibles), en “Autodefensa” dispara a las rodillas (del machismo inmovilista). Las aventuras y desventuras de las dos amigas veinteañeras en Barcelona, interpretadas por Belén Barenys y Berta Prieto, están más cerca de la estética del cómic que de las series al uso, pongamos por caso “Intimidad”, que igualmente aborda una problemática (el acoso) que afecta muy mayormente a las mujeres.

Tráiler oficial de la serie “Autodefensa”, producida por Filmin.

¡Pero qué acartonada parece en comparación “Intimidad” y qué inmerecido que la insuperable ferocidad de “Autodefensa”, con toda la rabia y goce de libertad que exhuma, no haya ganado el Premio Feroz a mejor serie de comedia este año! Se lo llevó la inteligente “No me gusta conducir”. Además, los informadores españoles de cine asociados en AICE premiaron de esta serie sobre un cuarentón que decide sacarse el carnet de conducir a los actores Juan Diego Botto y David Lorente.

Viendo las interpretaciones de Botto y Lorente en el último capítulo de la serie el otro día, en el momento en que se persiguen cuando salen del “taxis”, descubrí que una de las mejores cosas que tienen los Premios Feroz es que motivan a actores y actrices en papeles de platino a superarse hasta sus límites no vaya a ser que una casualidad haga que les den a ellos el cada vez más prestigioso premio.

Porque si algo tienen estos premios es que son imprevisibles. Dicho lo anterior, una vez vistos los seis capítulos de la serie “No me gusta conducir”, puedo afirmar y afirmo que, si bien los dos premios a las interpretaciones son muy merecidos, “Autodefensa”’ como serie merece más, mucho más, el premio, dónde va a parar.

Puedo afirmar y afirmo que, si bien los dos premios a las interpretaciones de «No me gusta conducir» son muy merecidos, “Autodefensa”’ como serie merece más, mucho más, el premio, dónde va a parar.

En lo impredecible, “Autodefensa” está mas cerca de la americana “The Leftovers”, salvando los millones de dólares de distancia. “Autodefensa” es una modestísima serie del audiovisual español aún indie. Pero las dos tratan de la desolación. Su formato, tanto capítulos auto conclusivos como (si les da la gana) con continuidad, con duraciones breves y dispares, forma parte de su descaro y radicalidad.

Las dos protagonistas, creadoras también de la serie, terminan meando en la calle a la vista de todos y ese exhibicionismo impúdico, que equivale a sacarle la lengua al espectador, es uno de sus aciertos. El desconcierto de Belén ante los fetiches del escritor de cuentos infantiles, otro. Otro, el momento del colega actor aterrorizado ante la posibilidad de que la furia feminista se desate contra él en redes sociales y termine con su carrera a golpe de cancelaciones (pensando además que había hecho algo que no había hecho). El fundamental, el retrato palpitante de sus experiencias en la ciudad moderna.

Dos momentos de “Autodefensa”. Fotos: Kiku Piñol

No hay obra audiovisual más feminista que esta en la producción española de 2022, dirigida por un hombre, Miguel Ángel Blanca -recomendable su documental “Magaluf Ghost Town” de 2021-, que, por lo que cuenta, ha dejado a las dos jóvenes la batuta de sus auto ficciones. Ni Carla Simón con su premiada “Alcarràs”, película que no soporta un segundo visionado, ni Alauda Ruiz de Azúa, cuyo sensibilísimo retrato de la maternidad tiene el lunar de pintar a los hombres, todos los hombres, como completos inútiles. Eso es lo que parece el personaje interpretado por Ramón Barea, ay.

El equipo de “Autodefensa” en el photocall de los X Premios Feroz en Zaragoza. Foto: Luis Roca

Carla Simón ganó el Premio Feroz a mejor dirección y Alauda Ruiz de Azúa el de mejor guion. “Cinco lobitos”, con “As bestas”, de Rodrigo Sorogoyen, fueron más reconocidas que “Alcarràs” en los premios de los informadores españoles de cine, con tres premios cada una. Es posible que la división de votos entre las dos películas favoritas dirigidas por mujeres haya dejado el camino expedito a “As bestas”. No auguro que ocurra en los Premios Goya. Ahí Ruiz de Azúa debería ganar la mejor dirección novel, dejando así el camino libre a que Simón se haga con la mejor dirección y película. Aunque sea como el reconocimiento por haber logrado ganar un Oso de Oro en Berlín para España después de 41 años.

“Autodefensa” es tan descarnada que confunde a los lobbies. Pero peor parada salió este año el mejor filme de ficción español de 2022, el musical “Voy a pasármelo bien”, de David Serrano. Los lobbies leyeron Hombres G, pues la película está basada en sus canciones, e interpretaron pijerío rancio, facherío insoportable. Y la mandaron al ostracismo. Sin embargo, lograr terminar con matrícula de honor una propuesta tan a contra corriente (esta sí de verdad), con una notabilísima pegada en el público, tiene un valor superior. Tampoco “Voy a pasármelo bien” ganó el Premio Feroz a la mejor película de comedia del año, fue a parar a la hispano argentina “Competencia oficial”.

Tráiler oficial del largometraje “Pacifiction”.

Escribo de películas que quieren que el espectador vaya a pasárselo bien, se ría y emocione. Como yo mismo en los quince últimos minutos de la película de Serrano, que los pasé llorando a moco tendido, como un bebé con perreta. Porque en las películas que se hacen para que el espectador se aburra como una ostra, la mejor del año es, sin duda, “Pacifiction”, del catalán Albert Serra, que tampoco ganó el Feroz el sábado 18 de enero en Zaragoza.

Que “Pacifiction” no haya sido merecedora de nominaciones en los Premios Goya en categorías tan evidentes como la mejor fotografía o la mejor interpretación protagonista va en perjuicio del prestigio de los académicos españoles de cine.

Heidegger

Se ha escrito mucho sobre la falta de nominaciones de la película de Serra en los Premios Goya. Por decirlo de forma lo más abreviada posible, la impresión es que Serra y el cine español académico se miran mutuamente por encima del hombro. Ahora también pasa con los informadores de cine, aunque hay que matizar que los Premios Arrebato Ficción y No Ficción, los destinados a las películas (para entendernos) “raras”, las “marcianadas”, los “truños”, los otorga un reducido comité de socios y no los casi 250 periodistas de la asociación AICE que lo organiza.

Aún así, que “Pacifiction” no haya sido merecedora de nominaciones en los Premios Goya en categorías tan evidentes como la mejor fotografía (Artur Tort) o la mejor interpretación protagonista (Benoît Megimel) va en perjuicio del prestigio de los académicos españoles de cine. Porque ambos son de los mejores trabajos del año del cine español en ambas especialidades. La escena en el mar con surfistas entre grandes olas es la imagen cinematográfica más poderosa (y sobrecogedora) del cine español del año. Del actor protagonista Megimel no hay comentarios para demostrar su excelencia.

El personaje interpretado por Benoît Megimel otea el horizonte en un momento de “Pacifiction”, de Albert Serra.

Merece conocerse el cine de Albert Serra, aunque él no lo ponga fácil. En expresión cubana, te lo pone de pingaaaa, caballero. De los autores españoles de cine de los últimos quince años es, con diferencia, el más destacado. Sus películas sobre Don Quijote, Casanova, el mito de los Reyes Magos de Oriente (filmado en Fuerteventura), la aristocracia francesa en desbandada y Luis XIV, son las mejores películas del cine de autor español de los últimos años.

Un autor a la altura de nombres como Víctor Erice, aunque con la diferencia de que el banyolés hace cine en una época en que ya no es determinante llenar salas (sí, por eso los teóricos se nos han subido a todas y todos a la chepa). Para los escritores cinematográficos, Serra tiene una virtud adicional. Dado carácter eminentemente contemplativo de sus películas, su exasperante, irritante lentitud, te permite escribir la crítica al mismo tiempo que ves la película, un auténtico lujo hoy que el tiempo corre que se las pela.

Benoît Megimel en la secuencia entre grandes olas en alta mar de “Pacifiction”.

Tampoco eso lo han sabido valorar los informadores españoles de cine, pues el premio Feroz Arrebato de Ficción se lo arrebató, valga la redundancia, la grotesca “La piedad”, de Eduardo Casanova, que lógicamente estaba en la gala que no se lo creía. Fue a recoger el premio dando saltitos de alegría y cuando tenía que hablar, dijo dos boberías y se fue entre bambalinas agarrando bien el arrebatado reconocimiento.

Almodóvar

Pero el momento más feliz de la décima edición de los Premios Feroz fue la presencia de Pedro Almodóvar por su premio de honor. El viernes anterior a la gala en el Auditorio de Zaragoza fue objeto de una entrevista en directo. El acto fue una lección de lo que significa, de verdad, crear cultura. No en vano, las 2.000 personas presentes, la mayoría jóvenes, desafiando el cierzo que castigaba la ciudad con temperaturas gélidas esos días, tuvieron la oportunidad de escuchar a quien es el más importante director español desde la Transición, representante de una gran cultura española que tiene sus precedentes en nombres principales como Cervantes, Quevedo (el dramaturgo), Velázquez, Goya, Galdós y Buñuel, entre otros.

Pedro Almodóvar, a la izquierda, posa con los brazos levantados al final de la entrevista en el auditorio de Zaragoza. Foto: Luis Roca

Pedro Almodóvar se mostró frágil como una pluma de paloma, especialmente cuando recordó a su madre. En la gala del sábado rompió a llorar desconsoladamente cuando se refirió a ella. En la clase magistral del viernes uno de los momentazos llegó cuando contó que, cuando era ya conocido internacionalmente, después del éxito de “Mujeres al borde de un ataque de nervios” (1988), ella le dijo: “A mí me darías una satisfacción si volvieras a trabajar en Telefónica”. El público rio, yo igual, sin pararse a pensar en lo terrible que es la lectura profunda de la frase, pura expresión de ese miedo paralizante que nos ha corroído como sociedad, más agudo mientras más de cerca hayamos conocido el franquismo y más subordinados como territorios hayamos estado. Lo tenemos tan interiorizado como sociedad que para exorcizarlo reímos.

Sobre la falta de referencias al franquismo en los primeros quince años de su cine, cuestión por lo que la crítica le reprochaba a Pedro Almodóvar falta de compromiso político, el director del lugar de La Mancha de cuyo nombre no puedo acordarme zanjó con la mejor linterna de la entrevista: “Mi venganza contra el franquismo en mis primeras películas fue negarle la presencia en ellas”. Y sobre la España de hoy concluyó: “Nuestra democracia es mucho más imperfecta que cuando comenzó, necesita una revisión, refrescarla de forma urgente. Es tristísimo para los que vivimos en este país. La espontaneidad ha fallecido y la maldita corrección política se ha transformado en auto censura.”

Así salió publicado en el diario La Provincia este “textículo”, expresión que he oído a Javier Krahe, primero, y después a Alexis Ravelo. Supongo que que en paz seguro que descansan en el mismo módulo de las gentes de mal buen vivir, el de los titiriteros, alehop. Foto: Luis Roca.

Félix Sabroso: “La impresión es que Dunia Ayaso estará presente en mi obra para siempre”


El director de cine Félix Sabroso concede su primera entrevista tras el fallecimiento de su compañera Dunia Ayaso el 28 de febrero pasado. Sabroso habla del rodaje de “El tiempo de los monstruos”, que rodó con la ayuda de amigos en una mansión de Madrid durante cuatro semanas el pasado mes de agosto.

Félix Sabroso fotografiado en su casa de Madrid.

Félix Sabroso fotografiado en su casa de Madrid.

«Estoy todavía conmovido por lo que ha supuesto el rodaje de «El tiempo de los monstruos». Fue un tiempo de cine mayúsculo»

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Así nació Canarywood (claves de la explosión de rodajes de cine en Canarias)


 

Juliette Binoche será la protagonista del nuevo filme de Andrés Santana, "Larga es la noche", de Isabel Coixet. También rodarán en Canarias.

Juliette Binoche será la protagonista  del filme de Isabel Coixet que producirá Andrés Santana. También rodarán en Canarias. La imagen es de la actriz francesa en «El paciente inglés»  (Anthony Minghella, 1996)

2014 pasará a la historia como el año en que se hizo realidad el sueño de que Canarias se convirtiera en plató para producciones de cine nacionales e internacionales. Quien opine que esto no favorece al desarrollo de la industria local no sabe de lo que habla. También quien piense que realidades como esta son eternas. Pero nos aferramos a ella. Desde 1895, en la historia del Archipiélago nunca ha habido mejor momento para dedicarse al cine que éste. La razón de la proliferación de rodajes es plenamente cinematográfica, hay que buscarla en ‘don Dinero.’

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Toni Novella, director de producción: «Hay al menos diez películas importantes preparándose para rodar en Canarias”


Toni Novella durante el rodaje de la miniserie de televisión "Marco" (2011-2012).

Toni Novella durante el rodaje de la miniserie de televisión «Marco» (2011-2012).

Esta entrevista fue publicada el 2 de febrero de 2014 por el periódico La Provincia. Incluya fotografías inéditas.

Si las palabras de Toni Novella (Requena, 1967) son ciertas, y quien habla es uno de los principales directores de producción de cine de España, 2014 será mejor año aún para los rodajes de cine en Canarias que 2013, cuando batió su cifra histórica. Novella es de los pocos profesionales que ha estado en las grandes superproducciones de Hollywood rodadas en nuestro país desde finales de los noventa del siglo pasado. Entre otras,  “James Bond: El mundo nunca es suficiente” (1999), “Misión Imposible 2” (2000), “El ultimátum de Bourne” (2007) y “Astérix en los Juegos Olímpicos” (2008). Toni Novella ha trabajado además en todas las películas de la factoría Almodóvar desde 1991 hasta hoy.

En Canarias ha rodado “En solitario” (2013), protagonizada por François Cluzet, y “El niño”, de Daniel Monzón. Pero Novella además fue director de producción del rodaje en Almería de “Exodus”, de Ridley Scott, filmada también en Fuerteventura. Como el propio Novella indica, un rodaje de dimensiones sin precedentes, comparable a las grandes superproducciones norteamericanas de los años sesenta. “El niño” y “Exodus” son, respectivamente, dos de los estrenos más esperados por el cine español y de Hollywood de 2014. En verano la primera, la segunda en Navidad. Sigue leyendo

Tatiana Hernández, figurinista de «Los amantes pasajeros»: «Pedro Almodóvar es exigente y dialogante. Le gusta arriesgar y que arriesgues.»


Tatiana Hernández

Sobrevuela sobre nuestras cabezas el avión que trae la nueva película de Pedro Almodóvar. Aletean «Los amantes pasajeros». El viernes 8 de marzo se estrena. Y como cada vez que el manchego enseña película desde «Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón» (1980) eso significa acontecimiento. Se dice que es una vuelta a la comedia sin complejos un cuarto de siglo más tarde, después de «Mujeres al borde de un ataque de nervios» (1988). El Deseo, su productora, está siendo cuidadosa con la promoción. Como siempre. Temerosa de Dios, diría yo. La semana pasada, dos textos del director, que nunca ha escatimado en compartir interioridades de rodajes y pensamientos en primera persona (una de las muchas claves de su éxito), aparecían en el diario El País. Aquí los enlazo por si quieres leerlos. En la ceremonia de entrega de los pasados Premios Goya el trío formado por Javier Cámara, Raúl Arévalo y Carlos Areces apuntaban a repetir el numerito del trailer promocional cuando entregaban un premio. Menos mal que solo metieron la puntita.

«En «Los amantes pasajeros» combiné mis diseños con los de David Delfín. El reto era que el vestuario funcionara como conjunto sin agotar al espectador.»

Hace una semana Paco Delgado, vestuarista de Lanzarote con un año rabiosamente triunfador, optaba a los Oscar de Hollywood por «Los miserables» de Tom Hooper. Delgado ya había ganado el Goya por «Blancanieves» de Pablo Berger la semana anterior y se mostró en el atril tímido y elegante. Un modisto modesto. Esta entrevista con la directora de vestuario de Los amantes pasajeros, la tinerfeña Tatiana Hernández, surgió precisamente por el muro de hormigón que Delgado, acaso sabiamente, levantó a su alrededor para protegerse de la voracidad de los medios, que nunca lo habían tenido en cuenta y de pronto, querían saber hasta el número de zapato que calzaba. Queríamos. Sigue leyendo

Mis predicciones para los 27 Premios Goya, en El Asombrario


Pincha aquí si quieres ir directo a la entrada completa en El Asombrario.

El Asombrario, la revista online de Manuel Cuéllar, publicó anoche mis predicciones para los 27 Premios Goya que mañana se entregan en la gala conducida por Eva Hache en el hotel Auditorium de Madrid, retransmitida en directo por TVE-1. Nunca es fácil acertar. Un pleno sería un logro tan difícil como los 14 en una quiniela. Ayer hablé con un profundo conocedor de los premios, tanto que tiene  varios cabezones en su casa,  y no coincidíamos del todo. En lo que sí, que estará entre Blancanieves, de Pablo Berger, y Lo imposible de Jota Bayona. Grupo 7, de Alberto Rodríguez y El artista y la modelo, de Fernando Trueba, parecen, a priori, con menos opciones.

Pero, ¿y si los académicos andaluces votan en bloque para su opción, Grupo 7, mientras los otros filmes dividen sus votos? Entonces sería la noche del cine andaluz. Lo que puede pasar lo tienes resumido en el gráfico de arriba, si quieres saber más, pincha aquí y podrás leer todo Sigue leyendo

Andreas Dresen y Andrés Santana, colaboraciones de cine en El Asombrario de Manuel Cuéllar


AltoEnElCamino

Fotografía tomada durante la proyección de «Alto en el camino», de Andreas Dresen, en Gran Canaria Espacio Digital. LUIS ROCA ARENCIBIA

Dos han sido mis nuevas colaboraciones en El Asombrario, la revista online del periodista Manuel Cuéllar, donde he decidido compartir textos sobre cine. La primera sobre el director alemán Andreas Dresen, a quien pude entrevistar en noviembre gracias a las gestiones del Consulado de Alemania en Canarias, que organizaba una muestra sobre cine alemán reciente en Las Palmas de Gran Canaria con tres películas del director nacido en Gera (entonces República Democrática de Alemania) en 1963. Sigue leyendo

Memorias del Zinemaldia: 60 Festival Internacional de Cine de San Sebastián


(En esta entrada incluyo fotos propias, unas tomadas con teléfono móvil y subidas a la red social Instagram –@luisrocaarencibia– y otras con cámara digital convencional. También se incluyen imágenes promocionales de las películas que se mencionan. Las tres panorámicas que se incluyen conmigo de modelo son de José Antonio González)

Viernes, 21 de septiembre

Ambientazo en el restaurante Aldanondo. José Antonio se lanza al bonito con tomate. Marta, Álex y yo mismo a la txuleta con ensalada. Al igual que el año pasado, coincidimos con Santiago Segura, unas mesas más allá. Del comedor interior salen a la calle a fumar Ernesto Alteiro y Benjamín Ávila, actor y director de la argentina Infancia clandestina, que gustó mucho al público. También gustó a Imanol, director de ikastola, que aparece con Manuel y Fer al final de la cena. Nos retiramos a dormir.

Lo imposible batió récords de taquilla en España durante su primer fin de semana. Hay que recordar que fue un fin de semana de puente y… sin fútbol, negocio omnipresente que es uno de los principales escollos para el desarrollo del país.

José Antonio, que ha venido con un documental de Ayoze O`Shanahan filmado en Colombia bajo el brazo, se va de copas. Sigue leyendo

Confidencial: Canarias en los Premios Goya, una fotografía histórica


Los Premios Goya son los más importantes reconocimientos de cine de España. Quienes votan son miembros de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, es decir, profesionales del sector. Sea el que sea el balance del cine de Canarias en los Goya, éste señala su posición en el marco del cine español.

Dicho esto, aterrizamos en Canarias empezando por unas definiciones necesarias:

1) Cine de Canarias es aquel que es producido o coproducido por una empresa de las islas. También a aquel que haya recibido apoyo económico de las subvenciones a producción de películas del Gobierno de Canarias, se ruede dentro o fuera de las islas y cuente o no historias que se desarrollen en las islas. No es cine de Canarias el que se rueda en las islas y eventualmente cuenta historias que suceden en las islas si las empresas productoras que lo llevan a cabo no están radicadas en Canarias.

2) Cineasta canario o canaria es el o la profesional que trabaja en cualquiera de las especialidades necesarias para la producción de un filme, ya sea técnica o artística, que haya nacido en Canarias, viva donde viva, y que se reconozca como tal; también lo es quien que tengan su residencia habitual en Canarias, provenga o donde provenga.

Los resultados del cine de Canarias en los Goya son los que detallaré a continuación. Prefiero que el calificativo lo ponga cada lector. Las 14 nominaciones al cine de Canarias que se han producido en las 26 ediciones de los Premios Goya suponen un 0,59 % del total. Los filmes de Canarias han obtenido un total de 2 estatuillas en la historia de los Premios Goya. Esto supone un 0,31 % del total.

Las 14 nominaciones al cine de Canarias son un 0,59 % del total. Los filmes de Canarias han obtenido dos Goyas, un 0,31 % sobre el total.

Cambiar esta realidad -si es que los profesionales de Canarias quieren cambiarla- solo se logrará con políticas nuevas que ilusionen y den alas a los creadores, técnicos y productores desde la mayor exigencia y respeto. Es responsabilidad de los políticos dar un giro de timón a este barco que, una vez acabadas las vacas gordas, navega sin rumbo y con algunos de sus principales enemigos en sus propias bodegas.

Porque, no lo olvidemos, el desarrollo del cine (del audiovisual) depende en Europa del acierto de las políticas públicas de apoyo por parte de los Gobiernos frente al empuje de la industria multinacional. En el caso español –y canario-, también de la eficiencia de otras administraciones con relación directa en la materia (Cabildos y Ayuntamientos). Ninguna, pues, está exenta de responsabilidad. Si es que los profesionales quieren de verdad cambiar esta realidad deben empezar por exigir que al frente de los departamentos técnicos con competencias en la materia se comience por situar a personas formadas, competentes, capaces. Y, por supuesto, por no dejar de denunciar si fuera necesario, ante los medios de comunicación o un juez, cualquier abuso que pudiera producirse desde las administraciones.

Las nominaciones de los cineastas canarios nada tienen que ver con reconocimientos al cine de Canarias.

También prefiero que sea el lector quien valore los resultados de los cineastas canarios, cuyas nominaciones en prácticamente todos los casos nada tienen que ver con lo que puede denominarse “cine de Canarias”. Las nominaciones de cineastas canarios en las 26 ediciones de los Premios Goya suponen un 2,28 % del total. Los premios a cineastas canarios en los Goya suponen un 2 % del total.

1. Nominaciones al cine de Canarias

En estos 26 años, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España ha realizado un total de 2.369 nominaciones. El número de nominaciones de películas de Canarias es de 14. Las nominaciones al cine de Canarias suponen, pues, un 0,59 % del total.

Guarapo, de los Hermanos Ríos, producida por Ríos Televisión, recibió la primera nominación a un Goya de la historia del cine de Canarias. Teodoro y Santiago Ríos optaban a la Mejor Dirección Novel en la 4 edición (1990) por su primer largometraje. Mararía, de Antonio Betancor, producida por Mararía P.C. (Andrés Santana), recibió 5 nominaciones en la 13 edición (1999). Y Ciudadano Negrín, de Sigfrid Monleón, Carlos Álvarez e Imanol Uribe, igualmente producida por Andrés Santana, fue el primer largometraje documental nominado, en la 15 edición (2011). También fue esta la primera vez que un largometraje de Canarias ha estado nominada como película, no por una de sus especialidades.

Guarapo, de los Hermanos Ríos, recibió en 1990 la primera nominación a un Goya de la historia del cine de Canarias. El largo viaje de Rústico, de Rolando Díaz, fue el primer cortometraje. 2007 fue el único año que dos películas de Canarias obtuvieron nominaciones. El cine de animación ha obtenido en cortometrajes más nominaciones que la ficción o el documental.

El largo viaje de Rústico, del entonces cubano –hoy también canario-Rolando Díaz, producido por La Mirada P.C., fue el primer cortometraje -en este caso, un documental- que recibió una nominación. En la 8 edición (1994). El primer cortometraje de ficción nominado fue Esposados de Juan Carlos Fresnadillo producido por Zodiac Films, La Mirada y Papi Producciones (11 edición, 1997) y Podría ser peor el primer cortometraje de animación, de Damián Perea, Damián Perea P.C. (14 edición, 2000).

Ciudadano Negrín fue el primer largo documental nominado. El hito hasta hoy lo marcan las cinco nominaciones de Mararía en 1999.

En 2007, 21 edición, fue la primera y única vez hasta hoy que dos películas de Canarias obtuvieron nominaciones. Se trató de El viaje de Said, de Coke Riobóo, coproducida por Tembleque Producciones, y La noche de los feos,de Manuel González Mauricio, producida por Oasis Europkikara. En este caso a Mejor Cortometraje de Animación. El último minutero, de Elio Quiroga, y El intruso, de David Cánovas, son los nombres de los otros dos cortos nominados que no han sido mencionados. Sus nominaciones, respectivamente, a Mejor Corto Documental y Mejor Corto de Ficción, se produjeron en 2005 (19 edición) y 2006 (20 edición).

Las tres películas de largometraje nominadas han obtenido un total de siete nominaciones gracias a las cinco de Mararía: Mejor Guión Original (Antonio Betancor,Carlos Álvarez); Mejor Fotografía (Juan Antonio Ruíz Anchía); Mejor Música Original (Pedro Guerra, Joan Valent); Mejor Actriz Revelación (Goya Toledo) y Mejor Dirección de Arte (Félix Murcia).

2. Premios al cine de Canarias

Los premios Goya han repartido en sus 26 ediciones un total de 654 premios. Los filmes de Canarias han obtenido un total de 2 estatuillas en la historia de los Premios Goya. Esto supone un 0,31 % del total.

En 1999, el vasco Juan Antonio Ruíz Anchía obtenía el primer Goya de la historia a una película de Canarias, Mararía, de Antonio Betancor, producida por Mararía P.C. (Andrés Santana). En 2007, El viaje de Said, de Coke Riobóo, coproducida por Tembleque Producciones, obtuvo el Goya al Mejor Cortometraje de Animación.

Estos reconocimientos al cine de Canarias en los Goya vienen determinados por dos circunstancias importantes: el primero era una categoría técnica obtenida por un profesional afincado en Hollywood que nada tiene que ver con Canarias; el otro fue una coproducción que nació en Canarias y se pudo acometer gracias a la ayuda pública de Canarias, pero que fue enteramente desarrollado en Madrid por un director (Riobóo) y una empresa (Jazzy Producciones) no canarios.

Los dos Goyas al cine de Canarias vienen con atenuantes: uno fue a un vasco afincado en Hollywood y el otro a un corto enteramente desarrollado en Madrid. La no obtención del Goya por parte de Esposados fue una gran decepción y lastró la credibilidad de estos premios en las categorías consideradas «menores».

Por contra, hay que decir que la no obtención en 1997 del premio por Esposados fue una enorme decepción que indicaba que, en las categorías consideradas “menores” (cortometrajes, cine de animación y documentales), el resultado final dependía de las estrategias de los nominados para obtener votos, ya que la mayoría de los académicos no tenían un acceso fácil a esas películas, al menos entonces. Ese año ganó el cortometraje La viga, de Roberto Lázaro, mientras Esposados debía conformarse solamente con haber sido uno de los cortos españoles más premiados en festivales nacionales e internacionales de primer nivel de la historia, y el primer corto español finalista en los Oscar de Hollywood.

3. Nominaciones de cineastas canarios

Las 54 nominaciones de cineastas canarios en las 26 ediciones de los Premios Goya suponen un 2,28 % del total. Estas nominaciones han sido obtenidas por un total de 25 cineastas, 18 de ellos hombres y 7 mujeres. Idéntica proporción por sexos, 72% hombres por 28 % mujeres, se da en el caso de los premios obtenidos.

1988, en el II edición, fue el año de la primera nominación de un canario en los Premios Goya. El honor le corresponde al tinerfeño de Arona José Manuel Cervino, nominado a la Mejor Interpretación Masculina Protagonista por La guerra de los locos, de Manolo Matji. Fue además la única vez hasta hoy que un intérprete -hombre o mujer- lograba una nominación en categoría protagonista. El premio aquel año para Alfredo Landa por El bosque animado, de José Luis Cuerda.

La primera nominación de un canario recayó en José Manuel Cervino. Goya Toledo es la primera mujer de Canarias que optó a ganar una estatuilla. En 2011 se dio el mayor número de nominaciones de cineastas canarios, 9. Desde 1997 siempre ha habido cineastas canarios nominados.

11 años después, en la 13 edición (1999), la lanzaroteña Goya Toledo se convertía en la primera mujer de Canarias que optaba a ganar un premio por su nominación en la categoría Mejor Actriz Revelación por Mararía de Antonio Betancor. Marieta Orozco por Barrio, de Fernando León de Aranoa, le arrebató el premio.

La 25 edición (2011) fue la de mayor número de nominaciones a cineastas canarios (9). Le sigue la 26 edición (2012), con 8. La 13 edición (1999) y 2005 (19 edición) los cineastas canarios obtuvieron 4 nominaciones. En 2000 (14 edición y 2004 (18 edición) se obtuvieron 3. Significativo es también comprobar que desde 1997 (11 edición) siempre ha habido cineastas canarios nominados.

El productor grancanario nacido en San Mateo Andrés Santana es el cineasta canario con más nominaciones, un total de 14 en las 26 ediciones de los Premios. Como dato adicional destaca que sus películas como productor han sumado un total de 72 nominaciones. Santana ostenta además el récord absoluto en el cine español de nominaciones por una película, 19 por Días Contados (1995).

Andrés Santana es el cineasta canario con más nominaciones, 14. Sus películas como productor han sumado 72 nominaciones y ostenta además el récord absoluto en el cine español de nominaciones por una película, 19 por Días Contados (1995).

A Andrés Santana le sigue el director y guionista grancanario Mateo Gil, con 7 nominaciones en total. El peluquero tinerfeño Paco Rodríguez es el único que suma 4. El vestuarista lanzaroteño Paco Delgado y la actriz de Las Palmas de Gran Canacia Ana Wagener suman 3 nominaciones; Juan Carlos Fresnadillo y Tatiana Hernández (tinerfeños de Santa Cruz), José Manuel Cervino, Goya Toledo y la grancanaria Antonia San Juan suman dos nominaciones.

Por oficios son los directores y guionistas los más abundantes entre los nominados de Canarias, un total de 12: Santiago y Teodoro Ríos; Mateo Gil; Juan Carlos Fresnadillo; Antonia San Juan; Damián Perea; Elio Quiroga; Manuel González Mauricio; Antonio Betancor; Carlos Álvarez; Juan Millares y David Cánovas.

Por oficios son los directores y guionistas los más nominados. Le siguen intérpretes, músicos, productores y directores de vestuario. La relación entre hombres y mujeres es igual en el número de nominados que en el de premiados, 72% a favor de los hombres.

Seis son los actores y actrices canarios nominados. De ellos solo un hombre: José Manuel Cervino. Goya Toledo, Antonia San Juan, Mónica López, Ana Wagener y Carolina Bang son las cinco actrices que completan la nómina.

Cuatro son músicos (y los cuatro de la edición de 2012). Carmen Agredano, cordobesa afincada en Las Palmas de Gran Canaria desde 1984, compositora del tema La nana de la Hierbabuena de La voz dormida (Benito Zambrano); y Jorge Pérez Quintero, Borja Jiménez Mérida y Patricio Martín Díaz por Nuestra playa eres tú, de Maktub. 2012 también ha sido el año del primer caso de una nominación compartida por tres canarios.

Productores canarios nominados hay dos: Andrés Santana y Octavio Cardoso. Igual número de directores de vestuario (Paco Delgado y Tatiana Hernández). Solo un canario ha optado a la categoría de Mejor Maquillaje y Peluquería (Paco Rodríguez).

Finalmente, en 1990 y 1999 se dio el caso de dos nominaciones compartidas entre dos canarios: respectivamente, Mejor Dirección Novel para Teodoro y Santiago Ríos por Guarapo; Mejor Guión Adaptado para Antonio Betancor y Carlos Álvarez por Mararía. Por otro lado, Antonia San Juan es la primera y única mujer directora con nominación, en 2002 por su corto V.O. Goya Toledo, Antonia San Juan, Ana Wagener y Carolina Bang son las cuatro actrices que han estado nominadas en la categoría de Mejor Actriz Revelación. Ana Wagener, Mónica López y Goya Toledo las nominadas a Mejor Interpretación Femenina de Reparto.

Andrés Santana (1990, 1995 y 2011), Mateo Gil (2010) y Paco Rodríguez(2011) son los únicos cineastas canarios nominados doblemente un mismo año. Santana el único que lo ha estado en tres ocasiones.

4. Premios de cineastas canarios

El número total de premios obtenidos por canarios en los Goya es de 13. Esto supone un 2 % del total.

Mateo Gil es el cineasta canario con más premios Goya bajo el brazo. Un total de 4, por sus trabajos como guionista con Alejandro Amenábar (2005, Mar adentro; 2010, Ágora) y Marcelo Piñeyro (2006, El Método) y su cortometraje Di me que yo (2010). Le sigue Andrés Santana con 3, dos como Mejor Director de Producción (1992, El rey pasmado; 2012, Blackthorn. Sin destino), y uno como Mejor Película (1995, Días contados). El premio a Santana al Mejor Director de Producción en 1992 por El rey pasmado fue el primero a un canario. El primer –y único- guionista canario premiado es Mateo Gil. En 2005 por Mar adentro.

Mateo Gil es el cineasta canario con más premios Goya bajo el brazo, 4. Con 3 le sigue Andres Santana. Juan Carlos Fresnadillo fue primer director premiado, José Manuel Cervino el primer actor, Tatiana Hernández la primera mujer y Ana Wagener la primera actriz.

Juan Carlos Fresnadillo (primer director premiado, 2002, Intacto), Octavio Cardoso, José Manuel Cervino (primer actor premiado, 2008, Las trece rosas, de Emilio Martínez Lázaro), Tatiana Hernández (primera mujer en obtener un Goya, 2011, Mejor Diseño de Vestuario por Lope, de Andrucha Waddington), Ana Wagener (primera actriz canaria en obtener un Goya) y Carmen Agredano (primera que obtiene un Goya en categoría musical) completan la lista de canarios y canarias cuyos trabajos han recibido un Goya.

2010 fue, finalmente, el año en que por primera vez hubo dos premios a cineastas canarios. Los dos al mismo cineasta, Mateo Gil, por el guión original de Ágora y el cortometraje Di me que yo.

5. Curiosidades

Llama la atención, finalmente, en la relación de Canarias con los grandes premios internacionales, que el cine insular tenga una nominación a los Premios Oscar (nominación que de forma nominal corresponde a Juan Carlos Fresnadillo, Miguel Ángel Toledo, Ana Sánchez-Gijón y Juan Francisco Expósito) y que un cineasta canario (Andrés Santana) haya estado también nominado por el Mejor Largometraje en Habla no Inglesa (por Secretos del corazón (1997), de Montxo Armendáriz).

Finalmente, en la relación de la Canarias con los Premios Goya podemos destacar que una mujer de Canarias, Antonia San Juan, presentó en una ocasión la ceremonia. Fue en 2000, durante la 14 edición. Ese año San Juan estuvo nominada al premio a la Mejor Actriz Revelación por Todo sobre mi madre (Pedro Almodóvar, 1999). La andaluza Ana Fernández, finalista por Solas (Benito Zambrano, 1999) se llevó la estatuilla.

Es significativo que tanto el cine insular como un cineasta canario tengan nominaciones a los Oscar de Hollywood.

Añado también los datos de Javier Bardem, actor nacido en Las Palmas de Gran Canaria aunque no se reconozca como canario, hasta que no se demuestre lo contrario. Bardem ha obtenido las siguientes 8 nominaciones: 1993, Jamón, jamón, Bigas Luna, Mejor Interpretación Protagonista; 1994, Huevos de Oro, Bigas Luna, Mejor Interpretación Protagonista; 1995, Días contados, Imanol Uribe, Mejor Interpretación Masculina de Reparto; 1996, Boca a boca, Manuel Gómez Pereira, Mejor Interpretación Protagonista; 2000, Carne Trémula, Pedro Almodóvar, Mejor Interpretación Protagonista; 2003, Los lunes al sol, Fernando León de Aranoa, Mejor Interpretación Protagonista; 2005, Mar adentro, Alejandro Amenábar, Mejor Interpretación Protagonista; 2011, Biutiful, Alejandro González Iñárritu, Mejor Interpretación Protagonista.

Bardem lleva cinco premios obtenidos, por Días contados, Boca a boca, Los lunes al sol, Mar adentro y Biutiful.

Por último, Santiago Ramos obtuvo el Goya a la Mejor Interpretación Masculina Protagonista en la 11 edición (1997) por el papel de un granadino de origen y canario de adopción en Como un relámpago (Miguel Hermoso, 1996), rodada casi íntegramente en Las Palmas de Gran Canaria. Se trataba además de la única nominación de la película de Hermoso.

El grande perdió, el chico ganó


Por usar un símil futbolero, lo que ocurrió el domingo en el Parque de las Naciones de Madrid durante la 26 edición de los Premios Goya tiene su explicación en que el único director español de los contendientes que juega en la Champions debía ser juzgado por quienes lo hacen en categorías inferiores. Esas son las lógicas que, por otro lado, al manchego Almodóvar seguro también benefician en terrenos de juego de mucha mayor enjundia con compañeros de clase más aventajados que él. El grande perdió / el chico ganó / como ganaron Méndez, Angelito, Palmero y Camurria / frente a rivales de peso mayor es una hermosa estrofa del folclore canario, himno de la Lucha Canaria, usada también comúnmente para reivindicar la capacidad de los pequeños por imponerse a los previsibles favoritos.

Dos fueron las señales inequívocas que confirmarían que los tiros (de pistolas, revólveres, rifles) irían, nunca mejor dicho, por No habrá paz para los malvados y Blackthorn. Sin destino. La primera, la clamorosa no obtención por parte de Almodóvar del premio al Mejor Guión Adaptado a favor de, por primera vez en la historia de los Goya, una película de animación, Arrugas. Que compitan Bollaín, Zambrano y Almodóvar y ganen Ángel de la Cruz, Ignacio Ferreras, Paco Roca y Rosanna Cecchini por Arrugas podía ser quizás justo, pero seguro era un aviso inequívoco. No habrá paz… sí ganó en cambio el Mejor Guión Original. La segunda señal fue el momento en que el premio al Mejor Diseño de Vestuario fue a parar a Blackthorn. El lanzaroteño Paco Delgado merecía sin duda la estatuílla por La piel que habito, aunque el carácter de película de época de la película de Gil podía arrebatarle sobre el papel el premio. El logro de grandes premios técnicos por parte de Blackthorn (Fotografía, Dirección de Arte) ya señalaba que quien ganara al final lo haría al sprint en los tres últimos premios. Y que en la carrera ya no estaba La piel que habito.

Así fue. Banderas no tenía nada que hacer frente a Coronado por la lógica expuesta en su brillante intervención por Santiago Segura (le tocaba a Coronado después de 25 años, como él mismo ha recalcado en declaraciones varias veces), y la Mejor Dirección y Mejor Película fueron, la primera con más mérito que la segunda, también para el filme de Urbizu. Hora de suspiros de alivio, de muecas hieráticas. De sonrisas maliciosas. De buenos y malos perdedores. Siempre es así. Para el prestigio de la Academia, del cine español y eso que llaman la marca España no hay duda que interesaba más el filme de Almodóvar. Pero las lógicas de los académicos son otras. Y tan respetables

Por lo demás, Eva Hache salió de la dificilísima prueba con notable alto y el presidente de la Academia, Enrique González Macho, marcó en su discurso distancias con su predecesor Álex de la Iglesia, que desde las butacas lo escuchaba como un alumno regañado delante de toda la clase. De la Iglesia – genio y figura- no tardó en replicar desde la prensa. Ciertas las palabras de González Macho (y valientes o temerarias), pero como responsable también de la principal distribuidora de cine de España le conviene acelerar la existencia de canales de visionado del cine español por Internet. Porque enfrente tiene a una masa anónima que por mucho que lo expliques con argumentos razonados no va a entender. Su película es otra. Y urge mejorar la relación del cine español con el espectador.

Por cierto, por Twitter Alta Films y Cameo me indicaron ayer que Blackthorn ya está disponible en DVD y Blu-ray. Conviene hacerse con una copia porque contiene algunos de los mejores momentos del cine español durante 2011. Enhorabuena Santana, Ruíz Anchía, de Gaspar, Bilbao, Mateo Gil. Enhorabuena Urbizu, Coronado, Anaya, Cornet, León, Wagener, Agredano…

En 1996 fui script de «La isla del infierno», de Javier Fernández-Caldas, rodada entre Tenerife y Agaete durante 9 semanas y media. Está ambientaba en el siglo XV, en tiempos de la conquista de Canarias. En la imagen, se me ve con la claqueta tapando parcialmente a José Conde (Pepe Conde) a quien conocí durante ese rodaje y cuya muerte este año lamenté como tantos otros. Me alegré de que Pepe fuera recordado entre los que fallecieron en 2011 en la Gala de los 26 Premios Goya. Aquí interpretaba a un capitán algo trastornado que veía en cabalgar a lomos de avestruz una posibilidad de revolucionar los medios de locomoción.

26 Premios Goya: 1, X, 2


Si estos académicos no se han vuelto igual de locos que los romanos de Astérix o una conjunción de astros lo impide, el domingo «La piel que habito», de Pedro Almodóvar, logrará entre 5 y 11 Goyas en la XXVI Gala de los Premios Goya que se celebrará en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid, retransmitida por TVE en directo a partir de las 22.00 horas (las 21.00 horas para los que sintonicemos desde Canarias, Londres o Lisboa). «No habrá paz para los malvados», de Enrique Urbizu, obtendrá un mínimo asegurado de 1 estatuilla y 8 en el mejor de los casos. «Eva», de Kike Maíllo, no menos de 2 y no más de 6. «Blackthorn. Sin destino», de Mateo Gil, entre 1 y 7. Y «La voz dormida», de Benito Zambrano, entre 2 y 5.

Son los premios más importantes del cine español. Y los más prestigiosos según para quien. También son los únicos que permiten cada año una interpretación a vista de pájaro del cine español. Polémicos siempre por la alargadísima sombra que planea sobre el ritmo de la gala, las expectativas este año son buenas por la elección de Eva Hache como presentadora. Su antecesor, Andreu Buenafuente, triunfó en su primera gala hace dos años pero pinchó en la segunda. Nadie ha superado aún el discreto encanto de Rosa María Sardá. 2010 fue mejor año que 2009 en lo que se refiere al dinero ingresado por las películas españolas en taquilla. El 15,3 % de los espectadores que fueron al cine en España vieron cine español. Mejor que durante 2009 pero exiguo. Y eso que la globalización ha abierto el abanico de filmes que pueden considerarse “españoles”. Midnight in Paris, la última de Woody Allen, es a todos los efectos una película española por la participación en la producción de dos empresas catalanas, Mediapro y Versátil Cinema. Llegado a este punto conviene ponerse la bata de viejo profesor de escuela rural y repasar la tabla de multiplicar. A saber: película española es aquella producida total o parcialmente por una empresa productora española. Que la empresa sea de menor o mayor dimensión, que su participación en la financiación del filme sea en mayor o menor medida, que se ruede dentro o fuera de España, total o íntegramente, son aspectos no irrelevantes, pero secundarios.

La taquilla en 2010 fue mejor pues que en 2009, pero lejos todavía de poder considerarse como satisfactoria. Estamos por debajo de la media europea. El cine francés siempre es referente cuando se tratan estos asuntos, por su política de ayudas y por la respuesta del público en salas. En 2011, Francia registró el 41,6% de cuota de taquilla, casi el triple que España. Suecia, por citar un país menos potente en lo que se refiere a su cine, superó también a España con un 19,8%. Italia supera a Francia en número absoluto de entradas vendidas a sus películas, aunque no en el porcentaje de espectadores respecto a su cine. Dato significativo, que hace afilar los dientes de envidia, es que 17 fines de semana de 2011 fueron liderados en Italiana por películas italianas.

Los Premios Goya sitúan como principal favorito a los premios a La piel que habito, de Pedro Almódovar, con 16 nominaciones. Es con No habrá paz para los malvados la única que también obtuvo respaldo del público en los cines. Es mi favorita para ser la vencedora de la noche en número de estatuillas. También, para ganar los dos premios más importantes, Mejor Película y Mejor Dirección. La vuelta de los hermanos Almodóvar a la Academia en abril del año pasado y la feroz crítica que recibió tras su estreno en mayo en el Festival de Cannes y en salas en septiembre por el principal crítico de cine del más importante medio de prensa del país pueden contribuir a apuntalar su triunfo. Por calidad lo merece. Escribí una reseña en este mismo blog sobre el filme en septiembre pasado.

Los Goya han dado la espalda con justicia a la película española que mayor recaudación obtuvo en 2011, Torrente 4, de Santiago Segura. La cuarta entrega de la saga, la más taquillera también por la proverbial astucia de Segura (en este caso para apuntarse al 3D en el momento oportuno) es también la menos interesante, excesos escatológicos aparte. Su arranque es prometedor, pero es decepcionante salir del cine con la certeza de que la mejor secuencia del filme es precisamente la primera.

No habrá paz para los malvados, de Enrique Urbizu, se coloca como segunda opción para los académicos españoles. Es un buen filme que sin embargo se oye con un sonido ajeno. Y ampuloso. De sus 14 nominaciones, apuesto por que obtenga una de las principales, la de Mejor Interpretación Masculina Protagonista, para José Coronado. Cuando el filme se presentó en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián el actor madrileño ya era uno de los favoritos. Coronado obtuvo hace poco el premio Forqué de los productores españoles. Es un actor con reconocimientos pendientes. Apesta a Goya, si esta expresión se puede usar sin que suene despectiva. El Mejor Interpretación Masculina de Reparto irá directo a Lluís Homar por su papel del androide Max en Eva. Jan Cornet es mi favorito a Mejor Actor Revelación por su Vicente de La piel que habito.

La catalana Eva, de Kike Maíllo, es la gran sorpresa del año con sus 12 nominaciones. Las merece. El premio a la Mejor Dirección Novel para Maíllo está cantado. También el de Mejores Efectos Especiales, trabajo de Arturo Balseiro y Lluís Castells, que además de estar perfectamente logrados desde un punto de vista técnico, tienen la virtud de ser originales y delicados. Martí Roca, Sergi Belbel, Cristina Clemente y Aintza Serra son mis favoritos para el Mejor Guión Original, con permiso de Woody Allen, que compite por Midnight in Paris. En cualquier caso, si cuando este premio se otorgue no lo ganan los representantes de No habrá paz para los malvados significará la garantía de que será la noche de los Almodóvar en los dos premios principales. El premio al Mejor Guión Adaptado se lo auguro a Pedro Almodóvar por La piel que habito, salvo tremenda sopresa si se le impone la adaptación del comic de Pablo Roca en la película de animación Arrugas.

Blackthorn. Sin destino (Mateo Gil, 2011) es la cuarta película del año según los Goya, con 11 nominaciones. En taquilla fue peor que mal, aunque más por su fatídico estreno durante la polvajera estival que por las posibilidades de un filme valiente, rodado en Bolivia, que recupera la historia del mítico Butch Cassidy como si no hubiera muerto. Tiene serias opciones para varias estatuillas en premios técnicos. Juan Antonio Ruiz Anchía es mi gran favorito a la Mejor Dirección de Fotografía, pero para obtenerlo tendría que superar nada menos que a José Luis Alcaine (La piel que habito). Si lo logra, el fotógrafo vasco afincado en Hollywood obtendría su segundo premio tras el de Mararía (Antonio Betancor, 1997). Andrés Santana, productor de Mararía, tiene también las mayores opciones sobre el papel a recibir el premio a la Mejor Dirección de Producción. En los últimos años, los premios -no así las nominaciones- se le han vuelto esquivos al canario. Con su trabajo en Blackthorn. Sin destino podría resarcirse. Toni Carrizosa, por Eva, debería ser su principal rival. Para Santana, sería su tercer Goya. En el apartado de Mejor Música Original, Lucio Godoy podría obtener el tercer Goya de la película del canario Gil. Como Ruíz Anchía con Alcaine, para lograrlo el argentino Godoy debe ser capaz de superar al siempre favorito Alberto Iglesias, que está en la terna con La piel que habito. De ganar, Iglesias obtendría su Goya número 10. Alcaine lleva 5. Finalmente, el Goya al Mejor Montaje podría ir también a parar a David Gallart por Blackthorn. Pablo Blanco, por No habrá paz para los malvados, es su mayor contrincante. No me atrevo a dar favoritos para la Mejor Dirección Artística. Compiten las cuatro favoritas. Y las cuatro hacen trabajos de gran altura.

Un canario, Paco Delgado, es el mejor posicionado para obtener el Goya al Mejor Diseño de Vestuario por La piel que habito. Es su cuarta nominación y este sería su primera estatuilla. Tiene a su favor dos cuestiones: no rivaliza con costosas películas de época que suelen ser las destinatarias de este premio y su funda/prótesis del personaje interpretado por Elena Anaya -implante de personaje que dirían los guionistas profesionales- define como ningún otro elemento la película. Sin apenas margen para las sorpresas, María León obtendrá el Goya a la Mejor Actriz Revelación por su Pepita en La voz dormida. Ya fue ganadora incontestable en el festival de San Sebastián. Aunque esta categoría está reñidísima. Blanca Suárez (La piel que habito), Michelle Henner (No tengas miedo) y Alba García (Verbo) son sus rivales. Al menos las dos primeras cuentan con igual mérito para obtenerlo. Descartada por mejicana Salma Hayek en el premio a la Mejor Interpretación Femenina Protagonista –los actores académicos no suelen premiar a extranjeros- y Verónica Echegui por el estreno tardío de su película (Katmandú, Iciar Bollaín, 2012), el combate por este Goya se libra entre Elena Anaya (La piel que habito) e Imma Cuesta (La voz dormida). Mi debilidad por la actriz palentina desde Familia (Fernando León de Aranoa, 1997) me hace no sólo no dudar, sino además hacer todo tipo de fuerzas para que sea ella la que se lo lleve a casa.

Una granadina afincada en Canarias, Carmen Agredano, parte como favorita para el Goya a la Mejor Canción Original por su Nana de la Hierbabuena, que Imma Cuesta canta con poco veraz quejío en La voz dormida (Benito Zambrano, 2011). Frente a Agredano, tres canarios de El Hierro -Jorge Pérez; Borja Jiménez; Patricio Martín – podrían arrebatarle el premio por el rap Nuestra playa eres tú de Maktub (Paco Arango, 2011). Menos pegadizo (y mejor promocionado) es el rap de Verbo (Eduardo Chapero-Jackson, 2011), interpretado por Nach, principal obstáculo para que un Goya a una categoría musical caiga por primera vez del lado de Canarias.

La categoría de Mejor Interpretación Femenina de Reparto cuenta con similar panorama que el de Mejor Canción Original. Dos canarias, Goya Toledo (Maktub) y Ana Wagener (La voz dormida) compiten frente a frente. Para la lanzaroteña Toledo es su segunda nominación tras la de Actriz Revelación por Mararía. Y la primera que cuenta con opciones reales. Wagener cuenta con las mejores opciones. Es su tercera nominación. Sería también su primer Goya. Maribel Verdú (De tu ventana a la mía, Paula Ortiz, 2011) y Pilar López de Ayala (Intruders, Juan Carlos Fresnadillo, 2011) son las otras dos contendientes. Añadir que esta es para la película del canario Fresnadillo su única opción posible de recibir una estatuilla (en los Efectos Especiales ganará con merecimiento Eva).

Bonito combate entre personajes se presenta en los cuatro filmes que optan a la Mejor Película Documental. Morente, Garzón, Miquel Barceló y Manuel Cortés, como acertadamente adelantó Rocío García en El País. No puedo opinar sobre filmes que no he visto. Sólo sé que la cuota catalana ha sido determinante en esta categoría en los últimos años. Ejemplo de esto son las derrotas en dos ocasiones por parte del productor Andrés Santana frente a sendas producciones de esta comunidad sobre el Alzheimer, Bicicleta, Cuchara, Manzana (Carles Bosch, 2010) y Bucarest, la memoria perdida (Albert Solé, 2008). También, que Isaki Lacuesta compite con El cuaderno de barro, nada menos que el filme complemento al que en 2011 ganó la Concha de Oro en el último Zinemaldia, Los pasos dobles. Lacuesta es el director con la fidelidad en el voto más asegurada por su condición de “moderno maldito” (o “¡maldito moderno!” según para quien). Pero el filme sobre Miquel Barceló tiene enfrente nada menos que a Isabel Coixet y Baltasar Garzón (aunque sin que el efecto inhabilitación haya llegado a tiempo para contar en el voto), y a Enrique Morente, cuya polémica muerte en diciembre de 2010 conmocionó a sus admiradores.

También sobre el papel y por la trayectoria del filme, parece que Arrugas (Ignacio Ferreras, 2011) ganará la Mejor Película de Animación. Está estrenada en salas y se presentó con notable éxito en el pasado Festival de San Sebastián. El premio al Mejor Cortometraje de Ficción irá, a mi juicio sin merecerlo, a Matar a un niño, de los hermanos José y César Esteban Alenda. Escribo sin merecerlo porque los tres que he visto tienen un nivel similar –buena calidad técnica y muy poca originalidad- y el peso de las influencias, o el marketing, en las categorías pequeñas pesa más que en las demás. El corto de los hijos del para muchos de los de mi generación mítico productor y distribuidor José Esteban Alenda, primer Oscar del cine español con Volver a empezar (José Luis Garci, 1982), tiene ínfulas experimentales. Finalmente, la Mejor Película Europea apuesto que será, con total merecimiento, para The Artist (Michael Hazanavicius, 2011). Enfrente solo Melancolía de Lars von Triers, triunfadora en los premios de la Academia Europea, puede hacerle frente.

Los olvidados de esta edición -dejando de lado a todo ese cine que cierta crítica llama “invisible” (precisamente ser invisible en salas ya los descarta para estos premios de forma automática)- son claramente dos: No tengas miedo e Intruders. El primero, sin estar a la altura de los mejores de Montxo Armendáriz, es un filme de muy buena factura, desasosegante y valiente. Se ha debido conformar con una nominación (Michelle Henner). La película de Juan Carlos Fresnadillo, con dos nominaciones, pagó en cambio su decidida vocación internacional. El propio cineasta lo confesó en la entrevista que mantuvimos recientemente en el TEA: debieron titularla Intrusos para el mercado español e Intruders para el internacional. Porque el filme que inauguró la pasada edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián es claramente español a pesar de que su protagonista sea el británico Clive Owen. Y de los pocos ejemplos de películas españolas que este año han podido estrenarse en pantallas internacionales. Menos original que Eva y Blackthorn, sin duda; menos personal que La piel que habito, también. Menos racial que No habrá paz para los malvados y La voz dormida, otro tanto de lo mismo. Pero a excepción de la de Pedro Almodóvar y Mateo Gil, con más capacidad para colocarse en pantallas internacionales que todas las demás juntas. Se merece más. Más en tiempos de crisis.

Arriba, gráfica que muestras las posibilidades de cada película para los premios que se entregan el próximo domingo.

La imagen del centro de esta entrada muestra de forma gráfica todos los finalistas de esta edición. Sus afiches están repetidos tantas veces como nominaciones tiene cada filme.

Más fondo de armario: Entrevista a Mateo Gil


La primera entrevista que se le hacía al cineasta Mateo Gil en un medio de Canarias la firmé mientras colaboraba con la desaparecida revista Anarda. La publicación -financiada por el empresario Jaime Cortezo- la dirigía entonces José Antonio Alemán, de la sección de Cultura se encargaba Pedro Schluetter y yo compartía la sección de cine con Gregorio Martín Gutiérrez. Desde septiembre de 1999 hasta mayo de 2000 colaboré de esta forma en nueve números hasta que un cambio en la dirección empujó al leonés Sergio Cao a la dirección y a mí a la coordinación y edición de las páginas de Cultura, que llevé a cabo durante 9 números entre julio de 2000 y abril de 2001. La etapa concluyó unos números después de la llegada de Laly Sánchez al frente de la dirección de la publicación. La revista se siguió editando, al menos, hasta agosto de 2003.

Mientras Martín Gutiérrez se ocupaba más de asuntos teóricos sin vínculo con las islas, mi compromiso con el sector en el archipiélago me hacía interesarme principalmente por temas relacionados con los cineastas canarios. Promoverlos a través de la prensa se había hecho de manera muy precaria. Y era esencial hacerlo con solvencia y contundencia para dar visibilidad a una actividad que carecía de espacio frente a otras disciplinas culturales que contaban con el favor de la prensa. Después de haber dirigido el área Audiovisual del Gobierno de Canarias, el área de Cine del Cabildo de Gran Canaria, trabajado en largometrajes y cortometrajes y colaborado en diversos medios de comunicación de prensa escrita y televisión, tenía muy madura esta idea de promoción del cine favoreciendo el desarrollo de un tejido profesional que al poco tiempo inspiró mi trabajo al frente del Foro Canario del festival de cine de Las Palmas, en la segunda edición.

Volviendo a Mateo Gil y al año 2000, ahora ocurría que un director canario residente en Madrid sin vínculo con las islas más que el propio de haber nacido y crecido aquí se enfrentaba a su primer largometraje, un thriller de jugadores de rol ambientado en la Semana Santa sevillana. Una gran oportunidad. Hoy, la segunda película de Mateo Gil “Blackthorn. Sin destino” está nominada a 11 premios Goya, mérito que la sitúa en cuarta posición de las preferencias de los académicos, tras «La piel que habito» (Pedro Almodóvar), «No hay paz para los malvados» (Enrique Urbizu) y «Eva» (Kike Maíllo). Un enorme éxito que contrasta con la muy pobre acogida del filme en salas comerciales. De hacer un cine de calidad que no necesariamente esté al servicio de la taquilla habla Mateo Gil en esta entrevista. Pero también de otras muchas cosas. Se publicó en enero de 2000 en el número 14 de la revista Anarda. Espero que la disfruten.

Mateo Gil, director de cine: “Me daba vergüenza admitir que quería ser cineasta”

He visto Esposados [Juan Carlos Fresnadillo, 1996] y La Raya [Andrés Koppel, 1997] y me parecen dos cortos magníficos. Pienso que es inevitable que la industria esté centrada en un sitio, pero también estoy convencido de que se puede hacer cine en cualquier lado.” La pregunta es inevitable. Mateo Gil (Las Palmas de Gran Canaria, 1972) es, hoy por hoy, el director canario que mejor posición ocupa en la industria cinematográfica española. “Veo más difícil que se cree un industria en las islas. Lo que se puede hacer es apostar por la formación actoral y técnica. Potenciar el que se conviertan en un gran centro de formación y también en un gran decorado para producciones. También hay que generar iniciativas culturales que fomenten y expandan el aprecio hacia este oficio. En este sentido, la idea de poner en marcha un festival de cine en Las Palmas de Gran Canaria me parece excelente.”

Íntimo amigo de Alejandro Amenábar y estrecho colaborador suyo en dos de los grandes éxitos del cine español de los noventa, Tesis (1996) y Abre los ojos (1997), dibujó trazos de gran cineasta en Allanamiento de morada (1998), su primer cortometraje. A finales del pasado mes de noviembre estrenó Nadie conoce a nadie, un largo que él define como “un thriller psicológico que habla, sobre todo, de la desorientación en la que vive la gente hoy en día. Sin creencias religiosas y sin referentes claros ni políticos ni sociales. O, como escribió Juan Bonilla en la novela en que está basada, “sin una guerra en la que caerse muerto.”

Le leo una cita. Mankiewicz dijo que los críticos son «tan esenciales para la obra de arte como las hormigas en un almuerzo en el campo.” Suelta una carcajada. “Las críticas son necesarias. No sólo es importante que se vea cine, sino también que se hable de él. Claro que con el volumen actual de películas muchos críticos tienden a la generalización. Pero eso es inevitable. La crítica es necesaria y no hay que tomársela muy en serio. Yo, por Nadie conoce a nadie he recibido malas, y duelen en el alma. Pero también buenas. Esas te ponen las cosas en su sitio.”

“Hay que reivindicar el cine sin taquilla. Si no creyera que el cine es, fundamentalmente, arte, no me dedicaría a esto.”

¿Qué fue lo que más te preocupó al escribir el guión? En sus orígenes se me encargó para que lo rodara un director consagrado. Por ello me preocupé muchísimo de crear una trama potente, con mucho suspense y mucha acción. Después, cuando acepté dirigirlo, me lo fui llevando más a mi terreno, incorporando elementos propios. Allanamiento de morada la escribí a la inversa. Partí de una idea y unos personajes y lo tuve escrito en un fin de semana. Quizás esta sea la manera más acertada. En todo caso, son las historias las que te van marcando el proceso. Eso es prácticamente incontrolable.

¿Y el mayor obstáculo al que te enfrentaste en el momento del rodaje? Un rodaje es una constante carrera de obstáculos con un denominador común: la lucha contra el tiempo. En Allanamiento de morada me preocupé sobre todo de la interpretación de los actores. En Nadie conoce a nadie mi prioridad fue, en medio de esa lucha, que ningún elemento de la película (cámara, interpretación, decorados, vestuario, música, sonido…) estuviera desequilibrado con respecto a los demás.

Mateo Gil no es de los que afirman que lo del cine lo tuvo claro desde siempre. “No hubo un momento que yo recuerde en concreto, una chispa. Ocurrió a lo largo del bachillerato. Lo curioso, en mi caso, es que no se lo decía a nadie. Cuando estaba en Madrid estudiando Imagen y me preguntaban, decía que estudiaba periodismo. Me daba vergüenza admitirlo. Me sentía como una persona de pueblo –viví hasta entonces en el barrio de El Calero, en Telde- y lo del cine lo veía como algo inalcanzable.” En abril, le comento, Víctor Erice (El espíritu de la colmena, El sur, El sol del membrillo) levantó acta oficial de la muerte del cine como arte: “Ahora se hace industria pura y dura y su máxima expresión, la taquilla como punto de referencia.” Frente a la ingenuidad del cine de antes el director vizcaíno opuso la inmersión del séptimo arte en el “gran monstruo audiovisual de los tiempos actuales, una magma trufado de publicidad y susceptible de caer bajo los efectos nocivos de la televisión.” “Tiene razón, pero es una valoración demasiado peyorativa. Es cierto que el cine de hoy ha perdido la ingenuidad, y eso es malo. Hay que reivindicar el cine sin taquilla. Si no creyera que el cine es, fundamentalmente, arte, no me dedicaría a esto.”

¿Imitar al cine norteamericano es la salvación del cine español y europeo? Es que pienso que el concepto de “norteamericano” es muy difuso. Mi película es profundamente española, al igual que las de Amenábar, y a ambos se nos ha tachado de hacer un cine ‘a la americana’. Creo que esto no tiene mucho sentido. Lo realmente importante es que sea un cine de calidad.

Se expresa con la claridad de quien sabe de cine desde dentro, pero también con sensatez para reconocer que su maratón particular no ha hecho más que empezar. “Claro que tengo proyectos para rodar en Canarias, pero mi primer objetivo es asentarme en Madrid. Es la única manera de poder elegir. Ahora no tengo nada sobre la mesa. Por lo pronto, me gustaría cambiar de registro. Una historia de amor tal vez. Una comedia seguro que no. Me parece el género más complicado y todavía no me siento capaz de afrontarlo.” Por lo pronto, con solo veitisiete años, Mateo Gil ya ha conseguido entrar en el estadio. Muchos otros atletas se siguen empujando para entrar. Muchos más lo dejaron en el camino.

Índice de imágenes:

1) La entrevista, tal y como salió publicada, ocupó una página y una columna de la revista.

2) Eduardo Noriega y Natalia Verbeke en una imagen promocional de «Nadie conoce a nadie». En la película actuaban también Jordi Mollá y Paz Vega.

3) Portada de la revista Anarda donde fue publicada la entrevista.

Memorias del Zinemaldia: 59 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián


(Al final de este texto se ofrece información de las 23 imágenes que lo acompañan)

16 de septiembre

Lluvia. Buenas impresiones el primer día por la programación de este año. Intruders (2011), lo nuevo del tinerfeño Juan Carlos Fresnadillo gusta a casi todos. Para El árbol de la vida (The Tree of Life, Terrence Malick, 2011, Palma de Oro en el festival de Cannes) no vale la pena ni intentarlo. Cena con ensalada, txuleta –traducido es chuletón de buey- y vino en Aldanondo. José Coronado y el equipo de “No hay paz para los malvados” (Enrique Urbizu, 2011) en la mesa de enfrente. Marta y Aída planean foto con el actor. Los hombres nos negamos en redondo. Demasiado pronto. Nada más levantarse dos mujeres de otra mesa le reclaman para lo mismo. El también protagonista del corto “El intruso” del tinerfeño David Cánovas (2005, nominado al Goya) acepta con mucha amabilidad.

17 de septiembre

Me estreno con el surcoreano de la ciudad de Boghwa Kim Ki Duk. Como homenaje a Librada Melo y Gabriel Trenzado -dos grandes ausentes este año- me sitúo en lo más alto del K-1, la sala grande del Auditorio Kursaal de Moneo. En el primer número del periódico del festivalJuan Carlos Fresnadillo habla de los miedos transmitidos de padres a hijos –también de su madre a él mismo- y Wim Wenders hace una encendida defensa de las posibilidades 3-D. Cierro el móvil donde apunto estas notas. Empieza mi Zinemadia.

Nada justificaría seleccionar la muy arisca Amen (Kim Ki duk, 2011) para ninguna cosa de provecho en un festival si no es el nombre de su director, autor de importantes filmes como El arco (2006), Hierro 3 (2004) y Primavera, verano, otoño, invierno… y primavera (2003). A no ser que con el viva la pepa de los nuevos lenguajes del cine contemporáneo post-digital alguien quiera poner un huevo nuevo. Aquí, una chica que no tiene donde caerse muerta busca a un amigo pintor por distintas ciudades de Europa. Parece una excusa del director para darse un garbeo turístico por París, Venecia…. La chica recurre a la mendicidad y acaba siendo violada en un tren por un tipo enfundado en una mascara antigás. Quemarla –la película, no al personaje, menos a la actriz, tampoco al director- sería un bonito gesto que evitaría la superpoblación inflaccionista de este tipo de boberías que nacen para llegar a ningún sitio. Según el surcoreano en la revista del Festival, la hizo harto del sometimiento a los estándares industriales y para demostrar que cualquiera puede dirigir una película. Lo diría días más tarde en una entrevista el director de fotografía José Luis Alcaine: hay una amplísima mayoría de filmes que se ruedan sin casi presupuesto y con una calidad técnica pésima. El mismo día en el mismo periódico Ripstein lo apuntalaría: se ha perdido el valor de la paciencia. Yo añado: y ha crecido el del despilfarro de los recursos públicos a través de la simplonería. Aguanté “Amén”, mi primera película del festival, 40 heroicos minutos.

Los finales abruptos y abiertos son marcas del cine de hoy cuando éste quiere caminar de la mano de este mundo en que vivimos, ajeno a las certezas de antaño. Martha Marcy May Marlene (Sean Durkin, 2011), premiada en Sundance y aquí en Zabaltegui, la sección mas fiable del certamen, narra la historia de una chica que son varias –de ahí su título- tras su traumatizante paso por una secta. Cine norteamericano independiente pulcro en lo narrativo y estilístico (quizás demasiado), donde destaca la interpretación de su joven protagonista Elizabeth Olsen. Momentos turbadores y un desconcertante, aunque valiente, final.

Fugaz encuentro con Juan Carlos Fresnadillo en el hall del hotel María Cristina –refugio de invitados VIP del festival- antes del inicio del último pase de su Intruders (Intrusos), que inauguró el festival este año. Foto a las chicas con Clive Owen a las afueras del hotel. La estrella se muestra amable y profesional; ellas nerviosas, a solo un paso de la risilla (jijiji) histérica. ¡Qué momento! El filme es una de miedo más psicológico que de sustos que confirma el talento del tinerfeño, que no descuida oportunos requiebros en el relato que lo alejan de lo consabido. Intruders, basado en un relato de Nicolás Casariego, tiene como puntos mas fuertes: en lo productivo, haber logrado un filme 100% español que alcance sin pedir permiso la cima del exigentísimo mercado mundial de la distribución y exhibición de películas; en lo estilístico, apuntalar marcas propias del director desde Esposados, señal inequívoca de que estamos ante un cineasta no solo muy capaz –lo dejó claro sin lugar a dudas en 28 semanas después (2007)-, sino también con voz propia. Si Intacto recuperaba de aquel primer corto español nominado al Oscar la suerte como tema central, Intruders recupera el gusto de Fresnadillo por los adosados (Adosados era justamente el título provisional del histórico corto), la celebración de un cumpleaños con tarta y velas y la imagen de un rostro hundiéndose en lodo (en Esposados era el de Anabel Alonso que se hundía en la arena de la playa en el sueño/pesadilla del protagonista). En lo temático, la pesadilla recurrente sobrevuela todos los trabajos de Fresnadillo hasta hoy. Bonita noticia adicional es que el tinerfeño de Santa Cruz haya recuperado a la también tinerfeña Tatiana Hernández –Goya este año por Lope– para hacerse cargo del vestuario. Hernández ya había sido directora de arte de Esposados y vestuarista en Intacto.

En la fiesta del filme Mugaritz BSO, que inaugura la nueva sección Culinary Zinema en el Kursaal, una desconcertante banda de batucada formada íntegramente por txicarrones del norte irrumpe con un estruendo ensordecedor después de que Antonio intentara infructuosamente retratar a las txicas con Santiago Segura. Regalan gin-tonics de Beefeater en la barra y posavasos de Silestone a la salida. Parte del grupo nos retratamos de vuelta junto a la ría.

18 de septiembre

En Albert Nobbs (Rodrigo García, 2011), Glenn Close -Premio Donostia este año- interpreta a una mujer que para sobrevivir ha ocultado su verdadero sexo en la Irlanda del siglo XIX, haciéndose pasar por hombre. Y lo más sobresaliente de su sobresaliente interpretación es que en el momento del filme en que se quita su traje de camarero para vestirse con ropas de la mujer que en realidad es al espectador le da la sensación de que ¡¡la actriz es un hombre!! El pulcro Mr. Nobbs lleva un traje de waiter que se le ajusta tan bien al cuerpo como el filme a la actriz de Greenwich (Connecticut). No en vano Close es también coguionista y productora. El hijo de Gabriel García Márquez –interesantísima filmografía lejos de la imposible genialidad del padre- construye el filme con precisa y ribeteada caligrafía.

Caligrafía igualmente precisa aunque aquí con cero ornamentos es lo que ofrece la iraní Nader y Simin: una separación (Jodaeiye Nader az Simin, Asghar Farhadi, 2011). Poderosísima crónica de un divorcio anunciado desde el magnífico arranque del filme que deviene en auténtico drama familiar. La gran película -retrato de Irán a ras de suelo- se filma siempre en encuadres cerrados que transmiten el agobio de la telaraña en que sus personajes acaban. Si al principio los dos protagonistas se dirigían directamente a la cámara para convertir al espectador en el juez de su situación –ella quiere salir del país, él quedarse también para cuidar a su padre enfermo de alzheimer, los dos pugnan por quien se quedará con la niña- en el espléndido final Farhadi deja otra vez al espectador en la tesitura de reflexionar. ¿Quién de los dos merece más quedarse con la hija visto lo visto? Sin respuesta. Clap-clap-clap-clap (aplausos).

El revés justamente de la iraní, que fue Oso de Oro de en el pasado festival deBerlín, es The Deep Blue Sea (Terence Davies, 2011), de esas películas con elenco de alto caché que dan la sensación de haber caído en esta Sección Oficial después de haberlo intentado en vano en otros certámenes. La misteriosa Rachel Weisz protagoniza aquí un filme situado en Londres alrededor de 1950, de aire experimental, tedioso, lleno de lugares comunes, con fotografia en cursilísimo flou y decorados de inspiración teatral.


Shame, segundo filme del publicista Steve MacQueen, cuenta sosteniéndose en una fotografía de tonos fríos el vacío existencial de un adicto al sexo, enfermedad más que común que con la generalización de Internet ha encontrado picos históricos. En este caso un treintañero de éxito (Michael Fassbender) en la ciudad de Nueva York. El filme tiene un momento sublime cuando Carey Mulligan, que interpreta a su inestable y dependiente hermana -con la que se sugiere una relación incestuosa, acaso madre de todos los traumas del protagonista- interpreta casi a capela la canción New York, New York. A la semana de verla sigo sorprendiéndome silbando la famosa musiquilla (I wanna wake up in the city / that doesn´t sleep…) de John Kander y Fred Ebb popularizada por Frank Sinatra. Shame se estrenaba en España con el aval de haber sido la gran favorita del último festival de Venecia. Uno sale con la sospetxa de que más que al espectador el filme le ha servido de terapia personal al director.

19 de septiembre

La terrible primera visión del nuevo día ha sido coger in fraganti al director del festival de Las Palmas colándose para entrar en una película. Marca de la casa que repite año tras año y nos ridiculiza. El filme es Los pasos dobles lo último del interesante -y sobrevalorado- Isaki Lacuesta. En este caso un documental ficcionado sobre la búsqueda de unas pinturas ocultas bajo una duna en Mali, país que a nuestros ojos es como si nos dijeran el mismo corazón de África. Potente padrino (Miquel Barceló, el artista español vivo mejor pagado), bonita fotografía, brotes verdes de humor entre tanto desierto y una música con aire a spaguetti western que finalmente impone su tono despojando al irregular filme de buena parte de la trascendencia que en principio parecía tener. Llaman la atención los ojos abiertos en permanente movimiento del albino africano ciego. Como si con esa mirada desconcertada el catalán Lacuesta quisiera hacer una metáfora del cine actual. O de su propio cine.

Vergonzoso fue que al día siguiente la prensa informará que el director del festival de Las Palmas dijo sus palabras “ante unos 200 profesionales entre medios especializados, productores, distribuidores y actores.” A la cantidad le sobraban exactamente las tres cifras.

El encuentro de Canarias -mejor llamarlo el encuentro entre canarios en el Zinemaldia- volvió a presentar los éxitos (sic) del fragilísimo cine isleño tras siete años de apuesta decidida por parte del Gobierno de Canarias (importante inversión cuando las vacas eran gordas con más negros que blancos en el balance provisional). Aunque si algo zafio tuvo la jornada fueron las palabras del director del festival de Las Palmas, quien tras repetir la lección aprendida sobre ciclos y novedades de la próxima edición desmintió lo que aseguró «haber leído en algunos blogs: el rumor de que el año que viene no se iba a celebrar el festival». Una mentira -es otra de las marcas de la casa, en este caso aliñada con gotas de txulería pasada de fetxa- destinada a alimentar la falsa idea de que sin él muere el invento. Vergonzoso, patético, fue que después declarara a la prensa que “unos 200 profesionales entre medios especializados, productores, distribuidores y actores conocieron de manos del director del certamen los ciclos que… (bla bla bla)”. A la cantidad le sobraban exactamente las tres cifras teniendo en cuenta que habría que restar del total aproximado de 40 personas presentes -y en el Zinemaldia hay unos cuantos miles de acreditados- a técnicos institucionales, políticos, compromisos, personal del catering y conocidos, el 99,9% de ellos canarios, muchos de los cuales aguantaron esa oda al lugar común confiando en que las bandejas con queso y vino canarios empezaran a rular más pronto que tarde por la exigua sala. “El mal tiene el poder que queramos otorgarle”, reza la frase publicitaria del filme El monje (Dominik Möll, 2011) que puede leerse en uno de los grandes carteles que durante la semana llenan la ciudad.

Pina, de Wim Wenders, presidente de la Academia de Cine Europeo desde 1996, es un hermoso documental en 3-D homenaje del director de Düsseldorf a la prestigiosa coreógrafa y bailarina Pina Bausch, fallecida en 2009. Sus bailarines desnudan pensamientos en tres dimensiones a la cámara entre potentísimas coreografías rodadas lo mismo sobre la tarima de un escenario que en las calles y paisajes de Wuppertal (Renania del Norte, Alemania) donde reside la Compañía. Frente a los que solo ven en el desarrollo del 3-D una (fallida) fuente de ingresos de los grandes estudios multinacionales para hacer caja, Wenders demuestra que no cae en saco roto su encendida defensa de la nueva tecnología como materia fundamental de expresión artística para el documental del futuro. ¡Gracias, Wim!

Cuatro horas y media –se dice pronto- duró el menú degustación del chef Rubén Trincado en el restaurante El Mirador de Ulía (poseedor de una estrella Michelín), dentro de Culinary Zinema. Es un lugar con vistas impresionantes de la ciudad y desde el cual tiré mis primeras fotos. El plato denominado «Alfombra roja» nos llamó especialmente la atención por su presentación: daditos de foie y gelatina sobre una tira… de nabo. Así se lo hicimos saber a la reportera de la Sexta que iba de mesa en mesa cual rubia Betty Boop entrevistando a los comensales.

20 de septiembre

Día de sol radiante después de 3 dias de txubascos intermitentes. Kiseki (Milagro) del «maestro» japonés Hirokazu Kore-Eda (así reza la información de publicidad del filme; ignoro por qué Kaurismaki, Moretti o Almodóvar son «directores» finlandés, italiano y español, respectivamente, y el japonés en cambio es «maestro»); Kiseki, decía, es un bellísimo filme dirigido con maestría sobre dos hermanos que viven en ciudades diferentes (Kagoshima y Osaka) debido a la separación de sus padres. En Kagoshima un enorme volcán desprende amenazantes cenizas sobre la ciudad. Filmado con arrolladora ternura y continuos guiños de humor -aquí he sido testigo de la mayor carcajada del Festival-, los simpatiquísimos niños –los dos protagonistas son también hermanos en la vida real, Koki y Oshito Maeda- se adueñan de la narración, y son tratados de forma radicalmente opuesta a como lo hacen las películas USA. Respetándolos en su condición de niños, no como objeto de explotación para la venta de entradas. Comparto con Carlos Boyero en El País la impresión de que a veces parece que los niños están haciendo la película por su cuenta, tan naturales parecen. Difícil será encontrar un filme más merecedor de la Concha de Oro.

Life Without Principle (Johnnie To, 2011) es una muestra de ese cine chino realizado a la americana en Hong Kong -cine cantonés le llaman-. Gran factura técnica en el que convive un atractivo mejunje de ultraviolencia, mafias, humor amarillo y belleza. Aquí la crisis del euro motivada por la bancarrota de Grecia -dos películas en el Zinemaldia tienen por ahora a la crisis económica como telón de fondo- da al traste con las inversiones de muchos y sirve de catalizador para la evolución dramática de sus protagonistas, un policía heroico sin tiempo para atender como es debido a su novia y una empleada de banca dispuesta a cambiar de vida aunque para ello deba apañarse cinco millones que no son suyos. Tres días mas tarde, el viernes 23, el titular de El País rezará a cinco columnas: «Los mercados entran otra vez en caída libre». ¿De verdad lo perderemos todo?

De la mano otra vez de Antonio Pérez y Maestranza Films, el andaluz Benito Zambrano recupera su mejor pulso con La voz dormida y empuja a María León por la rampa de la candidatura para la Concha de Plata a la Mejor Actriz. La actriz, como el filme, divierte, emociona y estremece con su personaje Pepita a un paso del tópico andaluz, aunque León no llega a cruzar el umbral por un pelo… “del coño, mi niño», en milimétrica expresión de Manolo. Zambrano construye una película contundente, de guión muy sólido, cuya única rémora es cierto exceso de teatralidad en algunas interpretaciones y un no sé qué estético que recuerda a película-de-la-Guerra-Civil-de-toda-la-vida. Una convención que afecta a su dirección de arte y fotografía que ya ha sido superada por algunos filmes como El laberinto del fauno (Guillermo del Toro, 2006), Pa Negre (Agustí Villalonga, 2010) y Balada triste de trompeta (Alex de la Iglesia, 2010). Por cierto, del director bilbaíno, miembro de un jurado oficial este año presidido por la actriz Frances McDormand, me han txivado que tuitea incluso mientras rueda. Así parece que ocurrió en el rodaje de “La txispa de la vida”, aún por estrenar. Nosotros lo cazamos dos días antes de la llegada de su novia Bang (¡bang!) interrumpiendo su almuerzo en Aldanondo para darse al móvil.

21 de septiembre

Sería demasiado obvio vincular la austriaca Stillleben (Still Life, Sebastian Meise, 2011) con los terribles sucesos descubiertos en los últimos años en ese país centroeuropeo del tipo «monstruo de Amstetten». Pero las escopetas apuntan -y con mira telescópica- en esa dirección. En este caso, con estilo seco y conciso -el filme no llega a 80 minutos-, el descubrimiento por parte de toda la familia de las perversiones de una padre que desde hace veinte años se excita -y alivia- secretamente con su hija Lydia al compás de la famosa canción ochentera de Desireless “Voyage, voyage” (Au dessus des vieux volcans, / glisse des ailes sous les tapis du vent, / voyage, voyage, / eternellement. / de nuages en marécages, / de vent d’espagne en pluie d’équateur, / voyage, voyage, / vole dans les hauteurs / au dessus des capitales, / des idées fatales, / regarde l’océan… / Voyage, voyage / plus loin que la nuit et le jour, / voyage / dans l’espace inouï de l’amour / voyage, voyage…). A esta opera prima, inscrita en Nuevos Directores de la sección Zabaltegui, le sobra frialdad y falta profundidad. La cobardía del padre descubierto por su hijo tras un encuentro de aquel con una prostituta –a las putas les hace actuar como si fueran Lydia- le lleva a fingir un atraco a un banco para verse entre rejas antes que enfrentarse con los suyos.

Tiranosaurio (Tyranosaur, Paddy Considine, 2011), protagonizada por el ganador de la pasada edición del Zinemaldia, Peter Mullan, por Neds (2010), comienza con rudeza y una violencia que hace prever -y temer- picos de ultraviolencia. El filme es un duro y hermoso alegato sobre el mal y la redención gracias al amor en el suburbio de una ciudad inglesa habitada por ciudadanos vencidos. Hermoso cartel y perturbadora metáfora en el título del filme, que da a entender la causa del carácter fuertemente irascible, indomable, de su protagonista. Como destacado rasgo del cine contemporáneo, ejemplos que hemos visto en Martha Marcy May Marlene, Shame, Los pasos dobles o Stillleben, estas películas dejan numerosos huecos esperando a ser rellenados por el espectador. Tiranosaurio ganó el premio al Mejor Director y dos Premios Especiales del Jurado en el pasado festival de Sundance.

El japonés Kore-Eda vuelve a mostrarnos destellos de su sensibilidad en The Days After (Nochi-no-hi, 2011), película de terror sutil de 51 minutos de duración que forma parte de una serie fantástica de televisión japonesa sobre un joven matrimonio que recibe la visita de su hijo fallecido. Respecto a la hermosa Kiseki de la Sección Oficial esta destaca por su bella fotografía.

Rampart (Oren Moverman, 2011), protagoniza por Woody Harrelson, puede leerse como la cuota de cine USA de la Sección Oficial. Cuenta con dos participaciones destacadas: Sigourney Weaver en un papel secundario y el escritor James Ellroy como autor de la novela en que se inspira y, por primera vez, co-guionista de un filme. Rampart cuenta una historia sin happy end. La del inadaptado Rophynol Dave, policía en Los Angeles, ex veterano del Vietnam, lastrado por una estética y convicciones fuera de lugar y que durante el metraje se ve envuelto en circunstancias que le pondrán su capacidad de supervivencia cada vez más al límite.

22 de septiembre

En los festivales cada sesión es una entrega a lo desconocido. Así debe ser. Por eso quienes programan deben ser respetuosos con el público sin margen para la prepotencia y el capricho. Sin subestimarlo. Hoy el día ha vuelto a lucir plomizo. Está siendo el Zinemaldia con peor tiempo de los cuatro que he vivido, solo dos días de sol. En cambio el de mejor Sección Oficial.

La hispano-argentina Las acacias (Pablo Giorgelli, 2011), la película de las 9.30 horas, la única de la sección Horizontes Latinos que veré en esta edición -la número 17 desde que llegué a la ciudad- promete por su palmarés: Cámara de Oro a la mejor opera Prima y premio de la Crítica Joven en Cannes; Mejor Guión en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana… No defraudó. Es una historia sin música, silenciosa a pesar del permanente runrún del camión maderero donde se desarrolla todo el viaje de Asunción a Buenos Aires que es esta historia. Un filme de amor lleno de espejos retrovisores que emociona delicadamente y que cuenta con la actriz promesa más joven que he conocido, Nayra Calle Mamani, de solo cinco meses de edad. Su papel de Anahí, hija presente de la emigrante Jacinta (Hebe Duarte), futura de Jacinta y el camionero Rubén (Germán de Silva), rompe esquemas. Uno por su corta edad necesita entender que esos resultados han sido fruto de la pericia del equipo, pero eso no quita para no poder olvidar esos precisos bostezos, estornudos, sonrisas, llantos en su rostro redondo de india de enormes y expresivos ojos negros.

La portuguesa Sangre de mi sangre (Sangue do meu sangue), de Joao Canijo, destrona en mi ranking a Kiseki (Milagro) en la candidatura para la Concha de Oro. Melodramón urdido en el marginal barrio lisboeta de Padre Cruz en torno a una madre, cocinera de profesión, que convive con su hermana, hijo e hija y respectivos novios. Rita Blanco, que interpreta a esta madre coraje de registros almodovarianos -por momentos el filme recuerda a «¿Qué he hecho yo para merecer esto?» (1984)-, lleva a cabo un trabajo merecedor de gran premio, aunque no de mayor nivel que el resto de actrices y actores del elenco (Anabela Moreira, Cleia Almeida, Rafael Morais, Marcello Urgeghe, Nuno Lopes). Inolvidable secuencia en karaoke donde el film comienza a hacerse grande e historias de barrio, truculentas, tiernas, cotidianas, incestuosas, violentas, contadas con mucha veracidad y potencia cinematográfica de gama alta.

La francesa Amerikano (Mathieu Demy, 2011), sobre un joven que marcha de Francia a Estados Unidos y Méjico en busca de su madre fallecida, es el primer filme del hijo del director francés Jacques Demy. En ningún sitio está escrito que el talento sea asunto que se herede. El viaje de descubrimientode Martin (interpretado por el propio director) y su conocimiento final en Tijuana de Rosita/Lola (Salma Hayek) en un sórdido bar de strip-tease regentado por Luis (Carlos Bardem en un papel para el que le solicitan una y otra vez) a ti no te lleva a ningún sitio.

Sí te lleva en cambio a El Havre (Le Havre, Finlandia-Francia-Alemania, 2011) el finlandés Aki Kaurismäki en el filme del mismo nombre que transcurre casi íntegramente en esa ciudad portuaria de la Alta Normandía francesa a la altura del Canal de la Mancha. Premio FIPRESCI de los críticos en el pasado festival de Cannes, el filme es una mirada entre nostálgica e irónica al cine de los años 50 y al mundo del cómic comprometida con la inmigración ilegal como unos de las principales desgracias del presente. La generosidad de un limpiabotas sesentón (André Wilms) y la solidaridad entre vecinos permitirá al joven gaboniano Idrissa (Blondin Miguel) seguir rumbo a Londres para cumplir el deseo de encontrarse con su madre, “negra ilegal pero excelente trabajadora en una lavandería china”. El filme esta contado en tono de fábula, con divertidas interpretaciones gesticulantes y diálogos en staccato, persecuciones hilarantes por su falta de veracidad y silencios prolongados. Un película extraña y con un poso de mala leche, de esas por las cuales los críticos suspiran. Y una película hermosa, que contribuye a ensanchar los limites del cine. Alexandra, que había llegado al mediodía en coche desde Madrid -y que por la tarde ya había visionado la herrmosa “Kiseki”- la aguantó como una auténtica campeona berlinesa de resistencia a pesar de que la sesión en la sala pequeña del Kursaal comenzó a las 12 de la noche.

Justo antes de iniciarse el filme cruzaba el puente de la ría José Luis Rebordinos, director por primera vez del Festival, que tendrá el reto también de organizar la 60 edición. En esta la programación va superando a anteriores y algunas colas han rebosado el aforo, dejando a acreditados de prensa fuera. Esta cuestión imprevista ha obligado a hacer colas separadas para tranquilidad de la canallesca. Los puntos débiles de esta 59 edición: las cuotas euskaldunas en filmes de secciones importantes y la poca presencia de artisteo internacional.

23 de septiembre

Último día. Otra vez sol. A Aurora se le ha caído el televisor donde yo pensaba ver Match Point (Woody Allen, 2005) antes de irme. Quedó boca abajo, desplomado, como superado por las circunstancias.

La germano-griega Mundo injusto (Adikos Kosmos, Filippos Tsitos, 2011) tiene algo de «El Havre» por el minimalismo poético de la historia. Un policía maduro alcohólico harto de defender una justicia que perjudica a los ciudadanos (Antonis Kafetzopoulos) y una limpiadora inadaptada (Alexandra Boussiou) conviven en el mismo edificio, comparten el mismo parque y coinciden –también como los de Kaurismäki- en su amor por el rock. Bien tejida, algo procelosa en los tiempos, impertérrita en muchos rictus, el filme sobrevuela los tejados de un país que se ha quedado como nuestro televisor: boca abajo, desplomado, como superado por las circunstancias. En realidad Grecia es el iceberg más a la deriva de un sistema donde los beneficios sociales han dejado de ser sostenibles también porque fueron esquilmados, y no necesariamente por bancos y poderosos. Termina la película, mivecino de butaca, donostiarra en los cincuenta con cuatro hermanos en Chile en el negocio del vino, deja de dar cabezadas.

Sol y primer baño -histórico- en la playa de La Contxa. En medio de la calma, ratxas de olas grandes y preciosas que rompen como a cámara lenta. Mi última de este es francesa y se titula The Artist (Michael Hazanavicius, 2011). La dan a las 16.30 en el Principal. La veo con Manolo, los dos con el salitre del Cantábrico encima, que es el mismo salitre del Atlántico. ¿Es posible terminar mejor que con este bellísimo homenaje al cine mudo réplica casi exacta de filmes rodados a finales de la década de los 20 y principios de los 30 del siglo pasado? Manolo me mete un codazo que no entiendo. Me pide que no bostece, quizás por lo contagioso. En blanco y negro y con intertítulos, sin diálogos, cuenta la bonita historia de George Valentin, una estrella del mudo (Jean Dujardin, premio al Mejor Actor en Cannes) que no se adapta a la llegada del cine sonoro y una joven actriz, Peppy Miller (Bérénice Bejo) -con el nombre del personaje que interpreta María León en “La voz dormida” tenemos dos Pepitas en este Zinemaldia- que se abre paso en el nuevo medio. Si en Las Acacias, el bebé era el gran descubrimiento, aquí quien roba protagonismo es Uggy, el perrillo-actor de Valentin, auténtica estrella circense y a la postre verdadero héroe de la película que ganó en el pasado festival de Cannes el premio Palm Dog de los críticos. Un triángulo de tres estrellas (Valentin, Miller, Uggy) con momentos estelares durante todo el filme. El más divertido, la pesadilla con sonido de un Valentin en cambio incapaz de oir su propia voz. El más dulce, cuando George pinta con un lápiz de maquillaje junto a la boca a Peppy el falso lunar (“simplemente necesitas algo que te distinga de los demás”) gracias al cual será mundialmente conocida como estrella.

La despedida la celebramos con fiesta en Bataplán, bajo el mismo paseo de la playa. El local no de pintxos donde una vez al año pintxa David Guetta pone hoy rockabilly cincuentero. Está a reventar. A mi lado cruza Hello Kitty en forma de tatuaje sobre un omoplato desnudo. Fuera llueve a mares. Esperamos a que escampe para regresar. Mañana volaremos de vuelta. Conoceremos el palmarés. Aúpa, Real. Adiós, Donosti. Ciudad fantástica. Agur.

Descripción de las fotografías:

1) el Kursaal desde el margen opuesto de la ría (imagen propia).

2) Elisabeth Olsen (i) y Sarah Paulson, su hermana en el filme, en un momento de Martha Marcy May Marlene (Sean Durkin, 2011).

3) Entrada para el pase de Intruders en el Teatro Victoria Eugenia.

4) De izquierda a derecha: Aída, Clive Owen y Marta delante del hotel María Cristina. (foto propia).

5) Antonio, Fer, Manolo, el que suscribe y, delante, Rafa, después de la fiesta del filme Mugaritz BSO (foto de Aída Alvarado).

6) Glenn Close en un momento de Albert Nobbs.

7) Imagen del Oso de Oro, principal premio del Festival de Berlín.

8) Carey Mulligan interpretando el tema New York, New York en Shame (Steve McQueen, 2011)

9) Cartel de Los pasos dobles, de Isaki Lacuesta (2011), finalmente vencedora de la Concha de Oro del Festival (foto propia).

10) Imagen promocional de Pina (Wim Wenders, 2011).

11) Donosti desde el restaurante El Mirador de Ulía (foto propia).

12) Un momento de Kiseki (Hirokazu Kore-Eda, 2011) (foto propia).

13) Cartel de La voz dormida (Benito Zambano, 2011). María León obtendría finalmente la Concha de Plata a la Mejor Actriz.

14) Álex de la Iglesia dándose al móvil fuera del restaurante Aldanondo (foto propia).

15) Afiche de Tiranosaurio (Paddy Considine, 2011).

16) Woody Harrelson con Rophynol Dave en Rampart.

17) Fragmento del afiche de Las acacias (Pablo Giorgelli, 2011).

18) Imagen promocional de Sangre de mi sangre (Joao Canijo, 2011).

19) Imagen promocional de Le Havre (Akis Kaurismäki, 2011)

20) Fragmento de la revista del Zinemaldia con información de Un mundo injusto (Filippos Tsitos, 2011).

21) La playa de la Contxa, el viernes al mediodía (foto propia).

22) Fragmento del afiche de The Artist (Michael Hazanavicius, 2011).

23) De izquierda a derecha: Marta, Alexandra y Aurora, de fiesta final (foto propia).

Almodóvar: El laberinto habitado


“La piel que habito” (Pedro Almodóvar, 2011). Hace treinta años Pedro Almodovar rodó “Laberinto de pasiones”, su primera película de hechura profesional, segundo largometraje de su carrera tras “Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón” (1980). La película sobre los traumatizados Riza Niro (Imanol Arias) y Sexilia (Cecilia Roth) en el Madrid de la movida fue la primera en la que el manchego trabajó con Antonio Banderas (en aquel caso terrorista tiraní) y la única de las del de Calzada de Calatrava en la que participó el canario Andrés Santana (jefe de producción). 30 años después, ahí sigue Banderas (Hollywood mediante), la cuota canaria del hoy productor de “Blackthorn” ha sido sustituida por el figurinista Paco Delgado en el diseño de vestuario (con agradecimiento en los créditos a Jean Paul Gaultier) y las constantes del laberinto estético y narrativo almodovariano siguen igual de vivas, solo que con millones más de espectadores y un prestigio que no conoce límites. “Laberinto de pasiones” entronca además de forma directa con “La piel que habito”, pues contiene la primera operación de cirujía plástica de su cine –rudimentaria pero decisiva, convierte a la hasta entonces apocada Queti (Marta Fernández Muro) en Sexilia, librando a ésta de las rémoras derivadas de su ninfomanía-. Es pues, claro aviso de la obsesión del manchego por el intercambio (de pieles, roles, sexos) que en su último filme acaba por convertirse, junto con el mal, en tema central.

No hay otro director español que despierte la misma expectación ante cada estreno. Por eso, la crítica del viernes pasado de Carlos Boyero en El País (siempre hubiera quedada mejor publicada en El Mundo) solo puede leerse como la del desgañitado en su laberinto de filias y fobias, aunque también pudiera ser un mensaje a sus jefes para acelerar la prejubilación. Si Boyero hubiera hecho daño a la recaudación de la película número 18 del manchego con su texto (hasta el momento de publicar este post contabilizaba 217.000 visitas) solamente sobre su conciencia y prestigio debería recaer el peso. Lástima que también recaiga sobre el prestigio del diario que le paga. Boyero vino a llenar el hueco de Ángel Fernández-Santos y constituye una evidencia más de que el periodismo (tampoco el de opinión) no es lo que era. “La piel que habito” es, mal que le pese al muy ególatra crítico, efectivamente una de las mejores obras del manchego. El tiempo lo dirá. Quizás el inicio de un nuevo giro, más introspectivo y profundo, en su carrera. Con ella, algo hace pensar que Almodóvar empieza a ver su propia muerte en el horizonte.

Da ternura ver al hermano y productor Agustín Almodóvar en “Laberinto de pasiones” como compinche de Banderas a la caza y captura del heredero al trono tiraní Riza Niro y treinta años después en “La piel que habito” vendiendo con su hijo las ropas de la esposa nuevamente huída. Lo mismo que se agradece ver reducidos a la expresión menos que cero los tics del actor español más internacional. Gracias a ello, Banderas sale airoso de un papel complicadísimo que otro actor de mayor enjundia hubiera llevado a cotas memorables. Pero son las rémoras del manchego, que bien haría ya por cumplir lo que ha prometido, lanzarse a una producción internacional de verdad, no con lo mejor del cine español, sino del cine mundial. Cuando lo haga, su cine alcanzaría alturas que ni él mismo imaginó.

“La piel que habito” es seguro la película más oscura de Almodóvar gracias también a los violines chirriantes, chorreantes, del oscarizado Alberto Iglesias y al fotógrafo José Luis Alcaine (su trabajo fue premio a la Mejor Fotografía en el Festival de Cannes), profesionales de quien cualquier cosa que se diga a estas alturas sobra. Sólo un pero, más achacable seguramente a Almodóvar que al fotógrafo nacido en Tánger: esos planos inclinados reforzando el expresionismo gótico de la historia están de más a mi juicio. Pero “La piel que habito” es también una película luminosa si la analizamos desde la perspectiva de las constantes que el manchego repite y desarrolla de forma machacona desde “Pepi, Luci, Bom…” y que apuntalan con contundencia de mortero el éxito de su cine: una arriesgada y acertada elección del elenco de actores; una enrevesada trama que va desvelándose hasta el inesperado final; la canción como momento de reposo sublime; personajes extravagantes y exóticos; una dirección de arte (decorados, atrezzo, vestuario, maquillaje, peluquería) personal y exigente; y sexo a mansalva con buenas dosis de morbo.

“La piel que habito” es una de las mejores obras del manchego. Quizás el inicio de un nuevo giro, más introspectivo y profundo, en su carrera. Algo hace pensar que Almodóvar empieza a ver su propia muerte en el horizonte.

Elena Anaya (Vera), Bárbara Lennie (Cristina), Blanca Suárez (Norma), Jan Cormet (Vicente) dan fe de la espléndida generación de actores españoles del cine actual, deudores de grandes cómicos históricos. Es una generación que en muchos casos se bate el cobre en series de televisión de escaso encaje cinéfilo y que se encuentra a nivel profesional décadas por delante de nuestros atrofiados políticos, algo similar a lo que ocurre con los deportistas. Brillan en “La piel que habito” a un nivel insuperable. De los de antes, Marisa Paredes (Marilia, ¿Alguien duda del paralelismo de este nombre con el de Sexilia de «Laberinto de pasiones»?) está en uno de sus papeles más sobrios y la falta de afectación la favorece. En cuanto a los personajes extravagantes y veraces, donde en “Laberinto de pasiones” brillaba Fabio McNamara desde la primera secuencia aquí lo hace el tigre Zeca (Roberto Álamo). Su acento e interpretación confunden al espectador hasta que el filme avanza. Sus frases (“¡al aire libre no! estoy harto de follar al aire libre”), tan esperadas en los filmes del manchego como las apariciones fugaces de Hitchcock en los suyos. Otra memorable de las muchísimas de Almodóvar es “¡Ay, Cristal, a veces pienso que solo tienes sensibilidad en el chocho!” que le dice Juani (Kiti Manver) a la prostituta Cristal (Verónica Forqué) en “¿Qué he hecho yo para merecer esto?” (1984).

La trama de “La piel que habito” es enrevesada y sin embargo nítida a pesar de las idas y vueltas en el tiempo. Y está llena de sombras que la favorecen. La más estremecedora, la propia confusión sobre la culpabilidad de Vicente (Jan Cormet) en la violación de Norma (Blanca Suárez), lo que impulsa su secuestro. Bien es cierto que Robert Ledgard (Antonio Banderas, ¿homenaje al gran Kiko?) solo necesitaba cualquier excusa, pero bueno hubiera sido que hubiera estado mejor justificada desde un punto de vista moral, pues Ledgard y Vicente son víctimas de sendos malentendidos. Nada en la historia es arbitrario salvo quizás el origen brasileiro de los protagonistas. Pero este exotismo estaba también en el origen tiraní de la reina Toraya y Riza Niro de “Laberinto de pasiones”. “La piel que habito” tiene por otra parte uno de los mejores finales del manchego con el de “Átame” (1991). En aquel caso irradiaba emoción ver y escuchar a Loles León, Victoria Abril y Antonio Banderas cantar el “Resistiré” del Dúo Dinámico en el coche carretera a través. En este caso, por lo imprecedible y también por la ambigüedad que plantea al espectador: ¿es más feliz para el/la protagonista el final con asesinato de su creador y reencuentro con su familia o asumiendo el rol y viviendo con su querido Frankenstein de por vida? ¿Si el final fuera la primera opción, acabaría Vicente/Vera (Jan Cormet/Elena Anaya) finalmente emparejado con Cristina (Bárbara Lennie), como había sido su deseo cuando era un chico y no tuvo opción por la homosexualidad de ésta?

“Por el amor de Amar” es el tema estelar del nuevo filme de Almodóvar, interpretado por Concha Buika. A nadie se le escapa que la elección de una intérprete negra en un filme sobre la piel como funda del alma no es accidental. El tiempo dirá si brillará a la altura de los interpretados por Miguel Bosé/Luz Casal en “Tacones Lejanos” (1991) o el “Volver” de Estrella Morente en el filme de 2006. Sus primeros versos son hermosos. En “Laberinto de pasiones”, en plena movida, el registro era bien distinto: “Gran Ganga” [calamares por aquí/boquerones por allá/ahhhhhhhhhh], interpretado en playback por Imanol Arias aunque cantado por el propio Almodóvar y McNamara. La elección de los temas musicales, central también en el éxito de sus películas, se ha ido depurando desde el punky-pop de “Pepi, Luci, Bom…” (solo pienso en ti, murciana/porque eres una marrana) y la canción española (“La bien pagá” de Miguel de Molina en “¿Qué he hecho yo para merecer esto?” (1984), interpretada en playback por el propio Almodóvar) hasta los boleros latinos (“Espérame en el cielo”, por Mina, en Matador (1985) y la música brasileña. En “Hable con ella” (2002) el “Currucucucú paloma” versionado por Caetano Veloso marca otra de sus cimas más estremecedoras.

Y finalmente, sexo. Mucho, sin tapujos y morboso como es costumbre en el antiguo empleado de Telefónica. Explícito, implícito, verbal y anal. Libre en todo caso.

En “Laberinto de pasiones” Almodóvar firmaba como decorador además de director y guionista. La dirección de arte es una de las marcas más distintivas de su universo. Su pasión por los colores básicos y el diseño extravagante o de tendencia, sea en objetos, peinados o maquillaje, son evidentes desde este filme y alcanza cotas máximas en “Mujeres al borde de un ataque de nervios” (1988) y “La flor de mi secreto” (1995). En “La piel que habito”, el maquiavelismo de Robert Ledgard invita a la contención cromática en la decoración de la lujosa residencia El Cigarral. La elección se centra en muebles, lámparas y cuadros. Aspecto directamente relacionado con el arte del filme es la elección del cartel. Finalmente, la productora El Deseo se ha decantado por el más americano (en el sentido de comercial) de las 18 películas hasta hoy del manchego, una imagen frontal de los dos personajes protagonistas, él levemente desenfocado en segundo término, ella enfundada en su máscara, que tiene antecedente solo en el de “Hable con ella” (2002), también la imagen de los dos rostros protagonistas, en este caso de perfil Leonor Watling y frontal Rosario Flores, pero fuertemente reforzados estéticamente con los colores rojo y azul. Contrasta el minimalismo del cartel de “La piel que habito” con aquel que diseñara el mítico Iván Zulueta para “Laberinto de pasiones”. Otras versiones de cartel anteriores al definitivo que se pueden rastrear en Internet se acercan más a una estética más identificada con ‘lo tradicional almodovariano’.

Y finalmente, sexo. Mucho, sin tapujos y morboso como es costumbre en el antiguo empleado de Telefónica. Explícito, implícito, verbal, anal. Libre, descarnado, descarado en todo caso, como en uno de los mejores momentos del filme, cuando el doctor Ledgard sale a buscar a su hija por el jardín del pazo donde se celebra una fiesta y se topa con los invitados más jóvenes de la celebración follando en grupo en el jardín. Pero sin duda la piel es razón poderosa que justifica perturbadoras imágenes. En “La piel que habito”, el momento más turbador se logra cuando Robert manipula la funda que es una reproducción realista a escala del cuerpo femenino sin cabeza. En un cine mundial donde el último tabú es mostrar planos explícitos de los genitales, tabú que poco a poco comienza a romperse y que el que suscribe este texto no le augura una década más, Almodóvar, como ya lo hiciera en “Hable con ella” –en aquel caso construyendo una vagina de cartón piedra gigante-, lo sortea de forma tan impúdica como elegante. Y es que a pesar de no dejar ser un maniquí en apariencia inocuo (la piel donde todo este tiempo ha estado habitando Vicente/Vera), Almodóvar sabe de muy buena tinta que buena parte de la audiencia –especialmente la masculina- concentrara su natural imaginación córvida en la repelada hendidura del personaje interpretado por Elena Anaya. Que es como decir en el sexo de la actriz misma.

(Las imágenes que acompañan este texto, de arriba a abajo: afiches de «Laberinto de pasiones» y «La piel que habito»; Antonio Banderas con Imanol Arias en «Laberinto de pasiones» y Banderas, de espaldas, delante de la prensa gráfica durante la presentación en el pasado Festival de Cannes de «La piel que habito»; Blanca Suárez (Norma) y Antonio Banderas (Robert Ledgard) en un momento de «La piel que habito»; Roberto Álamo (Zeca) y Marisa Paredes (Marilia) en un momento del filme; Banderas y Elena Anaya (Vera) en «La piel que habito»).