Mis predicciones para los 27 Premios Goya, en El Asombrario


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El Asombrario, la revista online de Manuel Cuéllar, publicó anoche mis predicciones para los 27 Premios Goya que mañana se entregan en la gala conducida por Eva Hache en el hotel Auditorium de Madrid, retransmitida en directo por TVE-1. Nunca es fácil acertar. Un pleno sería un logro tan difícil como los 14 en una quiniela. Ayer hablé con un profundo conocedor de los premios, tanto que tiene  varios cabezones en su casa,  y no coincidíamos del todo. En lo que sí, que estará entre Blancanieves, de Pablo Berger, y Lo imposible de Jota Bayona. Grupo 7, de Alberto Rodríguez y El artista y la modelo, de Fernando Trueba, parecen, a priori, con menos opciones.

Pero, ¿y si los académicos andaluces votan en bloque para su opción, Grupo 7, mientras los otros filmes dividen sus votos? Entonces sería la noche del cine andaluz. Lo que puede pasar lo tienes resumido en el gráfico de arriba, si quieres saber más, pincha aquí y podrás leer todo Sigue leyendo

Especial Festival de Cine de San Sebastián, esta semana en La Provincia y La Opinión de Tenerife


Agradecido estoy a quienes han hecho posible la publicación la semana pasada de cuatro páginas sobre el 60 Festival Internacional de Cine de San Sebastián en el suplemento de Cultura de La Provincia. Desde los apoyos recibidos por los periódicos La Provincia y La Opinión de Tenerife a entrevistados y personas consultadas para los distintos temas pasando por familiares y amigos, que me han permitido que otro año más haya vivido la, hoy por hoy, insuperable experiencia de pasar la semana entera viendo cine en el que es, con notable diferencia, el festival más grande de España. Sigue leyendo

El grande perdió, el chico ganó


Por usar un símil futbolero, lo que ocurrió el domingo en el Parque de las Naciones de Madrid durante la 26 edición de los Premios Goya tiene su explicación en que el único director español de los contendientes que juega en la Champions debía ser juzgado por quienes lo hacen en categorías inferiores. Esas son las lógicas que, por otro lado, al manchego Almodóvar seguro también benefician en terrenos de juego de mucha mayor enjundia con compañeros de clase más aventajados que él. El grande perdió / el chico ganó / como ganaron Méndez, Angelito, Palmero y Camurria / frente a rivales de peso mayor es una hermosa estrofa del folclore canario, himno de la Lucha Canaria, usada también comúnmente para reivindicar la capacidad de los pequeños por imponerse a los previsibles favoritos.

Dos fueron las señales inequívocas que confirmarían que los tiros (de pistolas, revólveres, rifles) irían, nunca mejor dicho, por No habrá paz para los malvados y Blackthorn. Sin destino. La primera, la clamorosa no obtención por parte de Almodóvar del premio al Mejor Guión Adaptado a favor de, por primera vez en la historia de los Goya, una película de animación, Arrugas. Que compitan Bollaín, Zambrano y Almodóvar y ganen Ángel de la Cruz, Ignacio Ferreras, Paco Roca y Rosanna Cecchini por Arrugas podía ser quizás justo, pero seguro era un aviso inequívoco. No habrá paz… sí ganó en cambio el Mejor Guión Original. La segunda señal fue el momento en que el premio al Mejor Diseño de Vestuario fue a parar a Blackthorn. El lanzaroteño Paco Delgado merecía sin duda la estatuílla por La piel que habito, aunque el carácter de película de época de la película de Gil podía arrebatarle sobre el papel el premio. El logro de grandes premios técnicos por parte de Blackthorn (Fotografía, Dirección de Arte) ya señalaba que quien ganara al final lo haría al sprint en los tres últimos premios. Y que en la carrera ya no estaba La piel que habito.

Así fue. Banderas no tenía nada que hacer frente a Coronado por la lógica expuesta en su brillante intervención por Santiago Segura (le tocaba a Coronado después de 25 años, como él mismo ha recalcado en declaraciones varias veces), y la Mejor Dirección y Mejor Película fueron, la primera con más mérito que la segunda, también para el filme de Urbizu. Hora de suspiros de alivio, de muecas hieráticas. De sonrisas maliciosas. De buenos y malos perdedores. Siempre es así. Para el prestigio de la Academia, del cine español y eso que llaman la marca España no hay duda que interesaba más el filme de Almodóvar. Pero las lógicas de los académicos son otras. Y tan respetables

Por lo demás, Eva Hache salió de la dificilísima prueba con notable alto y el presidente de la Academia, Enrique González Macho, marcó en su discurso distancias con su predecesor Álex de la Iglesia, que desde las butacas lo escuchaba como un alumno regañado delante de toda la clase. De la Iglesia – genio y figura- no tardó en replicar desde la prensa. Ciertas las palabras de González Macho (y valientes o temerarias), pero como responsable también de la principal distribuidora de cine de España le conviene acelerar la existencia de canales de visionado del cine español por Internet. Porque enfrente tiene a una masa anónima que por mucho que lo expliques con argumentos razonados no va a entender. Su película es otra. Y urge mejorar la relación del cine español con el espectador.

Por cierto, por Twitter Alta Films y Cameo me indicaron ayer que Blackthorn ya está disponible en DVD y Blu-ray. Conviene hacerse con una copia porque contiene algunos de los mejores momentos del cine español durante 2011. Enhorabuena Santana, Ruíz Anchía, de Gaspar, Bilbao, Mateo Gil. Enhorabuena Urbizu, Coronado, Anaya, Cornet, León, Wagener, Agredano…

En 1996 fui script de «La isla del infierno», de Javier Fernández-Caldas, rodada entre Tenerife y Agaete durante 9 semanas y media. Está ambientaba en el siglo XV, en tiempos de la conquista de Canarias. En la imagen, se me ve con la claqueta tapando parcialmente a José Conde (Pepe Conde) a quien conocí durante ese rodaje y cuya muerte este año lamenté como tantos otros. Me alegré de que Pepe fuera recordado entre los que fallecieron en 2011 en la Gala de los 26 Premios Goya. Aquí interpretaba a un capitán algo trastornado que veía en cabalgar a lomos de avestruz una posibilidad de revolucionar los medios de locomoción.

26 Premios Goya: 1, X, 2


Si estos académicos no se han vuelto igual de locos que los romanos de Astérix o una conjunción de astros lo impide, el domingo «La piel que habito», de Pedro Almodóvar, logrará entre 5 y 11 Goyas en la XXVI Gala de los Premios Goya que se celebrará en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid, retransmitida por TVE en directo a partir de las 22.00 horas (las 21.00 horas para los que sintonicemos desde Canarias, Londres o Lisboa). «No habrá paz para los malvados», de Enrique Urbizu, obtendrá un mínimo asegurado de 1 estatuilla y 8 en el mejor de los casos. «Eva», de Kike Maíllo, no menos de 2 y no más de 6. «Blackthorn. Sin destino», de Mateo Gil, entre 1 y 7. Y «La voz dormida», de Benito Zambrano, entre 2 y 5.

Son los premios más importantes del cine español. Y los más prestigiosos según para quien. También son los únicos que permiten cada año una interpretación a vista de pájaro del cine español. Polémicos siempre por la alargadísima sombra que planea sobre el ritmo de la gala, las expectativas este año son buenas por la elección de Eva Hache como presentadora. Su antecesor, Andreu Buenafuente, triunfó en su primera gala hace dos años pero pinchó en la segunda. Nadie ha superado aún el discreto encanto de Rosa María Sardá. 2010 fue mejor año que 2009 en lo que se refiere al dinero ingresado por las películas españolas en taquilla. El 15,3 % de los espectadores que fueron al cine en España vieron cine español. Mejor que durante 2009 pero exiguo. Y eso que la globalización ha abierto el abanico de filmes que pueden considerarse “españoles”. Midnight in Paris, la última de Woody Allen, es a todos los efectos una película española por la participación en la producción de dos empresas catalanas, Mediapro y Versátil Cinema. Llegado a este punto conviene ponerse la bata de viejo profesor de escuela rural y repasar la tabla de multiplicar. A saber: película española es aquella producida total o parcialmente por una empresa productora española. Que la empresa sea de menor o mayor dimensión, que su participación en la financiación del filme sea en mayor o menor medida, que se ruede dentro o fuera de España, total o íntegramente, son aspectos no irrelevantes, pero secundarios.

La taquilla en 2010 fue mejor pues que en 2009, pero lejos todavía de poder considerarse como satisfactoria. Estamos por debajo de la media europea. El cine francés siempre es referente cuando se tratan estos asuntos, por su política de ayudas y por la respuesta del público en salas. En 2011, Francia registró el 41,6% de cuota de taquilla, casi el triple que España. Suecia, por citar un país menos potente en lo que se refiere a su cine, superó también a España con un 19,8%. Italia supera a Francia en número absoluto de entradas vendidas a sus películas, aunque no en el porcentaje de espectadores respecto a su cine. Dato significativo, que hace afilar los dientes de envidia, es que 17 fines de semana de 2011 fueron liderados en Italiana por películas italianas.

Los Premios Goya sitúan como principal favorito a los premios a La piel que habito, de Pedro Almódovar, con 16 nominaciones. Es con No habrá paz para los malvados la única que también obtuvo respaldo del público en los cines. Es mi favorita para ser la vencedora de la noche en número de estatuillas. También, para ganar los dos premios más importantes, Mejor Película y Mejor Dirección. La vuelta de los hermanos Almodóvar a la Academia en abril del año pasado y la feroz crítica que recibió tras su estreno en mayo en el Festival de Cannes y en salas en septiembre por el principal crítico de cine del más importante medio de prensa del país pueden contribuir a apuntalar su triunfo. Por calidad lo merece. Escribí una reseña en este mismo blog sobre el filme en septiembre pasado.

Los Goya han dado la espalda con justicia a la película española que mayor recaudación obtuvo en 2011, Torrente 4, de Santiago Segura. La cuarta entrega de la saga, la más taquillera también por la proverbial astucia de Segura (en este caso para apuntarse al 3D en el momento oportuno) es también la menos interesante, excesos escatológicos aparte. Su arranque es prometedor, pero es decepcionante salir del cine con la certeza de que la mejor secuencia del filme es precisamente la primera.

No habrá paz para los malvados, de Enrique Urbizu, se coloca como segunda opción para los académicos españoles. Es un buen filme que sin embargo se oye con un sonido ajeno. Y ampuloso. De sus 14 nominaciones, apuesto por que obtenga una de las principales, la de Mejor Interpretación Masculina Protagonista, para José Coronado. Cuando el filme se presentó en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián el actor madrileño ya era uno de los favoritos. Coronado obtuvo hace poco el premio Forqué de los productores españoles. Es un actor con reconocimientos pendientes. Apesta a Goya, si esta expresión se puede usar sin que suene despectiva. El Mejor Interpretación Masculina de Reparto irá directo a Lluís Homar por su papel del androide Max en Eva. Jan Cornet es mi favorito a Mejor Actor Revelación por su Vicente de La piel que habito.

La catalana Eva, de Kike Maíllo, es la gran sorpresa del año con sus 12 nominaciones. Las merece. El premio a la Mejor Dirección Novel para Maíllo está cantado. También el de Mejores Efectos Especiales, trabajo de Arturo Balseiro y Lluís Castells, que además de estar perfectamente logrados desde un punto de vista técnico, tienen la virtud de ser originales y delicados. Martí Roca, Sergi Belbel, Cristina Clemente y Aintza Serra son mis favoritos para el Mejor Guión Original, con permiso de Woody Allen, que compite por Midnight in Paris. En cualquier caso, si cuando este premio se otorgue no lo ganan los representantes de No habrá paz para los malvados significará la garantía de que será la noche de los Almodóvar en los dos premios principales. El premio al Mejor Guión Adaptado se lo auguro a Pedro Almodóvar por La piel que habito, salvo tremenda sopresa si se le impone la adaptación del comic de Pablo Roca en la película de animación Arrugas.

Blackthorn. Sin destino (Mateo Gil, 2011) es la cuarta película del año según los Goya, con 11 nominaciones. En taquilla fue peor que mal, aunque más por su fatídico estreno durante la polvajera estival que por las posibilidades de un filme valiente, rodado en Bolivia, que recupera la historia del mítico Butch Cassidy como si no hubiera muerto. Tiene serias opciones para varias estatuillas en premios técnicos. Juan Antonio Ruiz Anchía es mi gran favorito a la Mejor Dirección de Fotografía, pero para obtenerlo tendría que superar nada menos que a José Luis Alcaine (La piel que habito). Si lo logra, el fotógrafo vasco afincado en Hollywood obtendría su segundo premio tras el de Mararía (Antonio Betancor, 1997). Andrés Santana, productor de Mararía, tiene también las mayores opciones sobre el papel a recibir el premio a la Mejor Dirección de Producción. En los últimos años, los premios -no así las nominaciones- se le han vuelto esquivos al canario. Con su trabajo en Blackthorn. Sin destino podría resarcirse. Toni Carrizosa, por Eva, debería ser su principal rival. Para Santana, sería su tercer Goya. En el apartado de Mejor Música Original, Lucio Godoy podría obtener el tercer Goya de la película del canario Gil. Como Ruíz Anchía con Alcaine, para lograrlo el argentino Godoy debe ser capaz de superar al siempre favorito Alberto Iglesias, que está en la terna con La piel que habito. De ganar, Iglesias obtendría su Goya número 10. Alcaine lleva 5. Finalmente, el Goya al Mejor Montaje podría ir también a parar a David Gallart por Blackthorn. Pablo Blanco, por No habrá paz para los malvados, es su mayor contrincante. No me atrevo a dar favoritos para la Mejor Dirección Artística. Compiten las cuatro favoritas. Y las cuatro hacen trabajos de gran altura.

Un canario, Paco Delgado, es el mejor posicionado para obtener el Goya al Mejor Diseño de Vestuario por La piel que habito. Es su cuarta nominación y este sería su primera estatuilla. Tiene a su favor dos cuestiones: no rivaliza con costosas películas de época que suelen ser las destinatarias de este premio y su funda/prótesis del personaje interpretado por Elena Anaya -implante de personaje que dirían los guionistas profesionales- define como ningún otro elemento la película. Sin apenas margen para las sorpresas, María León obtendrá el Goya a la Mejor Actriz Revelación por su Pepita en La voz dormida. Ya fue ganadora incontestable en el festival de San Sebastián. Aunque esta categoría está reñidísima. Blanca Suárez (La piel que habito), Michelle Henner (No tengas miedo) y Alba García (Verbo) son sus rivales. Al menos las dos primeras cuentan con igual mérito para obtenerlo. Descartada por mejicana Salma Hayek en el premio a la Mejor Interpretación Femenina Protagonista –los actores académicos no suelen premiar a extranjeros- y Verónica Echegui por el estreno tardío de su película (Katmandú, Iciar Bollaín, 2012), el combate por este Goya se libra entre Elena Anaya (La piel que habito) e Imma Cuesta (La voz dormida). Mi debilidad por la actriz palentina desde Familia (Fernando León de Aranoa, 1997) me hace no sólo no dudar, sino además hacer todo tipo de fuerzas para que sea ella la que se lo lleve a casa.

Una granadina afincada en Canarias, Carmen Agredano, parte como favorita para el Goya a la Mejor Canción Original por su Nana de la Hierbabuena, que Imma Cuesta canta con poco veraz quejío en La voz dormida (Benito Zambrano, 2011). Frente a Agredano, tres canarios de El Hierro -Jorge Pérez; Borja Jiménez; Patricio Martín – podrían arrebatarle el premio por el rap Nuestra playa eres tú de Maktub (Paco Arango, 2011). Menos pegadizo (y mejor promocionado) es el rap de Verbo (Eduardo Chapero-Jackson, 2011), interpretado por Nach, principal obstáculo para que un Goya a una categoría musical caiga por primera vez del lado de Canarias.

La categoría de Mejor Interpretación Femenina de Reparto cuenta con similar panorama que el de Mejor Canción Original. Dos canarias, Goya Toledo (Maktub) y Ana Wagener (La voz dormida) compiten frente a frente. Para la lanzaroteña Toledo es su segunda nominación tras la de Actriz Revelación por Mararía. Y la primera que cuenta con opciones reales. Wagener cuenta con las mejores opciones. Es su tercera nominación. Sería también su primer Goya. Maribel Verdú (De tu ventana a la mía, Paula Ortiz, 2011) y Pilar López de Ayala (Intruders, Juan Carlos Fresnadillo, 2011) son las otras dos contendientes. Añadir que esta es para la película del canario Fresnadillo su única opción posible de recibir una estatuilla (en los Efectos Especiales ganará con merecimiento Eva).

Bonito combate entre personajes se presenta en los cuatro filmes que optan a la Mejor Película Documental. Morente, Garzón, Miquel Barceló y Manuel Cortés, como acertadamente adelantó Rocío García en El País. No puedo opinar sobre filmes que no he visto. Sólo sé que la cuota catalana ha sido determinante en esta categoría en los últimos años. Ejemplo de esto son las derrotas en dos ocasiones por parte del productor Andrés Santana frente a sendas producciones de esta comunidad sobre el Alzheimer, Bicicleta, Cuchara, Manzana (Carles Bosch, 2010) y Bucarest, la memoria perdida (Albert Solé, 2008). También, que Isaki Lacuesta compite con El cuaderno de barro, nada menos que el filme complemento al que en 2011 ganó la Concha de Oro en el último Zinemaldia, Los pasos dobles. Lacuesta es el director con la fidelidad en el voto más asegurada por su condición de “moderno maldito” (o “¡maldito moderno!” según para quien). Pero el filme sobre Miquel Barceló tiene enfrente nada menos que a Isabel Coixet y Baltasar Garzón (aunque sin que el efecto inhabilitación haya llegado a tiempo para contar en el voto), y a Enrique Morente, cuya polémica muerte en diciembre de 2010 conmocionó a sus admiradores.

También sobre el papel y por la trayectoria del filme, parece que Arrugas (Ignacio Ferreras, 2011) ganará la Mejor Película de Animación. Está estrenada en salas y se presentó con notable éxito en el pasado Festival de San Sebastián. El premio al Mejor Cortometraje de Ficción irá, a mi juicio sin merecerlo, a Matar a un niño, de los hermanos José y César Esteban Alenda. Escribo sin merecerlo porque los tres que he visto tienen un nivel similar –buena calidad técnica y muy poca originalidad- y el peso de las influencias, o el marketing, en las categorías pequeñas pesa más que en las demás. El corto de los hijos del para muchos de los de mi generación mítico productor y distribuidor José Esteban Alenda, primer Oscar del cine español con Volver a empezar (José Luis Garci, 1982), tiene ínfulas experimentales. Finalmente, la Mejor Película Europea apuesto que será, con total merecimiento, para The Artist (Michael Hazanavicius, 2011). Enfrente solo Melancolía de Lars von Triers, triunfadora en los premios de la Academia Europea, puede hacerle frente.

Los olvidados de esta edición -dejando de lado a todo ese cine que cierta crítica llama “invisible” (precisamente ser invisible en salas ya los descarta para estos premios de forma automática)- son claramente dos: No tengas miedo e Intruders. El primero, sin estar a la altura de los mejores de Montxo Armendáriz, es un filme de muy buena factura, desasosegante y valiente. Se ha debido conformar con una nominación (Michelle Henner). La película de Juan Carlos Fresnadillo, con dos nominaciones, pagó en cambio su decidida vocación internacional. El propio cineasta lo confesó en la entrevista que mantuvimos recientemente en el TEA: debieron titularla Intrusos para el mercado español e Intruders para el internacional. Porque el filme que inauguró la pasada edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián es claramente español a pesar de que su protagonista sea el británico Clive Owen. Y de los pocos ejemplos de películas españolas que este año han podido estrenarse en pantallas internacionales. Menos original que Eva y Blackthorn, sin duda; menos personal que La piel que habito, también. Menos racial que No habrá paz para los malvados y La voz dormida, otro tanto de lo mismo. Pero a excepción de la de Pedro Almodóvar y Mateo Gil, con más capacidad para colocarse en pantallas internacionales que todas las demás juntas. Se merece más. Más en tiempos de crisis.

Arriba, gráfica que muestras las posibilidades de cada película para los premios que se entregan el próximo domingo.

La imagen del centro de esta entrada muestra de forma gráfica todos los finalistas de esta edición. Sus afiches están repetidos tantas veces como nominaciones tiene cada filme.

Más fondo de armario: Entrevista a Mateo Gil


La primera entrevista que se le hacía al cineasta Mateo Gil en un medio de Canarias la firmé mientras colaboraba con la desaparecida revista Anarda. La publicación -financiada por el empresario Jaime Cortezo- la dirigía entonces José Antonio Alemán, de la sección de Cultura se encargaba Pedro Schluetter y yo compartía la sección de cine con Gregorio Martín Gutiérrez. Desde septiembre de 1999 hasta mayo de 2000 colaboré de esta forma en nueve números hasta que un cambio en la dirección empujó al leonés Sergio Cao a la dirección y a mí a la coordinación y edición de las páginas de Cultura, que llevé a cabo durante 9 números entre julio de 2000 y abril de 2001. La etapa concluyó unos números después de la llegada de Laly Sánchez al frente de la dirección de la publicación. La revista se siguió editando, al menos, hasta agosto de 2003.

Mientras Martín Gutiérrez se ocupaba más de asuntos teóricos sin vínculo con las islas, mi compromiso con el sector en el archipiélago me hacía interesarme principalmente por temas relacionados con los cineastas canarios. Promoverlos a través de la prensa se había hecho de manera muy precaria. Y era esencial hacerlo con solvencia y contundencia para dar visibilidad a una actividad que carecía de espacio frente a otras disciplinas culturales que contaban con el favor de la prensa. Después de haber dirigido el área Audiovisual del Gobierno de Canarias, el área de Cine del Cabildo de Gran Canaria, trabajado en largometrajes y cortometrajes y colaborado en diversos medios de comunicación de prensa escrita y televisión, tenía muy madura esta idea de promoción del cine favoreciendo el desarrollo de un tejido profesional que al poco tiempo inspiró mi trabajo al frente del Foro Canario del festival de cine de Las Palmas, en la segunda edición.

Volviendo a Mateo Gil y al año 2000, ahora ocurría que un director canario residente en Madrid sin vínculo con las islas más que el propio de haber nacido y crecido aquí se enfrentaba a su primer largometraje, un thriller de jugadores de rol ambientado en la Semana Santa sevillana. Una gran oportunidad. Hoy, la segunda película de Mateo Gil “Blackthorn. Sin destino” está nominada a 11 premios Goya, mérito que la sitúa en cuarta posición de las preferencias de los académicos, tras «La piel que habito» (Pedro Almodóvar), «No hay paz para los malvados» (Enrique Urbizu) y «Eva» (Kike Maíllo). Un enorme éxito que contrasta con la muy pobre acogida del filme en salas comerciales. De hacer un cine de calidad que no necesariamente esté al servicio de la taquilla habla Mateo Gil en esta entrevista. Pero también de otras muchas cosas. Se publicó en enero de 2000 en el número 14 de la revista Anarda. Espero que la disfruten.

Mateo Gil, director de cine: “Me daba vergüenza admitir que quería ser cineasta”

He visto Esposados [Juan Carlos Fresnadillo, 1996] y La Raya [Andrés Koppel, 1997] y me parecen dos cortos magníficos. Pienso que es inevitable que la industria esté centrada en un sitio, pero también estoy convencido de que se puede hacer cine en cualquier lado.” La pregunta es inevitable. Mateo Gil (Las Palmas de Gran Canaria, 1972) es, hoy por hoy, el director canario que mejor posición ocupa en la industria cinematográfica española. “Veo más difícil que se cree un industria en las islas. Lo que se puede hacer es apostar por la formación actoral y técnica. Potenciar el que se conviertan en un gran centro de formación y también en un gran decorado para producciones. También hay que generar iniciativas culturales que fomenten y expandan el aprecio hacia este oficio. En este sentido, la idea de poner en marcha un festival de cine en Las Palmas de Gran Canaria me parece excelente.”

Íntimo amigo de Alejandro Amenábar y estrecho colaborador suyo en dos de los grandes éxitos del cine español de los noventa, Tesis (1996) y Abre los ojos (1997), dibujó trazos de gran cineasta en Allanamiento de morada (1998), su primer cortometraje. A finales del pasado mes de noviembre estrenó Nadie conoce a nadie, un largo que él define como “un thriller psicológico que habla, sobre todo, de la desorientación en la que vive la gente hoy en día. Sin creencias religiosas y sin referentes claros ni políticos ni sociales. O, como escribió Juan Bonilla en la novela en que está basada, “sin una guerra en la que caerse muerto.”

Le leo una cita. Mankiewicz dijo que los críticos son «tan esenciales para la obra de arte como las hormigas en un almuerzo en el campo.” Suelta una carcajada. “Las críticas son necesarias. No sólo es importante que se vea cine, sino también que se hable de él. Claro que con el volumen actual de películas muchos críticos tienden a la generalización. Pero eso es inevitable. La crítica es necesaria y no hay que tomársela muy en serio. Yo, por Nadie conoce a nadie he recibido malas, y duelen en el alma. Pero también buenas. Esas te ponen las cosas en su sitio.”

“Hay que reivindicar el cine sin taquilla. Si no creyera que el cine es, fundamentalmente, arte, no me dedicaría a esto.”

¿Qué fue lo que más te preocupó al escribir el guión? En sus orígenes se me encargó para que lo rodara un director consagrado. Por ello me preocupé muchísimo de crear una trama potente, con mucho suspense y mucha acción. Después, cuando acepté dirigirlo, me lo fui llevando más a mi terreno, incorporando elementos propios. Allanamiento de morada la escribí a la inversa. Partí de una idea y unos personajes y lo tuve escrito en un fin de semana. Quizás esta sea la manera más acertada. En todo caso, son las historias las que te van marcando el proceso. Eso es prácticamente incontrolable.

¿Y el mayor obstáculo al que te enfrentaste en el momento del rodaje? Un rodaje es una constante carrera de obstáculos con un denominador común: la lucha contra el tiempo. En Allanamiento de morada me preocupé sobre todo de la interpretación de los actores. En Nadie conoce a nadie mi prioridad fue, en medio de esa lucha, que ningún elemento de la película (cámara, interpretación, decorados, vestuario, música, sonido…) estuviera desequilibrado con respecto a los demás.

Mateo Gil no es de los que afirman que lo del cine lo tuvo claro desde siempre. “No hubo un momento que yo recuerde en concreto, una chispa. Ocurrió a lo largo del bachillerato. Lo curioso, en mi caso, es que no se lo decía a nadie. Cuando estaba en Madrid estudiando Imagen y me preguntaban, decía que estudiaba periodismo. Me daba vergüenza admitirlo. Me sentía como una persona de pueblo –viví hasta entonces en el barrio de El Calero, en Telde- y lo del cine lo veía como algo inalcanzable.” En abril, le comento, Víctor Erice (El espíritu de la colmena, El sur, El sol del membrillo) levantó acta oficial de la muerte del cine como arte: “Ahora se hace industria pura y dura y su máxima expresión, la taquilla como punto de referencia.” Frente a la ingenuidad del cine de antes el director vizcaíno opuso la inmersión del séptimo arte en el “gran monstruo audiovisual de los tiempos actuales, una magma trufado de publicidad y susceptible de caer bajo los efectos nocivos de la televisión.” “Tiene razón, pero es una valoración demasiado peyorativa. Es cierto que el cine de hoy ha perdido la ingenuidad, y eso es malo. Hay que reivindicar el cine sin taquilla. Si no creyera que el cine es, fundamentalmente, arte, no me dedicaría a esto.”

¿Imitar al cine norteamericano es la salvación del cine español y europeo? Es que pienso que el concepto de “norteamericano” es muy difuso. Mi película es profundamente española, al igual que las de Amenábar, y a ambos se nos ha tachado de hacer un cine ‘a la americana’. Creo que esto no tiene mucho sentido. Lo realmente importante es que sea un cine de calidad.

Se expresa con la claridad de quien sabe de cine desde dentro, pero también con sensatez para reconocer que su maratón particular no ha hecho más que empezar. “Claro que tengo proyectos para rodar en Canarias, pero mi primer objetivo es asentarme en Madrid. Es la única manera de poder elegir. Ahora no tengo nada sobre la mesa. Por lo pronto, me gustaría cambiar de registro. Una historia de amor tal vez. Una comedia seguro que no. Me parece el género más complicado y todavía no me siento capaz de afrontarlo.” Por lo pronto, con solo veitisiete años, Mateo Gil ya ha conseguido entrar en el estadio. Muchos otros atletas se siguen empujando para entrar. Muchos más lo dejaron en el camino.

Índice de imágenes:

1) La entrevista, tal y como salió publicada, ocupó una página y una columna de la revista.

2) Eduardo Noriega y Natalia Verbeke en una imagen promocional de «Nadie conoce a nadie». En la película actuaban también Jordi Mollá y Paz Vega.

3) Portada de la revista Anarda donde fue publicada la entrevista.

Memorias del Zinemaldia: 59 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián


(Al final de este texto se ofrece información de las 23 imágenes que lo acompañan)

16 de septiembre

Lluvia. Buenas impresiones el primer día por la programación de este año. Intruders (2011), lo nuevo del tinerfeño Juan Carlos Fresnadillo gusta a casi todos. Para El árbol de la vida (The Tree of Life, Terrence Malick, 2011, Palma de Oro en el festival de Cannes) no vale la pena ni intentarlo. Cena con ensalada, txuleta –traducido es chuletón de buey- y vino en Aldanondo. José Coronado y el equipo de “No hay paz para los malvados” (Enrique Urbizu, 2011) en la mesa de enfrente. Marta y Aída planean foto con el actor. Los hombres nos negamos en redondo. Demasiado pronto. Nada más levantarse dos mujeres de otra mesa le reclaman para lo mismo. El también protagonista del corto “El intruso” del tinerfeño David Cánovas (2005, nominado al Goya) acepta con mucha amabilidad.

17 de septiembre

Me estreno con el surcoreano de la ciudad de Boghwa Kim Ki Duk. Como homenaje a Librada Melo y Gabriel Trenzado -dos grandes ausentes este año- me sitúo en lo más alto del K-1, la sala grande del Auditorio Kursaal de Moneo. En el primer número del periódico del festivalJuan Carlos Fresnadillo habla de los miedos transmitidos de padres a hijos –también de su madre a él mismo- y Wim Wenders hace una encendida defensa de las posibilidades 3-D. Cierro el móvil donde apunto estas notas. Empieza mi Zinemadia.

Nada justificaría seleccionar la muy arisca Amen (Kim Ki duk, 2011) para ninguna cosa de provecho en un festival si no es el nombre de su director, autor de importantes filmes como El arco (2006), Hierro 3 (2004) y Primavera, verano, otoño, invierno… y primavera (2003). A no ser que con el viva la pepa de los nuevos lenguajes del cine contemporáneo post-digital alguien quiera poner un huevo nuevo. Aquí, una chica que no tiene donde caerse muerta busca a un amigo pintor por distintas ciudades de Europa. Parece una excusa del director para darse un garbeo turístico por París, Venecia…. La chica recurre a la mendicidad y acaba siendo violada en un tren por un tipo enfundado en una mascara antigás. Quemarla –la película, no al personaje, menos a la actriz, tampoco al director- sería un bonito gesto que evitaría la superpoblación inflaccionista de este tipo de boberías que nacen para llegar a ningún sitio. Según el surcoreano en la revista del Festival, la hizo harto del sometimiento a los estándares industriales y para demostrar que cualquiera puede dirigir una película. Lo diría días más tarde en una entrevista el director de fotografía José Luis Alcaine: hay una amplísima mayoría de filmes que se ruedan sin casi presupuesto y con una calidad técnica pésima. El mismo día en el mismo periódico Ripstein lo apuntalaría: se ha perdido el valor de la paciencia. Yo añado: y ha crecido el del despilfarro de los recursos públicos a través de la simplonería. Aguanté “Amén”, mi primera película del festival, 40 heroicos minutos.

Los finales abruptos y abiertos son marcas del cine de hoy cuando éste quiere caminar de la mano de este mundo en que vivimos, ajeno a las certezas de antaño. Martha Marcy May Marlene (Sean Durkin, 2011), premiada en Sundance y aquí en Zabaltegui, la sección mas fiable del certamen, narra la historia de una chica que son varias –de ahí su título- tras su traumatizante paso por una secta. Cine norteamericano independiente pulcro en lo narrativo y estilístico (quizás demasiado), donde destaca la interpretación de su joven protagonista Elizabeth Olsen. Momentos turbadores y un desconcertante, aunque valiente, final.

Fugaz encuentro con Juan Carlos Fresnadillo en el hall del hotel María Cristina –refugio de invitados VIP del festival- antes del inicio del último pase de su Intruders (Intrusos), que inauguró el festival este año. Foto a las chicas con Clive Owen a las afueras del hotel. La estrella se muestra amable y profesional; ellas nerviosas, a solo un paso de la risilla (jijiji) histérica. ¡Qué momento! El filme es una de miedo más psicológico que de sustos que confirma el talento del tinerfeño, que no descuida oportunos requiebros en el relato que lo alejan de lo consabido. Intruders, basado en un relato de Nicolás Casariego, tiene como puntos mas fuertes: en lo productivo, haber logrado un filme 100% español que alcance sin pedir permiso la cima del exigentísimo mercado mundial de la distribución y exhibición de películas; en lo estilístico, apuntalar marcas propias del director desde Esposados, señal inequívoca de que estamos ante un cineasta no solo muy capaz –lo dejó claro sin lugar a dudas en 28 semanas después (2007)-, sino también con voz propia. Si Intacto recuperaba de aquel primer corto español nominado al Oscar la suerte como tema central, Intruders recupera el gusto de Fresnadillo por los adosados (Adosados era justamente el título provisional del histórico corto), la celebración de un cumpleaños con tarta y velas y la imagen de un rostro hundiéndose en lodo (en Esposados era el de Anabel Alonso que se hundía en la arena de la playa en el sueño/pesadilla del protagonista). En lo temático, la pesadilla recurrente sobrevuela todos los trabajos de Fresnadillo hasta hoy. Bonita noticia adicional es que el tinerfeño de Santa Cruz haya recuperado a la también tinerfeña Tatiana Hernández –Goya este año por Lope– para hacerse cargo del vestuario. Hernández ya había sido directora de arte de Esposados y vestuarista en Intacto.

En la fiesta del filme Mugaritz BSO, que inaugura la nueva sección Culinary Zinema en el Kursaal, una desconcertante banda de batucada formada íntegramente por txicarrones del norte irrumpe con un estruendo ensordecedor después de que Antonio intentara infructuosamente retratar a las txicas con Santiago Segura. Regalan gin-tonics de Beefeater en la barra y posavasos de Silestone a la salida. Parte del grupo nos retratamos de vuelta junto a la ría.

18 de septiembre

En Albert Nobbs (Rodrigo García, 2011), Glenn Close -Premio Donostia este año- interpreta a una mujer que para sobrevivir ha ocultado su verdadero sexo en la Irlanda del siglo XIX, haciéndose pasar por hombre. Y lo más sobresaliente de su sobresaliente interpretación es que en el momento del filme en que se quita su traje de camarero para vestirse con ropas de la mujer que en realidad es al espectador le da la sensación de que ¡¡la actriz es un hombre!! El pulcro Mr. Nobbs lleva un traje de waiter que se le ajusta tan bien al cuerpo como el filme a la actriz de Greenwich (Connecticut). No en vano Close es también coguionista y productora. El hijo de Gabriel García Márquez –interesantísima filmografía lejos de la imposible genialidad del padre- construye el filme con precisa y ribeteada caligrafía.

Caligrafía igualmente precisa aunque aquí con cero ornamentos es lo que ofrece la iraní Nader y Simin: una separación (Jodaeiye Nader az Simin, Asghar Farhadi, 2011). Poderosísima crónica de un divorcio anunciado desde el magnífico arranque del filme que deviene en auténtico drama familiar. La gran película -retrato de Irán a ras de suelo- se filma siempre en encuadres cerrados que transmiten el agobio de la telaraña en que sus personajes acaban. Si al principio los dos protagonistas se dirigían directamente a la cámara para convertir al espectador en el juez de su situación –ella quiere salir del país, él quedarse también para cuidar a su padre enfermo de alzheimer, los dos pugnan por quien se quedará con la niña- en el espléndido final Farhadi deja otra vez al espectador en la tesitura de reflexionar. ¿Quién de los dos merece más quedarse con la hija visto lo visto? Sin respuesta. Clap-clap-clap-clap (aplausos).

El revés justamente de la iraní, que fue Oso de Oro de en el pasado festival deBerlín, es The Deep Blue Sea (Terence Davies, 2011), de esas películas con elenco de alto caché que dan la sensación de haber caído en esta Sección Oficial después de haberlo intentado en vano en otros certámenes. La misteriosa Rachel Weisz protagoniza aquí un filme situado en Londres alrededor de 1950, de aire experimental, tedioso, lleno de lugares comunes, con fotografia en cursilísimo flou y decorados de inspiración teatral.


Shame, segundo filme del publicista Steve MacQueen, cuenta sosteniéndose en una fotografía de tonos fríos el vacío existencial de un adicto al sexo, enfermedad más que común que con la generalización de Internet ha encontrado picos históricos. En este caso un treintañero de éxito (Michael Fassbender) en la ciudad de Nueva York. El filme tiene un momento sublime cuando Carey Mulligan, que interpreta a su inestable y dependiente hermana -con la que se sugiere una relación incestuosa, acaso madre de todos los traumas del protagonista- interpreta casi a capela la canción New York, New York. A la semana de verla sigo sorprendiéndome silbando la famosa musiquilla (I wanna wake up in the city / that doesn´t sleep…) de John Kander y Fred Ebb popularizada por Frank Sinatra. Shame se estrenaba en España con el aval de haber sido la gran favorita del último festival de Venecia. Uno sale con la sospetxa de que más que al espectador el filme le ha servido de terapia personal al director.

19 de septiembre

La terrible primera visión del nuevo día ha sido coger in fraganti al director del festival de Las Palmas colándose para entrar en una película. Marca de la casa que repite año tras año y nos ridiculiza. El filme es Los pasos dobles lo último del interesante -y sobrevalorado- Isaki Lacuesta. En este caso un documental ficcionado sobre la búsqueda de unas pinturas ocultas bajo una duna en Mali, país que a nuestros ojos es como si nos dijeran el mismo corazón de África. Potente padrino (Miquel Barceló, el artista español vivo mejor pagado), bonita fotografía, brotes verdes de humor entre tanto desierto y una música con aire a spaguetti western que finalmente impone su tono despojando al irregular filme de buena parte de la trascendencia que en principio parecía tener. Llaman la atención los ojos abiertos en permanente movimiento del albino africano ciego. Como si con esa mirada desconcertada el catalán Lacuesta quisiera hacer una metáfora del cine actual. O de su propio cine.

Vergonzoso fue que al día siguiente la prensa informará que el director del festival de Las Palmas dijo sus palabras “ante unos 200 profesionales entre medios especializados, productores, distribuidores y actores.” A la cantidad le sobraban exactamente las tres cifras.

El encuentro de Canarias -mejor llamarlo el encuentro entre canarios en el Zinemaldia- volvió a presentar los éxitos (sic) del fragilísimo cine isleño tras siete años de apuesta decidida por parte del Gobierno de Canarias (importante inversión cuando las vacas eran gordas con más negros que blancos en el balance provisional). Aunque si algo zafio tuvo la jornada fueron las palabras del director del festival de Las Palmas, quien tras repetir la lección aprendida sobre ciclos y novedades de la próxima edición desmintió lo que aseguró «haber leído en algunos blogs: el rumor de que el año que viene no se iba a celebrar el festival». Una mentira -es otra de las marcas de la casa, en este caso aliñada con gotas de txulería pasada de fetxa- destinada a alimentar la falsa idea de que sin él muere el invento. Vergonzoso, patético, fue que después declarara a la prensa que “unos 200 profesionales entre medios especializados, productores, distribuidores y actores conocieron de manos del director del certamen los ciclos que… (bla bla bla)”. A la cantidad le sobraban exactamente las tres cifras teniendo en cuenta que habría que restar del total aproximado de 40 personas presentes -y en el Zinemaldia hay unos cuantos miles de acreditados- a técnicos institucionales, políticos, compromisos, personal del catering y conocidos, el 99,9% de ellos canarios, muchos de los cuales aguantaron esa oda al lugar común confiando en que las bandejas con queso y vino canarios empezaran a rular más pronto que tarde por la exigua sala. “El mal tiene el poder que queramos otorgarle”, reza la frase publicitaria del filme El monje (Dominik Möll, 2011) que puede leerse en uno de los grandes carteles que durante la semana llenan la ciudad.

Pina, de Wim Wenders, presidente de la Academia de Cine Europeo desde 1996, es un hermoso documental en 3-D homenaje del director de Düsseldorf a la prestigiosa coreógrafa y bailarina Pina Bausch, fallecida en 2009. Sus bailarines desnudan pensamientos en tres dimensiones a la cámara entre potentísimas coreografías rodadas lo mismo sobre la tarima de un escenario que en las calles y paisajes de Wuppertal (Renania del Norte, Alemania) donde reside la Compañía. Frente a los que solo ven en el desarrollo del 3-D una (fallida) fuente de ingresos de los grandes estudios multinacionales para hacer caja, Wenders demuestra que no cae en saco roto su encendida defensa de la nueva tecnología como materia fundamental de expresión artística para el documental del futuro. ¡Gracias, Wim!

Cuatro horas y media –se dice pronto- duró el menú degustación del chef Rubén Trincado en el restaurante El Mirador de Ulía (poseedor de una estrella Michelín), dentro de Culinary Zinema. Es un lugar con vistas impresionantes de la ciudad y desde el cual tiré mis primeras fotos. El plato denominado «Alfombra roja» nos llamó especialmente la atención por su presentación: daditos de foie y gelatina sobre una tira… de nabo. Así se lo hicimos saber a la reportera de la Sexta que iba de mesa en mesa cual rubia Betty Boop entrevistando a los comensales.

20 de septiembre

Día de sol radiante después de 3 dias de txubascos intermitentes. Kiseki (Milagro) del «maestro» japonés Hirokazu Kore-Eda (así reza la información de publicidad del filme; ignoro por qué Kaurismaki, Moretti o Almodóvar son «directores» finlandés, italiano y español, respectivamente, y el japonés en cambio es «maestro»); Kiseki, decía, es un bellísimo filme dirigido con maestría sobre dos hermanos que viven en ciudades diferentes (Kagoshima y Osaka) debido a la separación de sus padres. En Kagoshima un enorme volcán desprende amenazantes cenizas sobre la ciudad. Filmado con arrolladora ternura y continuos guiños de humor -aquí he sido testigo de la mayor carcajada del Festival-, los simpatiquísimos niños –los dos protagonistas son también hermanos en la vida real, Koki y Oshito Maeda- se adueñan de la narración, y son tratados de forma radicalmente opuesta a como lo hacen las películas USA. Respetándolos en su condición de niños, no como objeto de explotación para la venta de entradas. Comparto con Carlos Boyero en El País la impresión de que a veces parece que los niños están haciendo la película por su cuenta, tan naturales parecen. Difícil será encontrar un filme más merecedor de la Concha de Oro.

Life Without Principle (Johnnie To, 2011) es una muestra de ese cine chino realizado a la americana en Hong Kong -cine cantonés le llaman-. Gran factura técnica en el que convive un atractivo mejunje de ultraviolencia, mafias, humor amarillo y belleza. Aquí la crisis del euro motivada por la bancarrota de Grecia -dos películas en el Zinemaldia tienen por ahora a la crisis económica como telón de fondo- da al traste con las inversiones de muchos y sirve de catalizador para la evolución dramática de sus protagonistas, un policía heroico sin tiempo para atender como es debido a su novia y una empleada de banca dispuesta a cambiar de vida aunque para ello deba apañarse cinco millones que no son suyos. Tres días mas tarde, el viernes 23, el titular de El País rezará a cinco columnas: «Los mercados entran otra vez en caída libre». ¿De verdad lo perderemos todo?

De la mano otra vez de Antonio Pérez y Maestranza Films, el andaluz Benito Zambrano recupera su mejor pulso con La voz dormida y empuja a María León por la rampa de la candidatura para la Concha de Plata a la Mejor Actriz. La actriz, como el filme, divierte, emociona y estremece con su personaje Pepita a un paso del tópico andaluz, aunque León no llega a cruzar el umbral por un pelo… “del coño, mi niño», en milimétrica expresión de Manolo. Zambrano construye una película contundente, de guión muy sólido, cuya única rémora es cierto exceso de teatralidad en algunas interpretaciones y un no sé qué estético que recuerda a película-de-la-Guerra-Civil-de-toda-la-vida. Una convención que afecta a su dirección de arte y fotografía que ya ha sido superada por algunos filmes como El laberinto del fauno (Guillermo del Toro, 2006), Pa Negre (Agustí Villalonga, 2010) y Balada triste de trompeta (Alex de la Iglesia, 2010). Por cierto, del director bilbaíno, miembro de un jurado oficial este año presidido por la actriz Frances McDormand, me han txivado que tuitea incluso mientras rueda. Así parece que ocurrió en el rodaje de “La txispa de la vida”, aún por estrenar. Nosotros lo cazamos dos días antes de la llegada de su novia Bang (¡bang!) interrumpiendo su almuerzo en Aldanondo para darse al móvil.

21 de septiembre

Sería demasiado obvio vincular la austriaca Stillleben (Still Life, Sebastian Meise, 2011) con los terribles sucesos descubiertos en los últimos años en ese país centroeuropeo del tipo «monstruo de Amstetten». Pero las escopetas apuntan -y con mira telescópica- en esa dirección. En este caso, con estilo seco y conciso -el filme no llega a 80 minutos-, el descubrimiento por parte de toda la familia de las perversiones de una padre que desde hace veinte años se excita -y alivia- secretamente con su hija Lydia al compás de la famosa canción ochentera de Desireless “Voyage, voyage” (Au dessus des vieux volcans, / glisse des ailes sous les tapis du vent, / voyage, voyage, / eternellement. / de nuages en marécages, / de vent d’espagne en pluie d’équateur, / voyage, voyage, / vole dans les hauteurs / au dessus des capitales, / des idées fatales, / regarde l’océan… / Voyage, voyage / plus loin que la nuit et le jour, / voyage / dans l’espace inouï de l’amour / voyage, voyage…). A esta opera prima, inscrita en Nuevos Directores de la sección Zabaltegui, le sobra frialdad y falta profundidad. La cobardía del padre descubierto por su hijo tras un encuentro de aquel con una prostituta –a las putas les hace actuar como si fueran Lydia- le lleva a fingir un atraco a un banco para verse entre rejas antes que enfrentarse con los suyos.

Tiranosaurio (Tyranosaur, Paddy Considine, 2011), protagonizada por el ganador de la pasada edición del Zinemaldia, Peter Mullan, por Neds (2010), comienza con rudeza y una violencia que hace prever -y temer- picos de ultraviolencia. El filme es un duro y hermoso alegato sobre el mal y la redención gracias al amor en el suburbio de una ciudad inglesa habitada por ciudadanos vencidos. Hermoso cartel y perturbadora metáfora en el título del filme, que da a entender la causa del carácter fuertemente irascible, indomable, de su protagonista. Como destacado rasgo del cine contemporáneo, ejemplos que hemos visto en Martha Marcy May Marlene, Shame, Los pasos dobles o Stillleben, estas películas dejan numerosos huecos esperando a ser rellenados por el espectador. Tiranosaurio ganó el premio al Mejor Director y dos Premios Especiales del Jurado en el pasado festival de Sundance.

El japonés Kore-Eda vuelve a mostrarnos destellos de su sensibilidad en The Days After (Nochi-no-hi, 2011), película de terror sutil de 51 minutos de duración que forma parte de una serie fantástica de televisión japonesa sobre un joven matrimonio que recibe la visita de su hijo fallecido. Respecto a la hermosa Kiseki de la Sección Oficial esta destaca por su bella fotografía.

Rampart (Oren Moverman, 2011), protagoniza por Woody Harrelson, puede leerse como la cuota de cine USA de la Sección Oficial. Cuenta con dos participaciones destacadas: Sigourney Weaver en un papel secundario y el escritor James Ellroy como autor de la novela en que se inspira y, por primera vez, co-guionista de un filme. Rampart cuenta una historia sin happy end. La del inadaptado Rophynol Dave, policía en Los Angeles, ex veterano del Vietnam, lastrado por una estética y convicciones fuera de lugar y que durante el metraje se ve envuelto en circunstancias que le pondrán su capacidad de supervivencia cada vez más al límite.

22 de septiembre

En los festivales cada sesión es una entrega a lo desconocido. Así debe ser. Por eso quienes programan deben ser respetuosos con el público sin margen para la prepotencia y el capricho. Sin subestimarlo. Hoy el día ha vuelto a lucir plomizo. Está siendo el Zinemaldia con peor tiempo de los cuatro que he vivido, solo dos días de sol. En cambio el de mejor Sección Oficial.

La hispano-argentina Las acacias (Pablo Giorgelli, 2011), la película de las 9.30 horas, la única de la sección Horizontes Latinos que veré en esta edición -la número 17 desde que llegué a la ciudad- promete por su palmarés: Cámara de Oro a la mejor opera Prima y premio de la Crítica Joven en Cannes; Mejor Guión en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana… No defraudó. Es una historia sin música, silenciosa a pesar del permanente runrún del camión maderero donde se desarrolla todo el viaje de Asunción a Buenos Aires que es esta historia. Un filme de amor lleno de espejos retrovisores que emociona delicadamente y que cuenta con la actriz promesa más joven que he conocido, Nayra Calle Mamani, de solo cinco meses de edad. Su papel de Anahí, hija presente de la emigrante Jacinta (Hebe Duarte), futura de Jacinta y el camionero Rubén (Germán de Silva), rompe esquemas. Uno por su corta edad necesita entender que esos resultados han sido fruto de la pericia del equipo, pero eso no quita para no poder olvidar esos precisos bostezos, estornudos, sonrisas, llantos en su rostro redondo de india de enormes y expresivos ojos negros.

La portuguesa Sangre de mi sangre (Sangue do meu sangue), de Joao Canijo, destrona en mi ranking a Kiseki (Milagro) en la candidatura para la Concha de Oro. Melodramón urdido en el marginal barrio lisboeta de Padre Cruz en torno a una madre, cocinera de profesión, que convive con su hermana, hijo e hija y respectivos novios. Rita Blanco, que interpreta a esta madre coraje de registros almodovarianos -por momentos el filme recuerda a «¿Qué he hecho yo para merecer esto?» (1984)-, lleva a cabo un trabajo merecedor de gran premio, aunque no de mayor nivel que el resto de actrices y actores del elenco (Anabela Moreira, Cleia Almeida, Rafael Morais, Marcello Urgeghe, Nuno Lopes). Inolvidable secuencia en karaoke donde el film comienza a hacerse grande e historias de barrio, truculentas, tiernas, cotidianas, incestuosas, violentas, contadas con mucha veracidad y potencia cinematográfica de gama alta.

La francesa Amerikano (Mathieu Demy, 2011), sobre un joven que marcha de Francia a Estados Unidos y Méjico en busca de su madre fallecida, es el primer filme del hijo del director francés Jacques Demy. En ningún sitio está escrito que el talento sea asunto que se herede. El viaje de descubrimientode Martin (interpretado por el propio director) y su conocimiento final en Tijuana de Rosita/Lola (Salma Hayek) en un sórdido bar de strip-tease regentado por Luis (Carlos Bardem en un papel para el que le solicitan una y otra vez) a ti no te lleva a ningún sitio.

Sí te lleva en cambio a El Havre (Le Havre, Finlandia-Francia-Alemania, 2011) el finlandés Aki Kaurismäki en el filme del mismo nombre que transcurre casi íntegramente en esa ciudad portuaria de la Alta Normandía francesa a la altura del Canal de la Mancha. Premio FIPRESCI de los críticos en el pasado festival de Cannes, el filme es una mirada entre nostálgica e irónica al cine de los años 50 y al mundo del cómic comprometida con la inmigración ilegal como unos de las principales desgracias del presente. La generosidad de un limpiabotas sesentón (André Wilms) y la solidaridad entre vecinos permitirá al joven gaboniano Idrissa (Blondin Miguel) seguir rumbo a Londres para cumplir el deseo de encontrarse con su madre, “negra ilegal pero excelente trabajadora en una lavandería china”. El filme esta contado en tono de fábula, con divertidas interpretaciones gesticulantes y diálogos en staccato, persecuciones hilarantes por su falta de veracidad y silencios prolongados. Un película extraña y con un poso de mala leche, de esas por las cuales los críticos suspiran. Y una película hermosa, que contribuye a ensanchar los limites del cine. Alexandra, que había llegado al mediodía en coche desde Madrid -y que por la tarde ya había visionado la herrmosa “Kiseki”- la aguantó como una auténtica campeona berlinesa de resistencia a pesar de que la sesión en la sala pequeña del Kursaal comenzó a las 12 de la noche.

Justo antes de iniciarse el filme cruzaba el puente de la ría José Luis Rebordinos, director por primera vez del Festival, que tendrá el reto también de organizar la 60 edición. En esta la programación va superando a anteriores y algunas colas han rebosado el aforo, dejando a acreditados de prensa fuera. Esta cuestión imprevista ha obligado a hacer colas separadas para tranquilidad de la canallesca. Los puntos débiles de esta 59 edición: las cuotas euskaldunas en filmes de secciones importantes y la poca presencia de artisteo internacional.

23 de septiembre

Último día. Otra vez sol. A Aurora se le ha caído el televisor donde yo pensaba ver Match Point (Woody Allen, 2005) antes de irme. Quedó boca abajo, desplomado, como superado por las circunstancias.

La germano-griega Mundo injusto (Adikos Kosmos, Filippos Tsitos, 2011) tiene algo de «El Havre» por el minimalismo poético de la historia. Un policía maduro alcohólico harto de defender una justicia que perjudica a los ciudadanos (Antonis Kafetzopoulos) y una limpiadora inadaptada (Alexandra Boussiou) conviven en el mismo edificio, comparten el mismo parque y coinciden –también como los de Kaurismäki- en su amor por el rock. Bien tejida, algo procelosa en los tiempos, impertérrita en muchos rictus, el filme sobrevuela los tejados de un país que se ha quedado como nuestro televisor: boca abajo, desplomado, como superado por las circunstancias. En realidad Grecia es el iceberg más a la deriva de un sistema donde los beneficios sociales han dejado de ser sostenibles también porque fueron esquilmados, y no necesariamente por bancos y poderosos. Termina la película, mivecino de butaca, donostiarra en los cincuenta con cuatro hermanos en Chile en el negocio del vino, deja de dar cabezadas.

Sol y primer baño -histórico- en la playa de La Contxa. En medio de la calma, ratxas de olas grandes y preciosas que rompen como a cámara lenta. Mi última de este es francesa y se titula The Artist (Michael Hazanavicius, 2011). La dan a las 16.30 en el Principal. La veo con Manolo, los dos con el salitre del Cantábrico encima, que es el mismo salitre del Atlántico. ¿Es posible terminar mejor que con este bellísimo homenaje al cine mudo réplica casi exacta de filmes rodados a finales de la década de los 20 y principios de los 30 del siglo pasado? Manolo me mete un codazo que no entiendo. Me pide que no bostece, quizás por lo contagioso. En blanco y negro y con intertítulos, sin diálogos, cuenta la bonita historia de George Valentin, una estrella del mudo (Jean Dujardin, premio al Mejor Actor en Cannes) que no se adapta a la llegada del cine sonoro y una joven actriz, Peppy Miller (Bérénice Bejo) -con el nombre del personaje que interpreta María León en “La voz dormida” tenemos dos Pepitas en este Zinemaldia- que se abre paso en el nuevo medio. Si en Las Acacias, el bebé era el gran descubrimiento, aquí quien roba protagonismo es Uggy, el perrillo-actor de Valentin, auténtica estrella circense y a la postre verdadero héroe de la película que ganó en el pasado festival de Cannes el premio Palm Dog de los críticos. Un triángulo de tres estrellas (Valentin, Miller, Uggy) con momentos estelares durante todo el filme. El más divertido, la pesadilla con sonido de un Valentin en cambio incapaz de oir su propia voz. El más dulce, cuando George pinta con un lápiz de maquillaje junto a la boca a Peppy el falso lunar (“simplemente necesitas algo que te distinga de los demás”) gracias al cual será mundialmente conocida como estrella.

La despedida la celebramos con fiesta en Bataplán, bajo el mismo paseo de la playa. El local no de pintxos donde una vez al año pintxa David Guetta pone hoy rockabilly cincuentero. Está a reventar. A mi lado cruza Hello Kitty en forma de tatuaje sobre un omoplato desnudo. Fuera llueve a mares. Esperamos a que escampe para regresar. Mañana volaremos de vuelta. Conoceremos el palmarés. Aúpa, Real. Adiós, Donosti. Ciudad fantástica. Agur.

Descripción de las fotografías:

1) el Kursaal desde el margen opuesto de la ría (imagen propia).

2) Elisabeth Olsen (i) y Sarah Paulson, su hermana en el filme, en un momento de Martha Marcy May Marlene (Sean Durkin, 2011).

3) Entrada para el pase de Intruders en el Teatro Victoria Eugenia.

4) De izquierda a derecha: Aída, Clive Owen y Marta delante del hotel María Cristina. (foto propia).

5) Antonio, Fer, Manolo, el que suscribe y, delante, Rafa, después de la fiesta del filme Mugaritz BSO (foto de Aída Alvarado).

6) Glenn Close en un momento de Albert Nobbs.

7) Imagen del Oso de Oro, principal premio del Festival de Berlín.

8) Carey Mulligan interpretando el tema New York, New York en Shame (Steve McQueen, 2011)

9) Cartel de Los pasos dobles, de Isaki Lacuesta (2011), finalmente vencedora de la Concha de Oro del Festival (foto propia).

10) Imagen promocional de Pina (Wim Wenders, 2011).

11) Donosti desde el restaurante El Mirador de Ulía (foto propia).

12) Un momento de Kiseki (Hirokazu Kore-Eda, 2011) (foto propia).

13) Cartel de La voz dormida (Benito Zambano, 2011). María León obtendría finalmente la Concha de Plata a la Mejor Actriz.

14) Álex de la Iglesia dándose al móvil fuera del restaurante Aldanondo (foto propia).

15) Afiche de Tiranosaurio (Paddy Considine, 2011).

16) Woody Harrelson con Rophynol Dave en Rampart.

17) Fragmento del afiche de Las acacias (Pablo Giorgelli, 2011).

18) Imagen promocional de Sangre de mi sangre (Joao Canijo, 2011).

19) Imagen promocional de Le Havre (Akis Kaurismäki, 2011)

20) Fragmento de la revista del Zinemaldia con información de Un mundo injusto (Filippos Tsitos, 2011).

21) La playa de la Contxa, el viernes al mediodía (foto propia).

22) Fragmento del afiche de The Artist (Michael Hazanavicius, 2011).

23) De izquierda a derecha: Marta, Alexandra y Aurora, de fiesta final (foto propia).