Andreas Dresen y Andrés Santana, colaboraciones de cine en El Asombrario de Manuel Cuéllar


AltoEnElCamino

Fotografía tomada durante la proyección de «Alto en el camino», de Andreas Dresen, en Gran Canaria Espacio Digital. LUIS ROCA ARENCIBIA

Dos han sido mis nuevas colaboraciones en El Asombrario, la revista online del periodista Manuel Cuéllar, donde he decidido compartir textos sobre cine. La primera sobre el director alemán Andreas Dresen, a quien pude entrevistar en noviembre gracias a las gestiones del Consulado de Alemania en Canarias, que organizaba una muestra sobre cine alemán reciente en Las Palmas de Gran Canaria con tres películas del director nacido en Gera (entonces República Democrática de Alemania) en 1963. Sigue leyendo

Confidencial: Canarias en los Premios Goya, una fotografía histórica


Los Premios Goya son los más importantes reconocimientos de cine de España. Quienes votan son miembros de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, es decir, profesionales del sector. Sea el que sea el balance del cine de Canarias en los Goya, éste señala su posición en el marco del cine español.

Dicho esto, aterrizamos en Canarias empezando por unas definiciones necesarias:

1) Cine de Canarias es aquel que es producido o coproducido por una empresa de las islas. También a aquel que haya recibido apoyo económico de las subvenciones a producción de películas del Gobierno de Canarias, se ruede dentro o fuera de las islas y cuente o no historias que se desarrollen en las islas. No es cine de Canarias el que se rueda en las islas y eventualmente cuenta historias que suceden en las islas si las empresas productoras que lo llevan a cabo no están radicadas en Canarias.

2) Cineasta canario o canaria es el o la profesional que trabaja en cualquiera de las especialidades necesarias para la producción de un filme, ya sea técnica o artística, que haya nacido en Canarias, viva donde viva, y que se reconozca como tal; también lo es quien que tengan su residencia habitual en Canarias, provenga o donde provenga.

Los resultados del cine de Canarias en los Goya son los que detallaré a continuación. Prefiero que el calificativo lo ponga cada lector. Las 14 nominaciones al cine de Canarias que se han producido en las 26 ediciones de los Premios Goya suponen un 0,59 % del total. Los filmes de Canarias han obtenido un total de 2 estatuillas en la historia de los Premios Goya. Esto supone un 0,31 % del total.

Las 14 nominaciones al cine de Canarias son un 0,59 % del total. Los filmes de Canarias han obtenido dos Goyas, un 0,31 % sobre el total.

Cambiar esta realidad -si es que los profesionales de Canarias quieren cambiarla- solo se logrará con políticas nuevas que ilusionen y den alas a los creadores, técnicos y productores desde la mayor exigencia y respeto. Es responsabilidad de los políticos dar un giro de timón a este barco que, una vez acabadas las vacas gordas, navega sin rumbo y con algunos de sus principales enemigos en sus propias bodegas.

Porque, no lo olvidemos, el desarrollo del cine (del audiovisual) depende en Europa del acierto de las políticas públicas de apoyo por parte de los Gobiernos frente al empuje de la industria multinacional. En el caso español –y canario-, también de la eficiencia de otras administraciones con relación directa en la materia (Cabildos y Ayuntamientos). Ninguna, pues, está exenta de responsabilidad. Si es que los profesionales quieren de verdad cambiar esta realidad deben empezar por exigir que al frente de los departamentos técnicos con competencias en la materia se comience por situar a personas formadas, competentes, capaces. Y, por supuesto, por no dejar de denunciar si fuera necesario, ante los medios de comunicación o un juez, cualquier abuso que pudiera producirse desde las administraciones.

Las nominaciones de los cineastas canarios nada tienen que ver con reconocimientos al cine de Canarias.

También prefiero que sea el lector quien valore los resultados de los cineastas canarios, cuyas nominaciones en prácticamente todos los casos nada tienen que ver con lo que puede denominarse “cine de Canarias”. Las nominaciones de cineastas canarios en las 26 ediciones de los Premios Goya suponen un 2,28 % del total. Los premios a cineastas canarios en los Goya suponen un 2 % del total.

1. Nominaciones al cine de Canarias

En estos 26 años, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España ha realizado un total de 2.369 nominaciones. El número de nominaciones de películas de Canarias es de 14. Las nominaciones al cine de Canarias suponen, pues, un 0,59 % del total.

Guarapo, de los Hermanos Ríos, producida por Ríos Televisión, recibió la primera nominación a un Goya de la historia del cine de Canarias. Teodoro y Santiago Ríos optaban a la Mejor Dirección Novel en la 4 edición (1990) por su primer largometraje. Mararía, de Antonio Betancor, producida por Mararía P.C. (Andrés Santana), recibió 5 nominaciones en la 13 edición (1999). Y Ciudadano Negrín, de Sigfrid Monleón, Carlos Álvarez e Imanol Uribe, igualmente producida por Andrés Santana, fue el primer largometraje documental nominado, en la 15 edición (2011). También fue esta la primera vez que un largometraje de Canarias ha estado nominada como película, no por una de sus especialidades.

Guarapo, de los Hermanos Ríos, recibió en 1990 la primera nominación a un Goya de la historia del cine de Canarias. El largo viaje de Rústico, de Rolando Díaz, fue el primer cortometraje. 2007 fue el único año que dos películas de Canarias obtuvieron nominaciones. El cine de animación ha obtenido en cortometrajes más nominaciones que la ficción o el documental.

El largo viaje de Rústico, del entonces cubano –hoy también canario-Rolando Díaz, producido por La Mirada P.C., fue el primer cortometraje -en este caso, un documental- que recibió una nominación. En la 8 edición (1994). El primer cortometraje de ficción nominado fue Esposados de Juan Carlos Fresnadillo producido por Zodiac Films, La Mirada y Papi Producciones (11 edición, 1997) y Podría ser peor el primer cortometraje de animación, de Damián Perea, Damián Perea P.C. (14 edición, 2000).

Ciudadano Negrín fue el primer largo documental nominado. El hito hasta hoy lo marcan las cinco nominaciones de Mararía en 1999.

En 2007, 21 edición, fue la primera y única vez hasta hoy que dos películas de Canarias obtuvieron nominaciones. Se trató de El viaje de Said, de Coke Riobóo, coproducida por Tembleque Producciones, y La noche de los feos,de Manuel González Mauricio, producida por Oasis Europkikara. En este caso a Mejor Cortometraje de Animación. El último minutero, de Elio Quiroga, y El intruso, de David Cánovas, son los nombres de los otros dos cortos nominados que no han sido mencionados. Sus nominaciones, respectivamente, a Mejor Corto Documental y Mejor Corto de Ficción, se produjeron en 2005 (19 edición) y 2006 (20 edición).

Las tres películas de largometraje nominadas han obtenido un total de siete nominaciones gracias a las cinco de Mararía: Mejor Guión Original (Antonio Betancor,Carlos Álvarez); Mejor Fotografía (Juan Antonio Ruíz Anchía); Mejor Música Original (Pedro Guerra, Joan Valent); Mejor Actriz Revelación (Goya Toledo) y Mejor Dirección de Arte (Félix Murcia).

2. Premios al cine de Canarias

Los premios Goya han repartido en sus 26 ediciones un total de 654 premios. Los filmes de Canarias han obtenido un total de 2 estatuillas en la historia de los Premios Goya. Esto supone un 0,31 % del total.

En 1999, el vasco Juan Antonio Ruíz Anchía obtenía el primer Goya de la historia a una película de Canarias, Mararía, de Antonio Betancor, producida por Mararía P.C. (Andrés Santana). En 2007, El viaje de Said, de Coke Riobóo, coproducida por Tembleque Producciones, obtuvo el Goya al Mejor Cortometraje de Animación.

Estos reconocimientos al cine de Canarias en los Goya vienen determinados por dos circunstancias importantes: el primero era una categoría técnica obtenida por un profesional afincado en Hollywood que nada tiene que ver con Canarias; el otro fue una coproducción que nació en Canarias y se pudo acometer gracias a la ayuda pública de Canarias, pero que fue enteramente desarrollado en Madrid por un director (Riobóo) y una empresa (Jazzy Producciones) no canarios.

Los dos Goyas al cine de Canarias vienen con atenuantes: uno fue a un vasco afincado en Hollywood y el otro a un corto enteramente desarrollado en Madrid. La no obtención del Goya por parte de Esposados fue una gran decepción y lastró la credibilidad de estos premios en las categorías consideradas «menores».

Por contra, hay que decir que la no obtención en 1997 del premio por Esposados fue una enorme decepción que indicaba que, en las categorías consideradas “menores” (cortometrajes, cine de animación y documentales), el resultado final dependía de las estrategias de los nominados para obtener votos, ya que la mayoría de los académicos no tenían un acceso fácil a esas películas, al menos entonces. Ese año ganó el cortometraje La viga, de Roberto Lázaro, mientras Esposados debía conformarse solamente con haber sido uno de los cortos españoles más premiados en festivales nacionales e internacionales de primer nivel de la historia, y el primer corto español finalista en los Oscar de Hollywood.

3. Nominaciones de cineastas canarios

Las 54 nominaciones de cineastas canarios en las 26 ediciones de los Premios Goya suponen un 2,28 % del total. Estas nominaciones han sido obtenidas por un total de 25 cineastas, 18 de ellos hombres y 7 mujeres. Idéntica proporción por sexos, 72% hombres por 28 % mujeres, se da en el caso de los premios obtenidos.

1988, en el II edición, fue el año de la primera nominación de un canario en los Premios Goya. El honor le corresponde al tinerfeño de Arona José Manuel Cervino, nominado a la Mejor Interpretación Masculina Protagonista por La guerra de los locos, de Manolo Matji. Fue además la única vez hasta hoy que un intérprete -hombre o mujer- lograba una nominación en categoría protagonista. El premio aquel año para Alfredo Landa por El bosque animado, de José Luis Cuerda.

La primera nominación de un canario recayó en José Manuel Cervino. Goya Toledo es la primera mujer de Canarias que optó a ganar una estatuilla. En 2011 se dio el mayor número de nominaciones de cineastas canarios, 9. Desde 1997 siempre ha habido cineastas canarios nominados.

11 años después, en la 13 edición (1999), la lanzaroteña Goya Toledo se convertía en la primera mujer de Canarias que optaba a ganar un premio por su nominación en la categoría Mejor Actriz Revelación por Mararía de Antonio Betancor. Marieta Orozco por Barrio, de Fernando León de Aranoa, le arrebató el premio.

La 25 edición (2011) fue la de mayor número de nominaciones a cineastas canarios (9). Le sigue la 26 edición (2012), con 8. La 13 edición (1999) y 2005 (19 edición) los cineastas canarios obtuvieron 4 nominaciones. En 2000 (14 edición y 2004 (18 edición) se obtuvieron 3. Significativo es también comprobar que desde 1997 (11 edición) siempre ha habido cineastas canarios nominados.

El productor grancanario nacido en San Mateo Andrés Santana es el cineasta canario con más nominaciones, un total de 14 en las 26 ediciones de los Premios. Como dato adicional destaca que sus películas como productor han sumado un total de 72 nominaciones. Santana ostenta además el récord absoluto en el cine español de nominaciones por una película, 19 por Días Contados (1995).

Andrés Santana es el cineasta canario con más nominaciones, 14. Sus películas como productor han sumado 72 nominaciones y ostenta además el récord absoluto en el cine español de nominaciones por una película, 19 por Días Contados (1995).

A Andrés Santana le sigue el director y guionista grancanario Mateo Gil, con 7 nominaciones en total. El peluquero tinerfeño Paco Rodríguez es el único que suma 4. El vestuarista lanzaroteño Paco Delgado y la actriz de Las Palmas de Gran Canacia Ana Wagener suman 3 nominaciones; Juan Carlos Fresnadillo y Tatiana Hernández (tinerfeños de Santa Cruz), José Manuel Cervino, Goya Toledo y la grancanaria Antonia San Juan suman dos nominaciones.

Por oficios son los directores y guionistas los más abundantes entre los nominados de Canarias, un total de 12: Santiago y Teodoro Ríos; Mateo Gil; Juan Carlos Fresnadillo; Antonia San Juan; Damián Perea; Elio Quiroga; Manuel González Mauricio; Antonio Betancor; Carlos Álvarez; Juan Millares y David Cánovas.

Por oficios son los directores y guionistas los más nominados. Le siguen intérpretes, músicos, productores y directores de vestuario. La relación entre hombres y mujeres es igual en el número de nominados que en el de premiados, 72% a favor de los hombres.

Seis son los actores y actrices canarios nominados. De ellos solo un hombre: José Manuel Cervino. Goya Toledo, Antonia San Juan, Mónica López, Ana Wagener y Carolina Bang son las cinco actrices que completan la nómina.

Cuatro son músicos (y los cuatro de la edición de 2012). Carmen Agredano, cordobesa afincada en Las Palmas de Gran Canaria desde 1984, compositora del tema La nana de la Hierbabuena de La voz dormida (Benito Zambrano); y Jorge Pérez Quintero, Borja Jiménez Mérida y Patricio Martín Díaz por Nuestra playa eres tú, de Maktub. 2012 también ha sido el año del primer caso de una nominación compartida por tres canarios.

Productores canarios nominados hay dos: Andrés Santana y Octavio Cardoso. Igual número de directores de vestuario (Paco Delgado y Tatiana Hernández). Solo un canario ha optado a la categoría de Mejor Maquillaje y Peluquería (Paco Rodríguez).

Finalmente, en 1990 y 1999 se dio el caso de dos nominaciones compartidas entre dos canarios: respectivamente, Mejor Dirección Novel para Teodoro y Santiago Ríos por Guarapo; Mejor Guión Adaptado para Antonio Betancor y Carlos Álvarez por Mararía. Por otro lado, Antonia San Juan es la primera y única mujer directora con nominación, en 2002 por su corto V.O. Goya Toledo, Antonia San Juan, Ana Wagener y Carolina Bang son las cuatro actrices que han estado nominadas en la categoría de Mejor Actriz Revelación. Ana Wagener, Mónica López y Goya Toledo las nominadas a Mejor Interpretación Femenina de Reparto.

Andrés Santana (1990, 1995 y 2011), Mateo Gil (2010) y Paco Rodríguez(2011) son los únicos cineastas canarios nominados doblemente un mismo año. Santana el único que lo ha estado en tres ocasiones.

4. Premios de cineastas canarios

El número total de premios obtenidos por canarios en los Goya es de 13. Esto supone un 2 % del total.

Mateo Gil es el cineasta canario con más premios Goya bajo el brazo. Un total de 4, por sus trabajos como guionista con Alejandro Amenábar (2005, Mar adentro; 2010, Ágora) y Marcelo Piñeyro (2006, El Método) y su cortometraje Di me que yo (2010). Le sigue Andrés Santana con 3, dos como Mejor Director de Producción (1992, El rey pasmado; 2012, Blackthorn. Sin destino), y uno como Mejor Película (1995, Días contados). El premio a Santana al Mejor Director de Producción en 1992 por El rey pasmado fue el primero a un canario. El primer –y único- guionista canario premiado es Mateo Gil. En 2005 por Mar adentro.

Mateo Gil es el cineasta canario con más premios Goya bajo el brazo, 4. Con 3 le sigue Andres Santana. Juan Carlos Fresnadillo fue primer director premiado, José Manuel Cervino el primer actor, Tatiana Hernández la primera mujer y Ana Wagener la primera actriz.

Juan Carlos Fresnadillo (primer director premiado, 2002, Intacto), Octavio Cardoso, José Manuel Cervino (primer actor premiado, 2008, Las trece rosas, de Emilio Martínez Lázaro), Tatiana Hernández (primera mujer en obtener un Goya, 2011, Mejor Diseño de Vestuario por Lope, de Andrucha Waddington), Ana Wagener (primera actriz canaria en obtener un Goya) y Carmen Agredano (primera que obtiene un Goya en categoría musical) completan la lista de canarios y canarias cuyos trabajos han recibido un Goya.

2010 fue, finalmente, el año en que por primera vez hubo dos premios a cineastas canarios. Los dos al mismo cineasta, Mateo Gil, por el guión original de Ágora y el cortometraje Di me que yo.

5. Curiosidades

Llama la atención, finalmente, en la relación de Canarias con los grandes premios internacionales, que el cine insular tenga una nominación a los Premios Oscar (nominación que de forma nominal corresponde a Juan Carlos Fresnadillo, Miguel Ángel Toledo, Ana Sánchez-Gijón y Juan Francisco Expósito) y que un cineasta canario (Andrés Santana) haya estado también nominado por el Mejor Largometraje en Habla no Inglesa (por Secretos del corazón (1997), de Montxo Armendáriz).

Finalmente, en la relación de la Canarias con los Premios Goya podemos destacar que una mujer de Canarias, Antonia San Juan, presentó en una ocasión la ceremonia. Fue en 2000, durante la 14 edición. Ese año San Juan estuvo nominada al premio a la Mejor Actriz Revelación por Todo sobre mi madre (Pedro Almodóvar, 1999). La andaluza Ana Fernández, finalista por Solas (Benito Zambrano, 1999) se llevó la estatuilla.

Es significativo que tanto el cine insular como un cineasta canario tengan nominaciones a los Oscar de Hollywood.

Añado también los datos de Javier Bardem, actor nacido en Las Palmas de Gran Canaria aunque no se reconozca como canario, hasta que no se demuestre lo contrario. Bardem ha obtenido las siguientes 8 nominaciones: 1993, Jamón, jamón, Bigas Luna, Mejor Interpretación Protagonista; 1994, Huevos de Oro, Bigas Luna, Mejor Interpretación Protagonista; 1995, Días contados, Imanol Uribe, Mejor Interpretación Masculina de Reparto; 1996, Boca a boca, Manuel Gómez Pereira, Mejor Interpretación Protagonista; 2000, Carne Trémula, Pedro Almodóvar, Mejor Interpretación Protagonista; 2003, Los lunes al sol, Fernando León de Aranoa, Mejor Interpretación Protagonista; 2005, Mar adentro, Alejandro Amenábar, Mejor Interpretación Protagonista; 2011, Biutiful, Alejandro González Iñárritu, Mejor Interpretación Protagonista.

Bardem lleva cinco premios obtenidos, por Días contados, Boca a boca, Los lunes al sol, Mar adentro y Biutiful.

Por último, Santiago Ramos obtuvo el Goya a la Mejor Interpretación Masculina Protagonista en la 11 edición (1997) por el papel de un granadino de origen y canario de adopción en Como un relámpago (Miguel Hermoso, 1996), rodada casi íntegramente en Las Palmas de Gran Canaria. Se trataba además de la única nominación de la película de Hermoso.

El grande perdió, el chico ganó


Por usar un símil futbolero, lo que ocurrió el domingo en el Parque de las Naciones de Madrid durante la 26 edición de los Premios Goya tiene su explicación en que el único director español de los contendientes que juega en la Champions debía ser juzgado por quienes lo hacen en categorías inferiores. Esas son las lógicas que, por otro lado, al manchego Almodóvar seguro también benefician en terrenos de juego de mucha mayor enjundia con compañeros de clase más aventajados que él. El grande perdió / el chico ganó / como ganaron Méndez, Angelito, Palmero y Camurria / frente a rivales de peso mayor es una hermosa estrofa del folclore canario, himno de la Lucha Canaria, usada también comúnmente para reivindicar la capacidad de los pequeños por imponerse a los previsibles favoritos.

Dos fueron las señales inequívocas que confirmarían que los tiros (de pistolas, revólveres, rifles) irían, nunca mejor dicho, por No habrá paz para los malvados y Blackthorn. Sin destino. La primera, la clamorosa no obtención por parte de Almodóvar del premio al Mejor Guión Adaptado a favor de, por primera vez en la historia de los Goya, una película de animación, Arrugas. Que compitan Bollaín, Zambrano y Almodóvar y ganen Ángel de la Cruz, Ignacio Ferreras, Paco Roca y Rosanna Cecchini por Arrugas podía ser quizás justo, pero seguro era un aviso inequívoco. No habrá paz… sí ganó en cambio el Mejor Guión Original. La segunda señal fue el momento en que el premio al Mejor Diseño de Vestuario fue a parar a Blackthorn. El lanzaroteño Paco Delgado merecía sin duda la estatuílla por La piel que habito, aunque el carácter de película de época de la película de Gil podía arrebatarle sobre el papel el premio. El logro de grandes premios técnicos por parte de Blackthorn (Fotografía, Dirección de Arte) ya señalaba que quien ganara al final lo haría al sprint en los tres últimos premios. Y que en la carrera ya no estaba La piel que habito.

Así fue. Banderas no tenía nada que hacer frente a Coronado por la lógica expuesta en su brillante intervención por Santiago Segura (le tocaba a Coronado después de 25 años, como él mismo ha recalcado en declaraciones varias veces), y la Mejor Dirección y Mejor Película fueron, la primera con más mérito que la segunda, también para el filme de Urbizu. Hora de suspiros de alivio, de muecas hieráticas. De sonrisas maliciosas. De buenos y malos perdedores. Siempre es así. Para el prestigio de la Academia, del cine español y eso que llaman la marca España no hay duda que interesaba más el filme de Almodóvar. Pero las lógicas de los académicos son otras. Y tan respetables

Por lo demás, Eva Hache salió de la dificilísima prueba con notable alto y el presidente de la Academia, Enrique González Macho, marcó en su discurso distancias con su predecesor Álex de la Iglesia, que desde las butacas lo escuchaba como un alumno regañado delante de toda la clase. De la Iglesia – genio y figura- no tardó en replicar desde la prensa. Ciertas las palabras de González Macho (y valientes o temerarias), pero como responsable también de la principal distribuidora de cine de España le conviene acelerar la existencia de canales de visionado del cine español por Internet. Porque enfrente tiene a una masa anónima que por mucho que lo expliques con argumentos razonados no va a entender. Su película es otra. Y urge mejorar la relación del cine español con el espectador.

Por cierto, por Twitter Alta Films y Cameo me indicaron ayer que Blackthorn ya está disponible en DVD y Blu-ray. Conviene hacerse con una copia porque contiene algunos de los mejores momentos del cine español durante 2011. Enhorabuena Santana, Ruíz Anchía, de Gaspar, Bilbao, Mateo Gil. Enhorabuena Urbizu, Coronado, Anaya, Cornet, León, Wagener, Agredano…

En 1996 fui script de «La isla del infierno», de Javier Fernández-Caldas, rodada entre Tenerife y Agaete durante 9 semanas y media. Está ambientaba en el siglo XV, en tiempos de la conquista de Canarias. En la imagen, se me ve con la claqueta tapando parcialmente a José Conde (Pepe Conde) a quien conocí durante ese rodaje y cuya muerte este año lamenté como tantos otros. Me alegré de que Pepe fuera recordado entre los que fallecieron en 2011 en la Gala de los 26 Premios Goya. Aquí interpretaba a un capitán algo trastornado que veía en cabalgar a lomos de avestruz una posibilidad de revolucionar los medios de locomoción.

26 Premios Goya: 1, X, 2


Si estos académicos no se han vuelto igual de locos que los romanos de Astérix o una conjunción de astros lo impide, el domingo «La piel que habito», de Pedro Almodóvar, logrará entre 5 y 11 Goyas en la XXVI Gala de los Premios Goya que se celebrará en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid, retransmitida por TVE en directo a partir de las 22.00 horas (las 21.00 horas para los que sintonicemos desde Canarias, Londres o Lisboa). «No habrá paz para los malvados», de Enrique Urbizu, obtendrá un mínimo asegurado de 1 estatuilla y 8 en el mejor de los casos. «Eva», de Kike Maíllo, no menos de 2 y no más de 6. «Blackthorn. Sin destino», de Mateo Gil, entre 1 y 7. Y «La voz dormida», de Benito Zambrano, entre 2 y 5.

Son los premios más importantes del cine español. Y los más prestigiosos según para quien. También son los únicos que permiten cada año una interpretación a vista de pájaro del cine español. Polémicos siempre por la alargadísima sombra que planea sobre el ritmo de la gala, las expectativas este año son buenas por la elección de Eva Hache como presentadora. Su antecesor, Andreu Buenafuente, triunfó en su primera gala hace dos años pero pinchó en la segunda. Nadie ha superado aún el discreto encanto de Rosa María Sardá. 2010 fue mejor año que 2009 en lo que se refiere al dinero ingresado por las películas españolas en taquilla. El 15,3 % de los espectadores que fueron al cine en España vieron cine español. Mejor que durante 2009 pero exiguo. Y eso que la globalización ha abierto el abanico de filmes que pueden considerarse “españoles”. Midnight in Paris, la última de Woody Allen, es a todos los efectos una película española por la participación en la producción de dos empresas catalanas, Mediapro y Versátil Cinema. Llegado a este punto conviene ponerse la bata de viejo profesor de escuela rural y repasar la tabla de multiplicar. A saber: película española es aquella producida total o parcialmente por una empresa productora española. Que la empresa sea de menor o mayor dimensión, que su participación en la financiación del filme sea en mayor o menor medida, que se ruede dentro o fuera de España, total o íntegramente, son aspectos no irrelevantes, pero secundarios.

La taquilla en 2010 fue mejor pues que en 2009, pero lejos todavía de poder considerarse como satisfactoria. Estamos por debajo de la media europea. El cine francés siempre es referente cuando se tratan estos asuntos, por su política de ayudas y por la respuesta del público en salas. En 2011, Francia registró el 41,6% de cuota de taquilla, casi el triple que España. Suecia, por citar un país menos potente en lo que se refiere a su cine, superó también a España con un 19,8%. Italia supera a Francia en número absoluto de entradas vendidas a sus películas, aunque no en el porcentaje de espectadores respecto a su cine. Dato significativo, que hace afilar los dientes de envidia, es que 17 fines de semana de 2011 fueron liderados en Italiana por películas italianas.

Los Premios Goya sitúan como principal favorito a los premios a La piel que habito, de Pedro Almódovar, con 16 nominaciones. Es con No habrá paz para los malvados la única que también obtuvo respaldo del público en los cines. Es mi favorita para ser la vencedora de la noche en número de estatuillas. También, para ganar los dos premios más importantes, Mejor Película y Mejor Dirección. La vuelta de los hermanos Almodóvar a la Academia en abril del año pasado y la feroz crítica que recibió tras su estreno en mayo en el Festival de Cannes y en salas en septiembre por el principal crítico de cine del más importante medio de prensa del país pueden contribuir a apuntalar su triunfo. Por calidad lo merece. Escribí una reseña en este mismo blog sobre el filme en septiembre pasado.

Los Goya han dado la espalda con justicia a la película española que mayor recaudación obtuvo en 2011, Torrente 4, de Santiago Segura. La cuarta entrega de la saga, la más taquillera también por la proverbial astucia de Segura (en este caso para apuntarse al 3D en el momento oportuno) es también la menos interesante, excesos escatológicos aparte. Su arranque es prometedor, pero es decepcionante salir del cine con la certeza de que la mejor secuencia del filme es precisamente la primera.

No habrá paz para los malvados, de Enrique Urbizu, se coloca como segunda opción para los académicos españoles. Es un buen filme que sin embargo se oye con un sonido ajeno. Y ampuloso. De sus 14 nominaciones, apuesto por que obtenga una de las principales, la de Mejor Interpretación Masculina Protagonista, para José Coronado. Cuando el filme se presentó en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián el actor madrileño ya era uno de los favoritos. Coronado obtuvo hace poco el premio Forqué de los productores españoles. Es un actor con reconocimientos pendientes. Apesta a Goya, si esta expresión se puede usar sin que suene despectiva. El Mejor Interpretación Masculina de Reparto irá directo a Lluís Homar por su papel del androide Max en Eva. Jan Cornet es mi favorito a Mejor Actor Revelación por su Vicente de La piel que habito.

La catalana Eva, de Kike Maíllo, es la gran sorpresa del año con sus 12 nominaciones. Las merece. El premio a la Mejor Dirección Novel para Maíllo está cantado. También el de Mejores Efectos Especiales, trabajo de Arturo Balseiro y Lluís Castells, que además de estar perfectamente logrados desde un punto de vista técnico, tienen la virtud de ser originales y delicados. Martí Roca, Sergi Belbel, Cristina Clemente y Aintza Serra son mis favoritos para el Mejor Guión Original, con permiso de Woody Allen, que compite por Midnight in Paris. En cualquier caso, si cuando este premio se otorgue no lo ganan los representantes de No habrá paz para los malvados significará la garantía de que será la noche de los Almodóvar en los dos premios principales. El premio al Mejor Guión Adaptado se lo auguro a Pedro Almodóvar por La piel que habito, salvo tremenda sopresa si se le impone la adaptación del comic de Pablo Roca en la película de animación Arrugas.

Blackthorn. Sin destino (Mateo Gil, 2011) es la cuarta película del año según los Goya, con 11 nominaciones. En taquilla fue peor que mal, aunque más por su fatídico estreno durante la polvajera estival que por las posibilidades de un filme valiente, rodado en Bolivia, que recupera la historia del mítico Butch Cassidy como si no hubiera muerto. Tiene serias opciones para varias estatuillas en premios técnicos. Juan Antonio Ruiz Anchía es mi gran favorito a la Mejor Dirección de Fotografía, pero para obtenerlo tendría que superar nada menos que a José Luis Alcaine (La piel que habito). Si lo logra, el fotógrafo vasco afincado en Hollywood obtendría su segundo premio tras el de Mararía (Antonio Betancor, 1997). Andrés Santana, productor de Mararía, tiene también las mayores opciones sobre el papel a recibir el premio a la Mejor Dirección de Producción. En los últimos años, los premios -no así las nominaciones- se le han vuelto esquivos al canario. Con su trabajo en Blackthorn. Sin destino podría resarcirse. Toni Carrizosa, por Eva, debería ser su principal rival. Para Santana, sería su tercer Goya. En el apartado de Mejor Música Original, Lucio Godoy podría obtener el tercer Goya de la película del canario Gil. Como Ruíz Anchía con Alcaine, para lograrlo el argentino Godoy debe ser capaz de superar al siempre favorito Alberto Iglesias, que está en la terna con La piel que habito. De ganar, Iglesias obtendría su Goya número 10. Alcaine lleva 5. Finalmente, el Goya al Mejor Montaje podría ir también a parar a David Gallart por Blackthorn. Pablo Blanco, por No habrá paz para los malvados, es su mayor contrincante. No me atrevo a dar favoritos para la Mejor Dirección Artística. Compiten las cuatro favoritas. Y las cuatro hacen trabajos de gran altura.

Un canario, Paco Delgado, es el mejor posicionado para obtener el Goya al Mejor Diseño de Vestuario por La piel que habito. Es su cuarta nominación y este sería su primera estatuilla. Tiene a su favor dos cuestiones: no rivaliza con costosas películas de época que suelen ser las destinatarias de este premio y su funda/prótesis del personaje interpretado por Elena Anaya -implante de personaje que dirían los guionistas profesionales- define como ningún otro elemento la película. Sin apenas margen para las sorpresas, María León obtendrá el Goya a la Mejor Actriz Revelación por su Pepita en La voz dormida. Ya fue ganadora incontestable en el festival de San Sebastián. Aunque esta categoría está reñidísima. Blanca Suárez (La piel que habito), Michelle Henner (No tengas miedo) y Alba García (Verbo) son sus rivales. Al menos las dos primeras cuentan con igual mérito para obtenerlo. Descartada por mejicana Salma Hayek en el premio a la Mejor Interpretación Femenina Protagonista –los actores académicos no suelen premiar a extranjeros- y Verónica Echegui por el estreno tardío de su película (Katmandú, Iciar Bollaín, 2012), el combate por este Goya se libra entre Elena Anaya (La piel que habito) e Imma Cuesta (La voz dormida). Mi debilidad por la actriz palentina desde Familia (Fernando León de Aranoa, 1997) me hace no sólo no dudar, sino además hacer todo tipo de fuerzas para que sea ella la que se lo lleve a casa.

Una granadina afincada en Canarias, Carmen Agredano, parte como favorita para el Goya a la Mejor Canción Original por su Nana de la Hierbabuena, que Imma Cuesta canta con poco veraz quejío en La voz dormida (Benito Zambrano, 2011). Frente a Agredano, tres canarios de El Hierro -Jorge Pérez; Borja Jiménez; Patricio Martín – podrían arrebatarle el premio por el rap Nuestra playa eres tú de Maktub (Paco Arango, 2011). Menos pegadizo (y mejor promocionado) es el rap de Verbo (Eduardo Chapero-Jackson, 2011), interpretado por Nach, principal obstáculo para que un Goya a una categoría musical caiga por primera vez del lado de Canarias.

La categoría de Mejor Interpretación Femenina de Reparto cuenta con similar panorama que el de Mejor Canción Original. Dos canarias, Goya Toledo (Maktub) y Ana Wagener (La voz dormida) compiten frente a frente. Para la lanzaroteña Toledo es su segunda nominación tras la de Actriz Revelación por Mararía. Y la primera que cuenta con opciones reales. Wagener cuenta con las mejores opciones. Es su tercera nominación. Sería también su primer Goya. Maribel Verdú (De tu ventana a la mía, Paula Ortiz, 2011) y Pilar López de Ayala (Intruders, Juan Carlos Fresnadillo, 2011) son las otras dos contendientes. Añadir que esta es para la película del canario Fresnadillo su única opción posible de recibir una estatuilla (en los Efectos Especiales ganará con merecimiento Eva).

Bonito combate entre personajes se presenta en los cuatro filmes que optan a la Mejor Película Documental. Morente, Garzón, Miquel Barceló y Manuel Cortés, como acertadamente adelantó Rocío García en El País. No puedo opinar sobre filmes que no he visto. Sólo sé que la cuota catalana ha sido determinante en esta categoría en los últimos años. Ejemplo de esto son las derrotas en dos ocasiones por parte del productor Andrés Santana frente a sendas producciones de esta comunidad sobre el Alzheimer, Bicicleta, Cuchara, Manzana (Carles Bosch, 2010) y Bucarest, la memoria perdida (Albert Solé, 2008). También, que Isaki Lacuesta compite con El cuaderno de barro, nada menos que el filme complemento al que en 2011 ganó la Concha de Oro en el último Zinemaldia, Los pasos dobles. Lacuesta es el director con la fidelidad en el voto más asegurada por su condición de “moderno maldito” (o “¡maldito moderno!” según para quien). Pero el filme sobre Miquel Barceló tiene enfrente nada menos que a Isabel Coixet y Baltasar Garzón (aunque sin que el efecto inhabilitación haya llegado a tiempo para contar en el voto), y a Enrique Morente, cuya polémica muerte en diciembre de 2010 conmocionó a sus admiradores.

También sobre el papel y por la trayectoria del filme, parece que Arrugas (Ignacio Ferreras, 2011) ganará la Mejor Película de Animación. Está estrenada en salas y se presentó con notable éxito en el pasado Festival de San Sebastián. El premio al Mejor Cortometraje de Ficción irá, a mi juicio sin merecerlo, a Matar a un niño, de los hermanos José y César Esteban Alenda. Escribo sin merecerlo porque los tres que he visto tienen un nivel similar –buena calidad técnica y muy poca originalidad- y el peso de las influencias, o el marketing, en las categorías pequeñas pesa más que en las demás. El corto de los hijos del para muchos de los de mi generación mítico productor y distribuidor José Esteban Alenda, primer Oscar del cine español con Volver a empezar (José Luis Garci, 1982), tiene ínfulas experimentales. Finalmente, la Mejor Película Europea apuesto que será, con total merecimiento, para The Artist (Michael Hazanavicius, 2011). Enfrente solo Melancolía de Lars von Triers, triunfadora en los premios de la Academia Europea, puede hacerle frente.

Los olvidados de esta edición -dejando de lado a todo ese cine que cierta crítica llama “invisible” (precisamente ser invisible en salas ya los descarta para estos premios de forma automática)- son claramente dos: No tengas miedo e Intruders. El primero, sin estar a la altura de los mejores de Montxo Armendáriz, es un filme de muy buena factura, desasosegante y valiente. Se ha debido conformar con una nominación (Michelle Henner). La película de Juan Carlos Fresnadillo, con dos nominaciones, pagó en cambio su decidida vocación internacional. El propio cineasta lo confesó en la entrevista que mantuvimos recientemente en el TEA: debieron titularla Intrusos para el mercado español e Intruders para el internacional. Porque el filme que inauguró la pasada edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián es claramente español a pesar de que su protagonista sea el británico Clive Owen. Y de los pocos ejemplos de películas españolas que este año han podido estrenarse en pantallas internacionales. Menos original que Eva y Blackthorn, sin duda; menos personal que La piel que habito, también. Menos racial que No habrá paz para los malvados y La voz dormida, otro tanto de lo mismo. Pero a excepción de la de Pedro Almodóvar y Mateo Gil, con más capacidad para colocarse en pantallas internacionales que todas las demás juntas. Se merece más. Más en tiempos de crisis.

Arriba, gráfica que muestras las posibilidades de cada película para los premios que se entregan el próximo domingo.

La imagen del centro de esta entrada muestra de forma gráfica todos los finalistas de esta edición. Sus afiches están repetidos tantas veces como nominaciones tiene cada filme.

Gran Canaria y Tenerife, un «simpa» en 72 horas


«Hacer un simpa» quiere decir normalmente marcharse de un restaurante sin pagar. Pero también podría ser hacer un viaje sin parar. Hoy, el suplemento El Viajero del El País publica un «simpa» de los de la segunda categoría. Uno muy especial: el que durante tres días con sus dos noches realicé con el periodista Manuel Cuéllar del Río por las islas de Tenerife y Gran Canaria. No contamos los kilómetros realizados a bordo del Volkswagen Passat azul cielo diesel prestado de mi padre, pero fueron muchos desde la salida antes del amanecer en Las Palmas y la primera parada esa misma noche a casi tres mil metros de altura en el parador de Las Cañadas después de saciarnos con un inolvidable campo de estrellas bajo unas tempraturas gélidas. Una visita en Tenerife a los dos principales parques temáticos de Canarias, entre los mejores también de Europa sin permiso de Eurodisney, y la vuelta a Gran Canaria hasta las dunas de Maspalomas con escala en la casa museo Pérez Galdós. Tres días consumidos a ritmo frenético con nuestras parejas para saludar el nuevo año que estaba a punto de llegar. Pongo también los enlaces a las cinco entrevistas que acompañaron el texto: al cineasta Juan Carlos Fresnadillo, a la directora de la casa-museo Benito Pérez Galdós Rosa María Quintana, a la nadadora Paola Tirados, al cineasta Mateo Gil y al empresario Wolfgang Kiessling.

Gracias a Marta DSA por los trabajos de aguante y producción. Y por el apoyo y facilidades sin par a -por orden alfabético- Andrés F-R, Andrés S, Belinda S, Daniel R, Elena S, Fernando P, Javier P, Juan P, Juan Carlos F, Mamen G, Mateo G, Patricia D, Pedro C, Rosa María Q, Wolfgang K, Yolanda A y Yolanda R. Todo el que se vea retratado en esta lista de nombres sabe que me siento en deuda con ellos. A todos les invitaría con gusto ya mismo a cenar, aunque sean las ocho de la mañana. A algunos les debo mucho más que eso.

Por si no lo viste antes, aquí dejo nuevamente el enlace para acceder directamente al texto. ¡Espero que guste!

En la primera imagen, madrugada del 28 de diciembre en Las Cañadas del Teide. El collage de imágenes lo forman 60 fotografías también mías tomadas durante el viaje.

Más fondo de armario: Entrevista a Mateo Gil


La primera entrevista que se le hacía al cineasta Mateo Gil en un medio de Canarias la firmé mientras colaboraba con la desaparecida revista Anarda. La publicación -financiada por el empresario Jaime Cortezo- la dirigía entonces José Antonio Alemán, de la sección de Cultura se encargaba Pedro Schluetter y yo compartía la sección de cine con Gregorio Martín Gutiérrez. Desde septiembre de 1999 hasta mayo de 2000 colaboré de esta forma en nueve números hasta que un cambio en la dirección empujó al leonés Sergio Cao a la dirección y a mí a la coordinación y edición de las páginas de Cultura, que llevé a cabo durante 9 números entre julio de 2000 y abril de 2001. La etapa concluyó unos números después de la llegada de Laly Sánchez al frente de la dirección de la publicación. La revista se siguió editando, al menos, hasta agosto de 2003.

Mientras Martín Gutiérrez se ocupaba más de asuntos teóricos sin vínculo con las islas, mi compromiso con el sector en el archipiélago me hacía interesarme principalmente por temas relacionados con los cineastas canarios. Promoverlos a través de la prensa se había hecho de manera muy precaria. Y era esencial hacerlo con solvencia y contundencia para dar visibilidad a una actividad que carecía de espacio frente a otras disciplinas culturales que contaban con el favor de la prensa. Después de haber dirigido el área Audiovisual del Gobierno de Canarias, el área de Cine del Cabildo de Gran Canaria, trabajado en largometrajes y cortometrajes y colaborado en diversos medios de comunicación de prensa escrita y televisión, tenía muy madura esta idea de promoción del cine favoreciendo el desarrollo de un tejido profesional que al poco tiempo inspiró mi trabajo al frente del Foro Canario del festival de cine de Las Palmas, en la segunda edición.

Volviendo a Mateo Gil y al año 2000, ahora ocurría que un director canario residente en Madrid sin vínculo con las islas más que el propio de haber nacido y crecido aquí se enfrentaba a su primer largometraje, un thriller de jugadores de rol ambientado en la Semana Santa sevillana. Una gran oportunidad. Hoy, la segunda película de Mateo Gil “Blackthorn. Sin destino” está nominada a 11 premios Goya, mérito que la sitúa en cuarta posición de las preferencias de los académicos, tras «La piel que habito» (Pedro Almodóvar), «No hay paz para los malvados» (Enrique Urbizu) y «Eva» (Kike Maíllo). Un enorme éxito que contrasta con la muy pobre acogida del filme en salas comerciales. De hacer un cine de calidad que no necesariamente esté al servicio de la taquilla habla Mateo Gil en esta entrevista. Pero también de otras muchas cosas. Se publicó en enero de 2000 en el número 14 de la revista Anarda. Espero que la disfruten.

Mateo Gil, director de cine: “Me daba vergüenza admitir que quería ser cineasta”

He visto Esposados [Juan Carlos Fresnadillo, 1996] y La Raya [Andrés Koppel, 1997] y me parecen dos cortos magníficos. Pienso que es inevitable que la industria esté centrada en un sitio, pero también estoy convencido de que se puede hacer cine en cualquier lado.” La pregunta es inevitable. Mateo Gil (Las Palmas de Gran Canaria, 1972) es, hoy por hoy, el director canario que mejor posición ocupa en la industria cinematográfica española. “Veo más difícil que se cree un industria en las islas. Lo que se puede hacer es apostar por la formación actoral y técnica. Potenciar el que se conviertan en un gran centro de formación y también en un gran decorado para producciones. También hay que generar iniciativas culturales que fomenten y expandan el aprecio hacia este oficio. En este sentido, la idea de poner en marcha un festival de cine en Las Palmas de Gran Canaria me parece excelente.”

Íntimo amigo de Alejandro Amenábar y estrecho colaborador suyo en dos de los grandes éxitos del cine español de los noventa, Tesis (1996) y Abre los ojos (1997), dibujó trazos de gran cineasta en Allanamiento de morada (1998), su primer cortometraje. A finales del pasado mes de noviembre estrenó Nadie conoce a nadie, un largo que él define como “un thriller psicológico que habla, sobre todo, de la desorientación en la que vive la gente hoy en día. Sin creencias religiosas y sin referentes claros ni políticos ni sociales. O, como escribió Juan Bonilla en la novela en que está basada, “sin una guerra en la que caerse muerto.”

Le leo una cita. Mankiewicz dijo que los críticos son «tan esenciales para la obra de arte como las hormigas en un almuerzo en el campo.” Suelta una carcajada. “Las críticas son necesarias. No sólo es importante que se vea cine, sino también que se hable de él. Claro que con el volumen actual de películas muchos críticos tienden a la generalización. Pero eso es inevitable. La crítica es necesaria y no hay que tomársela muy en serio. Yo, por Nadie conoce a nadie he recibido malas, y duelen en el alma. Pero también buenas. Esas te ponen las cosas en su sitio.”

“Hay que reivindicar el cine sin taquilla. Si no creyera que el cine es, fundamentalmente, arte, no me dedicaría a esto.”

¿Qué fue lo que más te preocupó al escribir el guión? En sus orígenes se me encargó para que lo rodara un director consagrado. Por ello me preocupé muchísimo de crear una trama potente, con mucho suspense y mucha acción. Después, cuando acepté dirigirlo, me lo fui llevando más a mi terreno, incorporando elementos propios. Allanamiento de morada la escribí a la inversa. Partí de una idea y unos personajes y lo tuve escrito en un fin de semana. Quizás esta sea la manera más acertada. En todo caso, son las historias las que te van marcando el proceso. Eso es prácticamente incontrolable.

¿Y el mayor obstáculo al que te enfrentaste en el momento del rodaje? Un rodaje es una constante carrera de obstáculos con un denominador común: la lucha contra el tiempo. En Allanamiento de morada me preocupé sobre todo de la interpretación de los actores. En Nadie conoce a nadie mi prioridad fue, en medio de esa lucha, que ningún elemento de la película (cámara, interpretación, decorados, vestuario, música, sonido…) estuviera desequilibrado con respecto a los demás.

Mateo Gil no es de los que afirman que lo del cine lo tuvo claro desde siempre. “No hubo un momento que yo recuerde en concreto, una chispa. Ocurrió a lo largo del bachillerato. Lo curioso, en mi caso, es que no se lo decía a nadie. Cuando estaba en Madrid estudiando Imagen y me preguntaban, decía que estudiaba periodismo. Me daba vergüenza admitirlo. Me sentía como una persona de pueblo –viví hasta entonces en el barrio de El Calero, en Telde- y lo del cine lo veía como algo inalcanzable.” En abril, le comento, Víctor Erice (El espíritu de la colmena, El sur, El sol del membrillo) levantó acta oficial de la muerte del cine como arte: “Ahora se hace industria pura y dura y su máxima expresión, la taquilla como punto de referencia.” Frente a la ingenuidad del cine de antes el director vizcaíno opuso la inmersión del séptimo arte en el “gran monstruo audiovisual de los tiempos actuales, una magma trufado de publicidad y susceptible de caer bajo los efectos nocivos de la televisión.” “Tiene razón, pero es una valoración demasiado peyorativa. Es cierto que el cine de hoy ha perdido la ingenuidad, y eso es malo. Hay que reivindicar el cine sin taquilla. Si no creyera que el cine es, fundamentalmente, arte, no me dedicaría a esto.”

¿Imitar al cine norteamericano es la salvación del cine español y europeo? Es que pienso que el concepto de “norteamericano” es muy difuso. Mi película es profundamente española, al igual que las de Amenábar, y a ambos se nos ha tachado de hacer un cine ‘a la americana’. Creo que esto no tiene mucho sentido. Lo realmente importante es que sea un cine de calidad.

Se expresa con la claridad de quien sabe de cine desde dentro, pero también con sensatez para reconocer que su maratón particular no ha hecho más que empezar. “Claro que tengo proyectos para rodar en Canarias, pero mi primer objetivo es asentarme en Madrid. Es la única manera de poder elegir. Ahora no tengo nada sobre la mesa. Por lo pronto, me gustaría cambiar de registro. Una historia de amor tal vez. Una comedia seguro que no. Me parece el género más complicado y todavía no me siento capaz de afrontarlo.” Por lo pronto, con solo veitisiete años, Mateo Gil ya ha conseguido entrar en el estadio. Muchos otros atletas se siguen empujando para entrar. Muchos más lo dejaron en el camino.

Índice de imágenes:

1) La entrevista, tal y como salió publicada, ocupó una página y una columna de la revista.

2) Eduardo Noriega y Natalia Verbeke en una imagen promocional de «Nadie conoce a nadie». En la película actuaban también Jordi Mollá y Paz Vega.

3) Portada de la revista Anarda donde fue publicada la entrevista.

Andrés Santana: El vuelo de la cometa (capítulo 1)


Congratulándome por la excelente noticia que se hizo pública esta semana, las 11 nominaciones para los Premios Goya 2012 recibidas por «Blackthorn, sin destino», dirigida por Mateo Gil y producida por Andrés Santana (ambos canarios nacidos en Gran Canaria), comparto el primer capítulo de mi primer libro, la biografía del productor cinematográfico Andrés Santana, publicada en 2003 como complemento al homenaje que le organicé cuando dirigía la sección Foro Canario del festival de Las Palmas en la cuarta edición, y que también incluyó la proyección de un ciclo de películas del productor y la entrega de la Lady Harimaguada de Honor. La entrega de esta distinción, con la presencia en el Auditorio Alfredo Kraus de una amplia representación de su numerosa familia, amigos y colegas de profesión y la interpretación por su amigo el músico Joan Valent de la pieza «Santana», compuesta ex profeso para ese momento, constituyó, lo digo sin pestañear, el momento más emotivo, honesto y sincero de cuantos se han vivido en este certamen, al menos durante los nueve años que duró mi participación.

El reconocimiento a Andrés Santana como lo que es, el cineasta canario más importante de la historia del cine -entre sus muchos reconocimientos, sus 20 películas como productor han logrado 72 candidaturas a los Premios Goya; a título individual ha obtenido dos estatuillas de 14 nominaciones; ha estado nominado a los Oscar de Hollywood; ganado la Concha de Oro del festival de San Sebastián y el premio Ángel Azul del festival de Berlin -, tuvo su continuidad seis años más tarde con el homenaje -y libro, «El sueño del Monopol»- a Francisco Melo Sansó como principal distribuidor y exhibidor independiente de las islas.

Espero ir subiendo uno a uno los capítulos en entregas sucesivas. Por supuesto que si hay peticiones los puedo adelantar. Solo pondré en estas entradas el texto principal del libro. Me he permitido hacerle pequeñas correcciones que mejoran el original publicado en 2003, así como añadirle algunas imágenes y enlaces que pueden favorecer la comprensión del texto, y ampliar los límites naturales de una publicación en papel.

No incluiré en estas entradas -al menos por ahora- ni el prólogo de Imanol Uribe, el anexo con la filmografía completa, dedicatoria y agradecimientos, fotografías, ni los testimonios que para el libro firmaron Pablo del Amo; Montxo Armendáriz; María Barranco; César Benítez; Gonzalo F. Berridi; Antonio José Betancor; Fernando Bovaira; Mario Camus; José Manuel Cervino; Fernando Colomo; Fernando Fernán-Gómez; José Luis García Arrojo; Carmelo Gómez; Enrique González Macho; Pedro Guerra; Félix Murcia; Gilles Ortion; José María Otero; Juan Potau; José Antonio Rebolledo; Aitana Sánchez-Gijón; José Salcedo; Goya Toledo; Fernando Trueba; Joan Valent y Víctor Manuel. Para eso hay que buscarlo y comprarlo, que aún se puede.

Sí añado la cita del escritor canario Agustín Espinosa que encabezó el volumen. Como suele decirse, una vez publicado, el texto solo pertenece a los lectores. Espero que lo disfruten tanto como yo al escribirlo.

No hay mar tampoco aquí. Que el mar es trama de héroes, selva de perdidos y no jaramago de invernadero.

Agustín Espinosa (Crimen)

Capítulo 1: ¿Un mundo maravilloso?

Le pregunto por la primera imagen cinematográfica que guarda en su memoria y Andrés Santana no lo duda un segundo: se recuerda muy chico, diez años quizás, mucho antes de partir a los diecinueve recién cumplidos en su viaje sin retorno a Madrid, viendo a Joselito cantar en una película aquello de “¡Ay, Campaneeera!” en el cine de Las Lagunetas, el pequeño pago situado en el barranco grancanario de La Mina donde nació.

Las islas Canarias están formadas por siete islas y seis islotes. Situadas en el océano Atlántico, muy cerca de la costa norteafricana, su conquista por parte de la Corona de Castilla fue inmediatamente previa a la expansión del Imperio español por América, tras su descubrimiento en 1492. Son, por ello, geográficamente africanas, política y culturalmente europeas y mantienen fuertes lazos de unión con América, especialmente con los países de Venezuela y Cuba. El desarrollo moderno de Gran Canaria -isla más poblada y desarrollada de la provincia de Las Palmas- comenzó con fuerza a finales del siglo XIX por la construcción del Puerto de La Luz y de Las Palmas, que se convirtió pronto en una escala comercial transatlántica ineludible. El lento declinar del puerto, a partir de los años sesenta del siglo XX, se compensó con el importante desarrollo en las mismas fechas de la industria turística. La isla, que hoy habitan setecientas cincuenta mil personas y recibe casi tres millones de visitantes al año, tiene forma redonda -como una pelota de playa partida por la mitad de cincuenta y seis kilómetros de diámetro- y se caracteriza por un clima excepcionalmente benigno, con temperaturas suaves a lo largo de todo el año.

Andrés Santana nació un 31 de enero de 1949 en Las Lagunetas en el interior de la isla, a mil ochocientos metros de altura, en una de sus zonas más altas y frondosas, pero no en el núcleo principal de casas. Él vio la luz en la “enorme casa” de su abuela materna, en un lugar aislado conocido como El Trigo Diego, situado a un kilómetro de distancia barranco abajo. Las Lagunetas, alrededor de cuya parroquia se había concentrado la población de la zona, no debía de superar en aquellos años las seiscientas personas. San Mateo -el municipio al que pertenece este barrio- tenía un total de ocho mil quinientos habitantes en 1950. Es la cifra más alta de su historia: precisamente a partir de la segunda mitad del siglo pasado, muchas familias -agricultores y ganaderos en su mayoría- se trasladaron a la capital de la isla buscando mejorar su calidad de vida.

Así lo decidieron también los padres de Andrés al poco tiempo de nacer él. Hoy, más de cincuenta años después, Carlos Santana y Sofía Quintana aún viven en la misma casa del barrio de San José de Las Palmas de Gran Canaria donde se instalaron en aquellos años. Andrés es el tercero de siete hermanos y el único de la familia que buscó su destino lejos de las islas.

¿Cuáles son los primeros recuerdos que guardas en tu memoria?

Uno de mis primeros recuerdos fue la muerte de mi abuela paterna, a la que adoraba. Vivía en el cercano barrio de San Nicolás, donde mi abuelo trabajaba como encargado de unas plataneras. Yo acostumbraba visitarlos a menudo y acompaña a mi abuelo a coger plátanos, ordeñar vacas, etc. Cuando regresábamos a la casa, mi abuela se encontraba sentada en su mecedora y yo me sentaba a su lado. Entonces ella me acariciaba la cabeza con su mano derecha mientras se mecía, proporcionándome una serenidad y un placer que, creo, nunca he vuelto a sentir. Cuando murió, mis padres no querían que la viera, porque era muy pequeño; pero conseguí asomarme sin ser visto: la figura de mi abuela transmitía una gran serenidad. Fue la primera pérdida importante de un ser querido y me dejó un recuerdo imborrable.

El barrio de San José se extiende como un brazo de un kilómetro y medio de largo paralelo a la costa en el cono sur de la ciudad. Habitado por familias humildes, remonta sus calles estrechas y empinadas al siglo XVII. Sus casas terreras de no más de una planta de altura se agolpaban, tal y como Andrés lo conoció, en una ladera directamente enfrentada al sol del Atlántico al amanecer. Abajo, entre el sol y el barrio, el verde encendido de extensas plantaciones de plataneras; más allá, solamente el mar, como una sábana añil erizándose al viento, de apariencia infinita.

Escucho a lo lejos un pasacalles risquero que interpreta, a estas horas de la mañana, una melodía popular y pienso en el jolgorio del barrio en fiestas, en cada uno de sus rincones invadidos del calor que solo las personas humildes desprenden. Los nombres de las calles de San José despiertan un mundo de evocaciones que parece extraído del cofre de un tesoro: Amanecer, Ancla, Anillo, Arena, Arpa, Asia, Aurora, Balandro, Bolero, Califa, Centella, Coral, Corsario, Creta, Dragón, Eco, Esfera, Espejo, Estela. Son un laberinto de callejones y callejuelas que Andrés correteó, arriba y abajo, mil veces en su infancia. Para él, que cursó la enseñanza primaria en el colegio del barrio, la vida durante esa primera década de vida consistía en “ir a clase, jugar a fútbol, trastear con los amigos, lanzar las cometas al aire.”

Pero fue la casualidad, o tal vez “la suerte que siempre me ha acompañado”, lo que lo llevaría, acompañado por su madre, de nuevo al pago campesino de Las Lagunetas para vivir con un tío que estaba soltero. Tenía Andrés sólo diez años. Y fue en aquel retorno a su barranco natal donde hizo dos descubrimientos fundamentales para su vida: el del cine, domingo a domingo en las proyecciones vespertinas que se celebraban en la trasera de la casa parroquial; y el más deslumbrante de todos, el de la naturaleza.

Me tocó volver a la casa de El Trigo Diego para ayudar a mi tío, que estaba solo, cultivando la tierra y cuidando vacas. Sobre todo, para hacerle compañía por si pasaba algo. Ese valle fue para mí el descubrimiento de la vida, las plantas, los animales; en él aprendí a amar la naturaleza. Si una cabra paría un cabritillo, era yo quien le daba el biberón, así es que después lo tenías pegado todo el día entre las piernas, como un perrillo. Lo malo es que después había que matarlo. Tengo también una imagen muy cinematográfica: cuando iba a echar la cometa en una era cercana, donde el viento bajaba muy fuerte entre los huecos de la montaña. Solo, en medio de aquel paisaje, con los hilos enlazados entre los dedos y siguiendo con la mirada la cometa en el inmenso cielo azul. A veces sentía deseos de volar, de convertirme en cometa. Con el tiempo, empecé a soñar que volaba como un pájaro y veía, desde el cielo, todo aquél paraje.

El barranco de La Mina constituye el nacimiento de una de las cuatro cuencas que, desde la cordillera central de Gran Canaria, avanzan hacia el este de la isla. Tiene su cabecera a mil ochocientos metros de altura y debe su nombre a una galería horadada en la montaña, que proviene de la vertiente oeste de la isla y por la cual recibe el agua que lo recorre. Muchos habitantes de Las Lagunetas participaron en la construcción de las estrechas conducciones de agua, talladas en la piedra, que recorren su ladera de umbría desde el siglo XVIII. En su tramo inicial, la estrecha garganta de agua es un mundo –hoy único en la isla- de líquenes y musgos, veroles, zarzas y sauces. Las cascadas bajan imparables, especialmente intensas en primavera, golpeando las piedras y dilatando su hendidura hasta formar las dos imponentes laderas del barranco, que cubren su desnudez de roca rojiza y cañahejas amarillas con un denso tapiz de escobonales, codesales y retamares, entre higueras, nogales, castaños, tuneras, pitas y pitones. En las laderas del barranco -especialmente en la zona más cercana a Las Lagunetas-, son numerosas las terrazas o bancales construidos a partir de muros de piedras preparados para el cultivo, principalmente, de papas y maíz.

Los domingos los pasaba enteros en el pueblo, en casa de mi tía Josefa. El día acababa siempre con una película en el cine de Las Lagunetas. Cuando finalizaba la sesión, tenía que volver a la casa de mi tío por aquel barranco. Era un trayecto largo, valle abajo, solo y de noche. Iba con una linterna y me sobresaltaba con cualquier ruido. ¡Era tremendo el miedo que pasaba! Luego oía las historias que contaba mi madre: que si se aparecían leones, que si ballenas… ¡Me aterrorizaba! Afrontar eso en aquella niñez era muy duro; aunque también es verdad que me fue fortaleciendo. Recuerdo también que con once años me peleé con un chico en la fiesta del pueblo. A los dos nos gustaba la misma chica y decidimos pegarnos: el que ganara se quedaba con la chica. Le gané yo, pero al día siguiente alguien me dijo: “¿Cómo has podido pegar a un chico enfermo?” Lloré de rabia, le pedí perdón y nunca más he vuelto a pelearme con nadie. Son recuerdos memorables. Como cuando a mi abuela materna, ya enferma terminal, la trajeron a El Trigo Diego portándola cuatro personas en una silla de mimbre, con su cabello blanco al viento. Yo era muy pequeño y es una imagen que tengo grabada como un sueño. O cuando una noche -en casa con mi tío- de pronto oímos muchos ruidos de voces y griterío por el barranco. No sabíamos qué pasaba. Salimos fuera y estaban buscando a un hombre, un poco retrasado, al que veía y saludaba todos los días. Se había caído por una ladera y se había matado.

La corta edad de Andrés, la abrumadora soledad de la vida en el campo y algunos amigos a los que sólo veía los fines de semana, le procuraron recuerdos intensos e imborrables.

Esos dos años con mi tío fueron los que más han marcado mi forma de ser. Cuando descubrí los pájaros, aprendí a coger los nidos, a alimentar canarios con leche y gofio… Algunas veces los soltaba, aunque no estaban preparados para vivir en libertad. También recuerdo unos lagartos grandes ¡enormes! que había en aquellas montañas. Nunca más los he vuelto a ver. En verano volaba las cometas o me iba a bañar con un vecino a los charcos del barranco. ¡Me encantaba eso de ir a soltar el agua a los estanques, trabajar en el campo, regar el maíz, las papas, el colegio del pueblo! Era un mundo muy diferente al de la ciudad; un mundo maravilloso, que me viene continuamente a la memoria. Siempre que viajo a Las Palmas voy, inevitablemente, a ese lugar y siento que una parte importante de mí se quedó allí. Espero que cuando me muera mis cenizas se esparzan por el agua de ese barranco.

Y esa etapa finaliza cuando tu tío se casa y retornas a Las Palmas.

Sí. Mi madre trabajaba en una pensión por las mañanas y yo empecé a ayudarle; por las tardes iba al colegio de don Andrés, en San José. De los quince a los dieciocho años trabajé en la oficina de una lavandería, en la calle Secretario Artiles, en la otra punta de la ciudad. Por la noche, a la salida, me iba a estudiar intentando sacar el bachillerato. Pero al final no lo acabé. A los dieciocho años me dije: “Tengo que conocer otro mundo.”

Situada en el noreste de la isla, Las Palmas de Gran Canaria se fundó en 1478 y es la ciudad más poblada del Archipiélago canario. Entre 1960 y 1970 -años de pubertad y adolescencia de Andrés-, pasa de ciento noventa mil a casi trescientos mil habitantes, el índice de crecimiento demográfico mayor de su historia. San José linda al noreste con el barrio aristocrático de Vegueta. Al noroeste con el popular de San Juan, apelmazado de casas de colores en uno de los riscos que caracterizan la zona histórica de la ciudad. San José, Vegueta y San Juan: ese fue el triángulo de correrías de Andrés durante su adolescencia, aunque también hacía constantes incursiones al cercano barrio comercial de Triana. Si la magia del cine le había tocado con su varita en las sesiones dominicales de Las Lagunetas, la afición se fue haciendo más intensa tras su vuelta a la capital.

En Las Palmas, en la época en que estudiaba el bachillerato, compraba todos los meses el “Fotogramas” y devoraba todo tipo de películas en los cines de la zona: el Torrecine, el Cairasco, el Cuyás, el Pabellón Recreativo y el Vegueta. Los programas dobles del Torrecine me los tragaba todos. Con los amigos jugaba al fútbol, íbamos a la playa de La Laja, a las discotecas… Estábamos muy unidos aunque respecto al cine había diferencias: yo no sólo iba los domingos con ellos, iba también entre semana. Y las películas que a mí me gustaban, a ellos empezaron a no gustarles. Me decían (risas): “Oye, pero esa película que acabamos de ver, era un poco paquete, ¿no?”

Y ahí comienzas a querer dedicarte a este oficio…

Sí, desde entonces. Yo pensaba diferente; pero no porque tuviera una educación distinta o nuestras familias no dispusieran de los mismos medios, no; quizás es que tenía otras inquietudes. No sé por qué, pero lo cierto es que me llamaban la atención otras cosas. Me gustaba mucho leer historias de aventuras de Jack London, libros de Conrad, los tebeos del Capitán Trueno, El Jabato, El guerrero del antifaz, El príncipe encadenado… Sin quererlo, todas esas lecturas me abrieron otros horizontes; hacían que investigara, que aprendiera. Pero eso sólo se debe a la curiosidad de cada uno, porque, y entonces todavía no era muy consciente, creo que yo quise hacer cine porque lo que me apetecía era contar historias.

Andrés no lo recuerda, pero alguien muy cercano conserva todavía en la memoria su imagen devorando tebeos solo, de noche, en la penumbra del patio de la casa familiar, mientras los demás hermanos dormían en sus habitaciones.

¿Cuáles eran tus películas preferidas?

A todos nos gustaban las películas de vaqueros y de romanos. Esas eran las películas “buenas” de la época. Pero a mí me empezaron a gustar también las películas “raras” que ponían en el cine Vegueta: “El manantial de la doncella”, de Ingmar Bergman, y “Los siete samurais”, de Akira Kurosawa; una que vi en el Torrecine y me impresionó mucho fue “Los Nibelungos”, de Fritz Lang. O las películas francesas de la Nouvelle Vague. Otra que me influyó mucho en aquel momento fue “La busca”, de Angelino Fons, con Jacques Perrin y Emma Penella. Precisamente, esta película la vi en Tenerife el día antes de coger el barco que me traería a la Península.

¿Tus amigos supieron que te ibas?

Yo les decía que quería hacer cine, pero era como decirles que quería ser astronauta. “Ah, sí, sí… vale… ¿y haciendo qué?”, me preguntaban. Y les respondía: “¡Yo, de actor!” Hace ocho o diez años contacté, a través de mi hermana Paula, con uno de ellos, Manolín, quien, a su vez, quedó con Chano y Millares. Habían pasado veinticinco años y, cuando nos vimos, fue un choque enorme, muy duro para todos. Los años transcurridos habían borrado las huellas del tiempo pasado.

Andrés decidió marcharse de la isla para hacer cine un día de febrero de 1968, con 19 años recién cumplidos. No supo cómo fue acogida su decisión en su familia. No pudo saberlo, porque se fue con la excusa de ir a visitar a un amigo que hacía el servicio militar en Tenerife y tardó mas de una semana en entrar en contacto directo con ellos. Esa ausencia le ha marcado durante todos estos años.

Soy el tercero de siete hermanos y todos nos seguimos llevando muy bien, gracias a la relación con mi madre. Ella es una matriarca, dedicada totalmente a sus hijos y preocupada porque todos salgan adelante. Muy pendiente de todos y procurando que el vínculo no se pierda. Hace dos o tres años reunió a más de treinta personas en torno a una comida en el caserón de El Trigo Diego. Ese día vi a familiares que no conocía. Mi madre tiene una personalidad muy fuerte y una gran generosidad. Una tía mía dice que tiene un don especial, que ejerce una atracción intensa sobre los demás. Me recuerda al personaje de la madre en “Las uvas de la ira”: una mujer de una cultura baja -propia de la época-, pero con una sabiduría natural. En situaciones adversas y negativas, ella consigue imprimirles un carácter positivo, esperanzador.

Su casa siempre fue un matriarcado. Las mujeres de la familia, su abuela y su madre, han ejercido en él una fuerza especial: han representado el amor, la protección y también las certezas de una fuga hacia adelante. En contraposición, el silencio presencial de los hombres en el hogar.

Supongo que tu marcha -así, sin avisar- tuvo que resultar dura para todos, tanto para ti como para ellos, y especialmente para tu madre.

Muy dura. Cuando llamé a casa después de mi marcha, ya en Madrid, mi madre me dijo que no podía creerse la información que le estaba dando. Y me dijo: “Hijo, vale, ahora ya estás ahí y está bien, si eso es lo que quieres. Pero trata de ser siempre lo más educado y lo más honrado posible. Y come bien, aunque comas poco, porque eso es la salud.” Yo, que me había ido sin decir nada, hablaba con ella con un miedo terrorífico. Y sé que ella lo llevó muy mal: el hijo que se le va a escondidas y no tiene la valentía de decírselo a la cara. Por ella acepté que se hiciera este libro.

¿Y qué opinaba de que te quisieras dedicar al cine?

Al principio no le gustaba mucho la idea. Pero creo que porque no sabía exactamente en que consistía este mundo y, lógicamente, no se fiaba. Yo tampoco me he molestado mucho en explicarle demasiado. He querido que me vea como un hijo más; que mi actividad no afecte a las costumbres de la convivencia familiar. La última vez que vino a Madrid, cuando vio que estaba bien y que mi casa era “bonita” se quedó más tranquila. Y yo también.

Índice de imágenes:

1) fragmento de la portada de «El vuelo de la cometa», diseño de Iñaki Cabodevilla. La foto que la preside muestra a Andrés con una lechera al hombro en la casa familiar de El Trigo Diego (Las Lagunetas, San Mateo).

2) Cartel de carretera de Las Lagunetas. Foto de Luis Roca Arencibia realizada durante la preparación del libro.

3) Las Palmas de Gran Canaria en los años 60. En primer término de distingue el castillo de San Cristóbal; en segundo término, las fincas de platanera que ocupaban lo que hoy es el polígono de San Cristóbal. A la izquierda de las plantaciones se distingue el barrio de San José; perpendicular a él, de mayor dimensión y con la catedral asomando, el barrio de Vegueta (fondo fotográfico de la Fedac/Cabildo de Gran Canaria).

4) Cascada de agua en el Barranco de la Mina, realizada durante la preparación del libro en 2002 (foto de Luis Roca Arencibia).

5) De izquierda a derecha y de arriba abajo, afiches de las películas «La busca», «Las uvas de la ira», «Los siete samurais», «El manantial de la doncella» y «Los Nibelungos».

6) Vista de la plaza de Cairasco con la catedral de Las Palmas en la década de los sesenta del siglo pasado. Está tomada desde el Gabinete Literario (fondo fotográfico de la Fedac/Cabildo de Gran Canaria).

7) De izquierda a derecha y de arriba abajo, distintos momentos de tenderetes organizados en El Trigo Diego en 2003, tras la presentación del libro en Las Palmas; y en 2008: Andrés Santana con su madre, Sofía Quintana, en 2008; parte de la familia Santana Quintana, en 2008; detalle de tenderete en 2003; el alpendre sobre la casa familiar de El Trigo Diego, en 2003; Andrés Santana (2d), junto a un hermano (1d), Antonio Betancor (2i), y mis padres, Daniel Roca (1i) y Yolanda Arencibia(espaldas), en 2003. Andrés Santana es dado a creer en la fuerza del destino. La misma semana de marzo de 2003 que se presentó el libro, y durante su estancia en Las Palmas por el festival, moría el tío con el que había pasado parte de su infancia en El Trigo Diego (Las Lagunetas, San Mateo).

«Blackthorn», Weerasethakul, simios, «Super 8», Dardenne: el cine de unos meses de verano


Si el tailandés Weerasethakul supiera qué disfraces visten algunos de sus defensores cambiaba no de oficio sino de especie. Se haría simio, por nombrar una que tiene más futuro por lo que este verano pasado nos ha vuelto a recordar el cine.

Nada bueno ha traído casi nunca el verano para el buen cine de estreno. Solo sobrevive el filme que ya desde los cajones de salida partía como caballo ganador. Blackthorn, sin destino, el western de Mateo Gil, funcionaría mucho mejor en los fríos ambientes de salas de V.O. que cabalgando bajo el sol inclemente sobre la arena estival. Y así sucumbió en una taquilla para la cual nunca estuvo pensado. ¿Quién decidió que se expusiera al veredicto popular en plena alerta por temperaturas? El talento del canario Gil en cambio sí aguantó el tipo, y hoy, con Juan Carlos Fresnadillo, es de esos cineastas raros de producción lenta y prestigio creciente. Para Canarias es un hito sin precedentes que dos isleños sean referencia para el cine español de vocación más internacional. Este otoño Blackthorn mide sus fuerzas nada menos que en la taquilla USA. Ojalá la presencia de Sam Shepard -a quien descubrí también este verano haciendo de cornudo irresistible treinta años ha en la hermosísima Días del Cielo (Days of Heaven, 1978) de Terrence Malick- ayude a la película producida por Andrés Santana en su tránsito por esa otra vida que es el mercado norteamericano.

Una de las grandes apuestas de Hollywood para el verano que pasó, El origen del planeta de los simios (Rise of the Planet of the Apes, Rupert Wyatt, 2011), mata la magia de la inestable, técnicamente imperfecta, película inaugural de Franklin J. Schaffner (El planeta de los simios, Planet of the Apes, 1968) como parábola del destino de la Humanidad. La nueva de Hollywood solo ofrece una tecnología tan impecable como hortera, huera. Desde el título es pretenciosa y eso ya la hace lindar con el ridículo. Dicen los que saben de eso que los guiños a la protagonizada por Charlton Heston son muchos y reverenciales. No se trata de hacer leña de la secuoya caída. No es más que una película del montón, de las muchas que Hollywood ha venido produciendo para rentabilizarlas bajo la protección de una costosísima sombrilla promocional.

Algo mejor me fue con Super 8 (J.J. Abrams, 2011), aunque a uno le hubiera gustado más que en vez de inspirarse en el mejor cine comercial USA de la década de los 80 lo hubiera hecho en el cine de los 70, ó 60, 50, 40, 30, 20. Cualquiera de esas décadas fue mejor para el séptimo arte, también el entendido en su versión más comercial. La de los ochenta instauró gracias a Steven Spielberg en su faceta de productor –E.T. (1992), Poltergeist (1982), Gremlins (1982), En los límites de la realidad (Twilight Zone: The Movie, 1983), Los Goonies (The Goonies, 1985)- la moda de las tontorronas películas con protagonistas en la adolescencia o sus límites. Nada más que una estrategia de marketing para atraer a toda la familia a las salas. Estrategia que por suerte ha colapsado 30 años después.

Poderosos filmes técnicamente modestos pero narrativamente ambiciosos. Y hermosos. La indomable Rosetta y el fiel Igor ambos prematuramente adultos, viven sus conflictos con la cámara de los belgas detrás del hombro.

Mucho bueno -casi siempre- ha traído sin embargo el verano para el buen cine de reestreno. Rosetta (1999, Palma de Oro y Mejor Actriz en Cannes, Émilie Dequenne) y La promesa (La promesse, 1996, Premio Mejor Película Extranjera de la Asociación de Críticos USA), películas del último lustro de los noventa de Luc et Jean Pierre Dardenne, y El silencio de Lorna (Le silence de Lorna, 2008, Mejor Guión en Cannes), son justamente lo contrario. Poderosos filmes técnicamente modestos pero narrativamente ambiciosos. Y hermosos. La indomable Rosetta y el fiel Igor ambos prematuramente adultos, viven sus conflictos con la cámara de los belgas detrás del hombro. El compromiso de los directores es no separarse ni un momento de sus personajes. Lo cumplen literalmente. Cualquier propuesta que muestre las grietas de la opulenta Europa es un filme vencedor aunque sea ya solo por la apuesta, más si la historia se desarrolla en Bélgica como su propio aneurisma cerebral. Así es el caso de las tres. El hijo (Le fils, 2002, Mejor Actor en Cannes, Olivier Gourmet) no tiene nada que envidiar a las anteriores. Poderosas interpretaciones, personajes (per)seguidos en clave documental y un bello mensaje de perdón y superación de la tragedia personal e intrasnferible.

La ganadora del festival de Cannes de 2010, la tailandesa El tío Bomme recuerda sus vidas pasadas (Uncle Boonmee Who Can Recall His Past Lives; en thai: ลุงบุญมีระลึกชาติ) es una buena declaración de intenciones, pero su victoria en el certamen más importante del mundo lo explica -dicen- la baja calidad de los contendientes ese año. Yo añado: y esta crisis de la percepción en que vivimos desde que Internet llegara para quedarse. Es un cine, además, que aprovecha el atávico sentido de culpa del occidental con respecto al tercer mundo, además de nuestra inevitable vocación de turistas de parajes exóticos (Tailandia en este caso).

La tecnología digital ha posibilitado lograr productos de alta factura técnica, como este, sin necesidad de filtros industriales. Para quien entienda lo industrial como una rémora, la cuestión solo puede ser beneficiosa. La tecnología también ha cambiado en lo que se refiere a la distribución y exhibición de cine. Pero no, en cambio, la simplísima ecuación de que para que un filme sea rentable (o sea, no infle la deuda) es necesario que haya un número de gente suficiente dispuesta a pagar por verlo. Lo cierto es que la propuesta del joven tailandés Apichatpong Weerasethakul es imposible que vaya más lejos de algunas salas (públicas) festivaleras (y museos). A medio camino entre el cine narrativo inmóvil de silencios prolongados y el cine-ensayo de toda la vida es un cine condenado a ser ineficiente en lo económico desde su planteamiento. Casi una decena de productores multinacionales en este caso se asocian a la caza y captura de unas ayudas (públicas) para un filme que desde su concepción sabe que no ofrecerá retorno. Entre estos, el catalán Lluís Miñarro, a quien hemos visto pasearse de monje tibetano por la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria y en cuyo festival, después de mimarlo años y años, lo condecoraron hace apenas seis meses (inflaron su currículo y la ciudadanía, ajena por supuesto a estos tejemanejes, respondió con el lógico vacío estrepitoso). Queremos pensar que si el tailandés supiera qué disfraces visten algunos de sus defensores (o de qué manera mudan las chaquetas en función del color político) cambiaba no de oficio sino de especie. Se haría simio, por nombrar una que tiene más futuro por lo que este verano pasado nos ha vuelto a recordar el cine.

Fotografías, de arriba a abajo:

1) Sam Sheppard en Días del cielo (arriba) y Blackthorn, sin destino.

2) El simio promocional de la original El planeta de los simios (izqda.) junto al digital de El origen del planeta de los simios.

3) Arta Dobroshi (Lorna) y Jérémie Renier (Claudy) en El silencio de Lorna.

4) Cartel promocional en alemán de El tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas.

Larga vida a El Viajero de El País


Mañana sábado, 18 de junio, El Viajero de El País dedicará su tema de portada a Las Palmas de Gran Canaria. Para mí ha sido una nueva oportunidad de colaborar con este suplemento que felizmente ha ido superando los embates de la crisis. En contraste con aquellas personas de pensamiento intelectual más profundo ( esa es algunas veces una profundidad muy superficial), siempre he defendido a El Viajero como uno de los mejores suplementos de los que edita este periódico. Y el que mejor vende, que no es ninguna tontería. El texto principal de mañana es de Vicente Molina Foix, mientras que las fotos y el texto de despiece son míos. Las colaboraciones con El País se iniciaron en 2003 gracias a una providencial conjunción de planetas, en la que casi todo tuvo que ver, como siempre, el amor de seres queridos.

La del sábado será también una jornada especial. La disfrutaré con amigos jugando a las raquetas en Playa del Inglés, sorteando esguinces. De las muchas colaboraciones realizadas durante estos más de siete años será mi tercera vez con tema de portada; esto incluye también la foto que ocupa ese luminoso objeto de deseo. La primera portada fue para el suplemento especial sobre Canarias (¿2006 quizás?); la segunda para un número de 2009 sobre Tenerife centrado en el Siam Park. Pero el fin de semana será especial también porque el domingo la revista El País Semanal dedica su portada a la película Blackthorn, dirigida por Mateo Gil y producida por Andrés Santana. Precisamente fue la concurrida presentación en Madrid de mi libro sobre el productor canario en octubre de 2003, Andrés Santana. El vuelo de la cometa, lo que encendió la mecha de estas colaboraciones. Durante este tiempo las siete islas Canarias y otros lugares como Belgrado, Funchal o Betanzos (A Coruña) han sido objeto de reportajes, casi siempre haciéndome cargo de textos y fotos.

Incesantes amoríos que fluyen como delicadas cascadas –no confundir con aventuras amorosas- permitieron nuevas colaboraciones en el ámbito del mismo grupo editorial. La guía de la provincia de Las Palmas en 2010; intervenciones en suplementos como El País de las Tentaciones (hoy EP3) y Tierra, en el periódico diario y, el más suculento, en El País Semanal desde 2007. Pero esa es otra (feliz) historia que merece un capítulo aparte (por ahora sólo dejo debajo una pequeña muestra de algunas portadas)

Estas colaboraciones han sido un auténtico máster en periodismo, enseñanzas de las que ojalá pueda seguir aprendiendo. Por eso a todos los amigos y compañeros que lo han hecho posible les debo un gigantesco agradecimiento. Como lector habitual del periódico desde la juventud, conocer también en primera persona como colaborador la calidad de su funcionamiento interno, de sus procesos y periodistas, me ha servido para entender mejor por qué está entre los más importantes medios de comunicación del mundo. Sentirme parte de esa familia bohemia y disciplinada, inquieta y exigente, es de las cosas más importantes que me han ocurrido en mi carrera profesional.