Mujeres al volante del cine español


Así salió publicada ayer en el periódico La Provincia mi crónica del 70 Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Comparto el texto en abierto y en su versión completa.

2022 pasará a la historia por ser el primero en que mujeres españolas directoras de cine han realizado las mejores películas. La ultra sensible “La maternal”, presentada en la sección oficial del 70 festival de cine de San Sebastián, conforma este año, con “Alcarrás” y “Cinco lobitos”, un tridente imbatible.

“El triángulo de la tristeza”, Palma de Oro del pasado festival de Cannes es una reveladora, arrebatadora, combativa y excesiva sátira despiadada del mundo que vivimos.

El primer festival de cine de San Sebastián se celebró con las cenizas aún calientes de Jean-Luc Godard, fallecido el lunes anterior. Hubo gritos desgarrados que pidieron para el padre de la cinefilia mundial crespones negros e incluso luto oficial. El festival los aplacó con un comunicado oficial y 91 salvas desde el hotel María Cristina, donde el apátrida director de 150 películas, muchas instaladas, indeleblemente, en la memoria colectiva mundial -entre ellas la inolvidable “Salve quien pueda, la vida” (1980)-, antiguo comunista trotskista, fumador de puros, amante del baloncesto y tenis, se habría alojado alguna vez.

Es ficción. Godard se murió el lunes y nada en el Zinemaldia recordó al director de «Histoire(s) du Cinéma» (1988). Siempre sospeché que los guiños del festival dirigido por José Luis Rebordinos al cine deconstruido son una expresión de sensata precaución para evitar terminar lapidado por los deconstructores. Rebordinos es el director que más años ha estado al frente del más importante evento cultural de España.

Un momento de «La maternal», de Pilar Palomero.

Hay algo peor que tener resaca después de una noche de fiesta con tu productora y distribuidores por otro documental que no es el tuyo en la discoteca Bataplán, antro principal del festival, al mismo ras de la playa de la Concha, que además tengas película a las ocho y media de la mañana y sea otra decepción. No ocurrió. Afortunadamente, la historia del 70 festival de cine dio un giro de guion inesperado el martes con “La maternal”, lo nuevo de Pilar Palomero, ganadora del Premio Goya a mejor película con “Las niñas” hace dos años. Vuelve la aragonesa con un retrato íntimo femenino, esta vez de una jovencísima madre de 14 años, y vuelve a sostener el éxito de la propuesta en el casting de su protagonista, en este caso la extraordinaria Carla Quílez.

Equipo de “La maternal”, con Pilar Palomero en el centro y Carla Quílez a su derecha, tras la rueda de prensa / LUIS ROCA

La película ratifica la validez de lo que desde hace años reivindican las feministas para el cine, la mirada femenina. En “La maternal”, ese poder se traduce en una propuesta muy sencilla, a caballo entre la ficción y el documental, pero emocionante hasta las lágrimas. Con “Alcarrás” (Carla Simón) y “Cinco lobitos” (Alauda Ruiz de Azúa) constituyen las tres mejores películas del cine español del año, un tridente imbatible. Las tres dirigidas por mujeres, dos de ellas abordando el tema de la maternidad.

La rueda de prensa también fue emocionante cuando tomaron la palabra las actrices, jovencísimas madres adolescentes internadas en centros de menores que se interpretan a si mismas, felices por fin porque, como expresó una de ellas, “de una experiencia tan mala ha salido algo tan bonito como esta película”.

Vicky Krieps es Sissi en la película «Corsage», de Maria Kreutzer.

Retrato íntimo también, pero en este caso del último año de vida, en 1878, de la princesa Isabel de Baviera (Sissi), emperatriz de Austria y reina consorte de Hungría, es la coproducción europea “Corsage”. El relato, a la manera de Sofia Coppola en “María Antonieta” (2006), incluye anacronismos narrativos como esa preciosa interpretación al arpa del “As Tears Go By”, de los Rolling Stones, en el propio palacio de la emperatriz. “Corsage” le saca a la emperatriz el corsé y nos la muestra en su interesantísima feminidad. Y literalmente desnuda por primera vez en la historia del cine. La película también está dirigida por una mujer, Maria Kreutzer.

Cartel promocional de «La consagración de la primavera», tercera película de Fernando Franco.

Las películas en las que hombres directores abordan retratos femeninos tienen cada vez menos interés, aunque se hagan con sentido y sensibilidad como esta. “La consagración de la primavera”, tercera del sevillano Fernando Franco, sobre una chica de 18 años abriéndose a la sexualidad a la vez que original descubrimiento del sexo para los afectados por parálisis cerebral. ¿Por qué los hombres directores hacen tantas películas sobre la sexualidad femenina y menos sobre la masculina, por qué no se centran en lo que conocen y escriben, disertan, juzgan, sobre lo que no conocen? Por exceso de oferta y credibilidad, no son buenos tiempos para la mirada masculina, al revés que la femenina, y más si abordan temas relacionados con la intimidad de la mujer. Con todo, “La consagración de la primavera” es de esas películas que te hacen mejor persona.

Anna Castillo y Oriol Pla, en un momento de «Girasoles silvestres» (Jaime Rosales).

De tipos de masculinidades trata lo nuevo de Jaime Rosales, “Girasoles silvestres”, su película más amable con el público. El director de “La soledad” (2007), con la que ganó el Goya, propone una película de trazo sutil e interesante en el uso de las elipsis. “Girasoles silvestres” trata de una madre joven (Anna Castillo) con dos niños pequeños y las parejas que va teniendo. Cada una representa un tipo de masculinidad. Son como escalones en el proceso de afrontar la vida.

Es interesante pensar en cómo sería está película si fuera dirigida por una mujer en vez de un hombre. Y, más aún, por un hombre desde la perspectiva de los hombres. Y, todavía más, por una mujer desde la perspectiva de los tres hombres. La riqueza de lo que somos consiste en ser tolerante con nuestras naturalezas, e intolerantes siempre con lo que nos hace daño. La película tiene la profundidad de su último plano y contiene una revelación, la del actor Oriol Pla que, en el papel de Óscar, es ya un serio candidato al próximo Goya a Mejor Actor Revelación.

Un momento del documental «Mutzenbacher», de Ruth Beckermann.

Me tomo unos marianitos con el productor vasco canario Ramón Saldías, 82 años y como una rosa (de Francia, pues nació en Bidart). Desde 2004 reside en Donostia después más de 30 haciendo cine y publicidad en Canarias. Tiene dificultades para catalogar y digitalizar su valioso fondo de películas. Mientras conversamos, pienso en lo honesta que es con las masculinidades la directora austriaca Ruth Beckermann en el documental “Mutzenbacher”. En él, entrevista a hombres de 16 a 99 años corrientes y molientes para hablar de sexo y mujeres usando como excusa una obra mayor de la literatura pornográfica, la novela anónima de 1906 “Josefine Mutzenbacher, o la historia de vida de una puta vienesa, contada por ella misma”. Lo que se escucha no es políticamente correcto. Hay mujeres que abandonan la sala ofendidas. Me despido al corre corre de Saldías hasta el año que viene.

Ricardo Darín y Juan Pedro Lanzani en «Argentina, 1985», de Santiago Mitre.

Hay películas que parecen reflejar la vida real. A otras se les ve el cartón, como a “Argentina, 1985” (Santiago Mitre). Está protagonizada por el omnipresente Ricardo Darín como el fiscal Julio Strassera, quien estuvo a cargo del juicio contra las juntas militares que gobernaron Argentina entre 1976 y 1983. Tratar este oscurísimo período de la historia con dinero de multinacional estadounidense (Amazon) convierte la tragedia en entretenimiento. Hay emoción, llantinas, humor y una banda sonora infumable. “Peliculón”, me dice alguien nada más salir. A la hora de cerrar este texto, era la mas votada para ganar el Premio del Público.

La película inaugural, “Modelo 77”, decepciona por sus muchísimos lugares comunes para contar una historia carcelaria situada en la España de la Transición. De todas, es a la que más se le ve el cartón. Tiene además un desenlace precipitado. El director, Alberto Rodríguez, reconocido por “La Isla Mínima” o “El hombre de las mil caras”, dijo en rueda de prensa que quería hacerla “entretenida y que hiciera pensar”, un oxímoron de libro. Lo mejor es la poderosa presencia física de Javier Gutiérrez.

La sensación con la que acabé el festival tras ver la decepcionante “Blonde” (Andrew Dominik), sobre Marilyn Monroe, es que estamos asistiendo al fin del cine.

Falla al respetable la sección Perlas si en vez de limitarse a exhibir las películas premiadas en festivales del año, se abre, como anuncia este año, “a sumar propuestas de directores que han crecido con el festival”. ¿Y si lo que presentan carece de interés? Es el caso de la película de Isaki Lacuesta, ganador dos veces de la Concha de Oro. “Un año, una noche” trata de las secuelas en una joven pareja m víctima del atentado yihadista en la sala Bataclán de París en 2015. La película se enreda en cómo encaran el trauma los dos protagonistas sin llegar a ningún lugar interesante.

Los excesos melodramáticos lastran otra película de las que parecen programadas por compromiso, “En los márgenes”, la primera película del actor Juan Diego Botto, con producción de Penélope Cruz, protagonizada por la propia productora y Luis Tosar, ella como mujer deshauciada, él en el papel de lo que Bertolt Brecht consideraba hombres “imprescindibles, los que luchan toda la vida”. Honra a la actriz de Alcobendas decir que destinará los 30.000 del Premio Nacional de Cinematografía, que recibió este año en el festival, a la plataforma anti desahucios, la lucha contra el cáncer y un fondo asistencial para los actores.

Un momento de «R.M.N.», de Christian Mungu.

De las muchas idioteces que se dicen sobre la experiencia cinematográfica es que te permite viajar. Yo lo he escrito también alguna vez. Como si calentar la butaca, el sofá o el colchón pueda compararse a la experiencia de desplazarse físicamente a un lugar. “R.M.N.” es la nueva e interesante película del rumano Cristian Mungiu, director de una de las películas más impactantes de la primera década del siglo, “9 semanas, 4 meses y 2 días”. En la nueva nos da a conocer la vida en un pueblo de Transilvano, enfrentado a unos srilankeses trabajadores de la panadería. Vale la pena solo por la secuencia del encuentro que celebran los vecinos para echar a los inmigrantes, ejemplo insuperable de una asamblea.

No me sedujo, por pretencioso y repetitivo, el nuevo trabajo de Sebastian Lelio, director chileno que ganó el Óscar a mejor película de habla no inglesa por la meritoria, y sobrevalorada, “Una mujer fantástica” (2017). Esta nueva, su primera película internacional, financiada por Netflix, se llama “El prodigio” y se centra en la enfermera que viaja a un pueblo de Irlanda en el siglo XIX para vigilar a una niña que se mantiene viva después de cuatro meses sin comer. Su original arranque genera grandes expectativas, finalmente no cubiertas.

Hirozaku Koreeda está tan presente en este festival como Juanito el Pionero lo estuvo en los carnavales de Las Palmas. Este año el japonés presenta “Broker”, película plagada de buenísimas intenciones, pero larga como un día sin pan. En nombre de la vuelta de público a las salas, que el ministro Iceta defendió con vehemencia en uno de sus discursos aquí, deben reconsiderar modificar la temperatura de las salas por debajo los 27 grados hoy permitidos. Así no hay quien viva.

Un momento de «Moonage Daydream», documental sobre David Bowie.

El documental “Moonage Daydream” (Brett Morgen) sobre David Bowie, fallecido en 2016, empieza siendo un interesantísimo retrato de la evolución de uno de los artistas mas influyentes de los últimos 50 años (músico, pintor, escultor, actor, videasta) pero se estrella en su tramo final, que se alarga, inexplicablemente, durante cuarenta minutos y en nada favorece al autor de “Space Oddity”. Pero hasta ese momento vale mucho la pena por el certero retrato del cantante nacido en Brixton y el mundo ferozmente individualista en que, con Bowie, nos tocado vivir.

Los Monopol donostiarras

La noticia más importante del festival este año no tuvo que ver con estrenos ni estrellas. Fue el reconocimiento del festival a Sade Cines, la empresa donostiarra propietaria de las 20 salas en los tres complejos multicines que existen en la ciudad. El tirón de un festival inclusivo, que busca a una ciudadanía diversa y mayoritaria, tiene influencia en que estas salas, los cines Príncipe, Antiguo Berri y Trueba, que combinan cine de autor con estenos comerciales, pueda mantenerse durante todo el año en una ciudad de solo 188.000 habitantes.

La noticia más importante del festival este año fue el reconocimiento a Sade Cines, la empresa donostiarra propietaria de los cines Príncipe, Antiguo Berri y Trueba.

Solo en los dos primeros días de la 70 edición, el público donostiarra compró 45.000 entradas. En 2019, último año antes de la pandemia, fueron 178.687 las entradas vendidas. San Sebastián tiene, así, uno de los públicos más cultos, cinematográficamente hablando, del mundo. Personas cultas son empoderadas. Lo contrario son seres condenados.

Condenados son los del pueblucho del levante español donde se desarrolla “El agua”, película de Elena Pérez Riera que justifica su presencia, supongo, por la cuota de cine dirigido por mujeres que debe cumplir el festival para no ser señalado como machista. La película es una simpleza con momentos que dan vergüenza ajena promocionada como otra nueva precuela, una más, de “El espíritu de la colmena” (Víctor Erice, 1973)c cine de autor pequeñito y radicalmente honesto. Para más inri, López Riera ofreció una clase magistral en el festival. Después hay quien se queja del auge de la extrema derecha.

Comprendo el abandono de Carlos Boyero, el comentarista de cine más leído de España, de las grandes citas festivaleras, entre otras, esta de San Sebastián. Aquí viene a presentar un documental que se llama “El crítico” sobre el que será emitido en TCM. También le dan un reconocimiento por su labor de tantos años. Empezó cuando Fernando Trueba le cedió el testigo en La Guía del Ocio al irse a rodar “Ópera prima” (1980).

El cine se ha infantilizado. Cada vez más decadente desde que las ayudas públicas de las que se nutre se han orientado a premiar lo político por encima de lo industrial. La perversión es tal que hay gobiernos que promocionan las películas independientemente del público al que se dirija. Es más, las hay que, si una película no tiene espectadores, les parece incluso mejor, el colmo de la estulticia. El sistema está podrido por el intervencionismo de los gobiernos. Los festivales, financiados casi siempre con dinero público, son igualmente culpables.

Publicidad de la película sobre el crítico Carlos Boyero en el 70 festival de cine.

La sensación con la que acabé el festival tras ver la decepcionante “Blonde” (Andrew Dominik), sobre Marilyn Monroe, es que estamos asistiendo al fin del cine. Hay inflación de películas malas, o carentes de interés. Y, sin embargo, vienen precedidas de largos años de trabajo e ingente inversión pública. ¿Para qué se hacen si se las olvidará desde antes de salir?.

En las salas, los más jóvenes no paran de moverse haciendo temblar sus piernas y consultar el móvil. Hay quien cabecea dormido durante media hora y cuando termina la película aplaude entusiasmado. Me gustaría saber a cuántos de los acreditados por prensa se les retribuye por su trabajo. Si, como sospecho, solo se les paga dignamente a una pequeñísima minoría, es porque a las empresas periodísticas todo esto también les importa un bledo.

La película que acompañó el Premio Donostia a Juliette Binoche, “Con amor y furia” (Claire Denise) no podrá en Las Palmas como el 99 % de la programación del festival, porque en esa ciudad africana no quedan cines donde ponerla. Hay auditorios, museos, orquestas y teatros públicos con una programación anual durante todo el año sufragada con decenas de millones de euros públicos. Pero no hay cines. Búscala más adelante en alguna plataforma si quieres ver este remedo amargo de “Un hombre y una mujer” (Claude Lelouch, 1966) que ganó el premio a la mejor dirección en el pasado festival de Berlín. Merece la pena por la apuesta pareja protagonista, Binoche y Vincent Lindon.

Una imagen de Juliette Binoche fue el cartel del 70 Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

De las palabras de Juliette Binoche en la rueda de prensa por su premio honorífico destacó que, antes de triunfar, trabajaba como cajera de supermercado para pagarse el teléfono donde recibía las propuestas de castings. En esas estaba cuando tuvo una experiencia extraña con Jean-Luc Godard, en su prueba le hizo recitar un poema totalmente desnuda. De aquellos lodos, estos movimientos #MeToo. La más importante actriz francesa de la actualidad afirmó que ve el cine como cualquier aficionado, aleatoriamente, sin analizarlo. Nunca juzga los papeles y, sin embargo, busca identificar su recorrido interior y amarlos.

Remedo de “Un pez llamado Wanda” (Charles Crichton, 1988), menos genial, naturalmente, pero con momentos desternillantes, es la propuesta de otro francés habitual del festival, Louis Garrel. Presentó “L´Innocent”, tragicomedia con momentos grotescos que se ve bien, pero se olvida con la misma facilidad. Y ya no remedo, sino adaptación libre de “Las amargas lágrimas de Petra von Kant” (Rainer W. Fassbinder, 1972) es “Peter von Kant”, de François Ozon, otro habitual del festival. Un director en la cima del arte cinematográfico mundial vive una monumental crisis por un palo amoroso. Las presencias de Isabelle Adjani y Hanna Schygulla hacen interesante el visionado de esta película que más parece un ejercicio de fin de curso que una película en serio.

Pareja protagonista de «El triángulo de la tristeza», de Ruben Östlund.

Las buenas

Ha hecho falta superar el ecuador del festival para encontrarnos, por fin, con una película deslumbrante. Es “El triángulo de la tristeza”, Palma de Oro del pasado festival de Cannes. Reveladora, arrebatadora, combativa, excesiva, sátira despiadada del mundo que vivimos, punki a ratos. Como en la anterior del director, Ruben Östlund, “The Square”, que también ganó en Cannes, se reconocen las deudas de Luis Buñuel.

El filme trata de una pareja de supermodelos y cómo les cambia la vida durante un crucero de lujo. “Triangulo de la tristeza” reparte interrogantes a ostias, sobre el cambio de los roles de género, el pornocapitalismo y la frivolidad irresponsable de la sociedad de consumo. Nada que no conozcamos y frente a lo cual tan poco hacemos.

Fotograma de «Tori y Lokita», de los Hermanos Dardenne.

En la marginalidad de la marginalidad se sitúa la película que gano el Premio Especial del 75 festival de Cannes, “Tori y Lokita”, de los Hermanos Dardenne, sobre dos jovencísimos hermanos africanos que se buscan la vida como pueden para pagar las deudas de sus traficantes de inmigrantes mientras ella no recibe sus papeles. El retrato es veraz y cruento, perfecto. El único pero es que no resulta original en el cine de los belgas, principales nombres, con el británico Ken Loach, del cine social europeo.

Imagen de «Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades», de Ignacio G. Iñárritu.

Onírica, a ratos felliniana, sorrentiniana, excéntrica, poética, patriótica, crítica, testimonial, es la nueva propuesta de Ignacio G. Iñárritu, que, con Guillermo del Toro y Alfonso Cuarón conforman los tres grandes nombres del cine mexicano actual. El filme “Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades”, sobre un documentalista mexicano emigrado a EEUU que recibe un prestigioso premio, más parece un testamento cinematográfico del director. La disfrutarán los paladares exigentes y pacientes, pues casi alcanza las tres horas. Por sus poderosas imágenes merece verse en pantalla grande.

Samuel M. Delgado y Helena Girón, de «Sin Dios ni Santa María» a «Plus Ultra»: cine de utopías y certidumbres disidentes


Entrevisto al canario Samuel M. Delgado y la gallega Helena Girón con motivo de la selección del cortometraje «Plus Ultra» en la sección oficial de cortos del festival de Locarno y la sección Zabaltegui-Tabakalera del festival de San Sebastián. Ayer se publicó en La Provincia. Comparto ahora el texto en mi blog con algunos extras.

La entrevista, tal y como fue publicada el 29 de juio de 2017 en el suplemento de Cultura de La Provincia. / OAC

Sigue leyendo

Roberto Pérez Toledo inicia el rodaje de «Como la espuma» y «Evolution», producida por Volcano Films, seleccionada en el TIFF y San Sebastián


Dos noticias recientes han llevado a cinestas de Canarias a la actualidad informativa. Por un lado, el director lanzaroteño Roberto Pérez Toledo («Seis puntos sobre Emma», «Los amigos raros») inició la semana pasada el rodaje de su tercer largometraje, «Como la espuma«. Por otro, el filme «Evolution«, de Lucille Hadzihalilovic, producido por la tinerfeña Volcano Films (Sebastián Álvarez), ha sido seleccionado en la sección Vanguard del Toronto International Film Festival (TIFF), tras haber sido anunciado que participará en sección oficial del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. De ambas noticias di cumplida cuenta a través de mis colaboraciones en el periódico de La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria. Para quien no haya tenido acceso a las versiones en papel de las dos noticias, estos fueron los textos, publicados esta última semana. Sigue leyendo

Memorias del 61 Festival de Cine de San Sebastián, crónica de una inmersión anunciada


Underwater

Tras ver «Gravity» la emoción hizo saltarnos la rueda de prensa del director Alfonso Cuarón. En vez de eso, nos dimos un baño en la playa de Zurriola, detrás del Kursaal de Moneo. Con Marta de Santa Ana. Foto de JOSÉ ANTONIO GONZÁLEZ.

Además de para el periodico La Provincia, medio con el que he intensificado mis colaboraciones desde octubre de 2012, este año fui con Manuel Cuéllar cronista para el periódico digital ElDiario.es del Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

Día tras día, tras el visionado de entre tres y cuatro películas diarias, llegaba el turno de escribir las notas que se volcarían a la revista cultural de Cuéllar con la que colaboro, El Asombrario. De ahí a la portada del diario de Ignacio Escolar.  El título: Zinemaldia Dreaming. Dado el estrecho margen temporal que nos impusimos se trataba de crónicas urgentes, reseñas que respiraban con el oxígeno de la realidad inmediata. Corríamos más rápido que el tiempo.

El resultado ha sido más que satisfactorio:  64.000 visitas en las nueve entradas publicadas (media de 7.111,1 diarias). En el listado de debajo puedes recuperarlas todas. En ellas se reseñan más de treinta películas. Algunas, como ‘Gravity’ de Alfonso Cuarón, recién estrenadas. La mayoría por estrenar.

Sigue leyendo

Tatiana Hernández, figurinista de «Los amantes pasajeros»: «Pedro Almodóvar es exigente y dialogante. Le gusta arriesgar y que arriesgues.»


Tatiana Hernández

Sobrevuela sobre nuestras cabezas el avión que trae la nueva película de Pedro Almodóvar. Aletean «Los amantes pasajeros». El viernes 8 de marzo se estrena. Y como cada vez que el manchego enseña película desde «Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón» (1980) eso significa acontecimiento. Se dice que es una vuelta a la comedia sin complejos un cuarto de siglo más tarde, después de «Mujeres al borde de un ataque de nervios» (1988). El Deseo, su productora, está siendo cuidadosa con la promoción. Como siempre. Temerosa de Dios, diría yo. La semana pasada, dos textos del director, que nunca ha escatimado en compartir interioridades de rodajes y pensamientos en primera persona (una de las muchas claves de su éxito), aparecían en el diario El País. Aquí los enlazo por si quieres leerlos. En la ceremonia de entrega de los pasados Premios Goya el trío formado por Javier Cámara, Raúl Arévalo y Carlos Areces apuntaban a repetir el numerito del trailer promocional cuando entregaban un premio. Menos mal que solo metieron la puntita.

«En «Los amantes pasajeros» combiné mis diseños con los de David Delfín. El reto era que el vestuario funcionara como conjunto sin agotar al espectador.»

Hace una semana Paco Delgado, vestuarista de Lanzarote con un año rabiosamente triunfador, optaba a los Oscar de Hollywood por «Los miserables» de Tom Hooper. Delgado ya había ganado el Goya por «Blancanieves» de Pablo Berger la semana anterior y se mostró en el atril tímido y elegante. Un modisto modesto. Esta entrevista con la directora de vestuario de Los amantes pasajeros, la tinerfeña Tatiana Hernández, surgió precisamente por el muro de hormigón que Delgado, acaso sabiamente, levantó a su alrededor para protegerse de la voracidad de los medios, que nunca lo habían tenido en cuenta y de pronto, querían saber hasta el número de zapato que calzaba. Queríamos. Sigue leyendo

«Seis puntos sobre Emma», Aldeguer, Echegui, Pérez Toledo; Polanski, «Carnage»; Fassbender; sexo y cine negro; «Fuga de cerebros 2», cheeseburgers vs. donettes; «Puss in Boots»


Seis puntos sobre Emma es una película muy pequeña con un corazón muy grande. Llamo películas pequeñas a las que se hacen al límite de lo posible desde el punto de vista de su presupuesto sin ceder ante el compromiso con unos estándares básicos de calidad técnica y artística que agradece -y aprecia- el espectador. Tienen un enorme peligro: son como un corredor por un camino de barro en una noche lluviosa al borde de un precipicio. Pero en su primer largometraje Roberto Pérez Toledo es un heroico corredor de ultra trail que logra no despeñarse.

Seis puntos sobre Emma es una película muy pequeña con un corazón muy grande. Un dios salvaje un gran filme pequeño con un cerebro grande. Fuga de cerebros 2 sustituye la obsesión  por la cheeseburger por el donette (en la jerga, el sexo femenino por el ano). Los chicos se están haciendo mayores y empiezan a mirar hacia atrás sin ira.

Merece, pues, por talento, estar en las nominaciones de los Premios Goya este año, cuyo plazo para las votaciones arranca mañana jueves, 15 de diciembre. En apenas una hora. La comunicación de los finalistas será el 10 de enero. Por el alto nivel interpretativo de sus personajes principales y de -casi todos- sus secundarios (mención especial para Verónica Echegui –Emma- y Nacho Aldeguer –Ricky-) y, especialmente, por la complejidad psicológica de la historia, que no da nada por definitivo ni después del plano final. Como todo el cine de Rober, y según expresión que él mismo reivindica, Seis puntos sobre Emma también recuerda a “esas cursis dedicatorias que se escriben en las carpetas del instituto”. Navega entre el sentimentalismo y la verdad. Ganan la sensibilidad y la honestidad. Enhorabuena a todo el equipo por demostrar que productos profesionales y de calidad pueden hacerse también desde Canarias. Es por eso también que escribo, que estamos trabajando.

Otro film pequeño, aunque inconmensurablemente grande al lado del producido por La Mirada, es Un dios salvaje (Carnage, 2011), lo último del director de Repulsión (Repulsion, Roman Polanski, 1965), película que ha adquirido el status de clásico a sus 46 años y felizmente restaurada en fechas recientes para su pase en salas comerciales. Resulta insultante comparar los 25 millones de euros de presupuesto de Carnage con los de Seis puntos sobre Emma, que a duras penas ronda el 5% de esta cantidad. Podría decirse entonces que Un dios salvaje es un gran filme pequeño con un cerebro grande. Excepto dos secuencias muy sencillas en un parque -que abren y cierran el filme-, todo se desarrolla en esta coproducción -con una empresa española como uno de los socios, Versátil Cinema– en un decorado parisino transformado en pisito neoyorkino con vistas a Manhattan. Poderosas interpretaciones (mi favorito es el matrimonio Nowan formado por Christopher Waltz -Alan- y Kate Winslet -Nancy-, aunque tanto Jodie Foster –Penelope Longstreet- como John C. Reilly –Michael Longstreet- están igualmente a gran nivel) y, al final, una reflexión sobre lo absurdo de los ideales en las vidas opulentas al ocaso que tanto recuerdan a las tribulaciones de los personajes en los mismos estándares que retrata Woody Allen. Ideales especialmente al ocaso cuando se construyen en una sociedad que por superior en lo económico también se cree por encima en lo moral.

2011 ha sido el año del alemán Michael Fassbender. En cartel con la decepcionante Un método peligroso (A Dangerous Method, David Cronenberg) -acartonada y aburrida película de los noventa a la que le faltan más sesiones de spanking en el metraje y no sólo las dos que se intuyen en el trailer, vaya estafa- y la bonita, aunque algo larga y de ritmo plano, Jane Eyre, melodramón romántico también protagonizado por la Alicia de Tim Burton (Mia Wasikowska), filme este –Alicia en el País de las Maravillas (Alice in Wonderland, 2010)- que motivó un inusual comentario editorial nada menos que del diario El País donde lamentaba la supuesta deriva de su director como si de un asunto de interés general se tratara (a mí esa Alicia me encantó). Fassbender, actor nacido en Heidelberg tiene al menos otro filme pendiente, y este gustará especialmente a cinéfilos: Shame (2011), opera prima del publicista Steve McQueen que gustó más en Venecia que en San Sebastián y  donde interpreta a un neoyorkino treintañero adicto al sexo traumatizado por una relación incestuosa con su hermana.

Mucho sexo en ¿Ángel o diablo?, Shame, Un método peligroso, La última seducción y Fuga de Cerebros 2. ¿Menos que en El gato con botas?

Mucho sexo -aunque inducido, que es como debía ser obligatoriamente en el cine comercial casi hasta anteayer- hay en Ángel o diablo (Fallen Angel, Otto Preminger, 1945) donde el desesperado Dana Andrews (el publicista Eric Stanton) resuelve el crimen de su enamorada Linda Darnell (la camarera Stella) como única salida para no verse él mismo en la sombra. Filme de cine negro en blanco y negro –como debe ser-, de enorme fotografía y gran guión. Más sexo, aquí ya también explícito, ofrece la espléndida La última seducción (The Last Seduction, John Dahl, 1994), protagonizada por una inolvidable Linda Fiorentino en el papel de Bridget Gregory. Película de cine neonoir -diría un recursi- que responde sin margen para el malentendido a la pregunta: ¿qué es una femme fatale? Si te lo preguntan, ponles la película. Sigue la vida… Sexo con travesti y travestido de humor descerebrado, gamberro, soez, grueso, grosero, escatológico, inmaduro, infantil, casposo, juvenil, reprimido, hilarante, estúpido, desconchabante, insultante, explosivo es lo que ofrece Fuga de cerebros 2 (Carlos Therón, 2011), que da lo mismo que ya daba mejor el primer filme de la saga. La Universidad de Oxford se cambia aquí por la de Harvard, Mario Casas por Adrián Lastra, Amaia Salamanca por Patricia Montero y la obsesión febril por la cheeseburger por el recurso más a mano del donette (traduciendo la jerga, el sexo femenino por el ano). Los chicos se están haciendo mayores y empiezan a mirar hacia atrás sin ira. Canco Rodríguez (El Cabra) y Alberto Amarilla (Chuli) vuelven a destacar en el elenco. Sus personajes son los mejores de la saga.

No hay apenas sexo en El gato con botas (Puss in Boots, Chris Milles, 2011) divertidísima película de animación para niños que se pasa igual que como se olvida, en un suspiro. ¿O sí lo hay? El espectador lo pasa bien, pero no menos que, se adivina, debieron pasarlo Antonio Banderas y Salma Hayek para ponerles las voces a los intrépidos protagonistas, él oportunamente andaluz, ella oportunamente mejicana. Entre ambos, un huevo frito por su ambición. La sola presencia de ambos en el reparto de voces haciendo de dulces mininos es una invitación al público adulto para que dejen volar su imaginación más allá de donde les alcanza a los niños.

Memorias del Zinemaldia: 59 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián


(Al final de este texto se ofrece información de las 23 imágenes que lo acompañan)

16 de septiembre

Lluvia. Buenas impresiones el primer día por la programación de este año. Intruders (2011), lo nuevo del tinerfeño Juan Carlos Fresnadillo gusta a casi todos. Para El árbol de la vida (The Tree of Life, Terrence Malick, 2011, Palma de Oro en el festival de Cannes) no vale la pena ni intentarlo. Cena con ensalada, txuleta –traducido es chuletón de buey- y vino en Aldanondo. José Coronado y el equipo de “No hay paz para los malvados” (Enrique Urbizu, 2011) en la mesa de enfrente. Marta y Aída planean foto con el actor. Los hombres nos negamos en redondo. Demasiado pronto. Nada más levantarse dos mujeres de otra mesa le reclaman para lo mismo. El también protagonista del corto “El intruso” del tinerfeño David Cánovas (2005, nominado al Goya) acepta con mucha amabilidad.

17 de septiembre

Me estreno con el surcoreano de la ciudad de Boghwa Kim Ki Duk. Como homenaje a Librada Melo y Gabriel Trenzado -dos grandes ausentes este año- me sitúo en lo más alto del K-1, la sala grande del Auditorio Kursaal de Moneo. En el primer número del periódico del festivalJuan Carlos Fresnadillo habla de los miedos transmitidos de padres a hijos –también de su madre a él mismo- y Wim Wenders hace una encendida defensa de las posibilidades 3-D. Cierro el móvil donde apunto estas notas. Empieza mi Zinemadia.

Nada justificaría seleccionar la muy arisca Amen (Kim Ki duk, 2011) para ninguna cosa de provecho en un festival si no es el nombre de su director, autor de importantes filmes como El arco (2006), Hierro 3 (2004) y Primavera, verano, otoño, invierno… y primavera (2003). A no ser que con el viva la pepa de los nuevos lenguajes del cine contemporáneo post-digital alguien quiera poner un huevo nuevo. Aquí, una chica que no tiene donde caerse muerta busca a un amigo pintor por distintas ciudades de Europa. Parece una excusa del director para darse un garbeo turístico por París, Venecia…. La chica recurre a la mendicidad y acaba siendo violada en un tren por un tipo enfundado en una mascara antigás. Quemarla –la película, no al personaje, menos a la actriz, tampoco al director- sería un bonito gesto que evitaría la superpoblación inflaccionista de este tipo de boberías que nacen para llegar a ningún sitio. Según el surcoreano en la revista del Festival, la hizo harto del sometimiento a los estándares industriales y para demostrar que cualquiera puede dirigir una película. Lo diría días más tarde en una entrevista el director de fotografía José Luis Alcaine: hay una amplísima mayoría de filmes que se ruedan sin casi presupuesto y con una calidad técnica pésima. El mismo día en el mismo periódico Ripstein lo apuntalaría: se ha perdido el valor de la paciencia. Yo añado: y ha crecido el del despilfarro de los recursos públicos a través de la simplonería. Aguanté “Amén”, mi primera película del festival, 40 heroicos minutos.

Los finales abruptos y abiertos son marcas del cine de hoy cuando éste quiere caminar de la mano de este mundo en que vivimos, ajeno a las certezas de antaño. Martha Marcy May Marlene (Sean Durkin, 2011), premiada en Sundance y aquí en Zabaltegui, la sección mas fiable del certamen, narra la historia de una chica que son varias –de ahí su título- tras su traumatizante paso por una secta. Cine norteamericano independiente pulcro en lo narrativo y estilístico (quizás demasiado), donde destaca la interpretación de su joven protagonista Elizabeth Olsen. Momentos turbadores y un desconcertante, aunque valiente, final.

Fugaz encuentro con Juan Carlos Fresnadillo en el hall del hotel María Cristina –refugio de invitados VIP del festival- antes del inicio del último pase de su Intruders (Intrusos), que inauguró el festival este año. Foto a las chicas con Clive Owen a las afueras del hotel. La estrella se muestra amable y profesional; ellas nerviosas, a solo un paso de la risilla (jijiji) histérica. ¡Qué momento! El filme es una de miedo más psicológico que de sustos que confirma el talento del tinerfeño, que no descuida oportunos requiebros en el relato que lo alejan de lo consabido. Intruders, basado en un relato de Nicolás Casariego, tiene como puntos mas fuertes: en lo productivo, haber logrado un filme 100% español que alcance sin pedir permiso la cima del exigentísimo mercado mundial de la distribución y exhibición de películas; en lo estilístico, apuntalar marcas propias del director desde Esposados, señal inequívoca de que estamos ante un cineasta no solo muy capaz –lo dejó claro sin lugar a dudas en 28 semanas después (2007)-, sino también con voz propia. Si Intacto recuperaba de aquel primer corto español nominado al Oscar la suerte como tema central, Intruders recupera el gusto de Fresnadillo por los adosados (Adosados era justamente el título provisional del histórico corto), la celebración de un cumpleaños con tarta y velas y la imagen de un rostro hundiéndose en lodo (en Esposados era el de Anabel Alonso que se hundía en la arena de la playa en el sueño/pesadilla del protagonista). En lo temático, la pesadilla recurrente sobrevuela todos los trabajos de Fresnadillo hasta hoy. Bonita noticia adicional es que el tinerfeño de Santa Cruz haya recuperado a la también tinerfeña Tatiana Hernández –Goya este año por Lope– para hacerse cargo del vestuario. Hernández ya había sido directora de arte de Esposados y vestuarista en Intacto.

En la fiesta del filme Mugaritz BSO, que inaugura la nueva sección Culinary Zinema en el Kursaal, una desconcertante banda de batucada formada íntegramente por txicarrones del norte irrumpe con un estruendo ensordecedor después de que Antonio intentara infructuosamente retratar a las txicas con Santiago Segura. Regalan gin-tonics de Beefeater en la barra y posavasos de Silestone a la salida. Parte del grupo nos retratamos de vuelta junto a la ría.

18 de septiembre

En Albert Nobbs (Rodrigo García, 2011), Glenn Close -Premio Donostia este año- interpreta a una mujer que para sobrevivir ha ocultado su verdadero sexo en la Irlanda del siglo XIX, haciéndose pasar por hombre. Y lo más sobresaliente de su sobresaliente interpretación es que en el momento del filme en que se quita su traje de camarero para vestirse con ropas de la mujer que en realidad es al espectador le da la sensación de que ¡¡la actriz es un hombre!! El pulcro Mr. Nobbs lleva un traje de waiter que se le ajusta tan bien al cuerpo como el filme a la actriz de Greenwich (Connecticut). No en vano Close es también coguionista y productora. El hijo de Gabriel García Márquez –interesantísima filmografía lejos de la imposible genialidad del padre- construye el filme con precisa y ribeteada caligrafía.

Caligrafía igualmente precisa aunque aquí con cero ornamentos es lo que ofrece la iraní Nader y Simin: una separación (Jodaeiye Nader az Simin, Asghar Farhadi, 2011). Poderosísima crónica de un divorcio anunciado desde el magnífico arranque del filme que deviene en auténtico drama familiar. La gran película -retrato de Irán a ras de suelo- se filma siempre en encuadres cerrados que transmiten el agobio de la telaraña en que sus personajes acaban. Si al principio los dos protagonistas se dirigían directamente a la cámara para convertir al espectador en el juez de su situación –ella quiere salir del país, él quedarse también para cuidar a su padre enfermo de alzheimer, los dos pugnan por quien se quedará con la niña- en el espléndido final Farhadi deja otra vez al espectador en la tesitura de reflexionar. ¿Quién de los dos merece más quedarse con la hija visto lo visto? Sin respuesta. Clap-clap-clap-clap (aplausos).

El revés justamente de la iraní, que fue Oso de Oro de en el pasado festival deBerlín, es The Deep Blue Sea (Terence Davies, 2011), de esas películas con elenco de alto caché que dan la sensación de haber caído en esta Sección Oficial después de haberlo intentado en vano en otros certámenes. La misteriosa Rachel Weisz protagoniza aquí un filme situado en Londres alrededor de 1950, de aire experimental, tedioso, lleno de lugares comunes, con fotografia en cursilísimo flou y decorados de inspiración teatral.


Shame, segundo filme del publicista Steve MacQueen, cuenta sosteniéndose en una fotografía de tonos fríos el vacío existencial de un adicto al sexo, enfermedad más que común que con la generalización de Internet ha encontrado picos históricos. En este caso un treintañero de éxito (Michael Fassbender) en la ciudad de Nueva York. El filme tiene un momento sublime cuando Carey Mulligan, que interpreta a su inestable y dependiente hermana -con la que se sugiere una relación incestuosa, acaso madre de todos los traumas del protagonista- interpreta casi a capela la canción New York, New York. A la semana de verla sigo sorprendiéndome silbando la famosa musiquilla (I wanna wake up in the city / that doesn´t sleep…) de John Kander y Fred Ebb popularizada por Frank Sinatra. Shame se estrenaba en España con el aval de haber sido la gran favorita del último festival de Venecia. Uno sale con la sospetxa de que más que al espectador el filme le ha servido de terapia personal al director.

19 de septiembre

La terrible primera visión del nuevo día ha sido coger in fraganti al director del festival de Las Palmas colándose para entrar en una película. Marca de la casa que repite año tras año y nos ridiculiza. El filme es Los pasos dobles lo último del interesante -y sobrevalorado- Isaki Lacuesta. En este caso un documental ficcionado sobre la búsqueda de unas pinturas ocultas bajo una duna en Mali, país que a nuestros ojos es como si nos dijeran el mismo corazón de África. Potente padrino (Miquel Barceló, el artista español vivo mejor pagado), bonita fotografía, brotes verdes de humor entre tanto desierto y una música con aire a spaguetti western que finalmente impone su tono despojando al irregular filme de buena parte de la trascendencia que en principio parecía tener. Llaman la atención los ojos abiertos en permanente movimiento del albino africano ciego. Como si con esa mirada desconcertada el catalán Lacuesta quisiera hacer una metáfora del cine actual. O de su propio cine.

Vergonzoso fue que al día siguiente la prensa informará que el director del festival de Las Palmas dijo sus palabras “ante unos 200 profesionales entre medios especializados, productores, distribuidores y actores.” A la cantidad le sobraban exactamente las tres cifras.

El encuentro de Canarias -mejor llamarlo el encuentro entre canarios en el Zinemaldia- volvió a presentar los éxitos (sic) del fragilísimo cine isleño tras siete años de apuesta decidida por parte del Gobierno de Canarias (importante inversión cuando las vacas eran gordas con más negros que blancos en el balance provisional). Aunque si algo zafio tuvo la jornada fueron las palabras del director del festival de Las Palmas, quien tras repetir la lección aprendida sobre ciclos y novedades de la próxima edición desmintió lo que aseguró «haber leído en algunos blogs: el rumor de que el año que viene no se iba a celebrar el festival». Una mentira -es otra de las marcas de la casa, en este caso aliñada con gotas de txulería pasada de fetxa- destinada a alimentar la falsa idea de que sin él muere el invento. Vergonzoso, patético, fue que después declarara a la prensa que “unos 200 profesionales entre medios especializados, productores, distribuidores y actores conocieron de manos del director del certamen los ciclos que… (bla bla bla)”. A la cantidad le sobraban exactamente las tres cifras teniendo en cuenta que habría que restar del total aproximado de 40 personas presentes -y en el Zinemaldia hay unos cuantos miles de acreditados- a técnicos institucionales, políticos, compromisos, personal del catering y conocidos, el 99,9% de ellos canarios, muchos de los cuales aguantaron esa oda al lugar común confiando en que las bandejas con queso y vino canarios empezaran a rular más pronto que tarde por la exigua sala. “El mal tiene el poder que queramos otorgarle”, reza la frase publicitaria del filme El monje (Dominik Möll, 2011) que puede leerse en uno de los grandes carteles que durante la semana llenan la ciudad.

Pina, de Wim Wenders, presidente de la Academia de Cine Europeo desde 1996, es un hermoso documental en 3-D homenaje del director de Düsseldorf a la prestigiosa coreógrafa y bailarina Pina Bausch, fallecida en 2009. Sus bailarines desnudan pensamientos en tres dimensiones a la cámara entre potentísimas coreografías rodadas lo mismo sobre la tarima de un escenario que en las calles y paisajes de Wuppertal (Renania del Norte, Alemania) donde reside la Compañía. Frente a los que solo ven en el desarrollo del 3-D una (fallida) fuente de ingresos de los grandes estudios multinacionales para hacer caja, Wenders demuestra que no cae en saco roto su encendida defensa de la nueva tecnología como materia fundamental de expresión artística para el documental del futuro. ¡Gracias, Wim!

Cuatro horas y media –se dice pronto- duró el menú degustación del chef Rubén Trincado en el restaurante El Mirador de Ulía (poseedor de una estrella Michelín), dentro de Culinary Zinema. Es un lugar con vistas impresionantes de la ciudad y desde el cual tiré mis primeras fotos. El plato denominado «Alfombra roja» nos llamó especialmente la atención por su presentación: daditos de foie y gelatina sobre una tira… de nabo. Así se lo hicimos saber a la reportera de la Sexta que iba de mesa en mesa cual rubia Betty Boop entrevistando a los comensales.

20 de septiembre

Día de sol radiante después de 3 dias de txubascos intermitentes. Kiseki (Milagro) del «maestro» japonés Hirokazu Kore-Eda (así reza la información de publicidad del filme; ignoro por qué Kaurismaki, Moretti o Almodóvar son «directores» finlandés, italiano y español, respectivamente, y el japonés en cambio es «maestro»); Kiseki, decía, es un bellísimo filme dirigido con maestría sobre dos hermanos que viven en ciudades diferentes (Kagoshima y Osaka) debido a la separación de sus padres. En Kagoshima un enorme volcán desprende amenazantes cenizas sobre la ciudad. Filmado con arrolladora ternura y continuos guiños de humor -aquí he sido testigo de la mayor carcajada del Festival-, los simpatiquísimos niños –los dos protagonistas son también hermanos en la vida real, Koki y Oshito Maeda- se adueñan de la narración, y son tratados de forma radicalmente opuesta a como lo hacen las películas USA. Respetándolos en su condición de niños, no como objeto de explotación para la venta de entradas. Comparto con Carlos Boyero en El País la impresión de que a veces parece que los niños están haciendo la película por su cuenta, tan naturales parecen. Difícil será encontrar un filme más merecedor de la Concha de Oro.

Life Without Principle (Johnnie To, 2011) es una muestra de ese cine chino realizado a la americana en Hong Kong -cine cantonés le llaman-. Gran factura técnica en el que convive un atractivo mejunje de ultraviolencia, mafias, humor amarillo y belleza. Aquí la crisis del euro motivada por la bancarrota de Grecia -dos películas en el Zinemaldia tienen por ahora a la crisis económica como telón de fondo- da al traste con las inversiones de muchos y sirve de catalizador para la evolución dramática de sus protagonistas, un policía heroico sin tiempo para atender como es debido a su novia y una empleada de banca dispuesta a cambiar de vida aunque para ello deba apañarse cinco millones que no son suyos. Tres días mas tarde, el viernes 23, el titular de El País rezará a cinco columnas: «Los mercados entran otra vez en caída libre». ¿De verdad lo perderemos todo?

De la mano otra vez de Antonio Pérez y Maestranza Films, el andaluz Benito Zambrano recupera su mejor pulso con La voz dormida y empuja a María León por la rampa de la candidatura para la Concha de Plata a la Mejor Actriz. La actriz, como el filme, divierte, emociona y estremece con su personaje Pepita a un paso del tópico andaluz, aunque León no llega a cruzar el umbral por un pelo… “del coño, mi niño», en milimétrica expresión de Manolo. Zambrano construye una película contundente, de guión muy sólido, cuya única rémora es cierto exceso de teatralidad en algunas interpretaciones y un no sé qué estético que recuerda a película-de-la-Guerra-Civil-de-toda-la-vida. Una convención que afecta a su dirección de arte y fotografía que ya ha sido superada por algunos filmes como El laberinto del fauno (Guillermo del Toro, 2006), Pa Negre (Agustí Villalonga, 2010) y Balada triste de trompeta (Alex de la Iglesia, 2010). Por cierto, del director bilbaíno, miembro de un jurado oficial este año presidido por la actriz Frances McDormand, me han txivado que tuitea incluso mientras rueda. Así parece que ocurrió en el rodaje de “La txispa de la vida”, aún por estrenar. Nosotros lo cazamos dos días antes de la llegada de su novia Bang (¡bang!) interrumpiendo su almuerzo en Aldanondo para darse al móvil.

21 de septiembre

Sería demasiado obvio vincular la austriaca Stillleben (Still Life, Sebastian Meise, 2011) con los terribles sucesos descubiertos en los últimos años en ese país centroeuropeo del tipo «monstruo de Amstetten». Pero las escopetas apuntan -y con mira telescópica- en esa dirección. En este caso, con estilo seco y conciso -el filme no llega a 80 minutos-, el descubrimiento por parte de toda la familia de las perversiones de una padre que desde hace veinte años se excita -y alivia- secretamente con su hija Lydia al compás de la famosa canción ochentera de Desireless “Voyage, voyage” (Au dessus des vieux volcans, / glisse des ailes sous les tapis du vent, / voyage, voyage, / eternellement. / de nuages en marécages, / de vent d’espagne en pluie d’équateur, / voyage, voyage, / vole dans les hauteurs / au dessus des capitales, / des idées fatales, / regarde l’océan… / Voyage, voyage / plus loin que la nuit et le jour, / voyage / dans l’espace inouï de l’amour / voyage, voyage…). A esta opera prima, inscrita en Nuevos Directores de la sección Zabaltegui, le sobra frialdad y falta profundidad. La cobardía del padre descubierto por su hijo tras un encuentro de aquel con una prostituta –a las putas les hace actuar como si fueran Lydia- le lleva a fingir un atraco a un banco para verse entre rejas antes que enfrentarse con los suyos.

Tiranosaurio (Tyranosaur, Paddy Considine, 2011), protagonizada por el ganador de la pasada edición del Zinemaldia, Peter Mullan, por Neds (2010), comienza con rudeza y una violencia que hace prever -y temer- picos de ultraviolencia. El filme es un duro y hermoso alegato sobre el mal y la redención gracias al amor en el suburbio de una ciudad inglesa habitada por ciudadanos vencidos. Hermoso cartel y perturbadora metáfora en el título del filme, que da a entender la causa del carácter fuertemente irascible, indomable, de su protagonista. Como destacado rasgo del cine contemporáneo, ejemplos que hemos visto en Martha Marcy May Marlene, Shame, Los pasos dobles o Stillleben, estas películas dejan numerosos huecos esperando a ser rellenados por el espectador. Tiranosaurio ganó el premio al Mejor Director y dos Premios Especiales del Jurado en el pasado festival de Sundance.

El japonés Kore-Eda vuelve a mostrarnos destellos de su sensibilidad en The Days After (Nochi-no-hi, 2011), película de terror sutil de 51 minutos de duración que forma parte de una serie fantástica de televisión japonesa sobre un joven matrimonio que recibe la visita de su hijo fallecido. Respecto a la hermosa Kiseki de la Sección Oficial esta destaca por su bella fotografía.

Rampart (Oren Moverman, 2011), protagoniza por Woody Harrelson, puede leerse como la cuota de cine USA de la Sección Oficial. Cuenta con dos participaciones destacadas: Sigourney Weaver en un papel secundario y el escritor James Ellroy como autor de la novela en que se inspira y, por primera vez, co-guionista de un filme. Rampart cuenta una historia sin happy end. La del inadaptado Rophynol Dave, policía en Los Angeles, ex veterano del Vietnam, lastrado por una estética y convicciones fuera de lugar y que durante el metraje se ve envuelto en circunstancias que le pondrán su capacidad de supervivencia cada vez más al límite.

22 de septiembre

En los festivales cada sesión es una entrega a lo desconocido. Así debe ser. Por eso quienes programan deben ser respetuosos con el público sin margen para la prepotencia y el capricho. Sin subestimarlo. Hoy el día ha vuelto a lucir plomizo. Está siendo el Zinemaldia con peor tiempo de los cuatro que he vivido, solo dos días de sol. En cambio el de mejor Sección Oficial.

La hispano-argentina Las acacias (Pablo Giorgelli, 2011), la película de las 9.30 horas, la única de la sección Horizontes Latinos que veré en esta edición -la número 17 desde que llegué a la ciudad- promete por su palmarés: Cámara de Oro a la mejor opera Prima y premio de la Crítica Joven en Cannes; Mejor Guión en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana… No defraudó. Es una historia sin música, silenciosa a pesar del permanente runrún del camión maderero donde se desarrolla todo el viaje de Asunción a Buenos Aires que es esta historia. Un filme de amor lleno de espejos retrovisores que emociona delicadamente y que cuenta con la actriz promesa más joven que he conocido, Nayra Calle Mamani, de solo cinco meses de edad. Su papel de Anahí, hija presente de la emigrante Jacinta (Hebe Duarte), futura de Jacinta y el camionero Rubén (Germán de Silva), rompe esquemas. Uno por su corta edad necesita entender que esos resultados han sido fruto de la pericia del equipo, pero eso no quita para no poder olvidar esos precisos bostezos, estornudos, sonrisas, llantos en su rostro redondo de india de enormes y expresivos ojos negros.

La portuguesa Sangre de mi sangre (Sangue do meu sangue), de Joao Canijo, destrona en mi ranking a Kiseki (Milagro) en la candidatura para la Concha de Oro. Melodramón urdido en el marginal barrio lisboeta de Padre Cruz en torno a una madre, cocinera de profesión, que convive con su hermana, hijo e hija y respectivos novios. Rita Blanco, que interpreta a esta madre coraje de registros almodovarianos -por momentos el filme recuerda a «¿Qué he hecho yo para merecer esto?» (1984)-, lleva a cabo un trabajo merecedor de gran premio, aunque no de mayor nivel que el resto de actrices y actores del elenco (Anabela Moreira, Cleia Almeida, Rafael Morais, Marcello Urgeghe, Nuno Lopes). Inolvidable secuencia en karaoke donde el film comienza a hacerse grande e historias de barrio, truculentas, tiernas, cotidianas, incestuosas, violentas, contadas con mucha veracidad y potencia cinematográfica de gama alta.

La francesa Amerikano (Mathieu Demy, 2011), sobre un joven que marcha de Francia a Estados Unidos y Méjico en busca de su madre fallecida, es el primer filme del hijo del director francés Jacques Demy. En ningún sitio está escrito que el talento sea asunto que se herede. El viaje de descubrimientode Martin (interpretado por el propio director) y su conocimiento final en Tijuana de Rosita/Lola (Salma Hayek) en un sórdido bar de strip-tease regentado por Luis (Carlos Bardem en un papel para el que le solicitan una y otra vez) a ti no te lleva a ningún sitio.

Sí te lleva en cambio a El Havre (Le Havre, Finlandia-Francia-Alemania, 2011) el finlandés Aki Kaurismäki en el filme del mismo nombre que transcurre casi íntegramente en esa ciudad portuaria de la Alta Normandía francesa a la altura del Canal de la Mancha. Premio FIPRESCI de los críticos en el pasado festival de Cannes, el filme es una mirada entre nostálgica e irónica al cine de los años 50 y al mundo del cómic comprometida con la inmigración ilegal como unos de las principales desgracias del presente. La generosidad de un limpiabotas sesentón (André Wilms) y la solidaridad entre vecinos permitirá al joven gaboniano Idrissa (Blondin Miguel) seguir rumbo a Londres para cumplir el deseo de encontrarse con su madre, “negra ilegal pero excelente trabajadora en una lavandería china”. El filme esta contado en tono de fábula, con divertidas interpretaciones gesticulantes y diálogos en staccato, persecuciones hilarantes por su falta de veracidad y silencios prolongados. Un película extraña y con un poso de mala leche, de esas por las cuales los críticos suspiran. Y una película hermosa, que contribuye a ensanchar los limites del cine. Alexandra, que había llegado al mediodía en coche desde Madrid -y que por la tarde ya había visionado la herrmosa “Kiseki”- la aguantó como una auténtica campeona berlinesa de resistencia a pesar de que la sesión en la sala pequeña del Kursaal comenzó a las 12 de la noche.

Justo antes de iniciarse el filme cruzaba el puente de la ría José Luis Rebordinos, director por primera vez del Festival, que tendrá el reto también de organizar la 60 edición. En esta la programación va superando a anteriores y algunas colas han rebosado el aforo, dejando a acreditados de prensa fuera. Esta cuestión imprevista ha obligado a hacer colas separadas para tranquilidad de la canallesca. Los puntos débiles de esta 59 edición: las cuotas euskaldunas en filmes de secciones importantes y la poca presencia de artisteo internacional.

23 de septiembre

Último día. Otra vez sol. A Aurora se le ha caído el televisor donde yo pensaba ver Match Point (Woody Allen, 2005) antes de irme. Quedó boca abajo, desplomado, como superado por las circunstancias.

La germano-griega Mundo injusto (Adikos Kosmos, Filippos Tsitos, 2011) tiene algo de «El Havre» por el minimalismo poético de la historia. Un policía maduro alcohólico harto de defender una justicia que perjudica a los ciudadanos (Antonis Kafetzopoulos) y una limpiadora inadaptada (Alexandra Boussiou) conviven en el mismo edificio, comparten el mismo parque y coinciden –también como los de Kaurismäki- en su amor por el rock. Bien tejida, algo procelosa en los tiempos, impertérrita en muchos rictus, el filme sobrevuela los tejados de un país que se ha quedado como nuestro televisor: boca abajo, desplomado, como superado por las circunstancias. En realidad Grecia es el iceberg más a la deriva de un sistema donde los beneficios sociales han dejado de ser sostenibles también porque fueron esquilmados, y no necesariamente por bancos y poderosos. Termina la película, mivecino de butaca, donostiarra en los cincuenta con cuatro hermanos en Chile en el negocio del vino, deja de dar cabezadas.

Sol y primer baño -histórico- en la playa de La Contxa. En medio de la calma, ratxas de olas grandes y preciosas que rompen como a cámara lenta. Mi última de este es francesa y se titula The Artist (Michael Hazanavicius, 2011). La dan a las 16.30 en el Principal. La veo con Manolo, los dos con el salitre del Cantábrico encima, que es el mismo salitre del Atlántico. ¿Es posible terminar mejor que con este bellísimo homenaje al cine mudo réplica casi exacta de filmes rodados a finales de la década de los 20 y principios de los 30 del siglo pasado? Manolo me mete un codazo que no entiendo. Me pide que no bostece, quizás por lo contagioso. En blanco y negro y con intertítulos, sin diálogos, cuenta la bonita historia de George Valentin, una estrella del mudo (Jean Dujardin, premio al Mejor Actor en Cannes) que no se adapta a la llegada del cine sonoro y una joven actriz, Peppy Miller (Bérénice Bejo) -con el nombre del personaje que interpreta María León en “La voz dormida” tenemos dos Pepitas en este Zinemaldia- que se abre paso en el nuevo medio. Si en Las Acacias, el bebé era el gran descubrimiento, aquí quien roba protagonismo es Uggy, el perrillo-actor de Valentin, auténtica estrella circense y a la postre verdadero héroe de la película que ganó en el pasado festival de Cannes el premio Palm Dog de los críticos. Un triángulo de tres estrellas (Valentin, Miller, Uggy) con momentos estelares durante todo el filme. El más divertido, la pesadilla con sonido de un Valentin en cambio incapaz de oir su propia voz. El más dulce, cuando George pinta con un lápiz de maquillaje junto a la boca a Peppy el falso lunar (“simplemente necesitas algo que te distinga de los demás”) gracias al cual será mundialmente conocida como estrella.

La despedida la celebramos con fiesta en Bataplán, bajo el mismo paseo de la playa. El local no de pintxos donde una vez al año pintxa David Guetta pone hoy rockabilly cincuentero. Está a reventar. A mi lado cruza Hello Kitty en forma de tatuaje sobre un omoplato desnudo. Fuera llueve a mares. Esperamos a que escampe para regresar. Mañana volaremos de vuelta. Conoceremos el palmarés. Aúpa, Real. Adiós, Donosti. Ciudad fantástica. Agur.

Descripción de las fotografías:

1) el Kursaal desde el margen opuesto de la ría (imagen propia).

2) Elisabeth Olsen (i) y Sarah Paulson, su hermana en el filme, en un momento de Martha Marcy May Marlene (Sean Durkin, 2011).

3) Entrada para el pase de Intruders en el Teatro Victoria Eugenia.

4) De izquierda a derecha: Aída, Clive Owen y Marta delante del hotel María Cristina. (foto propia).

5) Antonio, Fer, Manolo, el que suscribe y, delante, Rafa, después de la fiesta del filme Mugaritz BSO (foto de Aída Alvarado).

6) Glenn Close en un momento de Albert Nobbs.

7) Imagen del Oso de Oro, principal premio del Festival de Berlín.

8) Carey Mulligan interpretando el tema New York, New York en Shame (Steve McQueen, 2011)

9) Cartel de Los pasos dobles, de Isaki Lacuesta (2011), finalmente vencedora de la Concha de Oro del Festival (foto propia).

10) Imagen promocional de Pina (Wim Wenders, 2011).

11) Donosti desde el restaurante El Mirador de Ulía (foto propia).

12) Un momento de Kiseki (Hirokazu Kore-Eda, 2011) (foto propia).

13) Cartel de La voz dormida (Benito Zambano, 2011). María León obtendría finalmente la Concha de Plata a la Mejor Actriz.

14) Álex de la Iglesia dándose al móvil fuera del restaurante Aldanondo (foto propia).

15) Afiche de Tiranosaurio (Paddy Considine, 2011).

16) Woody Harrelson con Rophynol Dave en Rampart.

17) Fragmento del afiche de Las acacias (Pablo Giorgelli, 2011).

18) Imagen promocional de Sangre de mi sangre (Joao Canijo, 2011).

19) Imagen promocional de Le Havre (Akis Kaurismäki, 2011)

20) Fragmento de la revista del Zinemaldia con información de Un mundo injusto (Filippos Tsitos, 2011).

21) La playa de la Contxa, el viernes al mediodía (foto propia).

22) Fragmento del afiche de The Artist (Michael Hazanavicius, 2011).

23) De izquierda a derecha: Marta, Alexandra y Aurora, de fiesta final (foto propia).

Juan Carlos Fresnadillo: Entrevista Intacta


Lo que sigue es una entrevista que publiqué en el periódico La Provincia en 2002. Juan Carlos Fresnadillo visitaba Las Palmas de Gran Canaria con motivo de la programación de su primer largometraje, ‘Intacto’, en el Foro Canario que dirigí desde 2001 hasta 2009. Fue el año también la proyección especial de ‘Cuando los dinosaurios dominaban la Tierra’ (‘When Dinosaurs Ruled The Earth’, Val Guest, 1970) y de la llegada de la familia Izaguirre – Rodolfo, Boris y Belén Lobo- por el ciclo de cine venezolano que también incluyó la sección, cuando se había ideado dedicar cada año un ciclo a países que tuvieran vínculos especiales con Canarias (iniciativa seccionada de cuajo al año siguiente por su buena acogida). 20 cineastas y actrices de las islas y venezolanos participaron en los cuatro coloquios organizados. Estos éxitos, de forma que puede parecer paradójica para quien no conozca los entresijos, fueron minando las posibilidades de mi trabajo al frente de la sección de Canarias del Festival de Las Palmas donde aún así resistí nueve años sorteando las zancadillas del director. Una de las muchas se produjo ese mismo año, con la supuesta concesión de un premio de honor del Festival al joven director tinerfeño objeto de esta entrevista que resultó después ser una despreciable burla a su persona. Y también a la mía.
“Intacto” fue una película irregular en su guión, aunque su idea de partida era brillante: el hombre con más suerte del mundo. Su destacadísima personalidad visual ya anticipaba el desarrollo, lento pero firme, del cineasta tinerfeño en el ámbito internacional, consolidado con el gran éxito de ‘28 semanas después’ (‘28 Weeks Later’, 2007). Y también es el filme donde el paraje natural de Las Cañadas del Teide ha quedado mejor retratado. Juan Carlos Fresnadillo-que está a punto de inaugurar el 59 Festival Internacional de Cine de San Sebastián con ‘Intruders’ y que tiene previsto comenzar el octubre el rodaje de “El cuervo”- había logrado en 1996 un éxito descomunal: llegar a Hollywood desde Canarias sin escalas. Una conquista sin parangón hasta hoy no solo en el cine insular, sino en el de la cultura de Canarias en su totalidad. Nunca fue debidamente reconocido este mérito. La cultura oficial de Canarias siempre estuvo más orientada a destacar los méritos (nunca llegaron a este nivel) de músicos, teatreros o artistas plásticos. Y esto ocurría, fundamentalmente, por la dificultad de desarrollar un tejido industrial mínimo debido a su superior coste de producción y a la presencia en la gestión pública de vividores de largo recorrido y enchufados sin estudios ni preparación como el antes referido. Este es el único histórico que a día de hoy sigue, con el visto bueno lo mismo de supuestos prohombres de la cultura como Jerónimo Saavedra (sus actos estos últimos cuatro años lo han delatado para la historia) como de políticos de los restantes partidos, que confunden lo barato con lo ridículo y lo pernicioso con lo bueno y útil para la comunidad a la que sirven.
El titular de la entrevista se eligió de forma especialmente intencionada para un territorio como el canario, donde el desarrollo del sector audiovisual es aún precario a pesar de los muchos millones de euros invertidos en los últimos siete años. La suerte –tema de los dos trabajos del tinerfeño hasta ese momento- es talento, sí, y también formación y determinación. Los retratos los realicé en la azotea de mi casa. Las demás fotos son de promoción del filme. Y al final del texto se reproduce la entrevista tal y como fue publicada, sin la portada del suplemento. Espero que la disfruten.

Juan Carlos Fresnadillo: “La suerte no existe”

“‘Intacto’ es un thriller que esconde un drama romántico sobre el corazón como un lugar desde el cual podemos dominar al destino”

“Es cierto que mi inconsciente me lleva a Canarias. Y esto tiene que ver con que sé de la capacidad de contar historias que tiene el paisaje canario. Eso me ha condicionado y me seguirá condicionando”

“Me gustaría tener siempre la oportunidad de lograr que cada plano de mis películas tenga realmente sentido, que es la mejor manera de que la gente sienta que eso está contado para emocionarla, que te has dejado el corazón”

Acaba de regresar a Madrid de uno de los festivales de cine independiente más prestigiosos, Sundance (Utah, EEUU), donde Intacto, su primer largometraje, fue una de los dos únicas obras españolas seleccionadas. Este próximo sábado competirá en ocho categorías, entre ellas la de Mejor Director Novel, en la XVI edición de los Premios Goya, que se celebrará en el Palacio Municipal de Congresos del parque ferial Juan Carlos I de Madrid, en una ceremonia presentada y dirigida por Rosa María Sardà. “Fue curioso, porque me llamaron por teléfono y me dijeron: -Tienes seis nominaciones. A la media hora, me volvieron a llamar: -¡No, tienes siete! Y luego por la noche, me volvieron a llamar: -¡¡No, son ocho!!” Pero Juan Carlos Fresnadillo (Santa Cruz de Tenerife, 1967) no quiere hacerse ilusiones. Compite, entre otras, con películas como Los otros (Alejandro Aménabar); Lucía y el sexo (Julio Medem), con la que participó en Sundance; Juana la Loca (Vicente Aranda) o Sin noticias de Dios (Agustín Díaz Llanes). Para él, «haber sido ocho veces finalista entre películas de tanta altura ya es un privilegio”. Y no le falta razón. Ser propuesto para ocho Goyas en una opera prima es un dato que sitúa su película, en las estadísticas de la Academia española del Cine, muy cerca de films como Solas (Benito Zambrano, 1999) y‘Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto (Agustín Díaz Yanes, 1995), que sumaron en su día once y diez nominaciones, respectivamente, y a la misma altura de Tesis (Alejandro Aménabar, 1996), con también ocho candidaturas.

‘El niño’, como le llaman aún algunos de los que trabajaron con él en su cortometraje Esposados (1996), marchó a Madrid en 1985 para estudiar Sociología. “No me admitieron en Imagen y Sonido por dos décimas, y la sociología fue casi una excusa ante mi familia para quedarme allí.” En Madrid, se inscribe en la escuela Taller de Artes Imaginarias, donde finaliza sus estudios de cine con el trabajo El extraño pacto. Regresa a Canarias en 1991 y ese año produce el cortometraje Por los viejos tiempos, dirigido por Miguel Ángel Toledo. “Ahora tengo la sensación de que necesito contar historias y la manera que he encontrado para contarlas es a través del cine. Mi objetivo es, en primer lugar, seguir haciendo películas. En segundo lugar, me gustaría tener siempre la oportunidad de lograr que cada plano de mis películas tenga realmente sentido, que es la mejor manera de respetar al público, de que la gente, cuando lo vea, sienta que está contado para emocionarla, que te has dejado el corazón.»

¿Cuándo le nace la vocación de dirigir cine? Surgió de una noche que fue fundamental en mi vida: en la tele pasaban una película que se llamaba Encadenados (Notorious, 1946), de Alfred Hitchcock y, no sé por qué, sentí en ese momento que aquello era lo que yo quería hacer. Esa noche no pensaba salir, pero me sentía tan emocionado que al final lo hice. Pues bien, esa misma noche conocí a Eduardo García Rojas, guionista del primer cortometraje que produje, que a su vez me condujo a Miguel Ángel Toledo, productor de ‘Esposados’. Curiosamente, ‘Encadenados’ es también un thriller que esconde un drama romántico, como ‘Intacto’.

Después de ‘Esposados’, Vd. barajaba dos proyectos, ‘Un día de estos’ y ‘Hándicap’. Finalmente, se decidió por ‘Intacto’. ¿Por qué? Mi forma de trabajar es indagar e investigar en las historias, construirlas, sacarles los personajes, hacer prácticamente el guión y, cuando he acabado, si no siento al cien por cien que esa película es realmente la que quiero hacer, entonces empiezo a mirar para otro lado. Yo creo que la primera película tenía que ser algo muy personal, que fuera una película casi ‘de tripas’. Finalmente llegué a ‘Intacto’, que yo creo que insiste en las mismas claves que venía investigando desde hacía tiempo, no solamente con las dos citadas, sino también con ‘Esposados’: la suerte, la pérdida, el desamor… A partir de ahí surge un universo que me atrapa desde el principio, prácticamente me vampiriza, y que finaliza con un guión del que me siento satisfecho, animado y convencido para convertirlo en mi primera película.

¿Qué fue lo que le resultó más complicado de este primer largometraje? Sin duda, lo más complicado fue el rodaje propiamente dicho. No hubo absolutamente ningún momento donde poder bajar la guardia. Ha sido una gran lección y yo me siento casi como un superviviente de él. Pero la confección de la escritura fue también ardua y muy compleja, y creo el tratamiento final que se le dio no tiene precedentes en otras películas. Esto hace la historia apetecible y atractiva, pero a la vez muy complicado lograr que eso realmente tenga interés y sea entretenido, que creo que es uno de los mandamientos que hay que cumplir al hacer una historia para un público. Siempre digo que ‘Intacto’ es un thriller disfrazado porque, en el fondo, esconde un drama romántico que establece una conexión entre la suerte y el amor (o el desamor). O sobre cómo el corazón es, quizás, un lugar desde el cual se puede dominar al destino. En la película los personajes creen que pueden, como dioses, dominar la suerte, y la roban a las personas. Finalmente, se descubre que todos son víctimas de una pérdida anterior no asumida o redimida.

En ‘Esposados’, la suerte (o la desgracia), también era un elemento muy importante de la historia. Parece que es un tema que ejerce sobre usted una fascinación especial. La suerte es aquello contra lo que, aparentemente, no podemos luchar, el destino al que estamos sometidos, pero aplicado a una forma más cotidiana, más cercana. Todos nos hemos planteado alguna vez por qué la buena suerte nos sonríe, o bien todo lo contrario. ‘Intacto’ es una indagación sobre eso, y me apetecía sacarla de una manera más sugerida que explicativa.

Juan Carlos Fresnadillo ya pasó por los premios Goya en 1996 con ‘Esposados’, su primer cortometraje, producido y rodado íntegramente en Canarias. No lo ganó, pero apenas dos meses más tarde, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas norteamericana lo nominaba a los Oscar. Era la primera vez –única hasta hoy- que un cortometraje español recibía tal distinción. ‘El niño’, en compañía del productor Miguel Ángel Toledo y de su novia y directora de arte del corto, Tatiana Hernández, viajaban de Santa Cruz de Tenerife a la alfombra roja del Shrine Auditorium de Hollywood prácticamente sin pisar la Península Ibérica, y la prestigiosa compañía americana Miramax volvió los ojos hacia Tenerife, ofreciéndole un preacuerdo de distribución y producción entonces inédito en el cine español. Más de una cincuentena de premios y distinciones en los más prestigiosos foros nacionales e internacionales avalan un trabajo en el que se fusionaron los dos factores que él considera fundamentales para salir adelante como cineasta: el talento y la paciencia. Tan sólo dos trabajos y ya ha obtenido reconocimiento nacional e internacional.

¿La (buena) suerte es también un factor clave en la vida de Juan Carlos Fresnadillo? Yo me siento un hombre profundamente afortunado, pero la he buscado. Pienso que hay que saber interpretar y asumir los acontecimientos que, aparentemente, se nos presentan como de mala suerte. Realmente, la suerte es algo que no existe. Lo que existe es cómo colocarnos delante de lo que nos sucede día a día, sea bueno o malo.

En ‘Intacto’, la interpretación de los actores, la fotografía, el montaje y la dirección han sido elementos altamente valorados por los críticos. Sin embargo, ha sido en el guión donde se han encontrado las opiniones más reticentes. Se le ha achacado una excesiva frialdad a los personajes y que la historia, a medida que avanza, se enmaraña en sus propias trampas. La frialdad la asumo, pero la sentía como una apuesta que la película necesitaba para que la historia llegara al espectador de una manera más contundente. ‘Intacto’ es una película donde los personajes no se tocan, y es fría también en su atmósfera. Creo que había que ser frío y calculador para que en el último acto, cuando estalla la emoción, éste estallido tuviera la mayor fuerza posible, como un volcán que permanecía apagado.

El retorno a Canarias para su primer largometraje, en la utilización de los paisajes de Tenerife, en la participación de los canarios Andrés Koppel, como co-guionista, o Mónica López, como actriz protagonista, ¿quiso ser una reivindicación de las posiblidades del cine en Canarias? Fue algo inconsciente. Yo no sabía que Mónica era canaria hasta que traté con ella en la fase previa al rodaje. Como tampoco sabía que la cicatriz que tiene en la cara era producto de un accidente de tráfico, igual que su personaje en la película. Pero sí sentí que esa historia había que rodarla allí, y que esos lugares y esas personas eran los perfectos para la película. No sé si seguirá siendo así, pero es cierto que mi inconsciente me lleva a Canarias. Y esto tiene que ver con que, al haber nacido y crecido allí, he descubierto la capacidad de contar historias que tiene el paisaje canario. Eso creo que me ha condicionado y me seguirá condicionando.

“Madrid es la capital financiera del cine español, pero no la capital del talento”

¿Cómo valora el cine español actual, con la proliferación de nuevos realizadores y la creciente internacionalización de las obras? Este año ha sido magnífico para el cine español, pero fundamentalmente por el carro que han supuesto dos películas muy comerciales, Torrente 2 y Los otros, ambas, además, en extremos absolutamente opuestos. Esto muestra un abanico muy amplio y extremo que, se ha visto, conecta además con todo tipo de gente y está haciendo que el público español sienta la necesidad de ver su cine. Creo que esta globalización general en que vivimos, también en el ámbito de la cultura, es positiva. Y el mejor ejemplo lo ofrece ‘Los otros’, película que dibuja una jugada muy habilidosa: tiene el aparataje de una película norteamericana, pero propone una mirada que tiene mucho que ver con una película española y, de hecho, se ha rodado en España. Y yo creo que el cine español está abocado a eso.

Y, en este contexto, ¿qué papel juega o, en fin, puede jugar Canarias? He visto una noticia sobre que el Parlamento canario le ha pedido al Gobierno una ley que organice el sector audiovisual. Creo que Canarias tiene ahí una asignatura pendiente. Ya se ha dado muestra de que hay talento: ahora hay que apoyarlo para convertirlo en una industria que dé a conocer nuestra cultura, lugares e idiosincrasia. También opino que el canario no tiene interés por las películas o el audiovisual que se hace en Canarias, y eso tiene que ver con una mala promoción y un mal aprovechamiento de nuestros recursos mediáticos. Canarias puede convertirse en una plataforma de descubrimiento de talentos y de lanzamiento de películas, con una producción que evidentemente tendrá que ser acorde con sus recursos y límites, fundamentalmente los que se derivan de factores geográficos. Pero es una producción que podría competir a nivel mundial. Madrid es la capital financiera del cine español, pero no la capital del talento, ni mucho menos. Creo que es urgente, además de necesario, que haya una regularización de nuestra práctica audiovisual de cine, televisión y publicidad. La Televisión Autonómica es, lógicamente, algo más que podría ayudar, pero no veo aún que esté haciendo grandes cosas para conseguir la regularización y estabilidad necesarias en el sector. Evidentemente, está empezando y queda mucho por hacer. Hace dos años declaró: «Soy optimista respecto a la gente que hace cine en Canarias, pero muy pesimista respecto a la sensibilidad de las instituciones». ¿Hoy diría lo mismo? Exactamente lo mismo. No he visto hasta ahora ningún resultado. El desarrollo en los últimos años ha sido absolutamente individualizado y por iniciativa privada, producto de francotiradores. Las instituciones públicas han ayudado sólo esporádicamente. Y lo digo desde la perspectiva de alguien que ha rodado parte de su película en Canarias y que ha tenido el apoyo por parte del Cabildo de Tenerife, a través de su Film Commission. Yo tengo que agradecer en mi película ese apoyo, pero poco más.

«Tirma» (1956): Una conquista legendaria


El texto que se reproduce a continuación se incluye en el cuadernillo que acompaña la edición en DVD de la versión española y color de la película «Tirma», rodada entre mayo y septiembre de 1954 en Gran Canaria. Esta edición comercial de la distribuidora Impulso, gracias al apoyo de Filmoteca Canaria, permite -55 años después de su estreno en salas, 57 de su rodaje- cerrar un capítulo que se ha demorado demasiado tiempo. Desde principios de la década pasada, la Filmoteca concentró por fin sus exiguos recursos en una prioridad: la recuperación, conservación y difusión de películas y material relacionado con el cine en Canarias. Ahora podremos hacer lo que antes nos fue negado: ver  la película. Y por primera vez, con verdadero conocimiento de causa, juzgarla.

1954 fue el año de rodaje de la película que mayor rastro emocional dejó en Canarias. La de mayor participación, aquella donde la ilusión y expectativas por verla finalizada fue más grande. Tirma había nacido en la mente de un intelectual canario afín a la dictadura franquista, Juan del Río Ayala (1904-1969). Su pieza teatral de 1947 sobre la conquista de Gran Canaria explicada como la historia de amor entre una princesa indígena y un capitán del ejército castellano fue un éxito local. Los contactos del autor con las élites intelectual y, sobre todo, política le permitían apuntar a un objetivo más ambicioso.

La verdad sobre la producción de la película es confusa por la falta de estudios rigurosos. Iba a ser una producción española de la empresa Infies (Industrias Fílmicas Españolas) con parte del elenco formado por actores canarios no profesionales. Una actriz local, Pastora Martín-Fernández, sería la protagonista, como lo confirman las fotos de los castings que guarda en los álbumes familiares Juana Teresa del Río, hija del dramaturgo. La dirigiría Carlos Serrano de Osma, un “loco insensato con un proyecto inabordable” en cariñosas palabras del director Jesús Franco, cómplice de muchas vicisitudes por su amistad con el matrimonio que formó parte del elenco final, Elvira Quintillá y José María Rodero. En los corrillos profesionales del cine español –entonces en coma por el aislamiento y la censura- Tirma despertaba una inusitada expectación por su originalidad y magnitud. Demasiada ambición quizás. Los trabajos previos al rodaje –previsto para la primavera de 1954- no tardaron en verse interrumpidos ante la falta de recursos económicos.

Fue entonces cuando llegó al rescate el capital italiano a través de la productora Film Constellazione. Y con él las imposiciones. La película se convirtió en una de las primeras grandes coproducciones españolas de la historia, pero también relegó a Serrano de Osma a un papel secundario. Mientras el italiano Paolo Moffa -“un trepa de espanto, ¡un vendedor de gallinas!” en palabras de Jesús Franco- se hacía cargo de la dirección, el español iba y venía de Las Palmas a Madrid con la misión de obtener fondos para salvar el filme. La llegada de los italianos cambió radicalmente la propuesta consensuada entre los guionistas canarios (Juan del Río Ayala y Luis Martínez Carvajal) y Serrano de Osma. Y le arrebató toda intencionalidad poética. Dejó el camino expedito para un filme de vocación nada más que comercial en el marco de otras superproducciones italianas de los 50, a medio camino entre el western y el peplum.

Michelangelo Antonioni figura en los créditos como uno de los seis guionistas italianos que participaron en los trabajos de reescritura. La estrella italiana Silvana Pampanini y la joven promesa Marcello Mastroianni ocuparon los papeles principales de un rodaje que se desarrolló con múltiples dificultades, como ha testimoniado el mejicano Gustavo Rojo, el tercer actor protagonista. Félix de Pomés, José María Lado y Julio Riscal formaron parte del elenco de secundarios además de los mencionados Rodero y Quintillá. La dirección de arte estaba encomendada a Gil Parrondo, aunque finalmente se hicieron cargo de ella los canarios Sergio Calvo y Carlos Morón. La filmación empezó con los interiores de las cuevas indígenas en los estudios Sevilla de Madrid. Después, en exteriores de Gran Canaria durante casi tres meses, coincidiendo con el verano. Terminó de rodarse en la isla entre finales de agosto y principios de septiembre con las escenas del desembarco de los conquistadores españoles en la isla, recreadas en la playa de Maspalomas. Nuevas escenas de batalla se rodaron posteriormente en Italia.

(el final del texto puede leerse en el cuadernillo que acompaña al DVD)